Prevenir no es curar
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<strong>Prevenir</strong> <strong>no</strong> <strong>es</strong> <strong>curar</strong>. La prisión preventiva en Argentina<br />
viviendo en la calle. En la actualidad, ejerce la prostitución. Su hija<br />
Ern<strong>es</strong>tina, de 18 años, <strong>es</strong>taba cursando 2º año del secundario y también<br />
ejercía la prostitución.<br />
Patricia: cuando fue detenida, tenía cuatro hijos (entre los 2 y los 10<br />
años) de dos parejas distintas, que quedaron al cuidado de los abuelos<br />
mater<strong>no</strong>s. Durante la detención de Patricia, y con pocas semanas de<br />
diferencia, ambos abuelos fallecieron. Entonc<strong>es</strong>, los niños tuvieron<br />
diversos d<strong>es</strong>ti<strong>no</strong>s: el varón, de 5 años, fue a vivir con la madrina al<br />
partido de Florencio Varela (sur del Gran Bue<strong>no</strong>s Air<strong>es</strong>), en tanto que<br />
las tr<strong>es</strong> hijas fueron a vivir con una tía, al partido de Tigre (<strong>no</strong>rte<br />
del Gran Bue<strong>no</strong>s Air<strong>es</strong>). U<strong>no</strong>s m<strong>es</strong><strong>es</strong> d<strong>es</strong>pués, y a consecuencia de un<br />
intento de abuso sexual por parte de la pareja de la tía, el juzgado de<br />
me<strong>no</strong>r<strong>es</strong> interviniente envió a las tr<strong>es</strong> niñas a un hogar ubicado en San<br />
Isidro. Las dos hijas más pequeñas <strong>es</strong>tuvieron allí durante cuatro años,<br />
en tanto que la mayor <strong>es</strong>tuvo hasta los 16 años, cuando se fue a vivir<br />
con su <strong>no</strong>vio, cuyos padr<strong>es</strong> se r<strong>es</strong>ponsabilizaron de la joven.<br />
Mientras cumplía la condena, Patricia solicitó que sus hijas la visitaran,<br />
acompañadas por la directora del Hogar y sin pasar la requisa. El juez<br />
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ver a las niñas al Juzgado de Me<strong>no</strong>r<strong>es</strong> de San Isidro. Con r<strong>es</strong>pecto al hijo<br />
varón, la madrina lo llevaba ocasionalmente a visitarla. “Eran chicos,<br />
<strong>no</strong> entendían un montón de cosas, yo ni era la madre. Traumarlos más <strong>no</strong><br />
quería, cuando <strong>es</strong>tuviera en la calle iba a ser diferente”.<br />
Raquel y Carmelo tienen 7 hijos. Cuando fueron detenidos, sus hijos<br />
tenían 24, 23, 19, 17, 16, 9 y 3 años. Durante los cuatro años que<br />
Raquel <strong>es</strong>tuvo pr<strong>es</strong>a, sus cuatro hijos mayor<strong>es</strong> quedaron a cargo de<br />
los más pequeños –económicamente y en térmi<strong>no</strong>s de cuidado. Según<br />
el recuerdo de una de sus hijas, “los trabajos que hacían eran changas,<br />
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U<strong>no</strong> iba a tomar la pr<strong>es</strong>ión, otro hacía delivery, cualquier cosa para traer<br />
una moneda. Estaban trabajando todos, y yo iba a la primaria. A los 5<br />
años, Carolina se quedaba sola a la mañana en casa. El día anterior le<br />
dejábamos un yogurt en la heladera y se levantaba sola y lo tomaba.<br />
D<strong>es</strong>pués ya iba a comprar sola al almacén y se quedaba mirando la tele<br />
hasta que volvíamos. Yo me quedaba con ella cuando volvía de la <strong>es</strong>cuela”.<br />
Al principio, sólo el herma<strong>no</strong> mayor y el abuelo iban a visitar a Raquel.<br />
Según cuenta otra de sus hijas, “la trabajadora social vi<strong>no</strong> y <strong>no</strong>s dijo<br />
que las dos hijas más chicas tenían que visitar obligatoriamente todos<br />
los m<strong>es</strong><strong>es</strong> a mamá, porque si<strong>no</strong> las llevaban a un instituto. A Carolina<br />
Detenidos y familiar<strong>es</strong>: el doble castigo del sistema penal