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- Lo siento tanto, Rose. Lo siento, lo siento tanto. No puedo.
Maris_Glz
La deje y me arrastre lejos después de eso. Presumiendo de ir por comida. Pero
cuando me senté en la mesa de la cafetería mire la bandeja en frente de mí. El
pensamiento de comer algo me hizo más enferma que estando alrededor de un
Strigoi. Ella se rindió después de eso. No comprendía nada de lo que iba a pasar
hasta que supiera que habia pasado con Dimitri.
Fuimos a su cuarto. Y me acosté sobre la cama. Ella se sentó cerca de mí. Pero
yo no quería hablar. Y pronto me quede dormida de nuevo. La siguiente vez que
me desperté. Estaba mi madre a mi lado.
- Rose, vamos a ir a inspeccionar las cuevas. Tu no puedes entrar a ellas, pero
puedes venir a las fronteras de la escuela con nosotros si quieres.
Esto era lo mejor que podía conseguir. Si eso signifcaba que podría averiguar
que la habia pasado a Dimitri, en lugar de quedarme aquí. Lo haría. Lissa vino
conmigo, y nos arrastramos detrás del a congregado grupo guardián. Todavía
estaba herida por su negativa de sanar a Dimitri, pero una parte de mi pensó en
secreto que ella no pudiera regresarlo una vez que lo viera. Los guardianes
habían congregado un gran grupo para verifcar las cuevas. Por si acaso.
Estábamos bastantes seguros de que los Strigoi de habían ido. Sin embargo. Ellos
perdieron su ventaja y tenían que saber que si regresábamos por los muertos.
Estaríamos con números renovados, cualquiera de ellos que hubiera sobrevivido
ya se habría ido. Los guardianes cruzaron las salas. El resto de nosotros quienes
habían seguido a lo largo esperaron por la frontera. Casi nadie hablaba.
Probablemente serian tres horas antes de que ellos regresaran, contando a
través del tiempo, tratando de ignorar la oscuridad, la sensación espesa dentro
de mí. Me senté en la tierra y descanse mi cabeza contra el hombro de Lissa,
deseando que los minutos volaran. Un Moroi usuario de fuego creó una hoguera.
Y todos nos calentamos por él. Alguien gritó que los guardianes estaban
regresando. Me levante y corrí para mirar.
Lo que vi me dejo estupefacta. Camillas. Las camillas que llevaban los cuerpos de
aquellos quienes habían sido asesinados. Guardianes muertos. Sus caras pálidas y
sus ojos sin miradas. Uno de los que vigilaba a un Moroi fue y vomito en un
arbusto. Lissa empezó a llorar. Uno por uno, los muertos más allá de nosotros.
Mire fjamente. Sintiendo frió y un vació. Preguntándome si vería esos fantasmas
la próxima vez que estuviera afuera en los pasillos. Finalmente el grupo entero
habia pasado, 5 cuerpos, pero se habia sentido como quinientos. Y habia un
cuerpo que no habia visto. Uno que habia estado temiendo. Corrí hacia mi madre.
Ella estaba ayudando a llevar una camilla. Ella no me miro pero indudablemente
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