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Esclavos del franquismo en el Pirineo - Esclavitud bajo el franquismo

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a la comida con c<strong>en</strong>iza y <strong>el</strong>los sabían que su madre les dejaba<br />

comida y así los suministraba. Y una vez, también llevaron a mi<br />

madre, a mi hermano y a mi hermana pequeña también los llevaron<br />

presos para que no tuvieran quién los suministrara, y allá<br />

mi madre les dijo, “mira, Fulano de tal nos debe dos carros de<br />

hierba, ir allá a pedírs<strong>el</strong>o porque yo ahora no os puedo mandar<br />

nada” Entonces fueron donde aqu<strong>el</strong>la señora y “sí, sí, para la tarde<br />

ya os lo pongo de<strong>bajo</strong> de la panera, <strong>en</strong> tal sitio ya os lo dejo”<br />

bu<strong>en</strong>o, pues volvieron tal día a buscarlo y ¡<strong>en</strong>contraron a la fuerza<br />

esperándolos! Eran un día que estaba v<strong>en</strong>ga llover, y <strong>el</strong> hermano<br />

mayor empezó a correr, a correr, pero al pequeño, que<br />

llevaba un impermeable que hacía mucho ruido, lo cogieron prisionero;<br />

y <strong>el</strong> mayor se echó por un prado, empezó a rodar y rodar<br />

y se les escapó.<br />

(...) Y yo, cuando salí de la escu<strong>el</strong>a, a mi hermano, a mi hermana y<br />

a mi madre los habían llevado presos y yo quedé con la puerta<br />

cerrada y no t<strong>en</strong>ía con quién estar y me cogió una tía carnal y me<br />

llevó para su casa, t<strong>en</strong>dría 12 años o así, ya habían matado a mi<br />

padre; y resulta que supimos que habían cogido a mi hermano y<br />

<strong>el</strong> otro se les había escapao, y yo dije que me iba a la Casilla, a la<br />

Faya, donde estaban mi hermano, mi hermana y mi madre presos,<br />

y donde estaban los soldados también lo sabía, <strong>en</strong>tonces<br />

fui sola a aqu<strong>el</strong> monte para arriba, ¡y era un día que estaban todos<br />

los soldados secando los capotes por <strong>en</strong>cima de los muros y<br />

los árboles, porque había sido una noche de mucha torm<strong>en</strong>ta, y<br />

nadie se dio cu<strong>en</strong>ta de que llegaba yo, y <strong>en</strong>tré para ad<strong>en</strong>tro y<br />

<strong>en</strong>contré a mi hermano s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> una silla, tapado con una<br />

manta y con los brazos amarraos por detrás. “¡Isab<strong>el</strong>ina, ¿mataron<br />

a José?” “¡no, se escapó!”, “¿cómo lo sabes?” “porque mi tía<br />

lo oyó a los vecinos, que eran falangistas, y <strong>el</strong>la lo sabe, mi tía escuchó<br />

y oyó que <strong>el</strong> Josepín se escapó”, porque <strong>en</strong> Asturias <strong>el</strong><br />

José puede ser Josepín; y <strong>en</strong>tonces llegaron los soldados y me<br />

vieron hablar con él y “¡fuera de aquí, fuera de aquí!”.<br />

(...) Y yo me fui para la Casilla. La cárc<strong>el</strong> t<strong>en</strong>ía una v<strong>en</strong>tana con<br />

unos barrotes muy grandes y allí estaban mi hermana y mi madre<br />

llorando, y a mi hermano, Alfonso, ¡le estaban dando una paliza<br />

grandísima! Cuando asomé, mi hermana “¡ay, Isab<strong>el</strong>, ay,<br />

Isab<strong>el</strong>, que mataron a José y a Alfredo!” “¡No, que a Alfredo acabo<br />

yo de verlo, está preso <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuart<strong>el</strong> y José se escapó” Los soldados<br />

de la cárc<strong>el</strong> corri<strong>en</strong>do tras de mí y yo tuve que escaparme<br />

y volví a casa de mi tía.<br />

Poco después se <strong>en</strong>tregó también su hermano huido, que<br />

finalm<strong>en</strong>te fue conducido a prisión, donde durante años siguió<br />

recibi<strong>en</strong>do <strong>el</strong> apoyo de su hermana Isab<strong>el</strong>, qui<strong>en</strong> prosigue<br />

así su narración:<br />

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