18.04.2013 Views

Esclavos del franquismo en el Pirineo - Esclavitud bajo el franquismo

Esclavos del franquismo en el Pirineo - Esclavitud bajo el franquismo

Esclavos del franquismo en el Pirineo - Esclavitud bajo el franquismo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

día. De todos modos, las noticias sobre <strong>el</strong> ambi<strong>en</strong>te político<br />

de la República y los inicios de la guerra civil apuntan <strong>en</strong> esa<br />

dirección.<br />

Todo esto no quiere decir que no existieran difer<strong>en</strong>cias<br />

políticas, o que no hubiera una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia mayoritaria favorable<br />

a la derecha, pero sin embargo, la falta de t<strong>en</strong>siones políticas<br />

parece traducirse <strong>en</strong> una falta de animadversión hacia<br />

los prisioneros. Como com<strong>en</strong>ta Tere Hualde, nacida <strong>en</strong> Vidángoz,<br />

a los prisioneros la g<strong>en</strong>te les ayudaba <strong>en</strong> lo que podían,<br />

aunque para otras cosas su t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia política fuera contraria a<br />

<strong>el</strong>los. La misma Andresa Anin, con dos excombati<strong>en</strong>tes <strong>en</strong><br />

casa, nos recalca que «había mucha compasión ¡mucha compasión!»,<br />

y añade que «¡la g<strong>en</strong>te no podíamos hacer nada!<br />

¿Cómo les íbamos a decir a los jefes que lo estaban pasando<br />

mal los prisioneros? No les podíamos decir nada».<br />

A este respecto, <strong>el</strong> testimonio de Ciriaco Salvoch, vecino<br />

de Vidángoz que pasaba largas temporadas <strong>en</strong> la Bard<strong>en</strong>a<br />

con <strong>el</strong> ganado, es más que clarificador: «Entonces lo pasamos<br />

todos mal, pero nosotros estábamos <strong>en</strong> nuestras casas, y yo<br />

precisam<strong>en</strong>te ya conocía eso porque yo <strong>en</strong> la Bard<strong>en</strong>a también<br />

lo he pasado muy mal, y yo reconocía, yo que he t<strong>en</strong>ido<br />

que salir mucho de casa, unos años a una parte, otros a otra,<br />

otros a otra... y vivíamos muy mal <strong>en</strong> la Ribera, a lo mejor <strong>en</strong><br />

cuevas, y durmi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cuevas, que una vez por pocos minutos<br />

casi se me cae la cueva <strong>en</strong>cima, pues esas cosas, y yo,<br />

pues burlarme, ni esas cosas, ¡nada!, a pesar de que nosotros<br />

lo pasábamos muy mal, pues aún yo, pues me compadecía<br />

que t<strong>en</strong>ían que estar <strong>el</strong>los ahí sujetos, y a trabajar, y...». Algo<br />

parecido a lo que recuerda Salvador, vecino de Igal: «¡No había<br />

derecho a t<strong>en</strong>erlos así!». A parecidas conclusiones llega <strong>el</strong><br />

integrante <strong>d<strong>el</strong></strong> BDST 38 Juan Arantzam<strong>en</strong>di, qui<strong>en</strong> recuerda<br />

que una mujer de Vidángoz, Dolores Goi<strong>en</strong>etxe, sabía que a su<br />

nuera no le gustaba que se diera comida a los prisioneros,<br />

pero a pesar de <strong>el</strong>lo seguía ayudándoles, afirmando «horrek<br />

ez daki gosea zer d<strong>en</strong>».* Juan ti<strong>en</strong>e claro que al final, como resultado<br />

de la conviv<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre vecinos y prisioneros, los primeros<br />

cambiaron su opinión sobre los segundos: «Haiek<br />

ikust<strong>en</strong> zut<strong>en</strong> gu ez gin<strong>el</strong>a frankotarrek esat<strong>en</strong> zut<strong>en</strong> bezala,<br />

demonioak, ikusi zut<strong>en</strong> gu normalak gin<strong>el</strong>a, ta klaro, sasoi<br />

*. «Ésa no sabe lo que es <strong>el</strong> hambre».<br />

281

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!