18.04.2013 Views

Esclavos del franquismo en el Pirineo - Esclavitud bajo el franquismo

Esclavos del franquismo en el Pirineo - Esclavitud bajo el franquismo

Esclavos del franquismo en el Pirineo - Esclavitud bajo el franquismo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

¿toda la vida nos van a t<strong>en</strong>er aquí?”, estabas cavilando que<br />

ibas a estar hasta que te morirías, de la forma que estábamos,<br />

¡hemos salido de una y nos met<strong>en</strong> <strong>en</strong> otra! (...), “¿cuánto vamos<br />

a estar así, toda la vida?”, eso es lo que p<strong>en</strong>sábamos, “¡ya<br />

cuatro años que llevábamos!, ¿no vamos a acabar nunca de<br />

aquí?, así estabas siempre, ese machaqueo t<strong>en</strong>íamos, como<br />

estaba solito te s<strong>en</strong>tabas a cavilar». Visto hoy, es fácil p<strong>en</strong>sar<br />

que <strong>el</strong> tiempo de los BDST sería de unos tres años, al igual<br />

que las quintas <strong>d<strong>el</strong></strong> bando franquista, pero eso no estaba<br />

nada claro <strong>en</strong> ese mom<strong>en</strong>to para los prisioneros, sobre todo<br />

para qui<strong>en</strong>es ya llevaban desde 1937 <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes Batallones<br />

de Trabajadores. José María Dap<strong>en</strong>a, por ejemplo, subraya a<br />

este respecto: «Yo supe que t<strong>en</strong>ía que estar tres años cuando<br />

me lic<strong>en</strong>ciaron, antes no sabía».<br />

En esa situación, por lo tanto, es lógico que un final rápido<br />

<strong>d<strong>el</strong></strong> castigo g<strong>en</strong>erara tanto esperanza como frustraciones, aunque<br />

<strong>el</strong> saberse fuera <strong>d<strong>el</strong></strong> sistema p<strong>en</strong>al también era algo que<br />

tranquilizaba a más de uno, como a Rufino Orozco: «nuestro<br />

afán era p<strong>en</strong>sar que aqu<strong>el</strong>lo se terminara y, claro, no t<strong>en</strong>íamos<br />

pecao alguno, así que p<strong>en</strong>sábamos que cuando aqu<strong>el</strong>lo se terminase<br />

se terminaría todo para nosotros». En cualquier caso, la<br />

indefinición g<strong>en</strong>eraba también angustia y provocaba que los<br />

prisioneros estuvieran p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de continuos rumores,<br />

como nos reconoce Luis Ortiz de Alfau: «La g<strong>en</strong>te estaba muy<br />

resignada porque, por experi<strong>en</strong>cia, habían oído que todo <strong>el</strong><br />

que int<strong>en</strong>taba fugarse lo liquidaban, aparte de que como nos<br />

decían que nos iban a lic<strong>en</strong>ciar pronto la g<strong>en</strong>te estaba siempre<br />

con esa ilusión, “se dice que mañana, que pasao, que Radio Macuto<br />

dice esto, lo otro, que nos van a lic<strong>en</strong>ciar”, y <strong>en</strong> algunas<br />

ocasiones se lic<strong>en</strong>ciaron a batallones que estaban <strong>en</strong> las mismas<br />

circunstancias que nosotros, pero no sé por qué a unos lic<strong>en</strong>ciaron<br />

y a otros no, había ese desord<strong>en</strong>, ese desbarajuste,<br />

por lo visto era capricho <strong>d<strong>el</strong></strong> capitán g<strong>en</strong>eral o de qui<strong>en</strong> fuere».<br />

No es extraño que se dieran también situaciones de esperanza<br />

ante un posible cambio, sobre todo a raíz de una victoria<br />

aliada <strong>en</strong> la guerra mundial, como de desesperación y<br />

<strong>en</strong>aj<strong>en</strong>ación, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> BDST 6, <strong>d<strong>el</strong></strong> que hemos recibido<br />

los testimonios más sobrecogedores y de mayor dureza<br />

<strong>en</strong> las condiciones de vida. En <strong>el</strong> primero de los casos, José<br />

García Faya nos explica que recibían alguna noticia de la guerra<br />

y que eso les dio la esperanza de que pudiera moverse<br />

algo <strong>en</strong> España; sin embargo, concluye: «¡Con la esperanza tuvimos<br />

que quedarnos!». Domingo Martínez también recuerda<br />

202

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!