Abrir - El club de los que deciden vivir
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presentación interna para “satisfacernos” con la creencia <strong>de</strong> <strong>que</strong> se<br />
convertirán in<strong>de</strong>fectiblemente en realidad.<br />
Sólo así evitaremos el sufrimiento <strong>de</strong>l <strong>que</strong> exige <strong>de</strong>masiado al<br />
mundo exterior y luego vive “<strong>de</strong>scubriendo” <strong>que</strong> éste no obe<strong>de</strong>ce<br />
a sus <strong>de</strong>seos.<br />
Si habitamos la realidad convencidos <strong>de</strong> <strong>que</strong> ésta no coinci<strong>de</strong><br />
ni está obligada a coincidir con nuestros <strong>de</strong>seos, nos libraremos <strong>de</strong><br />
enormes disgustos y repugnancias.<br />
Si sabemos <strong>que</strong> todos <strong>los</strong> seres están el algún punto <strong>de</strong>l tránsito<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la absoluta inconciencia hasta la absoluta conciencia,<br />
ningún acto humano nos producirá más conmoción <strong>que</strong> ver<br />
<strong>que</strong> <strong>los</strong> objetos producen sombra o caen hacia abajo.<br />
Cada vez <strong>que</strong> se presenta en nuestra existencia el trato con<br />
otra persona cabe la posibilidad <strong>de</strong> <strong>que</strong> ésta revele características<br />
<strong>que</strong> no nos gusten.<br />
No <strong>de</strong>bemos tomar el hecho <strong>de</strong> <strong>que</strong> no nos gusten como<br />
un mal en sí mismo ni tampoco como un <strong>de</strong>fecto nuestro: aspirar<br />
a <strong>que</strong> existan belleza, justicia y sabiduría en todos <strong>los</strong> seres<br />
pue<strong>de</strong> ser una virtud; pero es un <strong>de</strong>fecto no estar preparados<br />
para encontrarnos con otra cosa, es un <strong>de</strong>fecto exigir inmediatamente<br />
lo <strong>que</strong> sólo pue<strong>de</strong> ocurrir a largo plazo y tal vez ni tengamos<br />
<strong>de</strong>recho a exigir.<br />
Suele <strong>de</strong>cirse <strong>que</strong> es injusto exigir a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más más <strong>de</strong> lo<br />
<strong>que</strong> nos exigimos a nosotros mismos. Esto <strong>de</strong>be exten<strong>de</strong>rse:<br />
también es injusto exigirles lo mismo, y hasta pue<strong>de</strong> ser injusto<br />
exigirles menos. Por la sencilla razón <strong>de</strong> <strong>que</strong> nosotros estamos en<br />
nuestras propias manos, nosotros nos pertenecemos, y <strong>los</strong> <strong>de</strong>más no nos<br />
pertenecen.<br />
Los <strong>de</strong>más están obligados con la sociedad en general en la<br />
medida en <strong>que</strong> lo exijan las leyes, y con nosotros en particular<br />
en la medida en <strong>que</strong> se comprometan voluntariamente.<br />
Po<strong>de</strong>mos exigirle a otro <strong>que</strong> no robe, <strong>que</strong> no fume don<strong>de</strong><br />
está prohibido, <strong>que</strong> pague lo <strong>que</strong> le entregamos o <strong>que</strong> entregue<br />
lo <strong>que</strong> le pagamos. No po<strong>de</strong>mos exigirle <strong>que</strong> tenga linda cara y<br />
sentimientos nobles, <strong>que</strong> ame lo mismo <strong>que</strong> nosotros amamos,<br />
<strong>que</strong> sea sabio ni <strong>que</strong> actúe virtuosamente ante cada circunstan-<br />
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