Abrir - El club de los que deciden vivir
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dos. Tal vez finalmente no ganemos; pero esto se <strong>de</strong>berá a <strong>que</strong><br />
el adversario (léase la adversidad) fue superior a nuestra capacidad.<br />
Pero siempre la posibilidad <strong>de</strong> triunfar estará más cercana<br />
si nos <strong>de</strong>dicamos sin dilapidar fuerzas a lo <strong>que</strong> nos correspon<strong>de</strong>:<br />
luchar, trabajar, observar y <strong>de</strong>cidir; por<strong>que</strong> el triunfo se<br />
obtiene con eso, no con sueños ni con suposiciones.<br />
<strong>El</strong> sufrimiento sobreviene cuando tomamos la lucha en<br />
pos la realidad <strong>de</strong>seada como un juego <strong>de</strong> azar, y en vez <strong>de</strong> observar<br />
la realidad como un tablero con adversida<strong>de</strong>s y posibilida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> acción la observamos como un bolillero <strong>de</strong>l <strong>que</strong> esperamos,<br />
ansiamos, rogamos, ver salir un <strong>de</strong>terminado número.<br />
En el primer caso trabajamos; en el segundo esperamos <strong>que</strong> lo<br />
<strong>que</strong> no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> nosotros venga a traernos la felicidad; nos<br />
subordinamos a lo <strong>que</strong> no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> nosotros. En un caso crecemos;<br />
en otro nos enfermamos y empeoramos como seres humanos; y, como<br />
esto es contrario a lo <strong>que</strong> necesita nuestra naturaleza, no nos<br />
trae otra cosa <strong>que</strong> sufrimiento.<br />
Ahora bien, ¿no hay en la realidad algunos factores <strong>que</strong><br />
po<strong>de</strong>mos controlar y otros <strong>que</strong> <strong>que</strong>dan fuera <strong>de</strong> nuestro alcance,<br />
a <strong>los</strong> <strong>que</strong> llamamos azarosos?<br />
Así es. Ante tal panorama, <strong>de</strong>bemos tener absolutamente<br />
claro <strong>que</strong> <strong>los</strong> hechos <strong>que</strong> verda<strong>de</strong>ramente benefician nuestra<br />
naturaleza humana, ya sean controlables o azarosos, nos dan<br />
satisfacción por<strong>que</strong> ocurren, no por<strong>que</strong> previamente <strong>los</strong> hayamos<br />
esperado.<br />
Si <strong>de</strong> la boca <strong>de</strong>l bolillero sale nuestro número, <strong>vivir</strong>emos<br />
una satisfacción sin necesidad <strong>de</strong> haber arruinado nuestro<br />
tiempo soñando y <strong>de</strong>sesperándonos (esto nos habría dado más<br />
sufrimiento <strong>que</strong> satisfacción). Si jugamos al ajedrez y obtenemos<br />
la victoria, ésta habrá <strong>de</strong>pendido <strong>de</strong> nuestra capacidad y <strong>de</strong><br />
su puesta en acción. En uno u otro caso, nunca el esperar ni el<br />
intentar “empujar la realidad” con nuestra ansiedad nos habrá<br />
servido <strong>de</strong> nada, y sí habrá empeorado mucho nuestra vida.<br />
Observando la sociedad, po<strong>de</strong>mos distinguir con notable<br />
claridad dos actitu<strong>de</strong>s, <strong>que</strong> dan por resultado dos tipos <strong>de</strong> personas:<br />
las <strong>que</strong> viven concentradas en lo <strong>que</strong> no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
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