Abrir - El club de los que deciden vivir
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una opción entre educar o maleducar. Sin <strong>que</strong> lo <strong>de</strong>seemos, tendremos<br />
<strong>que</strong> respon<strong>de</strong>r ante cada circunstancia <strong>de</strong> un modo<br />
<strong>que</strong>, casi sin opciones intermedias, ten<strong>de</strong>rá a mejorar o a empeorar<br />
a quien se cruce con nosotros e, indirectamente, a quien se<br />
cruce con ese alguien.<br />
Si bien todos <strong>los</strong> seres <strong>de</strong>spiertan la inquietud <strong>de</strong> quien<br />
siente amor exigente, el punto central <strong>de</strong> ésta lo ocupan <strong>los</strong> hijos<br />
y <strong>los</strong> niños en general, por<strong>que</strong> para el amor exigente es un crimen,<br />
casi una traición a la condición humana, traer seres<br />
humanos al mundo y no prestar atención al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> ese<br />
algo más <strong>que</strong> pue<strong>de</strong>n ser. Tratar<strong>los</strong> como si fuera lo mismo <strong>de</strong>sarrollarse<br />
<strong>que</strong> no <strong>de</strong>sarrollarse sería un incumplimiento tan gran<strong>de</strong> como<br />
no alimentar<strong>los</strong>.<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> <strong>los</strong> hijos propios importan <strong>los</strong> otros niños, <strong>que</strong><br />
por estar comenzando la vida están <strong>de</strong>sarrollando <strong>los</strong> cimientos<br />
<strong>de</strong> lo <strong>que</strong> serán, y aun<strong>que</strong> no estén especialmente a nuestro cargo<br />
suce<strong>de</strong>rá con el<strong>los</strong> como con cualquier otra persona: en cualquier<br />
momento pue<strong>de</strong>n cruzarse con nosotros y ser educados o<br />
maleducados por lo <strong>que</strong> les respondamos.<br />
Como a la gente no suele gustarle <strong>que</strong> le exijan o <strong>que</strong> le<br />
propongan objetivos difíciles, el amor exigente pue<strong>de</strong> exponernos<br />
a enfrentamientos y disgustos cada vez <strong>que</strong> se plantee la opción<br />
<strong>de</strong> educar o maleducar; pue<strong>de</strong> exponernos a la opinión <strong>de</strong> <strong>que</strong><br />
no amamos a esas personas a las <strong>que</strong> en vez <strong>de</strong> darles lo <strong>que</strong> tienen<br />
ganas <strong>de</strong> recibir les exigimos <strong>que</strong> sean lo <strong>que</strong> en ese momento<br />
no son.<br />
Es muy común contraponer a las exigencias <strong>de</strong>l amor exigente<br />
el postulado <strong>de</strong> <strong>que</strong> hay <strong>que</strong> amar a las personas tal como son.<br />
Pero hay <strong>que</strong> prestar atención a un <strong>de</strong>talle: si alguien dice eso<br />
con esas palabras es por<strong>que</strong> supone <strong>que</strong> las personas son siempre<br />
iguales, <strong>que</strong> son entida<strong>de</strong>s estáticas, y <strong>que</strong> el bien <strong>de</strong>l hombre no<br />
tiene ninguna relación con su crecimiento interior.<br />
Para quien no crea <strong>que</strong> el hombre sea una entidad estática,<br />
inmodificable como un mineral, no hay posibilidad más horrible,<br />
tanto para sí como para el prójimo, <strong>que</strong> seguir siendo total<br />
y permanentemente igual.<br />
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