Abrir - El club de los que deciden vivir
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<strong>El</strong> amor exigente<br />
Cuando se trata <strong>de</strong> <strong>vivir</strong> bien, tanto si concebimos como sujeto<br />
<strong>de</strong> ese <strong>vivir</strong> bien un limitado “yo” o un amplio “nosotros”,<br />
exaltamos el papel <strong>de</strong>l amor en ese escenario. También enten<strong>de</strong>mos,<br />
por lo menos para <strong>de</strong>cirlo, la importancia <strong>de</strong> procurar<br />
“el bien”, para nuestra propia persona o (según la amplitud <strong>de</strong><br />
nuestro amor) para algunas o muchas más.<br />
Así como en el amor hay amplitud, hay o pue<strong>de</strong> haber profundidad.<br />
Hay quienes sienten un amor amplio (<strong>que</strong> en vez <strong>de</strong> abarcar<br />
a pocos seres abarca a muchos), y quienes sienten un amor<br />
profundo (un amor <strong>que</strong> va “más lejos” en el terreno <strong>de</strong> las finalida<strong>de</strong>s).<br />
Todos coincidimos en <strong>que</strong> el amor no es amor si no pasa a<br />
la acción. A nadie se le ocurriría asegurar <strong>que</strong> una persona ama a<br />
otra si nunca la ve hacer nada por ella.<br />
Hablar <strong>de</strong> hacer algo para alguien es dar por entendido <strong>que</strong><br />
consiste en hacer algo para su bien.<br />
Y allí se nos aparece el gran tema: mencionamos a cada<br />
instante el bien como si supiéramos sin ninguna duda <strong>de</strong> qué se<br />
trata. Pero alguna vez necesitaremos preguntarnos qué es el bien.<br />
Tal vez algunos se topen con una incertidumbre abrumadora<br />
y otros se lo respondan con sencillez y seguridad. Pero<br />
una cosa es segura: no todos se respon<strong>de</strong>rán lo mismo.<br />
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