Abrir - El club de los que deciden vivir

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18.04.2013 Views

indeseable. Considerando que alguien dijo “no hay fracasos, sino resultados”, para librarnos de la suposición de que un resultado indeseable es una desgracia inmodificable de por vida, podemos reemplazar el término fracaso por el de resultado indeseable. Llamado así no tendrá ningún poder devastador sobre nosotros; pero esto no modifica lo esencial: no queremos que en nuestra vida haya resultados indeseables. Entonces, como el trabajo “en serio”, la acción decidida y efectiva sobre las circunstancias, representa un riesgo y puede derivar en resultados indeseables, existe la alternativa de recurrir al autoengaño de imponerse como “trabajos” una serie de actividades que en realidad no conducen a nada, o tienen una utilidad ínfima, pero pretenden mostrarse como lo más serio que se puede hacer en la vida. Estas actividades podrían llamarse “inocuas” porque no conllevan el peligro del fracaso: pero no son nada inocuas por una razón fundamental: tampoco conducen a ningún tipo de éxito. En consecuencia, son el más grave de los peligros y el más grave de los fracasos, porque su resultado es el desperdicio de nuestro tiempo, la atrofia de nuestras facultades. Estas ideas-refugio, o actividades donde no habrá fracaso pero tampoco triunfo, pueden ser tan variadas como la capacidad inventiva del hombre: limpiar lo que ya está limpio, acomodar diez veces lo que basta acomodar una, cuidarse de lo que le sucede a una persona entre millones, trabajar en lo más cómodo aunque sea aburrido y poco rentable, esmerarse en lo superficial y eludir lo profundo, etc., etc. Poseen algunas denominaciones “clásicas”, a las que es clásico recurrir: “hacer las cosas de la casa”, “lavar el auto”, “mantenerse en forma”, “cuidarse”, “estar informado”, y variantes de lo más inusuales e inverosímiles, que sólo se le ocurren a unos pocos, pero cumplen siempre el mismo objetivo: llenar las horas y la existencia evitando los riesgos de mirar dentro de uno mismo, de enfrentar la alternativa de ganar o perder, o de darse cuenta de que no se vive como se quisiera vivir. 184

Así, se puede sentir la sensación de “trabajar mucho” al tomar muchas cosas para limpiarlas o cambiarlas de lugar, sin que ello signifique obtener lo deseable ni evitar lo indeseable. Se puede saber cómo se lleva una determinada actriz con su marido o qué problemas enfrenta el gobierno de un país lejano, pero no fijarse jamás en qué necesita uno mismo. Se puede poseer infinidad de libros bien ordenados, etiquetados y forrados, pero no sacar el menor provecho de lo que dicen. Se puede seguir cuidadosas instrucciones con las que se consiga vivir cien años en un cuerpo sano, pero no saber qué hacer con todo ese tiempo. Algunas de esas actividades son buenas mientras no se las eleve a la categoría de centrales ni de únicas. No es un vicio ni una debilidad entretenerse cuando se lo toma como alternativa pasajera, como descanso respecto al trabajo serio que en algún momento realmente se hace. El acto de acometer, con nuestra voluntad, con nuestra inteligencia y con nuestro sentimiento, contra los problemas más profundos o voluminosos, dignifica nuestra vida con el solo hecho de encararlo; pero suele ser agotador, y no es una debilidad detenerse a descansar (siempre que esa detención no sea permanente), como no es una debilidad que los soldados que combaten valientemente dispongan de unos días de licencia. Es recomendable alternar la parte difícil del trabajo con la parte fácil, el descanso o el entretenimiento. En el caso de parar a entretenerse, uno es consciente de que está descansando o jugando, sabe que eso no es “el trabajo”, y sabe que luego retornará a éste. En el caso de una idearefugio, uno no es consciente de que está recurriendo a ella para salvarse de hacer algo serio. Más todavía: como parar a pensar es también “algo serio”, las actividades impuestas por las ideas-refugio tienden a excluir la posibilidad de parar. La idea de “estar todo el día ocupado” parecería propia de alguien muy dinámico, pero esconde una monstruosa pereza en el nivel más profundo de la persona. Todas las ideas-refugio coinciden en su función de brin- 185

in<strong>de</strong>seable. Consi<strong>de</strong>rando <strong>que</strong> alguien dijo “no hay fracasos, sino<br />

resultados”, para librarnos <strong>de</strong> la suposición <strong>de</strong> <strong>que</strong> un resultado<br />

in<strong>de</strong>seable es una <strong>de</strong>sgracia inmodificable <strong>de</strong> por vida, po<strong>de</strong>mos<br />

reemplazar el término fracaso por el <strong>de</strong> resultado in<strong>de</strong>seable.<br />

Llamado así no tendrá ningún po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>vastador sobre nosotros;<br />

pero esto no modifica lo esencial: no <strong>que</strong>remos <strong>que</strong> en nuestra<br />

vida haya resultados in<strong>de</strong>seables.<br />

Entonces, como el trabajo “en serio”, la acción <strong>de</strong>cidida y<br />

efectiva sobre las circunstancias, representa un riesgo y pue<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>rivar en resultados in<strong>de</strong>seables, existe la alternativa <strong>de</strong> recurrir<br />

al autoengaño <strong>de</strong> imponerse como “trabajos” una serie <strong>de</strong><br />

activida<strong>de</strong>s <strong>que</strong> en realidad no conducen a nada, o tienen una<br />

utilidad ínfima, pero preten<strong>de</strong>n mostrarse como lo más serio<br />

<strong>que</strong> se pue<strong>de</strong> hacer en la vida.<br />

Estas activida<strong>de</strong>s podrían llamarse “inocuas” por<strong>que</strong> no<br />

conllevan el peligro <strong>de</strong>l fracaso: pero no son nada inocuas por<br />

una razón fundamental: tampoco conducen a ningún tipo <strong>de</strong><br />

éxito.<br />

En consecuencia, son el más grave <strong>de</strong> <strong>los</strong> peligros y el más<br />

grave <strong>de</strong> <strong>los</strong> fracasos, por<strong>que</strong> su resultado es el <strong>de</strong>sperdicio <strong>de</strong><br />

nuestro tiempo, la atrofia <strong>de</strong> nuestras faculta<strong>de</strong>s.<br />

Estas i<strong>de</strong>as-refugio, o activida<strong>de</strong>s don<strong>de</strong> no habrá fracaso<br />

pero tampoco triunfo, pue<strong>de</strong>n ser tan variadas como la capacidad<br />

inventiva <strong>de</strong>l hombre: limpiar lo <strong>que</strong> ya está limpio, acomodar<br />

diez veces lo <strong>que</strong> basta acomodar una, cuidarse <strong>de</strong> lo<br />

<strong>que</strong> le suce<strong>de</strong> a una persona entre millones, trabajar en lo más<br />

cómodo aun<strong>que</strong> sea aburrido y poco rentable, esmerarse en lo<br />

superficial y eludir lo profundo, etc., etc.<br />

Poseen algunas <strong>de</strong>nominaciones “clásicas”, a las <strong>que</strong> es<br />

clásico recurrir: “hacer las cosas <strong>de</strong> la casa”, “lavar el auto”,<br />

“mantenerse en forma”, “cuidarse”, “estar informado”, y variantes<br />

<strong>de</strong> lo más inusuales e inverosímiles, <strong>que</strong> sólo se le ocurren<br />

a unos pocos, pero cumplen siempre el mismo objetivo:<br />

llenar las horas y la existencia evitando <strong>los</strong> riesgos <strong>de</strong> mirar <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> uno mismo, <strong>de</strong> enfrentar la alternativa <strong>de</strong> ganar o per<strong>de</strong>r,<br />

o <strong>de</strong> darse cuenta <strong>de</strong> <strong>que</strong> no se vive como se quisiera <strong>vivir</strong>.<br />

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