Abrir - El club de los que deciden vivir
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morimos sin preguntarnos qué más podríamos haber hecho.<br />
Más todavía, nos inquietamos por el tema prácticamente a poco<br />
<strong>de</strong> nacer.<br />
Basta prestar un poco <strong>de</strong> atención al asunto, y ver la multiplicidad<br />
<strong>de</strong> posibilida<strong>de</strong>s <strong>que</strong> se abren en este mundo cada<br />
vez más diversificado, tecnificado e intercomunicado, para<br />
darnos cuenta <strong>de</strong> una primera evi<strong>de</strong>ncia: no todo lo <strong>que</strong> se nos ocurra<br />
llegará a concretarse.<br />
A primera vista, esta afirmación nos asusta. Quedarse con<br />
algo sin hacer es sufrimiento.<br />
También a primera vista, ante esto hay dos caminos: aceptar<br />
el <strong>de</strong>safío o escapar. De ahí <strong>que</strong> algunos sientan <strong>que</strong> el hombre<br />
creó socieda<strong>de</strong>s complejas y multiplicó posibilida<strong>de</strong>s “para<br />
mal” y otros sientan <strong>que</strong> lo mismo fue “para bien”.<br />
Para evitar ese “mal”, muchos prefieren la comodidad <strong>de</strong><br />
creer <strong>que</strong> no tienen posibilida<strong>de</strong>s ni opciones. Con eso preten<strong>de</strong>n<br />
<strong>vivir</strong> tranqui<strong>los</strong>. Pero como es imposible no darse cuenta <strong>de</strong><br />
<strong>que</strong> no todos viven igual, suelen explicar esto diciendo <strong>que</strong> las<br />
posibilida<strong>de</strong>s las tienen “<strong>los</strong> ricos” u otro sector afortunado, o<br />
bien <strong>que</strong> esas diferencias no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> lo <strong>que</strong> uno haga sino<br />
<strong>de</strong> factores inmodificablemente ajenos al hombre.<br />
<strong>El</strong> problema <strong>que</strong> aquí se intenta enfocar es el <strong>de</strong> la otra alternativa:<br />
aceptar el <strong>de</strong>safío, darse cuenta <strong>de</strong> <strong>que</strong> nuestro porvenir<br />
es una multiplicidad <strong>de</strong> posibilida<strong>de</strong>s, <strong>que</strong> éstas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n en<br />
gran medida <strong>de</strong> nosotros, <strong>que</strong> algunas pue<strong>de</strong>n concretarse y<br />
otras no, <strong>que</strong> algunas pue<strong>de</strong>n hacernos felices y otras no, y <strong>de</strong><br />
todos modos hacer frente a esta diversidad sin sufrir, o, si esto<br />
es mucho pedir, sin sufrir <strong>de</strong>masiado.<br />
En tal caso existe una primera fórmula: empezar dándose<br />
cuenta <strong>de</strong> <strong>que</strong> todas las posibilida<strong>de</strong>s, aun seleccionando solamente<br />
las mejores, no caben en nuestra existencia.<br />
¿Po<strong>de</strong>mos ver todos <strong>los</strong> programas y películas dignos <strong>de</strong><br />
ver? ¿Po<strong>de</strong>mos leer todos <strong>los</strong> libros dignos <strong>de</strong> leer? ¿Po<strong>de</strong>mos<br />
cursar todas las carreras <strong>que</strong> nos interesan? ¿Po<strong>de</strong>mos habitar<br />
todos <strong>los</strong> lugares <strong>que</strong> nos atraen?<br />
“Todas las posibilida<strong>de</strong>s”, incluso sólo las buenas, incluso<br />
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