Abrir - El club de los que deciden vivir
Abrir - El club de los que deciden vivir Abrir - El club de los que deciden vivir
sino que pueden ser así independientemente de la voluntad de todos, como simple resultado de las leyes de la naturaleza interrelacionándose con la acción de múltiples voluntades que hacen fuerza en distintas direcciones. Toda esa interrelación de causas y efectos puede generar una realidad que nadie quiso, o en la que algunos impusieron su voluntad un poco más que otros. Si prestamos atención y adquirimos el conocimiento necesario, podemos darnos cuenta de que vivimos en una realidad que no constituye el plan predeterminado de nadie en especial, y de la cual no hay un culpable en especial (como algunas veces hemos considerado a nuestros padres culpables de que algo no fuera como queríamos). Esto significaría pasar de una idea simple y fácil, endulzada por la posibilidad de echarles la culpa a otros, a una representación de la realidad más difícil de entender, y en la que no habrá “culpables” sobre los que descargar nuestra furia. Llegar a esto requiere un esfuerzo intelectual, que puede ser obstruido por la resistencia emocional a desprenderse del esquema infantil, y obstruido también por el tercer factor, tal vez el más serio a la hora de encarar la finalidad de “vivir bien”: el factor de la voluntad. Porque nuestra manera de suponer cómo es el mundo depende, como tanto se dijo y se vio, de cómo somos, de qué queremos, de cuánto queremos lo que queremos. Si nuestra voluntad es débil, si lo que más deseamos es vivir cómodos, esforzarnos lo menos posible, nos gustará, nos convendrá mantener vigente el “efecto padres” por el resto de nuestros días. Así, si no tenemos lo que queremos podemos pasarnos la vida creyendo que “nadie quiso dárnoslo”, que “nadie nos quiso” ni fue bueno con nosotros; que hubo voluntades poderosas y planes maléficos o sobrenaturales determinando que vivamos como vivimos. Y hasta podemos creer que tuvimos ese “destino” porque Dios lo dispuso en vista de que “nos portamos mal”. 168
Con semejantes ideas, las situaciones más indeseables podrían quedar teñidas de una carga afectiva intensa, casi venerable, que nos lleve a aceptarlas como si fueran la mejor y más bella de las posibilidades. Si esta inmadurez subsiste impregnará todas nuestras actividades y relaciones: seremos incapaces de aceptar que algo “no se pueda”, buscaremos “culpables” de los más ínfimos contratiempos, y trataremos a todas las personas como un niño maleducado trata a sus padres: les recriminaremos cada segundo en que no alcancemos la máxima satisfacción, viviremos juzgando cualquier suceso en términos de que “nos quieren” o “no nos quieren”, procuraremos doblegar su voluntad llorando o atacándolas. Esta multiplicidad de padecimientos se volverá la vida habitual de cada persona que no deje esa cáscara afectivointelectual-volitiva que alguna vez tenemos que romper, y sin embargo tendemos a conservar como si fuera el más cálido de los abrigos. Es como hallarse en una casa que nos cobija y nos ofrece un panorama conocido, pero en la cual no hay alimentos. Sentiríamos que sería más cómodo quedarse siempre en ella; pero en seguida descubriríamos que en esas condiciones aparentemente deseables padecemos cada vez más insatisfacción, y sabemos que a la larga no tendremos posibilidad de vivir. La vida está afuera. Sólo necesitamos atrevernos a desafiar la intemperie, hacer frente a lo desconocido, descubrir cómo obtener alimento con nuestras propias manos y cómo relacionarnos con la humanidad que habita más allá de esas paredes. 169
- Page 118 and 119: 118 claro qué se entiende por gana
- Page 120 and 121: 120 sus costumbres, ambiente o form
- Page 122 and 123: 122 cuando Dios lo disponga, de acu
- Page 124 and 125: verse más favorables si nos dedica
- Page 126 and 127: Un espíritu poco maduro, poco real
- Page 128 and 129: Y, por sobre todo, tendremos que co
- Page 130 and 131: cosas o con el orden cósmico, no t
- Page 132 and 133: desea. Si no se actúa se desemboca
- Page 135 and 136: Aspiración, imaginación, tensión
- Page 137 and 138: logro tan poderosos ni tan rápidos
- Page 139 and 140: El impulso hacia la máxima satisfa
- Page 141 and 142: con personas. Biológico: Enfermeda
- Page 143 and 144: facción sigue disputándole el pod
- Page 145: pio ímpetu, no se contrariará a s
- Page 148 and 149: puede decir que tuvo mala suerte; s
- Page 150 and 151: tar nuestros planes. Aquí surge un
- Page 152 and 153: y no significa que existan fuerzas
- Page 154 and 155: personas no inclinadas a reflexiona
- Page 156 and 157: la suerte, sino porque creen poco e
- Page 158 and 159: Sattwa: Es el equilibrio superador,
- Page 160 and 161: que lo natural es que los sentimien
- Page 162 and 163: sentido la lucha de quienes se inqu
- Page 164 and 165: Descubrimos con pavorosa conmoción
- Page 166 and 167: hacer toda su voluntad debido a có
- Page 171 and 172: Lo que queda sin hacer Ante las com
- Page 173 and 174: morimos sin preguntarnos qué más
- Page 175: de intentar, habrá quienes sufran
- Page 178 and 179: verdadero drama humano no nace (com
- Page 180 and 181: hacernos daño. En este corazón de
- Page 182 and 183: iesgos que asustan; porque en la vi
- Page 184 and 185: indeseable. Considerando que alguie
- Page 186 and 187: darnos un ámbito donde estar menta
- Page 188 and 189: Es habitual decir que en la vida pa
- Page 190 and 191: un mal igualmente indeseable para a
- Page 192 and 193: Cuando alguien da algo con un fin o
- Page 194 and 195: Para quien concibe al hombre como u
- Page 196 and 197: naturaleza biológica y otras son p
- Page 198 and 199: cierto grado de relatividad por raz
- Page 200 and 201: me fuerza y otros pueden quedar dor
- Page 203 and 204: Pasar al otro lado Una y otra vez s
- Page 205: obstáculos y que el mismo miedo a
- Page 208 and 209: asimismo en nosotros porque somos e
- Page 210 and 211: que le dicen sus impulsos inmediato
- Page 212 and 213: sentido. Todos los seres nacen y de
- Page 215 and 216: Qué se puede y qué no Cuando se p
- Page 217 and 218: Algunos presos escaparon de cárcel
Con semejantes i<strong>de</strong>as, las situaciones más in<strong>de</strong>seables podrían<br />
<strong>que</strong>dar teñidas <strong>de</strong> una carga afectiva intensa, casi venerable,<br />
<strong>que</strong> nos lleve a aceptarlas como si fueran la mejor y más<br />
bella <strong>de</strong> las posibilida<strong>de</strong>s.<br />
Si esta inmadurez subsiste impregnará todas nuestras activida<strong>de</strong>s<br />
y relaciones: seremos incapaces <strong>de</strong> aceptar <strong>que</strong> algo<br />
“no se pueda”, buscaremos “culpables” <strong>de</strong> <strong>los</strong> más ínfimos<br />
contratiempos, y trataremos a todas las personas como un niño<br />
maleducado trata a sus padres: les recriminaremos cada segundo<br />
en <strong>que</strong> no alcancemos la máxima satisfacción, <strong>vivir</strong>emos<br />
juzgando cualquier suceso en términos <strong>de</strong> <strong>que</strong> “nos quieren” o<br />
“no nos quieren”, procuraremos doblegar su voluntad llorando<br />
o atacándolas.<br />
Esta multiplicidad <strong>de</strong> pa<strong>de</strong>cimientos se volverá la vida<br />
habitual <strong>de</strong> cada persona <strong>que</strong> no <strong>de</strong>je esa cáscara afectivointelectual-volitiva<br />
<strong>que</strong> alguna vez tenemos <strong>que</strong> romper, y sin<br />
embargo ten<strong>de</strong>mos a conservar como si fuera el más cálido <strong>de</strong><br />
<strong>los</strong> abrigos.<br />
Es como hallarse en una casa <strong>que</strong> nos cobija y nos ofrece<br />
un panorama conocido, pero en la cual no hay alimentos. Sentiríamos<br />
<strong>que</strong> sería más cómodo <strong>que</strong>darse siempre en ella; pero<br />
en seguida <strong>de</strong>scubriríamos <strong>que</strong> en esas condiciones aparentemente<br />
<strong>de</strong>seables pa<strong>de</strong>cemos cada vez más insatisfacción, y sabemos<br />
<strong>que</strong> a la larga no tendremos posibilidad <strong>de</strong> <strong>vivir</strong>.<br />
La vida está afuera. Sólo necesitamos atrevernos a <strong>de</strong>safiar la<br />
intemperie, hacer frente a lo <strong>de</strong>sconocido, <strong>de</strong>scubrir cómo obtener<br />
alimento con nuestras propias manos y cómo relacionarnos<br />
con la humanidad <strong>que</strong> habita más allá <strong>de</strong> esas pare<strong>de</strong>s.<br />
169