Abrir - El club de los que deciden vivir
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desea. Si no se actúa se desembocará irremediablemente, como una molécula de agua llevada por un río, en la espera o en la resignación; y ambas son un desperdicio, un empeoramiento de la vida. A primera vista, pareciera que los efectos de algunos errores posibles al actuar serían peores que los efectos de esperar o resignarse; pero en el fondo, en el interior de la persona, esperar o resignarse hacen un daño de otro tipo, un daño a mayor profundidad, y siempre llevan a una vida peor que la que se vivirá si se actúa, aunque el que actúa pueda equivocarse. Cabe destacar que esperar, como en algún caso comentamos, no debe confundirse con dejar alguna acción para más adelante, ni con detenerse a observar y considerar. Estos son ingredientes, sanos y recomendables, de la acción. El individuo que no toma las riendas, que no actúa en pro de ese vivir mejor, va convirtiendo su vida en un feo drama en dos actos: en su niñez, juventud y algo después, vive esperando, creyendo que le llegará alguna vez la “oportunidad” de “recibir” todo lo que sueña, que “le darán” un maravilloso empleo, o bien que con el que tiene “ganará mucho más” gracias a un inexplicable cambio en sus empleadores, en el gobierno o en el mundo, dando por sentado que ese cambio nunca requerirá de su intervención. En general, soñará con ser beneficiado por todo lo que no signifique dedicación propia, por todo lo que no dependa de sí mismo. Su espera significará tensión, disgusto, tristeza y rencor permanentes, porque el mundo (y todos los que en él habitan) le deben algo que no están dándole y siempre postergan “injustamente”. Cuando se juntan varias personas así, intercambian comentarios sobre de qué esperar esa vida mejor que quieren, sobre quién y cómo les va a dar esa vida y quién y por qué tiene la culpa de que aún no la vivan. Se ayudan mutuamente a creer eso que necesitan creer. Más adelante, cuando pasó demasiado tiempo como para no darse cuenta de que lo esperado nunca llegó, y el que eligió 132
esperar ve ante sí demasiado poco como para suponer que lo esperado llegará en el futuro, pasa del optimismo al pesimismo; el programa anterior se le hace tan insostenible que va cayendo y siendo suplantado por la resignación, la convicción de que nada de lo soñado es posible, las diversas tesis sobre la fealdad del orden cósmico, y de que lo único mejor de la vida que lleva será el alivio de la muerte, ya sea porque arribará a otro mundo o sólo porque saldrá de éste. La espera y la resignación son como dos brazos de una tenaza que nos triturará indefectiblemente si no caminamos. Caminar, actuar, es el único modo de no quedar a su alcance, de no vivir insatisfechos en la tensión de la espera, ni en la negación a priori de la posibilidad de vivir mejor, que constituye el peor modo de resignación, porque se da a cualquier edad y sin siquiera haber probado si hay posibilidad de mejorar la vida. Por supuesto, actuar también puede llevar a la frustración y a la resignación si pretendemos demasiado, si requerimos la felicidad absoluta a las circunstancias o sucesos en vez de buscar primordialmente la satisfacción, la solidez interior, por vía de estar satisfechos con nuestro modo de actuar, por vía de disfrutar de la acción en sí misma. Vivir bien, satisfacer la aspiración a vivir mejor, consiste en encarar alegremente el juego de modificar las circunstancias y en encarar seriamente el trabajo de modificarse uno mismo. 133
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Si no se actúa se <strong>de</strong>sembocará irremediablemente, como<br />
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resignación; y ambas son un <strong>de</strong>sperdicio, un empeoramiento <strong>de</strong> la vida.<br />
A primera vista, pareciera <strong>que</strong> <strong>los</strong> efectos <strong>de</strong> algunos errores<br />
posibles al actuar serían peores <strong>que</strong> <strong>los</strong> efectos <strong>de</strong> esperar o<br />
resignarse; pero en el fondo, en el interior <strong>de</strong> la persona, esperar o<br />
resignarse hacen un daño <strong>de</strong> otro tipo, un daño a mayor profundidad,<br />
y siempre llevan a una vida peor <strong>que</strong> la <strong>que</strong> se <strong>vivir</strong>á si se<br />
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Cabe <strong>de</strong>stacar <strong>que</strong> esperar, como en algún caso comentamos,<br />
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ni con <strong>de</strong>tenerse a observar y consi<strong>de</strong>rar. Estos son ingredientes,<br />
sanos y recomendables, <strong>de</strong> la acción.<br />
<strong>El</strong> individuo <strong>que</strong> no toma las riendas, <strong>que</strong> no actúa en pro<br />
<strong>de</strong> ese <strong>vivir</strong> mejor, va convirtiendo su vida en un feo drama en<br />
dos actos: en su niñez, juventud y algo <strong>de</strong>spués, vive esperando,<br />
creyendo <strong>que</strong> le llegará alguna vez la “oportunidad” <strong>de</strong> “recibir”<br />
todo lo <strong>que</strong> sueña, <strong>que</strong> “le darán” un maravil<strong>los</strong>o empleo,<br />
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su intervención.<br />
En general, soñará con ser beneficiado por todo lo <strong>que</strong> no<br />
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mismo. Su espera significará tensión, disgusto, tristeza y rencor<br />
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Cuando se juntan varias personas así, intercambian comentarios<br />
sobre <strong>de</strong> qué esperar esa vida mejor <strong>que</strong> quieren, sobre<br />
quién y cómo les va a dar esa vida y quién y por qué tiene la<br />
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<strong>que</strong> necesitan creer.<br />
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