Abrir - El club de los que deciden vivir
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Y, por sobre todo, tendremos que convencernos de que no habrá satisfacción real si no hay actividad superadora que nos demuestre que lo más necesario para la felicidad es un estado interior. Sin esto, ninguna circunstancia ni actividad será capaz de mejorar la vida de nadie. 128
La aspiración a vivir mejor Se define habitualmente al hombre como animal racional. No faltan los que, en sus arranques de originalidad, buscan otras definiciones, como único animal religioso, o único animal que ríe. No falta en eso algo de verdad; pero no es imposible ver en algunos animales cierta capacidad de razonar, en otros algo parecido a la capacidad de reír, y en otros cierta religiosidad (para la que, créase o no, nosotros venimos a ser los dioses). Sin embargo, si se busca la única definición que distinga al hombre del resto de los seres habría que concluir en la siguiente: animal que aspira a vivir mejor. Lo que verdaderamente nos diferencia de los animales es que no sólo aspiramos a conservar y reproducir nuestra vida, sino también a convertirla en “algo más”, en una vida distinta de la que en el presente experimentamos. Cuando se dice “la esperanza es lo último que se pierde”, dando por indiscutible que no valdría la pena vivir sin ella, no se está diciendo que debamos sentarnos a esperar algo determinado: se está diciendo que lo que da sentido a la vida, y solemos llamar con el impreciso y peligroso nombre de “esperanza”, es la aspiración a vivir mejor, y la paralela convicción de que es posible. No hablaríamos sobre “qué vamos a ser cuando seamos grandes”, no estudiaríamos cómo tratar con la gente, con las 129
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La aspiración a <strong>vivir</strong> mejor<br />
Se <strong>de</strong>fine habitualmente al hombre como animal racional.<br />
No faltan <strong>los</strong> <strong>que</strong>, en sus arran<strong>que</strong>s <strong>de</strong> originalidad, buscan<br />
otras <strong>de</strong>finiciones, como único animal religioso, o único animal <strong>que</strong><br />
ríe.<br />
No falta en eso algo <strong>de</strong> verdad; pero no es imposible ver<br />
en algunos animales cierta capacidad <strong>de</strong> razonar, en otros algo<br />
parecido a la capacidad <strong>de</strong> reír, y en otros cierta religiosidad<br />
(para la <strong>que</strong>, créase o no, nosotros venimos a ser <strong>los</strong> dioses).<br />
Sin embargo, si se busca la única <strong>de</strong>finición <strong>que</strong> distinga al<br />
hombre <strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> <strong>los</strong> seres habría <strong>que</strong> concluir en la siguiente:<br />
animal <strong>que</strong> aspira a <strong>vivir</strong> mejor.<br />
Lo <strong>que</strong> verda<strong>de</strong>ramente nos diferencia <strong>de</strong> <strong>los</strong> animales es<br />
<strong>que</strong> no sólo aspiramos a conservar y reproducir nuestra vida,<br />
sino también a convertirla en “algo más”, en una vida distinta<br />
<strong>de</strong> la <strong>que</strong> en el presente experimentamos.<br />
Cuando se dice “la esperanza es lo último <strong>que</strong> se pier<strong>de</strong>”,<br />
dando por indiscutible <strong>que</strong> no valdría la pena <strong>vivir</strong> sin ella, no<br />
se está diciendo <strong>que</strong> <strong>de</strong>bamos sentarnos a esperar algo <strong>de</strong>terminado:<br />
se está diciendo <strong>que</strong> lo <strong>que</strong> da sentido a la vida, y solemos<br />
llamar con el impreciso y peligroso nombre <strong>de</strong> “esperanza”, es<br />
la aspiración a <strong>vivir</strong> mejor, y la paralela convicción <strong>de</strong> <strong>que</strong> es posible.<br />
No hablaríamos sobre “qué vamos a ser cuando seamos<br />
gran<strong>de</strong>s”, no estudiaríamos cómo tratar con la gente, con las<br />
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