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12 VIERNES 21 DE DICIEMBRE DE 2012 CULTURA La incomparable Peggy Guggenheim POR SONJA FRIEDMANN Digna sucesora de su tío Salomón, dedicó su entusiasmo y su fortuna a apoyar y difundir el arte moderno. Salomón Guggenheim fue el fundador de la institución que lleva su apellido. Inició sus colecciones en los años ‘40 e hizo construir el Museo Guggenheim de Nueva York con el espectacular proyecto de Frank Lloyd Wright, inaugurado en 1951. Tras su muerte, se construyeron el icónico Guggenheim de Bilbao, de Frank Gehry, el de 1997, el Deutche Guggenheim de Berlín, de Richard Gluckman, del mismo año, los de Las Vegas y el de Abu Dhabi, en los Emiratos Arabes, también proyectado por el controvertido Gehry, actualmente en ejecución. Peggy nació en Nueva York el 26 de agosto de 1898. Su padre, Benjamín, fue uno de los siete hijos de Meyer Guggenheim, quien había hecho una enorme fortuna con fundiciones de metales, especialmente plata, cobre y plomo. Su madre, Florette, era excéntrica y se preocupaba muy poco de sus hijas Margueritte (Peggy), Hazle y Benita. El padre, dedicado a los negocios y bastante mujeriego, tampoco les prestaba mucha atención. Las niñas, aunque criadas en un ambiente lujoso (se cuenta que sus casas de muñecas tenían candelabros de cristal) crecieron educadas por tutores y no tenían amigos. Benjamín Guggenheim falleció en el hundimiento del Titanic en 1912. La familia quedó en situación desmedrada y en los años siguientes fue mantenida por su tío Salomón. Peggy tenía veintidós años cuando heredó de su abuelo Meyer un fondo que le proporcionaba veintidós mil quinientos dólares al año, una fuerte suma en esos tiempos. Había trabajado los años anteriores en una librería de vanguardia, donde conoció a Scott Fitzgerald, a otros escritores y al fotógrafo y «CURVA DOMINANTE», ÓLEO DE VASSILY KANDINSKY (1866-1944). marchand Alfred Stieglitz, en cuya galería vio las obras de Cezanne, Picasso y Matisse, expuestas por primera vez en los Estados Unidos. En los años veinte viajó a Europa, permaneciendo largas temporadas en París y Londres. Conoció a Lawrence Vail, buenmozo escritor, pintor y escultor, conocido como «el rey de los bohemios», con quien se casó y tuvo a sus hijos Sindbad y Pegeen. Inmersos en los círculos artísticos de París, trabaron amistad con Djuna Barnes, Constantín Brancusi y Marcel Duchamp. Ansiosa de aprender más sobre arte, Peggy tomó lecciones con este último. Tras el fracaso de su primer matrimonio y también del muy breve segundo, entabló una corta relación con el escritor Samuel Beckett (uno de sus muchos amantes), quien le aconsejó interesarse por los artistas emergentes. Peggy inició así una colección que la llevaría a buscar obras de arte de modo casi compulsivo para su recién inaugurada galería Guggenheim Jeune de Londres, que se hizo muy famosa. Allí presentó la primera exposición de Vassily Kandinsky en Inglaterra y también esculturas de Henry Moore, Hans Arp, Constantín Brancusi , Alexander Calder y Antón Pevsner. Cansada de organizar exposiciones transitorias, decidió montar un museo de arte contemporáneo. Recurrió a la asesoría del crítico de arte Herbert Read, quien le recomendó un listado de artistas. Pero comenzó la guerra. Peggy logró huir de Europa, llevando su co- lección a la que sería su nueva galería, «Art of this Century», en Manhattan. En Estados Unidos descubrió y dio a conocer, entre otros, a Mark Rotko y a Jackson Pollock, quienes expusieron por primera vez bajo su alero. Tras la guerra, retornó a Europa y decidió radicarse en Venecia. Compró allí el Palazzo Venier dei Leoní, donde abría las puertas cada verano para exhibir su colección y del cual provienen las obras que ahora se exhiben en Santiago. Peggy Guggenheim murió el 22 de diciembre de 1979. Sus cenizas fueron sepultadas en el jardín del Palazzo, que permanece abierto al público, cerca de las tumbas de los dieciséis perritos que, sucesivamente, la acompañaron durante las últimas décadas de su vida. Aquí reproducimos una de las joyas de su colección, expuesta en estos días en el Centro Cultural de La Moneda. Se trata de «Curva Dominante», un óleo de Vassily Kandinsky (1866- 1944). En esta obra, el pintor judío ruso aplica los principios de antítesis y contraste continuo que desarrolló durante sus años de docencia en la Bauhaus de Weimar (clausurada durante el Tercer Reich) y sobre los cuales teorizó en su libro «Punto y línea sobre el Plano» de 1926. El cuadro, de brillante colorido y compleja composición, está fechado en 1936, durante la que se considera la era de oro del artista. Los puntos pregnantes del ángulo superior derecho equilibran el dinamismo de las formas curvas y la explosión de líneas negras. LA PALABRA ISRAELITA N OVEDADES en Biblioteca Jaime Pollak Ganz RODRIGO BARRÍA REYES «RAQUEL CORREA OFF THE RECORD» AGUILAR, 2011. Era la rebelde de su familia; de niña se salvó de la muerte tras sufrir una meningitis, que la dejó temporalmente con un brazo inmovilizado; debutó a los diecisiete años en el teatro en una obra de J.B. Priestley y llegó al periodismo casi de rebote. Es descendiente directa de Andrés Bello y se esmera por jamás confesar su edad. Detalles sorprendentes y otros antecedentes desconocidos de la vida de Raquel Correa quedan al descubierto a través de estas páginas que recorren su historia personal y profesional. El lector será confidente de inéditas anécdotas y todos los pormenores de sus más emblemáticas entrevistas como el mítico episodio del «dedo de Ricardo Lagos», sus desconcertantes encuentros con el general Augusto Pinochet, su recordada conversación con Marcelo Ríos, y sus arriesgadas intromisiones en las casas de Jorge Alessandri y Salvador Allende. Temeraria, frontal y consecuente son algunas de las características que mejor describen a la Premio Nacional de Periodismo 1991, que supo ganarse un espacio en el ambiente masculino que dominaba al mundo periodístico y político de aquel entonces. No por nada ha entrevistado a todos los presidentes de Chile en el último medio siglo y a diversas personalidades de distintos ámbitos que han contribuido a forjar el carácter de nuestro país. «Raquel Correa off the record» da cuenta de cómo esta periodista se atrevió a realizar aquellas preguntas que nadie más se aventuró a hacer y cómo mediante ellas logró desnudar el alma de cada uno de los personajes que se cruzaron por su vasta trayectoria. NICOLE KRAUSS «LA GRAN CASA» SALAMANDRA, 2012. El insólito protagonista es un viejo escritorio que pudo haber pertenecido a Federico García Lorca y que se vuelve un objeto de fascinación o repulsión para aquellos que conviven con él. El imponente mueble, uno de cuyos diecinueve cajones está permanentemente cerrado, se torna así el hilo conductor entre los distintos ámbitos donde se desarrolla la novela. En Nueva York, una escritora ha estado utilizándolo desde que en 1972 se lo prestara un poeta chileno, Daniel Varsky, víctima de la policía secreta de Pinochet. Un día, una mujer que dice ser la hija de Varsky reclama el mueble, y la vida de la escritora ya no será la misma. Al otro lado del océano, en Londres, un hombre descubre el secreto que durante cincuenta años le ha escondido su mujer. Y por último, una joven norteamericana que estudia en Oxford traba amistad con una excéntrica pareja de hermanos cuyo padre es un anticuario israelí especializado en recuperar muebles expoliados por los nazis.

WWW.LAPALABRAISRAELITA.CL JUDAÍSMO Es invierno del 1777. Estamos acampados en Valley Forge y esperando. Tenemos mucha hambre y no tenemos ropa para abrigarnos o zapatos para los pies. La mayoría de los soldados maldicen a George Washington por ir a la guerra contra los ingleses. Hay quienes esperan su caída y dicen que no hay esperanzas de ganar la guerra, pero yo creo que su causa es justa, para liberar a los Estados Unidos de la opresión. A pesar de todo el sufrimiento, soy leal con todo mi corazón a George Washington. La primera noche de Janucá llegó. No sabía qué hacer para poder encender las velas de Janucá aquí, entre los gentiles. Decidí esperar hasta que todos duerman y entonces saqué la januquiá de mi padre. Hice la berajá y encendí la primera vela. Miré a la luz y me senté a llorar como un niño pequeño; recordé cuánto sufrieron mis padres en Polonia por tantas persecuciones y decidí entonces en mi corazón que, por el bien de mi padre y mi madre, tengo que ayudar a George Washington a que Estados Unidos sea un país libre, una tierra de refugio para todos mis hermanos que están sometidos a la crueldad. De repente sentí una mano tocando mi cabeza. Alcé los ojos y era él, ¡el General Washington en persona! Me preguntó: «¿Por qué lloras, soldado? ¿Tienes frío?» Se sentía dolor y compasión en su Shlomo Selinger nació en 1928 en Szczakowa (Polonia), deportado a Alemania a la edad de 13 años estuvo en nueve campos de concentración durante su adolescencia. En 1945, un médico judío de la Armada Roja lo encontró tirado sobre un montón de cadáveres en Theresienstadt y le salvó la vida. Shlomo Selinger tuvo amnesia durante siete años. Enviado a un kibutz en Israel, recuperó lentamente una vida normal. En 1951 encontrará a Ruth Shapirovsky, que se convertirá en su mujer. Paralelamente recuperó la memoria y descubrió su talento de escultor. Con la memoria, los terribles recuerdos han resurgido. Como muchos de los sobrevivientes, Shlomo Selinger piensa que ha quedado con vida para poder contar lo que han vivido millones como él. «Nadie testimonia por el testigo», escribió por Paul Celan. Shlomo Selinger es un testigo. En una exposición artística que tuvo lugar en París con sus dibujos con lápiz, con tinta china, sobre hojas de papel de todas las dimensiones él cuenta lo que fue la vida cotidiana en los campos de la muerte. La George Washington y la primera vela de Janucá voz, yo no podía verlo sufrir. De repente, me olvidé que era un soldado delante de un General, y le dije lo que vino de mi corazón: «General Washington, estoy llorando y orando por su victoria. Sé que con la ayuda de D’s vamos a ganar. Hoy son fuertes, pero mañana van a caer porque la justicia está con nosotros. Queremos que esta tierra sea libre, sea un refugio para los que sufren del otro lado del océano. «Gracias, soldado», dijo y se sentó a mi lado en el suelo. «¿Qué es este candelabro?», preguntó. Yo le dije: «Los judíos en todo el mundo encienden velas esta noche ya que es Janucá, la fiesta del gran milagro». Las velas de Janucá iluminaron los ojos de Washington, y preguntó alegremente: «¿Tú eres un judío de la nación de profetas y dijiste que vamos a ser victoriosos?» «Sí, señor», le respondí con convicción. «Vamos a ganar al igual que los macabeos ganaron, para construir una nueva tierra y una nueva vida». El general se levantó y su rostro brillaba. Me estrechó la mano y desapareció en la oscuridad. Al final, la victoria de Washington fue completa. Mi general se convirtió en el primer Presidente de los Estados Unidos y yo era uno de sus ciudadanos, mas me quedé con el recuerdo de aquella primera noche de Janucá en mi corazón como un sueño precioso. Durante la fiesta de Janucá algunos años después, estaba sentado en mi apartamento en Nueva York, en Broome Street y las velas de Janucá ardían en mi ventana. De repente, oí un golpe en mi puerta. Abrí la puerta y me quedé atónito: mi General, el Presidente George Washington, estaba ahí de pie en la puerta con toda su gloria. «He aquí la vela maravillosa. La vela de la esperanza del pueblo judío», proclamó con alegría al ver las velas de Janucá en mi ventana. Puso su mano en mi hombro y dijo: «Estas velas y tus hermosas palabras encendieron una luz en mi corazón esa noche. Esa luz me dio una nueva ener- Vivir para contar llegada al campo, el amontonamiento, la selección, el trabajo, el ahorcamiento al cual escapó por milagro, los experimentos con los prisioneros, la cámara de gas, el Sonderkomando, las «diversiones» de los SS en los domingos, Shlomo Selinger las mostró a través del prisma de su arte. Él dijo que «sugiere las partes de los cuerpos, los rostros que el espectador completará mentalmente». En un pequeño espacio puede mostrar también muchas cosas... donde no queda nada afuera. La sobriedad y la fuerza del trabajo del artista se las encuentra en su manera muy personal de utilizar, de esculpir el espacio de la hoja. Los espacios blancos acentúan las líneas curvas, creando una arquitectura, donde no hay nada anecdótico. A la ferocidad de los gestos y de las miradas de los SS, él pone aquellos desesperados y a veces plenos de ternura, los deportados que hasta el final trataron de VIERNES 21 DE DICIEMBRE DE 2012 13 GEORGE WASHINGTON gía para que no nos rindiéramos, así pudimos seguir adelante y ganar la guerra. ¡Te lo agradezco!» Él colgó una medalla de oro en mi pecho. Las lágrimas llenaron mis ojos y yo no podía hablar. El presidente me estrechó la mano y se fue. Cuando me recuperé de este sueño maravilloso, entonces miré el medallón. Tenía grabada una hermosa Menorá. Debajo de ella estaba escrito: «Una muestra de gratitud por la luz de tu vela - George Washington». Este es un relato verídico, traducido del original en inglés. Esperemos que también la luz de Janucá nos ilumine también a nosotros y nos llene de anhelo y esperanza. ¡Janucá Sameaj! permanecer como hombres. En los cuerpos destrozados, en los rostros despedazados se percibe un soplo de humanidad. El 1 de julio de 1993 Shlomo Selinger fue nombrado Caballero de la Legión de Honor por el Presidente de la República Francesa François Mitterrand. Shlomo Selinger esculpe desde hace más de 20 años cuando ganó el concurso internacional para la realización del Memorial de Drancy. A pesar de las representaciones, a pesar de las evocaciones, a pesar de la preparación de la mente y el corazón, el encuentro con esta obra provoca un shock emocional. Cada una de las esculturas está impulsada por la respiración y los latidos del corazón del escultor, y también por los espíritus de los seres cuyo amor ha sido asesinado. Ellos son los que forman el alma de su creación en el que trabajó por más de dos años. Sí, Shlomo esculpió allí un destino humano, lo hizo desde sus propias vivencias y la tragedia que le tocó padecer y a la que sobrevivió milagrosamente. Shlomo Selinger es un trasmisor. Él nos trasmite a través de su arte algunas de las páginas más terribles de nuestra historia.

12 VIERNES 21 DE DICIEMBRE DE 2012<br />

CULTURA<br />

<strong>La</strong> incomparable<br />

Peggy Guggenheim<br />

POR SONJA FRIEDMANN<br />

Digna sucesora de su tío<br />

Salomón, dedicó su<br />

entusiasmo y su fortuna a<br />

apoyar y difundir el arte<br />

moderno.<br />

Salomón Guggenheim fue el fundador<br />

de la institución que lleva su apellido.<br />

Inició sus colecciones en los años ‘40 e<br />

hizo construir el Museo Guggenheim<br />

de Nueva York con el espectacular<br />

proyecto de Frank Lloyd Wright,<br />

inaugurado en 1951.<br />

Tras su muerte, se construyeron el<br />

icónico Guggenheim de Bilbao, de<br />

Frank Gehry, el de 1997, el Deutche<br />

Guggenheim de Berlín, de Richard<br />

Gluckman, del mismo año, los de <strong>La</strong>s<br />

Vegas y el de Abu Dhabi, en los<br />

Emiratos Arabes, también proyectado<br />

por el controvertido Gehry, actualmente<br />

en ejecución.<br />

Peggy nació en Nueva York el 26<br />

de agosto de 1898. Su padre, Benjamín,<br />

fue uno de los siete hijos de Meyer<br />

Guggenheim, quien había hecho una<br />

enorme fortuna con fundiciones de<br />

metales, especialmente plata, cobre y<br />

plomo.<br />

Su madre, Florette, era excéntrica<br />

y se preocupaba muy poco de sus<br />

hijas Margueritte (Peggy), Hazle y<br />

Benita.<br />

El padre, dedicado a los negocios<br />

y bastante mujeriego, tampoco les<br />

prestaba mucha atención.<br />

<strong>La</strong>s niñas, aunque criadas en un<br />

ambiente lujoso (se cuenta que sus<br />

casas de muñecas tenían candelabros<br />

de cristal) crecieron educadas por tutores<br />

y no tenían amigos.<br />

Benjamín Guggenheim falleció en<br />

el hundimiento del Titanic en 1912. <strong>La</strong><br />

familia quedó en situación<br />

desmedrada y en los años siguientes<br />

fue mantenida por su tío Salomón.<br />

Peggy tenía veintidós años cuando<br />

heredó de su abuelo Meyer un fondo<br />

que le proporcionaba veintidós mil<br />

quinientos dólares al año, una fuerte<br />

suma en esos tiempos.<br />

Había trabajado los años anteriores<br />

en una librería de vanguardia,<br />

donde conoció a Scott Fitzgerald, a<br />

otros escritores y al fotógrafo y<br />

«CURVA DOMINANTE», ÓLEO DE VASSILY KANDINSKY (1866-1944).<br />

marchand Alfred Stieglitz, en cuya<br />

galería vio las obras de Cezanne,<br />

Picasso y Matisse, expuestas por primera<br />

vez en los Estados Unidos.<br />

En los años veinte viajó a Europa,<br />

permaneciendo largas temporadas en<br />

París y Londres. Conoció a <strong>La</strong>wrence<br />

Vail, buenmozo escritor, pintor y escultor,<br />

conocido como «el rey de los<br />

bohemios», con quien se casó y tuvo a<br />

sus hijos Sindbad y Pegeen.<br />

Inmersos en los círculos artísticos<br />

de París, trabaron amistad con Djuna<br />

Barnes, Constantín Brancusi y Marcel<br />

Duchamp. Ansiosa de aprender más<br />

sobre arte, Peggy tomó lecciones con<br />

este último.<br />

Tras el fracaso de su primer matrimonio<br />

y también del muy breve segundo,<br />

entabló una corta relación con el<br />

escritor Samuel Beckett (uno de sus<br />

muchos amantes), quien le aconsejó<br />

interesarse por los artistas emergentes.<br />

Peggy inició así una colección que<br />

la llevaría a buscar obras de arte de<br />

modo casi compulsivo para su recién<br />

inaugurada galería Guggenheim<br />

Jeune de Londres, que se hizo muy<br />

famosa. Allí presentó la primera<br />

exposición de Vassily Kandinsky en<br />

Inglaterra y también esculturas de<br />

Henry Moore, Hans Arp, Constantín<br />

Brancusi , Alexander Calder y Antón<br />

Pevsner.<br />

Cansada de organizar exposiciones<br />

transitorias, decidió montar un museo<br />

de arte contemporáneo. Recurrió a la<br />

asesoría del crítico de arte Herbert<br />

Read, quien le recomendó un listado<br />

de artistas.<br />

Pero comenzó la guerra. Peggy logró<br />

huir de Europa, llevando su co-<br />

lección a la que sería su nueva galería,<br />

«Art of this Century», en<br />

Manhattan. En Estados Unidos descubrió<br />

y dio a conocer, entre otros, a<br />

Mark Rotko y a Jackson Pollock, quienes<br />

expusieron por primera vez bajo<br />

su alero.<br />

Tras la guerra, retornó a Europa y<br />

decidió radicarse en Venecia. Compró<br />

allí el Palazzo Venier dei Leoní, donde<br />

abría las puertas cada verano para<br />

exhibir su colección y del cual provienen<br />

las obras que ahora se exhiben en<br />

Santiago.<br />

Peggy Guggenheim murió el 22 de<br />

diciembre de 1979. Sus cenizas fueron<br />

sepultadas en el jardín del Palazzo,<br />

que permanece abierto al público, cerca<br />

de las tumbas de los dieciséis perritos<br />

que, sucesivamente, la acompañaron<br />

durante las últimas décadas de<br />

su vida.<br />

Aquí reproducimos una de las joyas<br />

de su colección, expuesta en estos<br />

días en el Centro Cultural de <strong>La</strong> Moneda.<br />

Se trata de «Curva Dominante»,<br />

un óleo de Vassily Kandinsky (1866-<br />

1944). En esta obra, el pintor judío ruso<br />

aplica los principios de antítesis y contraste<br />

continuo que desarrolló durante<br />

sus años de docencia en la Bauhaus<br />

de Weimar (clausurada durante el<br />

Tercer Reich) y sobre los cuales teorizó<br />

en su libro «Punto y línea sobre el<br />

Plano» de 1926. El cuadro, de brillante<br />

colorido y compleja composición,<br />

está fechado en 1936, durante la que<br />

se considera la era de oro del artista.<br />

Los puntos pregnantes del ángulo superior<br />

derecho equilibran el dinamismo<br />

de las formas curvas y la explosión<br />

de líneas negras.<br />

LA PALABRA ISRAELITA<br />

N OVEDADES<br />

en Biblioteca Jaime Pollak Ganz<br />

RODRIGO BARRÍA REYES<br />

«RAQUEL CORREA OFF THE<br />

RECORD»<br />

AGUILAR, 2011.<br />

Era la rebelde de su<br />

familia; de niña se<br />

salvó de la muerte<br />

tras sufrir una<br />

meningitis, que la dejó<br />

temporalmente con un<br />

brazo inmovilizado;<br />

debutó a los diecisiete<br />

años en el teatro en<br />

una obra de J.B. Priestley y llegó al<br />

periodismo casi de rebote. Es descendiente<br />

directa de Andrés Bello y se esmera por jamás<br />

confesar su edad. Detalles sorprendentes y<br />

otros antecedentes desconocidos de la vida de<br />

Raquel Correa quedan al descubierto a través<br />

de estas páginas que recorren su historia<br />

personal y profesional. El lector será<br />

confidente de inéditas anécdotas y todos los<br />

pormenores de sus más emblemáticas<br />

entrevistas como el mítico episodio del «dedo<br />

de Ricardo <strong>La</strong>gos», sus desconcertantes<br />

encuentros con el general Augusto Pinochet,<br />

su recordada conversación con Marcelo Ríos, y<br />

sus arriesgadas intromisiones en las casas de<br />

Jorge Alessandri y Salvador Allende.<br />

Temeraria, frontal y consecuente son algunas<br />

de las características que mejor describen a la<br />

Premio Nacional de Periodismo 1991, que<br />

supo ganarse un espacio en el ambiente<br />

masculino que dominaba al mundo<br />

periodístico y político de aquel entonces. No<br />

por nada ha entrevistado a todos los<br />

presidentes de Chile en el último medio siglo<br />

y a diversas personalidades de distintos<br />

ámbitos que han contribuido a forjar el<br />

carácter de nuestro país. «Raquel Correa off<br />

the record» da cuenta de cómo esta periodista<br />

se atrevió a realizar aquellas preguntas que<br />

nadie más se aventuró a hacer y cómo<br />

mediante ellas logró desnudar el alma de<br />

cada uno de los personajes que se cruzaron<br />

por su vasta trayectoria.<br />

NICOLE KRAUSS<br />

«LA GRAN CASA»<br />

SALAMANDRA, 2012.<br />

El insólito protagonista<br />

es un viejo escritorio<br />

que pudo haber<br />

pertenecido a Federico<br />

García Lorca y que se<br />

vuelve un objeto de<br />

fascinación o repulsión<br />

para aquellos que<br />

conviven con él. El<br />

imponente mueble,<br />

uno de cuyos diecinueve cajones está<br />

permanentemente cerrado, se torna así el hilo<br />

conductor entre los distintos ámbitos donde<br />

se desarrolla la novela. En Nueva York, una<br />

escritora ha estado utilizándolo desde que en<br />

1972 se lo prestara un poeta chileno, Daniel<br />

Varsky, víctima de la policía secreta de<br />

Pinochet. Un día, una mujer que dice ser la<br />

hija de Varsky reclama el mueble, y la vida de<br />

la escritora ya no será la misma. Al otro lado<br />

del océano, en Londres, un hombre descubre<br />

el secreto que durante cincuenta años le ha<br />

escondido su mujer. Y por último, una joven<br />

norteamericana que estudia en Oxford traba<br />

amistad con una excéntrica pareja de<br />

hermanos cuyo padre es un anticuario israelí<br />

especializado en recuperar muebles<br />

expoliados por los nazis.

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