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Preferencias electorales - PRI

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Por Saúl Peña<br />

C<br />

ada año podemos constatar esto con la<br />

irrupción del mes de mayo, a medio camino<br />

entre los días de asueto de Semana<br />

Santa y las vacaciones de verano. Empecemos,<br />

pues, con el primero de mayo,<br />

Día Internacional del Trabajo, el cual se celebra en<br />

todo el mundo menos en el país que le dio origen, Estados<br />

Unidos, ya que la revuelta sindical y los mártires<br />

de Chicago de finales del siglo XIX fueron arrancados<br />

de cuajo del calendario festivo norteamericano debido<br />

a sus tintes socialistas. El furibundo sentimiento antirrojo<br />

de los EUA, condensado décadas después por<br />

el macarthismo, no toleró exaltar la memoria de unos<br />

obreros exigiendo condiciones justas de trabajo, por<br />

lo que ahora los estadounidenses recurren a no sé qué<br />

día de no sé qué mes para festejar su labor day.<br />

Sigue luego el tres, Día de la Santa<br />

Cruz, que si bien es celebrado únicamente<br />

por los trabajadores de la<br />

industria de la construcción, es de<br />

talante universal. Sin tener vela en el<br />

entierro, he tenido ocasión de asistir<br />

a varias fiestas del tres de mayo pues<br />

muchos de mis amigos son arquitectos,<br />

y así cada año me encuentro en<br />

una obra, con mezcla en los zapatos,<br />

tratando de esquivar andamios y varillas,<br />

sacando una cerveza de una tina<br />

llena de hielos o consiguiendo un taco de carnitas<br />

en una mesa perfectamente chueca, mientras los albañiles<br />

se esmeran en entrar al último estadio de la<br />

tranca y hasta se ponen a bailar cumbias, quebraditas<br />

y otros ritmos sincopados entre ellos. Dos días después<br />

tenemos la Batalla de Puebla, que conmemora<br />

al aguerrido general Ignacio Zaragoza derrotando a<br />

las huestes del ejército francés de Napoleón III, en<br />

1862 —suceso histórico éste desconocido del todo en<br />

Estados Unidos, donde se cree que el cinco de mayo<br />

(pronunciado “cincou di mayou”) es el Día de la Independencia<br />

de México, lo cual contiene además la<br />

prueba de que la mercadotecnia le ha ganado la batalla<br />

a la historia, pues es la cerveza mexicana la que<br />

se lleva la tajada más grande del pastel, inundando<br />

las mesas de los restaurantes al norte del Río Bravo<br />

con millones de hectolitros de rubias bien muertas.<br />

Cultura<br />

Enseguida viene lo que los medios han dado en llamar<br />

“el día más importante del año”, o sea el 10 de<br />

mayo, oronda celebración de la autora de nuestros<br />

días, de la cabecita de algodón, del pilar de la familia<br />

mexicana, sobre el cual sólo he alcanzado a elucidar,<br />

a lo largo de mi vida, que es el peor día del año para<br />

salir a comer —a menos que la idea de festejo de uno<br />

incluya colas infames de tres horas para conseguir una<br />

mesa, y pagar caro un menú generalmente malo. Días<br />

después, el 15, nos encontramos con una celebración<br />

un tanto fuera de lugar, y es que la profesión a la que<br />

hace honor está totalmente desacreditada debido al<br />

eterno conflicto del gremio magisterial, a las carencias<br />

que éste arrastra desde hace años y por las incontables<br />

marchas, plantones y manifestaciones que desquician<br />

el tráfico de la ciudad de México y otras ciudades, y no<br />

solamente durante mayo. No obstante,<br />

ese día sirve para que por lo menos los<br />

niños no tengan clases y los maestros<br />

acudan a comidas pantagruélicas donde,<br />

por ahí de las cinco de la tarde, se<br />

dan gusto sacándole brillo a las suelas<br />

de sus botines.<br />

Lo malo es que si bien mayo es un<br />

mes pródigo en días festivos, el siguiente<br />

puente no cae sino hasta el<br />

15 de septiembre, o, dependiendo del<br />

calendario oficial, como en este 2012,<br />

hasta el lejanísimo 2 de noviembre. Con tal concentración<br />

de fiestas en los primeros y últimos meses<br />

del año en México, no es de extrañarse que nuestro<br />

verano no sea lo que la tradición dicta en el imaginario<br />

de la civilización occidental: culto al hedonismo,<br />

paseos en el bosque recogiendo moras, largos días de<br />

juerga estival, noches de amor pasajero bajo la luna<br />

de agosto. No, aquí lo que tenemos durante el verano<br />

son trombas vespertinas, charcos, inundaciones<br />

y unas ganas de salir despavoridos a la playa, lo cual<br />

casi siempre se frustra porque mayo acapara todos<br />

los puentes del año. Así, casi siempre tenemos que<br />

esperar hasta el Grito, tragándonos los ídem.a<br />

Saúl Peña es escritor.<br />

examen 65

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