Preferencias electorales - PRI

estas variables, se puede elaborar
una tipología de votante o de voto,
por ejemplo: voto muy probable,
probable, etc., y presentar las preferencias
por candidato desglosadas
por tipología del votante.
5. El sesgo de muestra y de diseño.
Si vemos la tabla 1, cada encuestadora
da sus porcentajes, y si bien los
números se acercan, no coinciden
plenamente. Hablamos aquí de un
doble sesgo o margen de error: el
primero es el margen de error de la
muestra; el segundo, más sutil y difícil
de medir, es el sesgo de diseño
que tiene que ver directamente con
la casa encuestadora, así como lo
encontraron en un estudio Wleizen
y Erikson 6 . El sesgo de la casa encuestadora
incluye: la formulación
de las preguntas en el cuestionario,
la manera de aplicación en el campo
(si las preguntas de preferencia
electoral se aplican con facsímil de
boleta o no, en qué orden, etc.), la
manera de tratar a los encuestados
reluctantes para disminuir la no
respuesta, la ponderación de los
resultados; además, como se ve en
la tabla 1, cada casa encuestadora
utiliza una muestra diferente, que
6. Christopher Wleizen y Robert S. Erikson, “The
Horse Race: What Polls Reveal as the Election Campaign
Unfolds,” en International Journal of Public
Opinion Research, vol. 19, no. 1, 2006.
ENCUESTAS EN UNA CAMPAÑA ElECTorAl espeCial
supone diferentes factores de ponderación:
por lo tanto, cada encuesta
llevará un “defecto de fábrica”. Sin
embargo, esto no quiere decir que
podemos tener resultados muy diferentes:
todos deben estar dentro de
una tendencia, sobre todo si leemos
los resultados utilizando el intervalo
del margen de error, y no como frecuencias
“absolutas”.
6. ¿Cuentos de hadas o de terror?
La propuesta final es ver en las encuestas
pre-electorales: estimaciones
(y no proyecciones) de la preferencia
electoral en un momento
dado de las campañas; información
cuyo propósito no es adivinar el resultado
ni mucho menos convencer
a votar por un delantero, si no
que fomentar la transparencia del
proceso democrático, así como el
debate ciudadano y activar la participación
política de los electores 7 .
Asimismo, los encuestadores se
7. Sonck y Loosveldt encuentran en su estudio que
“la gente no ajusta sus opiniones personales de acuerdo
a la información de las encuestas a las cuales
están expuestos, lo que contradice la hipótesis de
que las encuestas publicadas tienen efectos directos y
devastadores sobre el público, lo que ha sido también
la justificación para adoptar periodos de veda para
publicación de encuestas”. En lo que sí influyen las
encuestas son la percepción sobre la opinión colectiva
y en la opinión personal, pero no en la intención
de voto.Hanna Bäck, Jan Teorell y Anders Westholm,
op.cit. y Natalie Sonck y Geer Loosveldt, “Impact of
Poll Results on Personal Opinions and Perceptions
of Collective Opinion”, en International Journal of
Public Opinion Research, vol. 22, no. 2, 2010, p. 232.
deberían apropiar la propuesta
académica de la “vigilancia epistemológica”,
en vez de consumirse
en discusiones endogámicas, y preocuparse
más por cómo comunicar
los resultados y educar a su público:
una guerra de acusaciones no
beneficia ni a los medios, ni a los
encuestadores, ni mucho menos a
los ciudadanos. ¿Se imaginan una
campaña electoral sin siquiera un
estimado de las preferencias electorales
de los ciudadanos?.a
isabeLa corduneanu (doctora en His-
toria y Civilización por el Instituto Universitario
europeo, Florencia, Italia) es
actualmente profesora investigadora
de tiempo completo en la academia de
Comunicación y Cultura de la Universidad
autónoma de la Ciudad de méxico
y consultora en investigación en opinión
pública y comunicación
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