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Sullivan, Conversaciones inconclusas - Histomesoamericana

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de bálago, grandes y resistentes. Cada apiñamiento de casas tenía<br />

gallineros y establos, plataformas de madera elevadas donde se<br />

cultivaban hierbas y hortalizas, y patios muy bien mantenidos donde<br />

crecían árboles frutales: naranjos, bananos, papayos, guanábanos,<br />

ciruelos, tamarindos. Algunos apiñamientos de casas también<br />

tenían capillas donde se guardaban y honraban las cruces importantes<br />

de la familia extendida. Los muertos de la familia se sepultaban<br />

alrededor de las capillas, y los niños jugaban cerca de las<br />

tumbas sin marca.<br />

Estos complejos familiares rodeaban la plaza del centro del<br />

poblado, herbosa y despejada excepto por las flores, algunas plantas<br />

de tabaco y varios árboles imponentes que se habían salvado<br />

durante la ocupación la zona tres décadas antes. En el centro de la<br />

plaza se erguía una iglesia de argamasa con techo de bálago, larga<br />

y angosta, donde se albergaba la cruz supuestamente más milagrosa,<br />

patrona y protectora del poblado. El suelo de la plaza era el techo<br />

de piedra caliza de una caverna subterránea llena de agua, a la<br />

que se llegaba mediante una pequeña abertura sobre la que habían<br />

construido un brocal circular de cemento y una cruz y de donde las<br />

mujeres extraían agua varias veces por día. Alfonso Villa se encaminó<br />

hacia ese pequeño oasis de casas, jardines, fuente e iglesia,<br />

protegido por cruces guardianes en cada entrada y salida, y bordeado<br />

por la muralla de la alta selva. 32<br />

Cuando Villa llegó a Tuzik la gente lo reconoció como el mercader<br />

que había pasado "hace muchos años", y pronto lo rodearon<br />

mujeres que salieron de sus casas para investigar. Interpelando a<br />

los cuatro únicos hombres que encontró en el poblado a esa hora de<br />

la mañana, Villa explicó que había ido "en nombre de los americanos<br />

a tratar directamente con los jefes". Llevaba una carta del doctor<br />

Morley de Chichén Itzá para el capitán Cituk y el ahora teniente<br />

Zuluub. No hablaría con nadie más de la naturaleza de la misión<br />

mientras esperaba a que esos dos oficiales regresaran de un viaje a<br />

Tulum, adonde habían ido "a encender velas". Los aldeanos llevaron<br />

a Villa a la iglesia, le dieron comida y lo trataron muy bien,<br />

pensando que era un "personaje de cierta importancia". 33<br />

Dos días después veinticinco oficiales y soldados armados convergieron<br />

en Tuzik y escoltaron a Villa hasta Xcacal Guardia. Les<br />

parecía mejor que Villa aguardara allí el retorno de Cituk y<br />

Zuluub, en el lugar sagrado, donde su presencia permanecería en<br />

secreto para los chicleros y mercaderes ambulantes que a veces<br />

atravesaban poblados periféricos como Tuzik. Villa pasó la primera<br />

noche en una de las cinco barracas de Xcacal Guardia, y al día siguiente<br />

fue trasladado a un alojamiento en los alrededores de<br />

Xcacal Guardia, "al margen de toda mirada inquisidora" y, tal vez,<br />

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La guardia de Xcacal Guardia<br />

igualmente al margen de la iglesia del corazón del centro sagrado.<br />

"Por este aire de misterio con que están rodeando mi persona y<br />

también por las preguntas que me dirigen, he llegado a entender<br />

que están dando a mi visita una significación política." Villa observa:<br />

"Por mi parte, procuro hacer cuanto ellos me dicen y guardar en<br />

secreto el verdadero objeto de mi viaje a este lugar". 3 *<br />

Villa fue bien tratado mientras aguardaba el retorno del capitán<br />

y del teniente. Ahora que ya no posaba como mercader ambulante<br />

o comprador de chicle, sino que era saludado como emisario<br />

de los americanos, descubrió que se abrían puertas que antes estaban<br />

cerradas, y que la gente hablaba con mayor soltura. Oficiales<br />

menores charlaron con Villa sobre su irritación ante la invasión<br />

anual de los chicleros, y solicitaron armas. También conversaron<br />

del tiempo y del precio de los cerdos, y gastaron bromas. 35 Cuando<br />

Villa pidió ver el interior de la iglesia del altar, con el habitual pre-<br />

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