La-antiguedad-del-Futuro_pdf - Espacio de Arpon Files
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<strong>La</strong> antigüedad <strong><strong>de</strong>l</strong> futuro… / A. H. Toledo<br />
que todos los antediluvianos contaban con una lengua en común<br />
(Génesis 11:1). Es obvio que tal circunstancia tuvo que haber<br />
favorecido el a<strong><strong>de</strong>l</strong>anto <strong>de</strong> las artes, las ciencias y las técnicas, las<br />
cuales requieren <strong><strong>de</strong>l</strong> esfuerzo colectivo <strong>de</strong> muchas personas con<br />
multitud <strong>de</strong> habilida<strong>de</strong>s. Por lo <strong>de</strong>más, la notable longevidad <strong>de</strong><br />
la que disfrutaban permitía al individuo promedio acumular<br />
nuevos conocimientos sobre los que ya había adquirido en siglos<br />
anteriores.<br />
A este respecto hay quienes contraponen que en realidad<br />
la vida humana promedio no era tan larga como la Biblia afirma,<br />
o que los largos periodos <strong>de</strong> vida adjudicados a los personajes<br />
bíblicos realmente equivalían a meses, no a años. Sin embargo,<br />
<strong>de</strong> ser así, el problema se presenta cuando en un caso típico<br />
como el <strong>de</strong> Mahalalel, <strong>de</strong> quien se dice que llegó a ser padre <strong>de</strong><br />
Jared a los 65 años (habiendo vivido un total <strong>de</strong> 895 años), ¡se<br />
habría convertido en padre a los cinco años <strong>de</strong> edad! Lo anterior,<br />
por <strong>de</strong>más es absolutamente imposible. Lo que suce<strong>de</strong> es que las<br />
personas <strong>de</strong> aquel tiempo se encontraban, por un lado, más cerca<br />
<strong>de</strong> la vitalidad biológica perfecta <strong>de</strong> Adán, y por el otro, sus<br />
cuerpos seguramente aun no sufrían los efectos dañinos que tuvo<br />
sobre la biología humana y animal el hecho <strong>de</strong> que, <strong>de</strong>spués <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
Diluvio, la capa <strong>de</strong> vapor <strong>de</strong> agua protectora que estaba sobre la<br />
atmósfera <strong>de</strong> la Tierra <strong>de</strong> pronto <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> existir, permitiendo a<br />
los rayos cósmicos hacer su trabajo <strong>de</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia (Dillow,<br />
1982). 21<br />
A<strong>de</strong>más, en la antigüedad se hacía la distinción entre<br />
días, meses y años (Génesis 1:14-16; 8:13). De hecho, la<br />
cronología <strong>de</strong>tallada que suministró Noé nos ayuda a <strong>de</strong>terminar<br />
la duración <strong>de</strong> un mes. Una comparación <strong>de</strong> Génesis 7:11,24 con<br />
Génesis 8:3,4 muestra que cinco meses (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 17 <strong><strong>de</strong>l</strong> segundo<br />
mes hasta el 17 <strong><strong>de</strong>l</strong> séptimo mes) equivalían a ciento cincuenta<br />
días. Es obvio, pues, que Noé basó sus cálculos en meses <strong>de</strong><br />
treinta días cada uno, y que doce <strong>de</strong> esos meses constituían un<br />
año (Génesis 8:5-13).<br />
Con todo, las personas que vivieron en aquella época<br />
estaban más cercanas a las perfecciones genéticas originales <strong>de</strong><br />
Adán, y parece que por tal razón gozaron <strong>de</strong> mayor longevidad<br />
21 Ver también Génesis 1:6-8; 7:11.<br />
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