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La antigüedad del futuro… / A. H. Toledo La tercera ocasión en que aparece el concepto complejo ‘hijos de Dios’ es en un capítulo posterior del mismo libro de Job, donde se dice que, mientras Dios fundaba las bases de nuestro planeta Tierra, “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7. Reina-Valera). Finalmente, el mismo término lo encontramos en el Libro del profeta Daniel (3:25). Aquí lo hallamos en forma singular ya que el sustantivo ‘hijo’, en vez de usar bene, utiliza el término bar, ya que en Caldea no se conocía el primero. En el pasaje, Nabucodonosor declara que ha logrado ver caminando dentro del horno de fuego cuatro hombres, y que la apariencia del cuarto es ‘como un hijo de Dios’, por lo que ha de entenderse un ser sobrenatural o angelical, distinto a los otros tres que eran humanos. Los ‘hijos de Dios’ en el Nuevo Testamento El término bene ha-elohim parece estar confinado a aquellos seres que han sido creados directamente por la mano de la Divinidad, y no a cualquier otro ser nacido de otro de su misma especie. De esta manera entendemos por qué, en la genealogía del Señor Jesucristo registrada por Lucas en su evangelio, Adán es llamado ‘hijo de Dios’ (Lucas 3:38). No obstante, los descendientes de Adán no fueron llamados ‘hijos de Dios’ porque no eran seres ‘a imagen y semejanza de Dios mismo’ sino ‘a imagen y semejanza de Adán’ (ver Génesis 5:3). Adán era un ‘hijo de Dios’, pero sus descendientes eran ‘hijos de Adán’. La mala noticia es que no es correcta la doctrina católica de que todos los seres humanos somos hijos de Dios. La buena noticia es que los discípulos de Cristo (es decir de los creyentes bautizados voluntariamente y no por tradición religiosa, y que han experimentado el ‘nuevo nacimiento’), que ellos han recibido de Él el privilegio de llegar a ser ⎯o convertirse en⎯ ‘hijos de Dios’ (Juan 1:12). Aunque actualmente sus almas se encontrarían viviendo en cuerpos corruptos y mortales con los 55

La antigüedad del futuro… / A. H. Toledo que hay que trabajar para ganarse el pan diario, 19 no obstante poseen el Espíritu Santo de Dios, el cual les garantiza que, en la futura resurrección de los muertos, ellos mismos serán ‘revestidos’ de un cuerpo espiritual glorificado, un “edificio”, una “casa eterna”, una “morada celestial” no hecha por manos humanas (2ª Corintios 5). De esta manera, estos creyentes serán, en todos los sentidos, verdaderos ‘hijos de Dios’. Chafer (1947) hizo notar que, en la terminología del Antiguo Testamento, los ángeles son llamados ‘hijos de Dios’ en tanto que los hombres son llamados ‘siervos de Dios’. En el Nuevo Testamento, sin embargo, lo anterior se invierte: los ángeles han pasado a ser los ‘siervos’, en tanto que los cristianos, los ‘hijos’. Está claro, pues, que en la Biblia el término ‘hijos de Dios’ se encuentra restringido a tres categorías de seres: Adán, los ángeles y los creyentes redimidos. Estas categorías hacen referencia a seres especiales y específicos creados directamente por la mano de Dios. Así, en el contexto de Génesis 6, dado que el término no es posible ser referido ni a Adán ni a los creyentes cristianos, hemos de concluir que solo hace referencia a los ángeles del cielo. 19 A este “cuerpo de muerte” (1ª Corintios 7:24), el apóstol Pablo gustaba compararlo con una “tienda de campaña” (2ª Corintios 5:1-4), como las que él confeccionaba para ganarse la vida (Hechos 18:2-3) cuando los discípulos no querían o no podían darle el sustento económico al que tenía todo el derecho por su labor precursora, tal como el Señor lo había ordenado a favor, exclusivamente, de aquellos a quienes se les otorgó y ejercen el don apostólico (Mateo 10:9-10; 1ª Corintios 9:1-26). 56

<strong>La</strong> antigüedad <strong><strong>de</strong>l</strong> futuro… / A. H. Toledo<br />

que hay que trabajar para ganarse el pan diario, 19 no obstante<br />

poseen el Espíritu Santo <strong>de</strong> Dios, el cual les garantiza que, en la<br />

futura resurrección <strong>de</strong> los muertos, ellos mismos serán<br />

‘revestidos’ <strong>de</strong> un cuerpo espiritual glorificado, un “edificio”,<br />

una “casa eterna”, una “morada celestial” no hecha por manos<br />

humanas (2ª Corintios 5). De esta manera, estos creyentes serán,<br />

en todos los sentidos, verda<strong>de</strong>ros ‘hijos <strong>de</strong> Dios’.<br />

Chafer (1947) hizo notar que, en la terminología <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

Antiguo Testamento, los ángeles son llamados ‘hijos <strong>de</strong> Dios’<br />

en tanto que los hombres son llamados ‘siervos <strong>de</strong> Dios’. En el<br />

Nuevo Testamento, sin embargo, lo anterior se invierte: los<br />

ángeles han pasado a ser los ‘siervos’, en tanto que los<br />

cristianos, los ‘hijos’.<br />

Está claro, pues, que en la Biblia el término ‘hijos <strong>de</strong><br />

Dios’ se encuentra restringido a tres categorías <strong>de</strong> seres: Adán,<br />

los ángeles y los creyentes redimidos. Estas categorías hacen<br />

referencia a seres especiales y específicos creados directamente<br />

por la mano <strong>de</strong> Dios. Así, en el contexto <strong>de</strong> Génesis 6, dado que<br />

el término no es posible ser referido ni a Adán ni a los creyentes<br />

cristianos, hemos <strong>de</strong> concluir que solo hace referencia a los<br />

ángeles <strong><strong>de</strong>l</strong> cielo.<br />

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A este “cuerpo <strong>de</strong> muerte” (1ª Corintios 7:24), el apóstol Pablo gustaba<br />

compararlo con una “tienda <strong>de</strong> campaña” (2ª Corintios 5:1-4), como las que él<br />

confeccionaba para ganarse la vida (Hechos 18:2-3) cuando los discípulos no<br />

querían o no podían darle el sustento económico al que tenía todo el <strong>de</strong>recho<br />

por su labor precursora, tal como el Señor lo había or<strong>de</strong>nado a favor,<br />

exclusivamente, <strong>de</strong> aquellos a quienes se les otorgó y ejercen el don<br />

apostólico (Mateo 10:9-10; 1ª Corintios 9:1-26).<br />

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