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ABCDFLOUWP - Nodo 50

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poner, en la medida de lo posible, a trabajar a la gente, establecer una política<br />

monetaria inflacionista y crear infraestructuras como base sobre la que el<br />

capital privado pudiera reinvertir. ¿Quién fabricará automóviles, dice Keynes,<br />

si no hay suficiente carreteras? De hecho, el presidente Roosevelt ya había<br />

empezado a poner en práctica esta política sin el preciado apoyo teórico que<br />

Keynes le aportaría más tarde. Tampoco debemos olvidar que la crisis de<br />

1929 había echado a millones de paradxs a la calle, y que las “uvas de la ira”<br />

empezaban a madurar peligrosamente.<br />

Vemos en todo caso que el keynesianismo es esencialmente liberal.<br />

Considera simplemente que el liberalismo no puede regularse por sí mismo,<br />

que el simple juego de la oferta y la demanda no es el motor que permitiría al<br />

capital crecer indefinidamente, y que es pues al Estado a quien le corresponde<br />

reconstruir las condiciones de crecimiento, para dejar paso posteriormente<br />

a los inversores privados. En 1934 Keynes escribe en una carta al New<br />

York Times: “Veo el problema de la recuperación económica de la siguiente<br />

forma: ¿Cuánto tiempo necesitarán las empresas ordinarias para acudir en<br />

ayuda de la economía? ¿A qué escala, por qué medios y durante cuánto tiempo<br />

los costes anormales del gobierno deben proseguir a la espera de dicha<br />

recuperación?”. Hemos subrayado “anormales”. Se ve claramente que la idea<br />

de Keynes no era de ninguna manera la de un control permanente y continuo<br />

del capital privado por el Estado o por diversas instancias internacionales.<br />

Keynes no era socialista. De hecho, estaba tan lejos del socialismo que en<br />

1931 escribió, en referencia al “comunismo”: “¿Cómo podría adoptar una doctrina<br />

que, prefiriendo el pan a las tortas, exalta al proletariado maloliente en<br />

detrimento de la burguesía y de la “intelligentsia”, que a pesar de todos sus<br />

defectos, son la quintaesencia de la humanidad y están ciertamente tras toda<br />

obra humana?”. Es verdad que la burguesía era entonces bien diferente a<br />

aquello en lo que se ha transformado, y que todavía no sentía la necesidad<br />

de lamentarse, junto a Viviane Forrester, sobre lo que ha convenido llamarse<br />

a despecho “el horror económico”.<br />

Para terminar, es necesario señalar que las teorías de Keynes tenían<br />

sus límites, y que el capitalismo tiene otros métodos para “impulsar las inversiones”:<br />

10 años después de la crisis de 1929, empezaba la guerra que iba a<br />

devastar el mundo, dar un golpe de látigo inesperado al progreso tecnológico,<br />

y hacer entrar el mundo industrializado en los felices años del consumo de<br />

masas. De hecho, Keynes en persona aportó su contribución a este “impulso<br />

de las inversiones” escribiendo un opúsculo titulado Cómo financiar la guerra.<br />

Lxs ciudadanistas pretenden criticar el liberalismo valiéndose de Keynes. Ya<br />

que tampoco pretendieron nunca ser anticapitalistas se deduce de ello que, si<br />

están contra el liberalismo sin dejar de ser procapitalistas, están por lo que se<br />

llamó en otro tiempo “socialismo”, es decir, capitalismo de Estado. Así se<br />

entiende mejor la presencia de trotskistas en sus filas. Pero, lógicamente,<br />

88<br />

Anteriormente, hemos comentado que el ciudadanismo acomodaba<br />

los restos del viejo movimiento revolucionario. El ciudadanismo quiere ser hoy<br />

“reformista” porque en el fondo el viejo movimiento revolucionario no constituía<br />

una superación del capitalismo sino su gestión por parte de la “clase ascendente”<br />

que algún día se esperaba que fuera el proletariado. La “gestión obrera”<br />

del capital se ha convertido simplemente en “reparto de la riqueza” o “<br />

tasación del capital”, la producción ha ido desapareciendo en favor del beneficio,<br />

del capital financiero y del dinero. Un eslogan francés proclama “De l’argent,<br />

il y en a, dans les poches du patronat” [Dinero sí que hay, en los bolsillos<br />

de la patronal]. Y es cierto, pero ¿en nombre de qué debería llegar ese<br />

dinero a los bolsillos de lxs proletarixs, perdón, lxs “ciudadanxs”? El viejo<br />

movimiento obrero, ya que no pudo llevar a la realización de la comunidad<br />

humana, se reduce, de forma obscena y reveladora, a conseguir parte de los<br />

beneficios capitalistas (aunque es importante comentar que si “sólo” se le pide<br />

dinero al capitalismo es porque sabemos que no podemos esperar nada<br />

más). Es sin duda motivo suficiente para desalentar a unx viejx revolucionarix,<br />

unx de aquellxs que creía que podría construir un mundo mejor. Pero si la<br />

creencia de que se podía construir ese mundo mediante la gestión obrera del<br />

capital ya era una ilusión, también lo es creer que se puede obligar al capitalismo<br />

a compartir sus beneficios para sumo contento de todxs lxs “ciudadanxs”,<br />

si aceptamos que su dinero puede darnos felicidad. El ciudadanismo<br />

aborda el centro de una ilusión que tiene un siglo de antigüedad, y dicha ilusión,<br />

de hecho ya muerta, está a punto de ser destruida.<br />

“Todo es nuestro, nada es de ellxs”, proclaman obstinadxs lxs manifestantes.<br />

Sin embargo, el capital, esa masa de dinero que sólo pretende acumularse<br />

mediante la dominación de la actividad humana, y por consiguiente,<br />

mediante la transformación de dicha actividad según sus propias reglas, ha<br />

creado un mundo en el que “todo es de él, nada es nuestro”. Y no incumbe<br />

únicamente a la propiedad privada de los medios de producción, sino también<br />

a su naturaleza y sus objetivos. El capital no se conformó con apoderarse de<br />

todo lo necesario para que la humanidad pudiera sobrevivir, lo que constituyó<br />

el primer paso de su dominación, sino que lo ha transformado, gracias a la<br />

industrialización y la tecnología, de forma que actualmente casi nada se produce<br />

para ser consumido sino sencillamente para ser vendido.<br />

Producir para satisfacer nuestras necesidades no puede venir del<br />

capitalismo. No queda prácticamente nada de la actividad humana precapitalista.<br />

El mundo se ha convertido realmente en una mercancía. El capital no es<br />

una fuerza neutra que, “orientada” convenientemente, podría engendrar la<br />

felicidad de la humanidad de la misma manera que provoca su perdición. No<br />

puede “descontaminar de la misma manera que contamina”, como pretendía<br />

unx ciudadanista ecologista, puesto que su propio movimiento lo conduce<br />

ineluctablemente a contaminar y destruir, o sea, el movimiento de acumula-<br />

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