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ABCDFLOUWP - Nodo 50

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“Solidaridad”). Sin embargo, el pensamiento anárquico considera<br />

incompatible tales principios con un análisis, incluso superficial y<br />

simple, de la realidad. Como puede ser elx ser humano libre si<br />

existen relaciones de poder, de explotación, que merman nuestra<br />

capacidad de autonomía, es decir, la capacidad individual de adoptar<br />

unos principios y ser soberanxs sobre el devenir de nuestra<br />

existencia. El Poder, ya sea mediante la acción legisladora de los<br />

estados, de las leyes de Mercado, de las moralinas religiosas y<br />

demás relaciones jerárquicas nos impone lo que está bien y lo que<br />

está mal, eso sí, con todas las buenas palabras y justificaciones más<br />

o menos rebuscadas que tiene a su alcance.<br />

Uno de esos recursos más utilizados y vigentes para justificar<br />

los actuales modelos democráticos no son otros que las diferentes<br />

teorías que nos hablan del concepto del “Contrato Social”,<br />

destacando aún las tesis de Jean Jaques Rousseau, aunque sus<br />

principios contractualistas se pueden encontrar en la mayor parte<br />

del pensamiento que viene de la Ilustración hasta el de nuestros<br />

días.<br />

Rousseau justificó sus tesis en su obra titulada El Contrato<br />

Social, pieza fundamental de una sociedad, para él, libre. En pocas<br />

palabras, parte del principio de que el ser humano es bueno por<br />

naturaleza, e incluso reconoce que en un estado salvaje era libre y<br />

plenamente soberano. Sin embargo, afirma que por ciertas dificultades<br />

en su devenir, llega un punto que la vida salvaje ya no puede<br />

ser viable, por eso, comenta que deben de asociarse las individualidades<br />

que conforman la humanidad. Su modelo ideal es el basado<br />

en el contrato social, que vendría a ser la creación de una voluntad<br />

colectiva que defendiese la libertad de cada persona. Esta<br />

voluntad colectiva partiría del principio que viene dada por la suma<br />

libre de las voluntades individuales. Su formulación criticaría, por lo<br />

tanto, modelos como el del “Antiguo Régimen” en donde la población<br />

era sierva de los monarcas y de la Iglesia, siendo la soberanía<br />

de ambas instituciones de orígen divino. Su modelo se basaría en<br />

una especie de “democracia directa”, partiendo de la soberanía<br />

individual que se cede en favor de una soberanía colectiva, terminando<br />

finalmente por justificar así un modelo estatal de corte<br />

democrático.<br />

Si bien, como mucha teoría, sobre el papel parece muy bonita,<br />

pero analizándola en profundidad se puede apreciar que no es oro todo lo<br />

que reluce. Muchos principios de su teoría son completamente prejuiciosos<br />

y / o que con un mínimo de estudio, al menos desde la óptica actual,<br />

pueden ser perfectamente asumidos como falsos o poco claros. Cuando<br />

PRÓLOGO<br />

No conocemos a nadie que le guste trabajar, quienes afirman que se<br />

sienten realizadxs con su trabajo creemos que mienten, incluso a sí mismxs.<br />

¡Quién puede sentirse realizado bajo una forma de explotación! Nosotrxs, no.<br />

No nos gusta que nos exploten. Y el trabajo es una de las diferentes formas<br />

de explotación.Trabajar significa prostitución, o dicho en otras palabras, mercantilización…<br />

De nuestro tiempo y nuestro cuerpo. Y lo que criticamos es<br />

esta mercantilización, que esconde una de las formas primarias, o dicho de<br />

otra forma, básica de cualquier forma de explotación. Es ese sentimiento creado,<br />

la PROPIEDAD, que nos esclaviza, nos ha esclavizado y seguirá haciéndolo,<br />

a menos que nos pongamos la pilas y luchemos, con los medios que<br />

individualmente y, si se quiere, colectivamente, tengamos a nuestro alcance<br />

sobre el análisis meticuloso o la más completa espontaneidad, no somos vanguardia<br />

de nada ni de nadie, sólo explicamos lo que pensamos, qué cada cual<br />

piense y actúe como quiera.<br />

El mundo de la explotación basada en el trabajo ya no es el viejo<br />

mundo de antaño, en plena efervescencia social. Los últimos choques de clases<br />

entre la burguesía y el proletariado, en el estado español, se produjeron<br />

en los 70 e inicios de los 80. Una gran conflictividad social que en algunos<br />

casos se extendió más allá de los centros de explotación industrial, produciéndose<br />

grandes luchas y movimientos de solidaridad en los barrios, incorporándose<br />

a esas luchas muchas mujeres, tanto las que trabajaban asalariadas,<br />

como las que trabajaban en las casas en el rol clásico patriarcal de mujer<br />

“ama de casa”. Fueron años de conflictividad, de debates ideológicos que<br />

empezaron a cambiar la concepción de la lucha de clases. Sin embargo, este<br />

“asalto proletario”, es, de momento, en el mundo occidental, el último asalto<br />

proletario. En Italia fracasó, en el estado español también, en Francia finalmente<br />

fue aniquilado, así como en distintos lugares del mundo.<br />

Este asalto se inició en la década de los 60 y muere en los 80, tras un<br />

declive arrastrado desde los 70, por diversas causas, que sería un rollazo soltarte<br />

aquí todas ellas, pero podemos ver el caso de la ciudad de Barcelona y<br />

ya nos vale como ejemplo... A inicios de los 70 la ciudad estaba plagada de<br />

fábricas, la población crecía rápidamente tanto en la ciudad como en la llamada<br />

área metropolitana, barrios chabolistas abundaban, al igual que los barrios<br />

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