ABCDFLOUWP - Nodo 50
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al estado de cosas reinante, ciego a la real colonización de la vida moderna<br />
e incluso menos crítico y descriminatorio que sus trabajos anteriores. Hardt y<br />
Negri hablan por su parte en forma bastante directa: “Seríamos anarquistas si<br />
no tuviesemos que ponunciarnos (…) desde el punto de vista de una materialidad<br />
constituida en las redes de cooperación productiva, en otras palabras,<br />
desde la perspectiva de una humanidad que es contruida productivamente<br />
(…) No, no somos anarquistas sino comunistas”. Animosamente, y para clarificar<br />
este punto, Jesús Sepúlveda observa en un texto complementario a su<br />
ensayo El Jardín de las peculiaridades2 (2002) “la anarquía, los movimientos<br />
sociales y los movimientos indígenas luchan contra el orden civilizado y sus<br />
prácticas de estandarización”.<br />
No todos los anarquistas subscriben la ola de suspicacias acerca de la tecnología<br />
y la civilización. Noam Chomsky y Murray Bookchin –actualmente fallecido-,<br />
en los Estados Unidos, por ejemplo, se aferran al concepto tradicional<br />
de desarrollo progresivo. El corazón marxista del anarcosindicalismo tipifica<br />
esta adhesión y se disipa entre sus camaradas de izquierda.<br />
Marx, que sabía muy bien sobre el impacto del proceso productivo y su curso<br />
destructivo como división del trabajo, no obstante creyó -o quiso creer- que la<br />
dinámica tecnológica debilitaría al capitalismo. Sin embargo”no todo lo que es<br />
sólido” se va a “derretir en el aire”; por el contrario, se convierte en lo que<br />
siempre fue. Y esto es tan cierto para la civilización como para el capitalismo.<br />
La civilización tiene hoy la forma que la tecnología le asigna, inseparable del<br />
resto del orden social -el paisaje mundial del capital-y encarna y expresa sus<br />
más profundos valores. “Nos queda solamente la condición tecnológica”, concluye<br />
Heidegger, cuya formulación fue en sí suficiente para exponer el mito de<br />
la supuesta “neutralidad” de la tecnología.<br />
Desde el origen de la división del trabajo hasta la actualidad, la tecnología ha<br />
sido una hipótesis, reprimida como un objeto de cuidado. Al punto que la tecnologización<br />
generalizada caracteriza el mundo y representa el aspecto más<br />
dominante de la vida moderna. Pero el velo se ha levantado. La colonización<br />
tecnológica -invasora de la vida cotidiana- y el sistemático desplazamiento del<br />
medio físico no pueder ser ignorados u ocultados. Un vendaval de interrogantes<br />
lo emplazan.<br />
La salud es uno de ellas, en la medida que somos testigos del resurgimiento<br />
y multiplicación de enfermedades -cada vez más resistentes a la medicina<br />
industrial que proclama haberlas erradicado-. Los antidepresivos, por su<br />
parte, muestran el aumento de síntomas como la tristeza, la depresión, la<br />
ansiedad y la desesperación; mientras, al mismo tiempo, se supone que<br />
res en una zona de guerra? ¿O deben las pacifistas permanecer a la defensiva,<br />
sólo respondiendo a ataques individuales y sometiéndose a sí mismas a<br />
la inevitabilidad de tales ataques hasta que la táctica no violenta haga cambiar<br />
de alguna forma al general o provoque el cierre de la fábrica, en un futuro<br />
incierto?<br />
Aparte de proteger al patriarcado de la oposición militante, la no violencia<br />
también ayuda a preservar las dinámicas patriarcales dentro del movimiento.<br />
Una de las mayores premisas del presente activismo anti-opresión<br />
(nacido del deseo común de promover movimientos más libres y empoderados<br />
y de evitar el cuerpo a cuerpo ampliamente contenido por dinámicas de<br />
opresión y de descuido que invalidó las luchas de liberación de las generaciones<br />
previas) es que las opresivas jerarquías sociales existen y se reproducen<br />
a sí mismas en el comportamiento de toda persona y deben ser superadas<br />
tanto interna como externamente. Pero el pacifismo prospera evitando la<br />
autocrítica. La mayoría de nosotrxs estamos familiarizadxs con el estereotipo<br />
parcialmente justificado de la auto-complacencia, la auto-celebración de activistas<br />
no violentxs que “personifican el cambio que desearían ver en el<br />
mundo” hasta tal grado que en sus mentes ellxs personifican todo lo correcto<br />
y bonito. Un seguidor de una organización pacifista exclamó, en respuesta a<br />
críticas entorno al privilegio, que el líder de raza blanca y género masculino<br />
perteneciente a un grupo, posiblemente no podía ejercer un privilegio por ser<br />
blanco y por ser hombre ya que se trataba de una buena persona, como si la<br />
supremacía blanca y el patriarcado fueran asociaciones enteramente voluntarias.<br />
En tal contexto, ¿con qué facilidad podría un grupo con un liderazgo predominantemente<br />
masculino, entendido como la personificación del ideal no<br />
violento, a resultas de su participación en un impresionante número de huelgas<br />
de hambre y sentadas, ser movilizado contra comportamientos opresivos,<br />
contra la transfobia o contra el abuso sexual?<br />
La tendencia del pacifismo a evitar la autocrítica no es sólo típica, es<br />
funcional. Cuando tu estrategia para vencer proviene de “capturar y mantener<br />
la superioridad moral como una ventaja frente a nuestros oponentes” es necesario<br />
retratarte a ti mismx como moral y a tu enemigo como inmoral. No cubrir<br />
fanatismos y dinámicas opresivas frente a líderes y miembros del grupo es<br />
simplemente contraproducente para tu estrategia escogida. Cuánta gente<br />
sabe que Martin Luther King Jr. trató a Ella Baker (quien es la responsable<br />
general de la construcción de la -Southern Christian Leadership Conference<br />
[SCLC], mientras King era todavía inexperto como organizador) como a su<br />
secretaria; y se rió en la cara de algunas mujeres de la organización cuando<br />
sugirieron que el poder y el liderazgo deberían ser compartidos; dijo además<br />
que el rol natural de las mujeres era la maternidad, y que ellas, desafortunadamente,<br />
se veían “forzadas” a ocupar las posiciones de “maestro” y “líder”; y<br />
echó a Bayard Rustin de su organización porque Rustin era gay? Pero enton-<br />
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