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El giro decolonial.indd - Patricio Lepe Carrión

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lógico y político, en relación con el ámbito educativo. Luego será explicitado<br />

en su mismo proyecto político (CONAIE, 1997), y pensado como herramienta<br />

de transformación de los diversos órdenes de la vida social. En los últimos<br />

años, el discurso en torno a la interculturalidad ha sido apropiado también<br />

por espacios estatales e, incluso, incorporado en la Constitución Política<br />

ecuatoriana (Walsh, 2002b). Según la misma Walsh, el caso boliviano, curiosamente,<br />

habría operado a la inversa: nacida como una propuesta estatal<br />

desde el ámbito educativo, también hacia la década del ochenta, en los últi mos<br />

años han sido los movimientos originarios-indígenas los que se han apropiado<br />

de sus implicaciones políticas como herramienta de negociación ante el Estado.<br />

Desde la perspectiva que estoy presentando, la interculturalidad “se refi ere<br />

a complejas relaciones, negociaciones e intercambios culturales de múltiple<br />

vía”, buscando la concreción de interrelaciones equitativas a nivel de personas,<br />

conocimientos, prácticas, desde el reconocimiento del “confl icto inherente<br />

en las asimetrías sociales, económicas, políticas y del poder” (Walsh, 2002a,<br />

p. 3). La interculturalidad no hace referencia a un simple reconocimiento<br />

o tolerancia de la alteridad, ni a procesos de esencialización de identidades<br />

étnicas inamovibles. La interculturalidad hace referencia a prácticas en construcción<br />

y de enriquecimiento, en el confl icto y en el forcejeo por lograr espacios<br />

de poder. “A diferencia de la multi y pluriculturalidad, que son hechos<br />

constatables, la interculturalidad aún no existe, se trata de un proceso a<br />

alcanzar por medio de prácticas y acciones concretas y conscientes” (Walsh,<br />

2002a, p. 3). Como se ve, el planteamiento de comprensión de lo intercultural<br />

en la propuesta de Catherine Walsh es interesante, por cuanto articula las<br />

refl exiones surgidas desde la praxis del movimiento indígena ecuatoriano y<br />

de otros movimientos sociales con el análisis de la colonialidad planteado líneas<br />

arriba.<br />

PARA TERMINAR (DE EMPEZAR)<br />

La palabra y la razón no tienen su asiento en una matriz uni-versal, esencial<br />

y superior. La razón moderna nos ha enseñado a adorar las prácticas y<br />

los saberes eurocéntricos y de génesis colonial. A pesar de estos esfuerzos<br />

colonizadores, las palabras y los saberes de los otros y otras, arrancados<br />

una vez tras otra, vuelven a crecer como la paja del páramo y la hierba del<br />

campo. Erradicar la palabra y el saber, hoy como ayer, son prácticas justas<br />

desde el centro colonial/imperial de poder. En la Colonia se hicieron todos los<br />

esfuerzos por erradicar las palabras quechuas, aimaras, puquinas, cañaris<br />

y tantas otras; se hicieron todos los esfuerzos por borrar de la memoria los<br />

saberes de los khipu kamayuqkuna, de los jampirikuna y tantos otros. Hoy,<br />

la colonialidad global hace todos los esfuerzos por apropiarse de la razón y<br />

la palabra subdesarrollada; por ello se escrituralizan las lenguas indígenas<br />

(para que sus signifi cantes sean quichuas/quechuas pero su razón sea la<br />

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