El giro decolonial.indd - Patricio Lepe Carrión
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un nivel micro-intercultural (en el espacio de la cotidianidad y en referencia<br />
a pequeños grupos) o macro-intercultural (en ámbitos amplios de alcance<br />
nacional o internacional). La interculturalidad negativa se referiría a actitudes<br />
y relaciones que llevan a la destrucción o disminución de una de sus partes,<br />
mientras la positiva puede darse en términos de tolerancia o de entendimiento<br />
y enriquecimiento desde el intercambio (Albó, 1999).<br />
Una cuarta mirada al fenómeno intercultural es aquella que “se basa en el<br />
reconocimiento de la diversidad existente, pero desde una óptica céntrica de la<br />
cultura dominante y ‘nacional’ ” (Walsh, 2002a, p. 3). Walsh plantea que esta<br />
concepción de interculturalidad hace referencia, en realidad, a lo pluricultural.<br />
Aquí se ve la diversidad cultural de los países como una riqueza que se<br />
incorpora al modelo y la estructura política blanco-mestiza, sin cuestionarla ni<br />
re-estructurarla. Éste es el modelo, según esta autora, de aplicación más común<br />
en Latinoamérica y también en la región andina.<br />
En las perspectivas mostradas hasta aquí, las relaciones entre que plantearía<br />
el concepto de interculturalidad, se dan bajo el supuesto de mirar lo cultural<br />
como entidades fi jas, esenciales, como recipientes llenos de cosas que,<br />
en el mejor de los casos, pueden importar y exportar elementos de y hacia<br />
los otros recipientes-culturas. Me interesa, en cambio, poner como base de<br />
la refl exión sobre la interculturalidad una concepción crítica de lo cultural, a<br />
la manera como lo entiende Castro-Gómez y como lo presentara al inicio de<br />
este capítulo. Es decir, una conceptualización de lo cultural e intercultural,<br />
desde una perspectiva crítica, no puede ocurrir como encuentro de esencialidades,<br />
sino que debe servir como herramienta comprensiva y transformativa<br />
de las relaciones sociales, cruzadas por la diversidad y el confl icto. Por otro<br />
lado, dicha conceptualización de lo cultural y de lo intercultural implica un<br />
lugar de enunciación que explicite la posicionalidad del conceptualizador,<br />
que devele su lugar y su espacio, que evidencie sus propias contradicciones e<br />
intereses.<br />
Pero, además, a partir del mismo Castro-Gómez, se puede afi rmar que la<br />
cultura, mirada desde una perspectiva crítica, ya se ubica como un campo<br />
de lucha, de confl ictividad, de disputa por la hegemonía; es decir, una teoría<br />
crítica de la cultura estaría caminando por la vía de lo intercultural, por lo menos<br />
en los términos que veremos en Walsh. Dicha confl ictividad (ínter)cultural<br />
atraviesa, no sólo a los sujetos que generalmente son representados como los<br />
directamente implicados en los problemas de interculturalidad, sino también<br />
a quienes refl exionamos sobre ella y a quienes consciente o inconscientemente<br />
nos ubicamos también en ese entre confl ictivo como lugar político. Teniendo<br />
como trasfondo estas ideas en torno a la teoría crítica de la cultura, quisiera<br />
pensar la interculturalidad, en estrecha relación con los planteamientos de<br />
Walsh, desde las posibilidades de una comprensión situada y política de lo lingüístico<br />
y epistémico.<br />
En el caso ecuatoriano, el discurso en torno a lo intercultural surge desde<br />
el movimiento indígena, hacia la década del ochenta, como un principio ideo-<br />
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