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224 las diversas formas de explotación y de control del trabajo y las relaciones de género. (Quijano, 1999, p. 102) El segundo mecanismo de instauración de la colonialidad del poder se ubica, justamente, en torno a las formas de explotación y de control del trabajo que señala Quijano. Como bien muestra Mignolo, en el siglo XVI se inicia “una distribución y clasifi cación de comunidades humanas sobre la base del principio racial-religioso”. 12 Esta clasifi cación racial se da al mismo tiempo que se daba una nueva distribución del trabajo en la explotación colonial de las Américas, produciendo un tipo de diferencia instaurada de manera colonial. Es decir, la diferenciación colonial se hace visible mediante la confi guración y jerarquización racial, por un lado, y mediante la distribución del trabajo, por otro. Por “diferencia colonial” Mignolo (2003, p. 73) entiende “la clasifi cación del planeta de acuerdo con el imaginario moderno/colonial, representado por la colonialidad del poder”; una energía y una maquinaria que transforma las diferencias coloniales en valores. En tal sentido, la diferencia colonial se articula a la colonialidad del poder mediante aquello que hoy llamamos modernidad, la cual, en su práctica y en su racionalización, implica y construye un nuevo ordenamiento epistémico y lingüístico: la subalternidad de conocimientos y lenguas. Ésta apunta a una clasifi cación y jerarquización de las comunidades humanas, sobre la base de la posesión o no de la escritura alfabética. Así, mediante el establecimiento de la diferencia colonial, se logró instituir el conocimiento válido y verdadero necesario para mantener y reproducir dichos mecanismos. Lo dicho se expresa, sobre todo, en la reproducción de una colonialidad a nivel del conocimiento y de las ciencias, sobre todo, sociales. Se ha establecido una diferencia de poder que reproduce las condiciones coloniales de dominación, y que se ubica dentro del funcionamiento de las geopolíticas del conocimiento. 13 Así, desde los centros coloniales se canoniza y se valida el conocimiento legítimo y las lenguas que sirven para expresarlo. Dada la diferencia colonial y la colonialidad del poder, el conocimiento generado en las periferias coloniales no tiene carácter de conocimiento. De igual manera, las lenguas habladas en dichas periferias no tienen valía expresiva del conocimiento objetivo. La diferencia colonial ha constituido al otro como un diferente no válido. La colonialidad del poder y la diferencia colonial son, entonces, categorías políticas que nos permiten entender la estructuración de nuestras sociedades sobre la base de una matriz colonial. Como ya se dijo, la estructuración social en las colonias se dio mediante un proceso de clasifi cación social, y mediante un proceso de distribución del trabajo. Tres criterios marcaron la 12 Véase Walter Mignolo (2000, p. 18). 13 Véase Catherine Walsh (2002, pp. 17-44). Sobre la categoría, geopolítica del conocimiento, más adelante desarrollaremos sus postulados.
clasifi cación social colonial: el de raza, el de clase y el de género. 14 Y estos mecanismos clasifi catorios siguen presentes en la actualidad, de tal manera que en Latinoamérica el problema no se trata sólo de ser pobre, sino que la mayor experiencia de exclusión y explotación viene dada por la triple condición de ser mujer, pobre e india o negra. El poder, entonces, asume una forma colonial, más allá de la institucionalidad republicana y democrática de nuestros países. Este hecho, presente en nuestras cotidianidades, ha sido frecuentemente olvidado por los cientistas sociales que analizan la realidad basados en criterios eurocéntricos. De esta manera, la colonialidad del poder ha creado un tipo de diferencia que es colonial y que permite la reproducción de los mecanismos de subalternización de las poblaciones, instituciones, prácticas, conocimientos, lenguas y saberes, que durante la Colonia ocuparon el último escalón de la pirámide social, se mantuvieron segregadas durante la creación de las repúblicas y continúan siéndolo en la era del capitalismo globalizado. GEOPOLÍTICA DEL CONOCIMIENTO Y DE LAS LENGUAS Hemos de admitir que en el capitalismo contemporáneo los mecanismos de dominación no sólo vienen dados por el funcionamiento de un sistema económico que se pretende mundial e ineludible, sino también por otra serie de mecanismos que permiten la producción y reproducción de dicho sistema, con la colaboración o complicidad de sus implicados. En tal sentido es importante notar cómo otros órdenes de la vida funcionan de igual manera que la economía; específi camente me interesa resaltar cómo existe una distribución geopolítica del conocimiento y de las lenguas. Las lenguas y los conocimientos funcionan como funciona la economía: mediante un sistema valorativo, que clasifi ca asimétricamente la producción, consumo, distribución y circulación de bienes. 15 Desde esta perspectiva, América Latina resulta una consecuencia y un producto de la geopolítica del conocimiento, que a su vez es un conocimiento fabricado e impuesto por la modernidad o por aquello que es fruto de la autodefi nición de modernidad. América Latina se fabricó como algo desplazado y periférico con respecto a la modernidad: los intelectuales de nuestros países asumieron tal desplazamiento y se esforzaron por ser modernos, como si la modernidad fuera el punto de llegada y no la justifi cación de la colonialidad del poder. De tal manera que hay que partir del hecho de que la historia del conocimiento está marcada geo-históricamente, tiene valor atribuido y un determinado lugar de origen; no existe el conocimiento abstracto ni 14 Véase Aníbal Quijano (2000a, pp. 368-370). 15 Sobre esta tetralogía (producción, consumo, distribución y circulación) y sus interrelaciones-determinaciones, véanse los Grundrisse de Marx, en donde justamente toma como punto de partida de su refl exión teórica el tema de la producción. Carlos Marx (1971, pp. 5-20). 225
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las diversas formas de explotación y de control del trabajo y las relaciones de género.<br />
(Quijano, 1999, p. 102)<br />
<strong>El</strong> segundo mecanismo de instauración de la colonialidad del poder se<br />
ubica, justamente, en torno a las formas de explotación y de control del<br />
trabajo que señala Quijano. Como bien muestra Mignolo, en el siglo XVI se<br />
inicia “una distribución y clasifi cación de comunidades humanas sobre la<br />
base del principio racial-religioso”. 12 Esta clasifi cación racial se da al mismo<br />
tiempo que se daba una nueva distribución del trabajo en la explotación<br />
colonial de las Américas, produciendo un tipo de diferencia instaurada de<br />
manera colonial. Es decir, la diferenciación colonial se hace visible mediante la<br />
confi guración y jerarquización racial, por un lado, y mediante la distribución<br />
del trabajo, por otro. Por “diferencia colonial” Mignolo (2003, p. 73) entiende<br />
“la clasifi cación del planeta de acuerdo con el imaginario moderno/colonial,<br />
representado por la colonialidad del poder”; una energía y una maquinaria<br />
que transforma las diferencias coloniales en valores. En tal sentido, la diferencia<br />
colonial se articula a la colonialidad del poder mediante aquello que<br />
hoy llamamos modernidad, la cual, en su práctica y en su racionalización,<br />
implica y construye un nuevo ordenamiento epistémico y lingüístico: la subalternidad<br />
de conocimientos y lenguas. Ésta apunta a una clasifi cación y<br />
jerarquización de las comunidades humanas, sobre la base de la posesión o no<br />
de la escritura alfabética.<br />
Así, mediante el establecimiento de la diferencia colonial, se logró instituir<br />
el conocimiento válido y verdadero necesario para mantener y reproducir<br />
dichos mecanismos. Lo dicho se expresa, sobre todo, en la reproducción de<br />
una colonialidad a nivel del conocimiento y de las ciencias, sobre todo, sociales.<br />
Se ha establecido una diferencia de poder que reproduce las condiciones<br />
coloniales de dominación, y que se ubica dentro del funcionamiento de las<br />
geopolíticas del conocimiento. 13 Así, desde los centros coloniales se canoniza<br />
y se valida el conocimiento legítimo y las lenguas que sirven para expresarlo.<br />
Dada la diferencia colonial y la colonialidad del poder, el conocimiento generado<br />
en las periferias coloniales no tiene carácter de conocimiento. De igual<br />
manera, las lenguas habladas en dichas periferias no tienen valía expresiva<br />
del conocimiento objetivo. La diferencia colonial ha constituido al otro como<br />
un diferente no válido.<br />
La colonialidad del poder y la diferencia colonial son, entonces, categorías<br />
políticas que nos permiten entender la estructuración de nuestras sociedades<br />
sobre la base de una matriz colonial. Como ya se dijo, la estructuración<br />
social en las colonias se dio mediante un proceso de clasifi cación social, y<br />
mediante un proceso de distribución del trabajo. Tres criterios marcaron la<br />
12 Véase Walter Mignolo (2000, p. 18).<br />
13 Véase Catherine Walsh (2002, pp. 17-44). Sobre la categoría, geopolítica del conocimiento,<br />
más adelante desarrollaremos sus postulados.