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El giro decolonial.indd - Patricio Lepe Carrión

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tiempos se subdivide de manera regular, repitiendo las mismas jerarquías.<br />

La métrica de la música europea funciona con temporalidades simétricas,<br />

dentro de lo que Ángel Quintero Rivera llama una cosmovisión newtoniana,<br />

que choca con otras maneras no simétricas de contar y subdividir el tiempo,<br />

como las que se encuentran en las claves de la música tropical, de raíces<br />

africanas (Quintero Rivera, 1998). Tratando de no caer nuevamente en las<br />

interminables controversias acerca del posible origen étnico del ritmo del<br />

bambuco, es posible afi rmar que su lógica métrica se aproxima bastante a la<br />

superposición de diferentes niveles rítmicos, característica de muchas tradiciones<br />

musicales africanas.<br />

Concentrémonos ahora en el problema mismo de la trascripción de una<br />

música de tradición oral dentro del sistema europeo de escritura musical.<br />

Desde los años sesenta, los etnomusicólogos han venido observando que la<br />

trascripción, especialmente en el caso de músicas no europeas, es siempre<br />

una descripción subjetiva del evento musical. Se sabe, además, que hay<br />

maneras diferentes de transcribir, dependiendo de la función que uno le<br />

quiera dar a la partitura. Hay trascripciones descriptivas, que pormenorizan<br />

todos los detalles de un evento musical en particular, y hay otras prescriptivas,<br />

que sirven como guías para la interpretación (Seeger, 1977). En otras<br />

palabras, la trascripción es una herramienta muy útil para el análisis y para<br />

la interpretación, pero tiene sus limitaciones y no es nunca completamente<br />

objetiva. Esta última observación me lleva a señalar los dos aspectos que me<br />

parecen más esenciales con respecto a las limitaciones impuestas por una<br />

visión europeizante, derivada del academicismo del siglo XIX: la hegemonía<br />

de las maneras escritas de conocer, sobre las orales, y el menosprecio que<br />

se tiene del cuerpo como vehículo para conocer. Cualquier intérprete sabe<br />

que una parte fundamental de aprender a tocar un instrumento está en observar<br />

e imitar a su maestro. Para un buen músico es obvio que no todo lo<br />

que es fundamental para la interpretación está descrito de manera evidente<br />

en la partitura: no lo están las ornamentaciones de la música barroca, ni<br />

el rubato (la manera de alterar el tempo de manera expresiva), cuando un<br />

pianista interpreta la música de Chopin. <strong>El</strong> academicismo del siglo XIX quiso<br />

fi jar absolutamente todo en el papel, pero la música es un arte performativo,<br />

que se nutre de la transmisión oral maestro-alumno. Esto me lleva al último<br />

punto, y es, a la exclusión de la experiencia corporal como un medio válido<br />

para saber y adquirir conocimientos. Cuando el músico aprende a sentir el<br />

ajuste de la síncopa en el bambuco, lo hace por medio de las sensaciones que<br />

experimenta su cuerpo al tocar o cantar. Por todas estas razones, el hecho<br />

de que el bambuco no encaje en el paradigma científi co es consecuencia de<br />

que el paradigma mismo es insufi ciente, limitado e imperfecto.<br />

Hace cincuenta o sesenta años, el cuestionamiento del paradigma no era<br />

posible, y probablemente tampoco era una empresa deseable para quienes<br />

tenían el control y el dominio sobre el conocimiento. Viéndolo en perspectiva,<br />

este análisis explica el por qué, en ese entonces, el conocimiento de la aca-<br />

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