El giro decolonial.indd - Patricio Lepe Carrión
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El presente análisis de la historia del bambuco colombiano y de los procesos de purifi cación racial a los que fue sujeto el discurso sobre el mismo, desde mediados del siglo XIX hasta mediados del XX, da cuenta de las luchas de poder que se dieron alrededor de este género andino tradicional, defi nido como símbolo nacional por una elite alrededor de la década de 1850. Como veremos, la incierta clasifi cación del bambuco, como música folclórica, música popular, o música académica, corresponde a la incertidumbre que causa entre los estudiosos el estatus epistemológico de la naturaleza de su modo de saber mestizo: ¿el bambuco debe ser estudiado?, ¿es en realidad “estudiable”?, y de serlo, ¿a quiénes o a qué disciplina le correspondería estudiarlo?, ¿con cuáles métodos y para responder qué preguntas? Veremos también cómo las transformaciones sociales de este periodo van a hacer que cambien los términos por medio de los cuales se marca o se articula la diferencia colonial. Mientras en el siglo XIX veremos una preocupación por la “raza”, en el XX la diferencia será marcada en términos de “clase”. LOS ESCRÚPULOS ACERCA DEL ORIGEN RACIAL DEL BAMBUCO (1867-1900) El bambuco es un género musical tradicional, transmitido primordialmente de forma oral, del cual no tenemos datos documentales previos al siglo XIX, pero que probablemente tuvo su origen en los ensambles de vientos y percusión formados por indígenas y negros en la vieja provincia sureña del Gran Cauca (véase Miñana, 1997). Para fi nales del siglo XIX, el bambuco había entrado en los salones aristocráticos de Bogotá, como género bailable de la música de salón, o como parte de colecciones de pequeñas piezas para piano, de uso doméstico. De manera simultánea, entre los artesanos de Bogotá y Medellín se había popularizado una forma urbana de bambuco-canción acompañada por instrumentos de cuerda. Durante este periodo, poetas e intelectuales como José María Samper y Rafael Pombo contribuyeron con sus escritos a hacer del género un símbolo de la joven nación colombiana. Alrededor de 1900, Pedro Morales Pino estableció un nuevo conjunto instrumental de cuerdas y vientos (llamado lira, estudiantina u orquesta colombiana), que combinaba instrumentos sinfónicos europeos, como violines, cellos, y fl autas, con instrumentos de cuerdas autóctonos, como el tiple y la bandola. Los miembros del grupo de Morales Pino, la Lira Colombiana, eran en su mayoría sastres o zapateros de ofi cio, y participaban, junto con los intelectuales y poetas del círculo literario llamado la Gruta Simbólica, en las tertulias literarias y la juerga nocturna de la bohemia bogotana de fi n de siglo. La más importante contribución de Morales Pino, sin embargo, no fue tanto la creación del formato instrumental de la lira en sí, sino el traslado de géneros andinos de la tradición oral a la tradición escrita. La Lira Colombiana anduvo de gira por varios países de América Central, durante el cambio de siglo, y unos años más tarde otros grupos similares llegaron hasta México y Estados Unidos, 200
para grabar los primeros discos fonográfi cos con géneros musicales locales, como bambucos, pasillos, torbellinos y danzas. Sin embargo, este proceso de refi namiento y de exaltación del bambuco como símbolo nacional no fl uyó tan tranquilamente como parece sugerir la descripción anterior. De hecho, algunos aspectos del estatus social y étnico del bambuco fueron, durante años, materia de acalorados debates entre intelectuales, especialmente después de que el afamado novelista Jorge Isaacs afi rmara, en María (1867), que el bambuco era originalmente una práctica musical propia de los esclavos negros. Varios autores se opusieron de manera vehemente a la idea de Isaacs, que fue vista por muchos como un ataque perverso a la buena reputación del bambuco, y sacaron a relucir toda una serie de características musicales y textuales que respaldaban el origen español del género. 6 El interés en defender el origen europeo del bambuco es evidente: como dice Ana María Ochoa (1997), para adquirir el estatus de música nacional el bambuco debía criollizarse, es decir, atravesar un proceso de purifi cación que lo habilitara para representar el ideal del nuevo ciudadano republicano: varón, blanco, letrado. El bambuco ya había recorrido buena parte de ese camino al entrar en los salones aristocráticos y al comenzar a traducirse y fi jarse en una tradición escrita. Por esta razón, la observación de Isaacs era peligrosa, puesto que señalar cualquier tipo de conexión con lo africano habría frustrado cualquier posibilidad de “purifi car” la mancha étnica del bambuco. Nadie pareció tomar en cuenta que Isaacs, hijo de un hacendado del Cauca que se había enriquecido con el trabajo de esclavos negros en la minería y en las plantaciones de azúcar, muy probablemente se limitaba a describir una práctica musical que había visto y escuchado en su infancia. 7 Y ni qué decir de lo problemático que resultaba de por sí el origen étnico del propio novelista, cuyo padre era un judío inglés converso, proveniente de Jamaica. Como si fuera poco, las opiniones políticas de Isaacs eran bastante controversiales dentro de las clases altas y medias, y su posición crítica lo había llevado a militar, primero como conservador moderado, y luego como liberal radical, y a participar activamente en las numerosas guerras civiles que aquejaron al país a mediados del siglo. Pese a todo, el inmenso prestigio intelectual del que gozaba Isaacs hacía que sus palabras tuvieran mucho peso, y esa circunstancia llevó a muchos autores a entrar en la polémica para tratar de desvirtuar su observación acerca del bambuco. Sus contradictores utilizaron toda clase de argumentos para justifi car la completa blancura de esa tradición musical, desde exploraciones etimológicas del término mismo, hasta arriesgados prejuicios coloniales, articulados de 6 Hernán Restrepo Duque (1986) y Harry Davidson (1970) recogen gran parte de la polémica. Entre los argumentos más citados para probar la hispanidad del bambuco están su estructura poética, su interpretación en instrumentos de cuerda y su organización armónica. 7 Aunque no existen estudios sobre las prácticas musicales en las haciendas esclavistas del Gran Cauca, en el siglo XIX, podemos suponer que ciertos aspectos, como la interpretación instrumental, estuvieran encomendados a individuos no blancos, como sucedía en Brasil y en otras sociedades basadas en la economía de plantación. 201
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para grabar los primeros discos fonográfi cos con géneros musicales locales,<br />
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del bambuco fueron, durante años, materia de acalorados debates entre intelectuales,<br />
especialmente después de que el afamado novelista Jorge Isaacs<br />
afi rmara, en María (1867), que el bambuco era originalmente una práctica<br />
musical propia de los esclavos negros. Varios autores se opusieron de manera<br />
vehemente a la idea de Isaacs, que fue vista por muchos como un ataque<br />
perverso a la buena reputación del bambuco, y sacaron a relucir toda<br />
una serie de características musicales y textuales que respaldaban el origen<br />
español del género. 6 <strong>El</strong> interés en defender el origen europeo del bambuco<br />
es evidente: como dice Ana María Ochoa (1997), para adquirir el estatus de<br />
música nacional el bambuco debía criollizarse, es decir, atravesar un proceso<br />
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republicano: varón, blanco, letrado. <strong>El</strong> bambuco ya había recorrido buena<br />
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hacendado del Cauca que se había enriquecido con el trabajo de esclavos<br />
negros en la minería y en las plantaciones de azúcar, muy probablemente<br />
se limitaba a describir una práctica musical que había visto y escuchado<br />
en su infancia. 7 Y ni qué decir de lo problemático que resultaba de por sí el<br />
origen étnico del propio novelista, cuyo padre era un judío inglés converso,<br />
proveniente de Jamaica. Como si fuera poco, las opiniones políticas de Isaacs<br />
eran bastante controversiales dentro de las clases altas y medias, y su posición<br />
crítica lo había llevado a militar, primero como conservador moderado,<br />
y luego como liberal radical, y a participar activamente en las numerosas<br />
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inmenso prestigio intelectual del que gozaba Isaacs hacía que sus palabras<br />
tuvieran mucho peso, y esa circunstancia llevó a muchos autores a entrar<br />
en la polémica para tratar de desvirtuar su observación acerca del bambuco.<br />
Sus contradictores utilizaron toda clase de argumentos para justifi car la<br />
completa blancura de esa tradición musical, desde exploraciones etimológicas<br />
del término mismo, hasta arriesgados prejuicios coloniales, articulados de<br />
6 Hernán Restrepo Duque (1986) y Harry Davidson (1970) recogen gran parte de la polémica.<br />
Entre los argumentos más citados para probar la hispanidad del bambuco están su estructura<br />
poética, su interpretación en instrumentos de cuerda y su organización armónica.<br />
7 Aunque no existen estudios sobre las prácticas musicales en las haciendas esclavistas del<br />
Gran Cauca, en el siglo XIX, podemos suponer que ciertos aspectos, como la interpretación<br />
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