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·
MARIA ESTUARDO.
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HISTORIA
DE
MARIA ESTUARDO
. ,
POR
.
J. M. DARGAUD. / d'
IMPREKTA DE ECHEVERRfA HERMANOS.
BOGOTi.
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PROLOGO DEL TRADUCTOR. s
"La rapidez ue su vida de pasioncs i eaprichos hacc que sea
imposible el apreciarla con esactitud: fue Sl1 destino una tempestad
de contradicciones i alternativas, i en esta tempestad osci16 de una
manera tan indeterminada entre el vicio i el heroismo, la abnegacion,
el crimen i la espiacion, que la mente para juzgarla debe ateuerse
como a un augurio, al primer impetu del corazou, a Ia primera
lagrima de los ojos.
" ASl es como ha permanecido Maria Estuardo; como una de las
supersticiones de 10 pasado ; su memoria habia tenido amantes, pero
nunca historiadores. I no es porque faltasen indicios ni testimonios
para la revision de este gran proeeso: la historia tiene sus osarios i
sus calabozos, su armario i sus mascaras de hierro. Cada siglo quema
o entierra antes de espirar una parte de sus secretos; pero 11ega un
dia. en que se revelan los misterios, los crimenes ocultos se descubren
i se desenmascaran sus antores; un dia en que la sangre mal enjugada
vuelve a tenir las manos que la han vertido; un dia en que los
papeles de Estado, e80S mudos del sen'aUo de la politica, rompen los
sellos que les hacian guardar silencio, i hablan, dennncian, acnsan,
prueban, condenan. Este dia ha llegado para Marla Estnardo. En su
historia existia Ia verdad; pero la verdad en estado de fragmento, de
oscuridad, de dispersion; i esta verdad pulverizada pOl' el tiempo i
por los hombres c6mplices on su destruccion, es la que Mr. Dargaud
acaba de reconstru:iJ: i retocar.
"Para 61 Marla Estuarc10 ha sido un ideal de poeta, un suerro de
artista, un enigma de fi16sofo cuya soludon 11a bnscado pOI' espacio
de cuatro anos en Francia, en Escocia, en Inglaterra, en los castillos,
en los palacios, en las prisiones, en las galerias, en las biblioteeas, con
esa simpatiu apusionada que es etamor plat6nico del historiador, CODStituyendose
en pel'seguidor de este melanc61ico fantasm a enya ruemoria,
pOl' una afinidad mistcriosa, pareda estar eondenada como en
la vida, a una evasion eterna. POI' entre las fiestas, las batallas, las
prisiones, ha seguido paso a paso la dilatada senda de su destino, que
comienza en el palacio de Fontainebleau para terminal' en e1 cad also
de Fotheringay flotante i borrascoso como e1 mar que separa entrambos
puntos; ha examinado las 1'uinas, intorrogado los ecos, rejistrado
las cenizas; ha l'ecqjido tambien en 8U camino las leyenua8 popnlares
que crecen como flores si1vestl'es en los huccos de la histol'ia, ide
cstas piadosas escavaciones, de entre 01 polvo todavia caliellte de 10
pasado, ha estraido un libro grande como una epopeya, patctico como
un drama, vivo como una evocacion; libro que es a la vez e1 retrato
de una mujel'i Ia pintul'a al fresco de una 6poca, e11'elicario de Ull
nombl'e i 01 musco de un siglo.
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PROLOGO DEL TRADUCTOR.
que adoma e1 manto de las reinas euya beldad eternizaron en sus
obms maestras."
Despnes de un examen erltico tan detenido, tan intelijente, tan
concienzudo i completo de esta obra, parece que nada debieramos
anadir. I sinembal'go, 8 c6mo podriamos pasar en silencio Ia carta en
que el celebre M. de Lamartine habla al famoso Beranger de Ia
impresion que Ie ha causado la lectura del libro de M. Dargaud 1
Su voto, como saben nuestros lectores, es de mucho peso en materias
historicas 1 i no queremos pOl' tanto, privarlos del placer de conocer
esta carta. Hela aqul:
"Tambien como U. celobro, mi querido Beranger, e1 triunfo
indudable de nuestro amigo, que con su obra de JJ:faric6 Bstuardo ha
conseguido interesar a los hombres de COl'ftzon i de talento. En su
libro encuentro a la vez instl'llccion i amenidad. U. ya sal)e que me
gustan las narraciones, pero no los ana1es; para mila historia no es
mas que e1 drama de las cosas humanas; pOl' eso he dicho no s6 donde,
que nada existe mas persuasivQ que llna lagrima, i que la pied ad es
e1 faUo clel corazon. Muchas lagrimas hai en los salones de Holyrood,
ese palacio de los amores trajicos; pero mas se vel'tern,n sobre las
pajinas de este libTO, i ese sera un tl'iunfo mucho mayor: Ia humaniclacl
es patetica. •
" I verclacleramente, la 0 bra maestra de nuestro amigo t no con·
siste en babel' exhnmaclo semejante historia? j Que personaje mas
patetico que esa hija de los Guisns, a los diez i seis afios viuda ya de
un rei de Francia; tl'asplantada a Escocia para reinar sobre un pais
barbaro; disputada como Elena pOl' dos patrias distintas, dcsgarrada
Stl conciellcia pOl' dos relijiones que Inchan cada cual pOl' su dominio ;
adorada, envidiada, arrebatada pOl' pl'etendientes que poseen 0 que
piel'den su COl'azon; espiada pOl' una Agripina, zelosa al mismo
tiempo de su trono, de sa juventuc1 i de Stl hermosura; Ora amante,
ora guerrcra cautiva como una heroina del Tasso, bastante poetisa
para inmol'talizar sus pesares en sus versos; libertada del primer
calabozo pOl' e1 am or, vnelta a aprlsionar porIa traicion, inspirando
no obstante pasioncs a sus verdugos a tl'uves de los hierros de Sl1S
torl'es i de las hlgl'imas de su snplicio; arrastl'ando en BU mina a sus
libertadores, i Bubiendo al fin como reina al cad also para lanzarse al
cielo purificada pOl' elmartirio ....
" j Ah! si U. i yo a los veinte afios hubieramos tenido una heroina
semejante, I qu6 canciones epicas i que poemas ! .... N uestl'O amigo
!la tenido mejor eleccion que U. i que yo ; i annque su poema es una
historia, refiel'e, canta i Hora como nuestras estl'ofas. D::trgaud tiona
Dna raZOl1 severa, moral incorrnptible en sus fallos; pero sobre todo
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PIWLOGO DEL TRADUCTOR. 9
conmovido profundamente los animos. En pos de M. Dargaud viene
M. Mignet. No podemos dispensarnos de mencionar 11.1 primero de
estos autores 11.1 tratar del segundo: ambos nombres pertenecen a lao
misma obra i no nos es Hcito separarlos.
"J'vI. J'vIignet es un escritor erudito, profundo, grave, que traza la
historia como analista, que narra con verdad, deduce con clal'idad i
concluye con 16jica precision: pOl' sus libros se saben los acontecimientos.
i Pero acaso esto es bastante? En nuestro concepto, no.
Algo es aprender 1a historia, pero creemos que principalmente debe
aspirarse a hacerla comprender. EI historiador digno de 11evar este
nombre, no solo debe a sus lectores una narracion faciI, elegante i
cOlTecta, sino tambien 111. luz, que es e1 destello de la verdad eterna
en los sucesos accidenta1es i pasajeros; la ernocion, que es]a vida
real i palpitante en 111. accion que se reproduce i en e1 hombre que
renace; e1 colorido, que es e1 re:fl.ejo de los tiempos que pasan sobre
las pinturas en que se renuevan esos tiempos. En surna, e1 historiador
es a la vez un analista que relata, un pintoI' que da colorido, un estatnario
que modela, un fi16sofo que piensa, un moralista que juzga,
un, poeta que se conmueve. La narracion clara i rapida como los
hechos, el cuadro vivo i variado como 111. naturaleza, el retrato esacto
i animado como la vida, la imparcialidad austera e inexorable como
]a conciencia, 1a epopeya grande i sublime como e1 heroismo, eso es
1a historia.
"M. Dargaud la ha cornprendido asi: nosotros hemos vuelto
a leer su libro despues de leer e1 de M. Mignet. j Quanta vida hernos
hal1ado en 61! j cuanta enerjia de concepcion! j Que riqueza de
co1orido! j Que profundidad en los fundamentos de la verdad politica
i filos6fica! i Que e1evacion, que grandeza en la cumbre de esa inspiracion
que Ie sobrepone a los partidos, i desde cuyo punto Ie peI'mite
dominar a los hombres que retrata i las situaciones que representa I
En la obm de M. Dargaud e1 lector no lee, sino que vive en la
epoca descrita pOl' e1 autor; participa de sus pasiones, sicntese arrastrado
pOl' su entusiasmo, pOl' su odio, pOl' Sll fanatismo. In:fl.amase en
pasiones de am or i de compasion acia aquella reina tan hermosa, tan
desgraciada, tan culpable tarn bien ; la signe en todas las vicisitudes
del drama de su vida; la arna i la adrnira cuando viuda ya de Francisco
IT i vestida de luto, rnurmura dulcernente sus qnejas en tiernas
elejias que resuenan con ecos desesperados sobre 1a lira de Ronsard;
la cornpadece cuando privada de su patria i de su dicha porIa fatalidad
de su grandeza, 1a ve arrojada a un pais semi-barbaro en medio
de fanaticos implacables i de luchas sangrientas para ser vlctima de
los unos i de las otras; la acusa i la condena cuando despues de haber
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PROLOGO DEL TR.ADUCTOR. ·
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10 oscarba; investiga on las cORtumbreR, on bs civilizaciones, on las
trllclicionos, en la naturaloza sobro todo, 01 secroto do las cosas que
l'efioro; coloca una Inz on cada focha, una ensoi1anza en cada suceso,
nna verdad on cada consccl1encia; haco observar todos los roovimientos
lIel espil'itu IlUUJano; i de todas esas impresiones, de todos OSOS
sentimientos, de todos esos fanatisroos, de todos esos horoisroos, forma
Ia vida en sn iro:ijon roas esacta, pero Ia vida en presencia del tiompo
que pasa i Ia deja atras, i en presoncia de Dios que permanece siempre
j que Ia juzga.
"En conclusion, M. Dargaud i M. Mignet ningnn dano se haran
el uno a1otro. Sm'an tal vez emulos, pero no pueden ser rivales : han
escrito Ia misma historia, pero no han hecho un mismo libro: entro
sus obms hai tanta diforencia como entre los sistemas que han
adoptado. EI uno, M. Dal'gand, ha viajado pOl' Escocia, la esperimentado
la impresion de los lugal'os, se la inclinado sobre las minas
que son los testigos do 10 pasado, ha visto i tocado el torreno, ha
estndiaclo las figuras en los antignos rotratos colgados de las paredes
on las ahadias i en los lTInseos, ha sentido, pOl' docirIo de una vez, SI1
aSllnto antes de tl'atarlo. El otro, M. Mignet, ha viajado en los aI'chivos,
on las bibliotecas, en Ia c10ncia, do Ia cual os nno de los mas
egl'ojios profesores; 11a compuIsado con escelente critorio i rosllmido
con docta llahiIidad. Ciertamento qne M. Dargalld no so quejanl.
de ello, porque en oste punto M. Mignet confinna can 8U autoridad
incontestable cnanto 61 habia asontado. Ambos han formado una
ostatna verc1adera, imajen fio1 de nna cpoca, de una civi1izacion, de
las 1uchas relijiosas, de las amIJiciones en guol'1'a, de una mnjer quo
fne una reina, i de u])a reina qne fue una lllf.1.rtir. Solo qno OIUllO 11a
hocho una ostat113 majestl10sa i muda como la Academia, i 01 otro
una e8tatna viva i animada como la Immanidad."
Ct'oemos oscllsado c1istraer pOl' mas tiempo Itt atencion de
nnestros loctoros: osporamos, sinomhargo, qno aplaudiran 01 ponsamionto
de vel'ter a nuestro idioma una obra qno es a 1a voz llna
novola, una !listoria i un drama.
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SUMARIO.
Plan de In historia-Nacimiento de Marln Estuaruo-Jacobo V.-Sus avenLIII':\S­
Lindsny-Bnchnnam-Presbiterinllismo-Magdnlcnn de Fl'lIlltia-Marin uc LOl'enu­
Enrique VIlI-Guerl'n entre Inglaterrn i Escocin-Mucl·te de Jacobo V.-Col'onacion
de Maria Estuardo en Stirling-Resiuenein de In reina nllia en el ruonasLerio ole Inch­
Mahome-Persecucion contra el protestantisIDo-El Caruenal Beatonn-Suplicio de
Jorje Wishal't-Asesinato del Cardenal Beatoun pOl' Norman Lcsly-Knox en eJ
castillo de San Andres-ToIDn del castillo-Knox i los demas pl'isionol'os en los presidios
de Francia-Desembal'co de Maria Estu!\ruo ell Brctaiia on el pnerto de Roscofi'­
Su llegnda a Saint-Germain en Laye--Enrique ll-SllS fovol'itos-Diaua ue Poitiel's­
El condo do Arran-Rejencia de Maria de Lorena-EI conde de Angus-La iglesia
prcsbiteriana.
_ _ '-+-0-__
Voi a narl'ar con imparcialidad la historia de Maria Estuaruo;
de esa princesa que, descendiendo de una raza de heroes pOl' SU madre,
i de una raza de reyes pOl' Stl padre, fue Ia mujer Illas hermosa de Stl
siglo, la mas i1nstre pOI' sus encantos, pOl' sus desveutlll'as tambien, tal
vez pOl' sus crimenes, sin ducln alguna pOl' Stl espiacion.
E1 amor fue sin cesar la Qcupacion ardiente de Marla Estuardo,
la politica no fue mas que el escollo de su vida. Posey6 e1 amor todno
an alma desde e1 coquetismo hasta el crImen. Am6 i fnG amada en
los alcazares, en los campos, en las prisiones, i se abandono sin freno
ni reserva a sus antojos 0 a sus pasiones, difundiendo pOl' todas partes
en torno suyo esa llama invisible que abrasa el corazon.
Su seduccion fue irresistible siempre, c1'ue1 con frecnencia., atroz
una sola vez: embriag6la e1 amor en los festines de Holyrood; la
politica, empel'o, la desperto de su sueno volnptnoso, i asielldola con
forrea mano, In, encadeno, la apl'isiono, 1a sacrifico. Maria fuc la
victima de Ia politica como habia sido elldolo del am or.
B01'l'ascosa fue su vida, trajica su mnerte, i Stl memoria flnctua
entrQ 1a ignominia pOl' nn Jado, i pOl' otl'O 1a canollizacion. Santa,
segun nnos, envenenadora en concepto de los otros, ora l'eina q uerida
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MARIA ESTUARDO. 21
J asto es afiadir que contra los grandes i en favor de los peque:lloB
desplego de vez en cuando el rigor saludable de un vigor omnipotente.
Su reucor ora implacable, inestinguible contra los Douglas, tiranos de
BU jm'entud i del Estado. Sediel1to de justicia emprendio un viaje
pOl' Escocia i pOl' las fl'ontoras, i en iTeg6 al verdugo los mas nobles i
temi11es esquiltnadol'os del pais, dosolado a la sazon pOl' las rapinas
i las violoncias de los grandcs. EI torror que produjo en los castillos
devolvi6 la tranquilidad a las cabanas, en las cnales se bendecia en
alta voz sn nombre, i se decia: "N uestros rebanos no necesitan ya
para su custodia mas pastores que las matas de los prados."
Jacobo V vivio tl'einta inn anos; poco mas larga qne su reinado
fa6 su vida; cuanto mas 10 estudio mas patcntes yeo en 61 las causas
prilllitivas, remotas, de las catastrofes que sucediel'on despues, i mas
me convenzo de que Jacobo, con su conducta on los asnntos l'elijiosos
de su tiempo, acumu16 insensiblemente las nubes de cuyo seno partio
el rayo que debia aniqui1ar lentamente su trono, su patria i su familia.
POI' parte de sn madre Margarita, era sobrino de Enrique VIII
de Inglaterra.
N adie ignora que este monarca, f3iendo al principio defensor de
la fe contra :Mal'tin Lutero, lleg6 mas tanle a negar la autoridad del
Pupa, cambia la relijion de Stl pals, se apoueI'6 de los bienes del clero
cat6lico i los l'opartia entre los nobles para convertirlos en sus mas
adictos partiuarios. Campos, bosques, prados, ganado, vajilla de plata,
ml1ebles, estatuas, cuadros, bibliotecas, privi1ejios, todo 10 arrebato,
prodig:indolo en soguida segun las miras de su polltica estravagante,
i cediendo a los caprichos mas desordenados, hasta el estremo de
regalar una prebenda eclesiastica a un cocinero en recompensa de
haberle preparado un plato esquisito. Tom6 a1 mismo tiempo la iniciativa
en la direccion de Ins nuevas ideas, i sin dejar de ser rei se
hizo jefe i papa de la reforma en Inglaterra. Sus pasiones, en su principio
infames, hicieron las vezes deljenio; i ni aun oljenio Ie llUbiera
elevado a 61 i a sus descendientcs, en aquel ent6nces i en e1 porvenir,
a un grade de fortuna mas elevado ni mas seguro. Como amaba a su
sobrino i aborrecia 01 catoliclsmo, resol vi6 ensanchar i elll'obustecer el
po del' del uno a costa del otro, i escit6 al rei Jacobo a que imi tase su
ejemplo i plantease en Escocia Ia l'ofonna que ya se habia introducido
en aquellos paises obstinados i bu.rbaros. No se mostraba contrario el
pueblo a 1a l'ealizacion de este proyecto; i Ia nobleza, noticiosa de las
prodigalidades de Enrique VIII, i de Ia abnndante distribucion que
habia hecho de los bienes del clero secular i del monastico, cecliendo
ademas ala influencia que los escritos de Calvino ejercian ent6nces,
se promet.ia del rei Jacobo las mismas mercedes que el monarca
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MARIA FBTUARDO.
ingles habia pl'odigado a sus subditos, i abrin a las doctrinas presbiterianas
todos los horizontes de su intelijencia.
Jacobo mismo no se mostr6 contrario en un principio a los designios
de Enrique VIn; persigl1i6 con bur10na ]ijereza los abusos del
cat01icismo ; mand6 qne David Linsay, e1 pocta de moda, cornpnsiel'a
s:Hiras contra la corrupcion del clero, i di6 en cargo a Buchanan,
especie de J uvenal prosista i dogmatico, escritor el mas elocuente
de todo e1 reino, que escribiese folletos sobre el mismo asunto.
Linsay como artista i Buchanan como te610go censural"on los
vicios del clero cat6lico. '
Esto hizo que se formase una opinion publica formidable. Algunos
modestos precursores de Knox recorrian e1 pais predicando In
que ellos se figuraban ser doctrina pura del EV:llljelio. Predicaban
en las chozas i en los alcazares, reuniendo discipulos, afiliando en
todas partes soldados para sostener las nuevas ideas. Propagabase
con rapidez e1 presbiterianismo, rapidez que debia acrecentarse con
la persecucion.
Parecia que estos resueltos i valerosos ap6stoles no aspiraban
sino a1 martirio, atacando a Ia iglesia cat61ica con to do e1 ardor del
entusiasmo juvenil.
Gritaban contra el ayuno, contra e1 culto rendido a los santos,
contra las plegarias por las almas del pnrgatorio que, segun decian
eIlos, torminaban en una limosna, en un impuesto universal i forzado
que la avaricia del clero exijia ala cl'edulidad popular.
Tampoco en sus ataques perdonaban a los conventos, a los cuales
denominaban nidos de ociosidad i de vicios, que con artimanas i supercherias
despojaban de sus bienes a las familias, i pOl' 8U institucion
privaban a Ill. tierra de un gran numero de cultivadores i a la Escocia
de una porcion de sns eiudadanos.
Ellfuredanse pl"incipallllente con las indnljencias que convertian
en trafico algunos misioneros cat61icos, quitando todo freno a las pasiones
hnmanas, i ofl'ecielldo al crimen una cOlUQda espiacion, como
era el donativo hecho a los conventos de las rapifias mas erueles i
execrables.
Estas eran las recriminaciones i los progresos de las nuevas ideas
en los valles, en las montaf\.as, en las orillas de los lagos de Escocia.
Poco falt6 para que Jacobo ceruese al impetu del torrente; habia
prescindido de toda consideracion con los obispos; los trataba con
altivez icon c61era; los recibia, segun refiere Melvi, con adusta
severidad, llamandolos avarOs i sanguinarios. "8 Con qne objeto,
dijoles cim'to dia en Stirling, pensais que mis antecesores han dado a
la iglesia tantas tierras i tantos tesoros? t File quiza para mantener
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MARIA FSTUARDO. 83
sin desgracia de ninguna persona. Los escocoses de Ia comitiva de la
reina, interpretando mo.l aquel accidente, principiaron a gritar :
" Traicion! traicion I" pero el sefior de Rohan, que iba a pic j unto a
In. litera de S. M, les gt"ito con toda su fuerza: ".:r aroas breton hizo
traicion!" I durante los dos dias que permanecio 10. reina para
descansar de su fatiga del mar, hizo qui tar las cerradnras de
'todas las puertas de 10. ciudad, i romper las cadenas de los puentes."
Inmediatamente fueron conducidas las cinco Marias desde
Morlaix a San Jerman en Laya, donde Ia joven reina fue acoj ida
con una tel'llura mezclada de ambieion i de curiosidad.
]'raneiseo I acababa de bajar a 10. tumba acompafiado del sentimiento
de los hombres de Iatras i de los hombres de espada. El
advenimiento de Enrique II habia sido 01 advonimiento de una
querida i de una poreion de favoritos. "En los momentos de 130 agonia
del rei, dice un historiador.contemporaneo, el del fin (Enrique II)
abrumado de disgusto se habia eebado en la caroa de la de1fina
(Catalina de MCdieis) In. cual estaba en el suelo haci6ndose la desconsolada.
POl' el contrario, In. gran senescala (Diana de Poi tiers) i 01
duque de Guisa, que no era todavia conde de Aumalo, estaban aUi,
nquella a1egre i gozosa al ver que se aeercaba la epoca de sus triunfos,
i oste paseandose pOl' e1 cuarto de la delfina: de vez en cuando
se acercaba a la puerto. a saber noticias, i cuando volvia solia decir:
"Se va 01 galan. "
Tenia ent6nces Diana cuarenta afios porlo monos; pero era la
dama mas hermosa i distinguida de Ia corte. Ninguna huuiera aspil'[1.do
a ser rival suya. Ni Ia misma reina, que solo contaua veinte i
seis aliOS, trataba de lucbar contra su ascendiente irresistible, i conscntia
on vi vir con ella en su palacio de Anet, mansion deliciosa, aun
antes de haber sielo restaurada pOl' e1 jenio de Filiberto Delorme.
El papa Pablo ill procuraba tenerla a su favor, i Ie envia.ua una
cadena de perlas de subido prccio. Los favoritos, el condestau1e de
Montmorency, el mariscal de San Andres i los Guisas, Ia adulaban
a fin de compartir con ella los favores del amo.
Los Guisas, que no eran solo cortesanos i gnerreros, sino mas
principalmente jefes de partido i hombres de Estado, echaban los
cimientos de una grandeza mas incontestable, inclinando a flU hm'mana
Ia reina viuda de Escocia i al rei Enrique IT para concortar e1
matrimonio de su sobrina con el delfin.
. El conde de Arran, rejente del reino, el pariente mas pr6ximo
1 heredero de Maria Estuardo, solicito siempre en agradar, no se
op,ns o 0.1 viaje de 10. j6ven reina, i basta se asoci6 a los designios de Ia
rem a. llladl'e, 10. enal con toda Ia vchcmcncia de una princesa. de la
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}1ARB. ESTUARDO. 85
con una escoltl1 que pasaba de mil jinetes. Contra semejl1nte abuso
publico la rein a rejente una ordenanza que se fij6 a la entrada de
todas las iglesias de Edimburgo i a la puerta de los castillos. Los
senores hicieron arran car la ordenanza, con el objeto, decian, de
leerla con mas comodidad. Cuando se encontraban en la escalera
principal del palacio donde se reunia e1 Parlamento, se paraban
ri(mdose i elojiaban irDnicarnent:e el cuidado que la reina se tomaba
pOl' sus bo1sillos, sus vacas i Sll cerveza, procurando desembarazaTlas
de los tlmos que les arruinaban con su apetito desordenado. "Pero
les gusta tanto vi vir a nuestras espensas, anadian, que la reina no
hara mas que perder tiempo i cal'teles."
No se dOSl111im6 Marla de GUlsa, i pidi6 a1 Pariamento un impnesto
que Ie pel'mitiese levantar tropas regulal'os i perruanentes. El impnesto
fu6 denegado pOl' una inmensa mayoria, i los orad ores, golpeando
con sus manoplas 1a mesa de sus deliberaciones, gl'itaroll que no
necesitaban brazos mercenarios pal,'u protejer contra toda invasion a
su querida Escoeia.
Veneida la reina en el SenD mismo del Parlamento, acudi6 a
negociaciones particulares que no Ie dieron mejores resultados. Suplico
a los mas poderosos que recibiesen guarnicion en sus castillo!;
almenados a pretesto de defenderlos mejor contra los ingleses; pero
eUos que se habian resistido a las ordenes i a las amenazas, se bU1'1aron
de las suplicas. Su nnauime negativa se eucuentra perfectameuto
resumida en la de Douglas, conde de Angus.
La reina, alegando su interes pOl' Douglas, Ie propnso que
recibiese una guarnicion fl'ancesa en su castillo de Tam tall on, mui
espuesto a los insnitos i a1 rencor de los ingleses. DOl1gIas se inclin6
i protest6 de su entera adhesion a las dos reinas i a1 poder real. En
seguida dil'ijiendose a su ha1con favorito que l1evaba sobre e1 puiio i
que harto de carne Ie pedia todavla mas: "Pajaro gloton, dijo, itan
insaciable eres que nunca creeras que tienes 10 bastante?" La rejente
se mordi6 los labios de despecho hasta hacerse sangre; pero luego
que pudo dominarse inst6 de nuevo a1 conde para quo acccdiese a los
descos que Ie habia manifesta:do. E1 conde midindoia ent6nces cal'll n.
cara Ie l'espondi6: '''Senora, mis castil10s son de Vnestra Gracia, i
estan prontos a bajal' sus puentes levadizos ante vos; pero pOl' e1
sangriento corazon de los Douglas, que renegarian de m! todos mis
antepasados i todos mis descendientes, si dojasc yo de ser su
go1.>ernador. "
. Al ha1.>lar e1 conde de Angus pOl' sl, espresaba a la vez los sentimlentos
de todo el feudalismo escoccs.
La rejente, al'l'astrada mas bien pOl' 01 o1e1'o i pOl' sus hcrmanos a.
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8S MARIA ESTUARDO.
adquirio una fuerza incalculable i del todo independiente del poder
real. Los ministros flleron los ap6stoles de esta nueva iglesia, i entre
ell os sobresali6 Juan Knox, de quien tendremos ocasion de hablal'
mas adelanto.
Tanto el pueblo como los nobles, atraidos pOl' e1 gusto de las
noveclades, i los ultimos porIa aficion a los bienes eclesiasticos, se
adhiriel'on casi unanimemente a la confesion de fe, i el establecimiento
del presbiterianismo en Escocia qued6 con esto consumado.
Oolocado Jacobo Ventre la Iglesia i la reform a, pero contanJo
con el apoyo de Francia, Espana i Roma, opt6 desde luego porIa
Iglesia i se declar6 adversa.rio de la refOl'ma.
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•••
SUM.A.RIO.
Maria Estuardo en 1a corte de FraDcia-,Su educacion-Su amistad con los poetas-I_os
V"alois-Cntulina de MCdicis-Ln dllquesade Valentiuois-MarinEstuardo, prometidn
del uelfin-Sitnncion de lospal'tidos-Ln refol'mn. se pl'op(lga-Antonio de Navarr(\­
EI principe de Conde-El almiraote Coligny-I_os Guisas-Clauuio de Lorel1a i sns
seis !Jijos-Muerte de Enrique II-L\dveoimiento de FI'ancisco IIi ue ]l,1,l1'i(l Estunrdo­
Los Guisns, l111eVOS alcaldes del palacio-PI'oeeso de Anne DnboUl'g-Collspir!lcion
de Amboise-El cal1oi11er l'IIospital-Mucrte de Froncisco II-Sentimi nto de
Maria Estnaruo-Retirase a1 eonvento de San Pedro en Reims-Resuelve volver a
Escocia-Versos de Ronsal'u-Fontaiuebleau-Snle Maria E.tual'do de San Jerman
i llega a Calais,
• • •
RETROGRADElIfOS algunos pasos en nuestra nal'l'acion; volvamos a
Fl'allCia, a San Jerman, donde se c1esarrollaba placenteramente la
vida de Maria Estuardo.
De16itase la imajinacion al contemplarla nina primm'o, j6ven
Iuego, i Sielllpl'O hermosa en las revueltas de aquel palacio de ladl'illo,
situ ado entre e1 rio sembrado do l'isuenns isins i e1 inmenso bosque
poblado de javalies, de ciervos i de cazadores. Placla ala rejia niila
ese palacio en donde completaba su educacion de Inch-Mahome. Sll
il1te1ijencia se ihlminaba a todos los l'esplandol'es i se desportaba a
toc1a clase de soniuos. Desde su ventana miraba unns vczcs el ciel0
estrellado i otms creia c1ivisar 80b1'e las olas los juegos de las nayaJes
del Sena. Desde 10 alto de los balcones aCl'eos prestaba ateucion a
108 80nidos de In. tl'ompa, i en aquellas tocatas tie los bosques seguia
pOl' espacio de horas enteras los dramas variados do las cazol'las
fel1dales.
"Siempre tuvo aficion a Ia caza," ha dicho de ella Ohastelard.
Desde su llegada a San Jerman en Laya, trat6 de adquirir
destreza en soltar e1 halcon i llamarlo para que volviese.
Enrique II tenia. en San Jerman los mejores aVlos de caza qUE!
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40 MARIA EBTUARDO.
1abia no Ia sazon en Europa; de los edificios destinndos a guardarlos,
era e1 mejor la perrera, otro palacio construido de ladrillo como e1
que el rei habitaba.
Alli llevaban a Maria Estuardo pOI' via de recompensa i distraccion
a 10. hora en que los perros volvian i se precipitaban por las
puertas i pOl' las vent an as bajas en los cumtos. Ent6nces se les preparaba
en innumerables artesas su cornida, 9.ne consistia en una sopa de
caldo de carne, pan de cebada, centeno i tdgo: en segnida lcs gritaban:
i a la mesa! i a la mesa! i Marla aplauuia con entnsiasmo]a
irl'upcion de los perros sobre lus artesas. Luego que estabau hal'tos i
satisfaciau su sed en el arroyo, tenia e1 misrno placer la joven reina.
cuando pOl' medio de silbidos los hacian entrar en sus cuartos, dondo
durante la comida se les habian renovado sus lec10s de malz i paja.
Esta cpoca 10zamt i dichosa de la vida de Maria Estuardo ha sido
desfigul'ac1a porIa novela, i la his tori a debe consagrarle pOl' tanto un
recuerdo i una pajina.
Maria se hizo notal' desde ent6nces pOl' sus felizes disposieiones.
Sus conversaciones precozes adrniraban i su gracia sedllcia a cnantos
la rodeaban. Su tio, cl cardenal de Lorena, hablaba de ella con
orgullo i cornplacencia a ]a rejente de Escocia:
"Vnestra hija ha creoldo i crece todos los dias en bondad, belleza
i virtndes. . . .. E1 rei se divierte mucho en hab1a1' con ella ..... i
Marla sabe ent1'etenerlo con arnenas i oportunas conversaciones, como
pudiera lace1'10 una mujer de veinte i cinco afios."
En otra carta hace notal' e1 cardenal con mas ambicion que
piec1ac1, "que es mni devota." POI' 10 demas, esta dcvocion no ]a jmpedia
entJ'egarse dcsde los primeros afios a toda la volubilidad de sus
caprichos i a toda la impetuosidad de sns instintos. Tenia una aficion
decidida al baile, a los espectaculos i a los conciertos. La illusica ]e
causaba conmocioncs e16ctl'icas, i los poetas a quienes ya inspiraba,
deponian a sus pics gllirnaldas de versos i coronas de flores.
Maria, bril1ante pOI' su lozania, mimada i adOl'ada por todos, lleg6
a ser uno de los encantos de Ia corte de los Valois. (' N uestra reina
escocesa, decia Oatalina de M6dicis, con solo una sonris3o hace perder
01 juicio a todas lfts cabezas francesas." Educada en este espejo i
prometida al delfin, 1a cncautadora princesa, mas feliz con est a dicha
quo orgullosa pOl' su corona de Escocia, miraba ya con ojos de soborana
aquella brillante corte que tenia a sus pies i que debia gobornar
andando e1 tiempo.
Solia 'Viajar segun las estaciones, i siempre con nuevo i ju venil
placer, de sitio en sitio real; de San Jerman a1 Louvre, del Louvre
a Chambord, de Ohambord a Fontainebleau, IDrlUsion de las delicias,
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MARIA EETUARDO. 41
de In. cuzu i del amor; i admiruba candol'osamento todas las art os qno
ombellecian con sus obms muestras aquellus morn.dns, los lienzos del
Ticiaoo i de Leonardo de Vinci, los frescos del Pl'imatico, los dibujos
de Francisco Clouet, los monnmeotos, las capilJas, las escultnras de
Filiberto Delorme, de Pilon, de Cousin i de Juan Goujon.
Cultivaba tambien las letras, i poseia el griego, ellatin, e1 italiano,
el ingles, el espailol i el frances. Compnso en el idiom a i el estilo de
Ciceron, imitando la moda de Flol'encia, nna urenga sobre la aptitud
de las mujeres para las ciencias del entendimiento, i la recite en
presencia del rei Enriq ne II con aplauso de toda la corte. Comp1ac:iaso
en conversul' con Mellin de Saint Gellais, con Ronsard, con J ouquiu
de Bellay, con Baif, con J ode lie, con Amadis J mnin, con Remijio
Belleau, con Pontus de Tllinrd, con Pedro Ramns, con los poetas i
los llU(nanistas. POl' mas que digan sinernbul'go los doctos bi6grufos,
preieria pOl' las noches las convcl'sacioncs de los j6venes de In corte,
en las galel'ias do Francisco I i de Enriqne II, 0 pOl' las mailanas de
verano a 10 largo de los canales, en las veredas de los pm'ques, a orillas
del estanque i de las fuentes. LO mismo que a1gl1n tiempo despues sn
cunada Margarita de Valois, no menos sabia que ella, 10 que mas
deseaba pronl111cial' i oil' en todas las ]Cl)guas del Norte i del Mediodia,
cran las volllptnosas palabl'as de aquella corte galante, caballeresca
i corrompida: Ems, Cupido, Amo?'.
Maria Estual'do veia sin disgusto la humillacion de Catalina. do
ltfedicis a ql1ien llamalm con un desprecio que no se 10 perdon6 nunca,
la oomel'cianta florentina. Guan1aba toda su predileccion para la
duquesa de Valentillois, que habia cobrado gran carino a Maria i de
quien esta escribia a Stl madre la reina viuda de Escocia:
"Senora, , .. ya sabeis 10 l'Il1lcho que aprecio a madama de Valentinois
pOl' 01 arnol' cada vez mas grande que me muestra, .. ,"
Diana de Poitiers, esa rnnjer encantauora a quien sus envidiosas
daban e1 dietado do "la Diana pagan a," "la Diana de Efeso;" esa
hermosa Diana, In. protectora de las artes, el ideal de los pilltOl'eS ide
los escl1ltores quo la representaban como ala diosa enyo nombre
llevaba, con una media lnna sobre la cabeza, fucla favorita mas 110ble
de euantas tl1vieron los Valois, la unica que entre tantas galanterlas
sensuales csperimente i supo inspirar una gran pasion: mnjer de
verdaderll nobleza, que tenia veinte aliOS mas que su rcal amante i a
qnien este adore hasta la mnerte, no qniso que Enrique reconociese
una ltija que habia tenido en ella. "Yo habia naeido, Ie dijo Diana,
para tenel' de vos hijos lejitimos: he sido vnestra

42 MARIA ESTUARDO.
. Era sensible a la piedad i a 1a amistad como al amor. Voase una
carta suya que me han facilitado, carta aut6gl'afa e in6dita que revela
invo1untariamente sus buenos instintos i sus caprichosos gustos :
A MI BUENA AMIGA MADAlII.A DE MONTAIGU.
"Mi buena amiga: acaban de hacel'me relacion de la muerte de
la pobre j6ven Juana, .;:. i no he podido contener las 1agrimas al oil'
el 1enguaje dulce i resignado que us6 en aquel ultimo sl1p1icio. Porque
jamas se ha visto princesa mas dulce i cumplida, i ya veis que
es propio de estas perecer a los golpes de los malos.
" i Cuando vendreis a visitarme, mi buena amiga, deseando tanto
vuestra vista que me aliviaria de toc1os mis pesares, cualesquiera que
fuesen, que al que sube, to do Ie pesa i Ie contra1'ia? Pues bien, veu
10 que sucede muchas vezes con subir al ultimo escalon, que no parece
sino que e1 abismo esta arriba.
"El mensaje1'o de Inglaterra me ha tl'aldo fiuchos vestidos
he1'l)1osos de ese pals, de los cuales si venis a verme pronto, teuch'eis
buena parte; esto debe moveros a salir del sitio en qne estais i a hacer
con actividad los preparativos para pasar aqui algun tiempo, para 10
cual dare las ordenes convenientes a fin de que nada os falte. No me
pagueis con buenas palabras i pl'omesas, pues quiero estrecharos en
mis brazos para estar segura de vuestra presencia. Oon 10 cual,
esperando ese momento para abrazaros, rogaI'6 aDios mui devotamente
que os conserve en cabal salud segun 10 desea
"V uestra afectisima para amaros i serviros,
DIANA."
Diana de Poi tiers era la verdadera l'eina de la corte, donde nada
se hacia sin con tar con ella. Cuando el rei vol via de la guerra i se
entregaba a todos los ejercicios, a todos los placeres de los bOroes,
Diana nunca quedaba olvidada: era preciso que esta se presentase en
las gran des cazerlas, en las fiestas, en los bailes, en los torneos. En el
invierno, si e1 rei jugaba a 1a pelota 0 iba a des1izarse sobre e1 hielo
del estanque de Fontainehleau, 0 en los dias de llnvia se adiestraba
en la esgrima en aIgun salon de palacio, Diana i las damas asistian
a todos estos caprichos, a todos estos ejel'cicios que simulaban los
combates 0 los sustituian. Aquelrei-soldado, sin instruccion, menos
disoll1to que sn padTe, menos cruel que sns hijos, fue el mejor de los
Valois, merced ala inftuencia de Diana; pOl'que esta mujer CllyO imperio
sobre el monarca era absoluto, tenia una alma intrepid a, sensible
i re1ijiosa, de snerte que podian pel'donarsele sn fanatismo, que era e1
de su siglo, sus riquezas, qne distribuia en beneficios, i sn a1nol', qne 10
Juana Gray, decnpitada a 108 diez i siete Ilfios.
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MARIA ESTU ARDO. 43
seutia en el COl'azon mucho mas que en los sentidos. EnriqueU llevaha
los coloros de la duql1esa de Valontinois (blanco i negro) cuando fue he­
Tido pOl' Montgommel'Y. Despues de la muerte del rei se retir6 Diana
inconsolable a su casa de Anet, miniatura encuntadol'a de Fontainebleau.
Ent6nces el amor en la corte dejener6 mal'cadamente en depravacion,
i se Ie vi6 hastiarse, estraviarse, refinarse, corromper i envilecer
a hom bres i mujeres, encenagarse, mofarse i matar ala vez como en
In Roma de los emperadores. Los hijos de Oatalina preludiaron las matanzas
con orjlas. Ou-rlos IX se estnsiaba al lado de Marla Touchet la
noche antes de San Bartolome, como N eron Call Poppen antes del asesinato
de los dudadanos i de los sabios que sobrevivian en e1 imperio.
i Estranas cpocas en que el desenfl'eno es feroz, lleno de imajinacion i
maldad, en que la sangre es el complemeuto de 1a volnptuosidad ! En
aquolla corte italiana i fl'ancesa en que reinaban todos los caprichos
del arte, todos los refinamientos de la vida, todas las fiebres de la
ambicion i del placer, llegaba Maria al trono de fiesta en fiesta.
En medio de todo, i sin qne ella 10 advirtiese, la politica tenia en
snsmanos e1 hilo trlljico de su destino.
Lutero, sirviendose de los principes, habia trastornado la Alemania
del Norte. Calvino introdujo el fuego en Francia, los Paises
Bajos, Inglaterra i Escocia, i conmovi6 a los pueblos. La refol'ma se
propag6 con una rapidez espantosa.
Antonio de Navarra no tenia mas reputacion que la de su nacimiento;
pOl' 10 demas era hombre irresoluto, indeciso, de caractel'
mni vivo, vacilante siemplle sin poder fijarsc, dobil, prodigo, valiente
en ocasiones, pero que debia mas a 1a fortuna que a si mismo, como
sucedi6 a sus descendientes, a escepcion de su hijo Enrique IV.
EI principe de Conde, su hermano segundo, era su hermano
mayor en cuanto a1 merito militar, i bien merecia ser e1 jefe de su
casa. 8n jovialidad era tan francesa como.su valor: impetnoso, osado,
marcial, nada tenia del sectario i se habia lanzado en Ia guerra civil
mas bien pOl' esplritu caballeresco i pOl' ambicion, que pOl' fe i
conviccion. El principe, que era de pequena estatura, boca grande i
ojos brillantes, tenia la nariz aguilena i los dientes acia fuera, doble
rasgo caracteristico de su raza, que en la parte superior del rostro
tenia cierta semejanza con el aguila i en la parte inferior COll eljavali.
Esta rama de los Oondo era el corazon de la casa de BOl'boll, i SUB
instintos no desmentian su fisonomia un poco montaraz. El primer
Conde, de quien hablamos en esta historia, era 1a osadia del partido
calvinista en Francia; Antonio de Borbon no era mas que su bandera.
. Pero el abate de Ohatillon era lacabeza i e1 brazo, Ia perseveran-
CIa, la estratejia i Ia habilidad de ese partido. .
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MARIA ESTUARDO. 45
hecho traicion pOl' seguir a su temible agresor. "De todas sus confiscaciones,
dice un antigno historiador, solo cOllserv6 Ull vasa de cristaI,
i en 61 bobia e1 oIvido de sus venganzas."
MUClto Antonio, 10 sucodi6 Renato como dnquo de Lorena.
Claudio, que ora uno de los hermanos mellores do -Antonio, fue a
establecerso a Francia, en donde se porpetuo su rama, Ia mas gloriosa
de Ia familia.
Reunia Claudio en la debida proporcion todas las buenas cnalidades
quo con mas esplelldor distiugnioron a sus descendicntes.
Estaba dotado de una gracia caballeresca, de valor i de provision.
Amigo do Francisco I, que Ie trataba mas como a hermano que como
a Sllbdito, se pronunci6 instintivamcnto contra Ia reform a i tuvo
euidado de no absorberso nunca. eu Ia corto. Sobresalia en 01 arte do
granjearse las simpatias, i asi reuni6 un inmonso uumero de partidarios.
Bu prop6sito fu6 agradar a Ja Francia i especial mente a 1a ciuaad de
Paris quo Ie amaba mas que a los principes mismos de Ia sangre.
Do esta suerto fund6 Claudio la politica i la popularidad do
su casa.
Dna manana que habia ido escoltado do sus hijos a tributar sns
respotos al rei: - " Primo, 10 dij 0 Francisco I, os tengo por d1choso on
veros renacer en una prole de tan halagueilas osperanzas."
I on efecto doj6 tras do s11a familia mas ambiciosa, mas btl,bil i
mas rica del rei no. Los seis hermanos tenian nna renta propia do
cerca de seiscientas mil libras, que en rc1acion con la monoda actnal
puoden avaluarse pOl' 10 menos en cuatro millonos uo francos. La
mitad casi do esa prodijiosa ronta portenecia al cardenal de Lorena.
Esto prolado, a quion Pio V Hamaba c1 papa ultramontano, ora
Un nogociador de dos filos, activo como un Guisa, diestro como un
italiano. El fno el primero que concibi6 el plan de formal' una santa.
liga, poderos:. iustitucion con qne contaba para. encnmbrar su casa,
pOl' medio del catolicismo, sobre 01 trono de los Valois.
Tan subita era In. destreza de este hombre, i tan prontos sus
rocursos en las circunstancias lUas dificilos, quo so lleg6 a creor qno
tendria algun demonio familial' qne 10 ayudaba con sns consejos. Solo
se incliuaba con deferencia ante e1 dnque :Francisco, jefe do la casa.
do Lorena, dando asi a sus hermanos ojemplo del respeto con qno
debian tratarlo.
Cuando los cuatro hermanos men ores so hallaban on la corte,
nunea dejaban de ir a vel' al cardellal a 1

MARIA EIlTU ARDO.
a sus miras i proyectos. Pusicronse todos de consnno en cnanto a1
matrimonio de su sobrina Maria Estuardo con e1 delfin, i se celebraron
los desposorios en la iglesia de N uestra Senora, el 24 de abril de 1558,
en medio del jubilo nacional causado porIa toma de Oalais, uno de
los heehos mas gloriosos del duque de Guisa. Y"
Maria Estuardo era nieta de Margal'ita, la hermana mayor de
Enrique VIII, i pOI' consiguiente sobrina segunda de este monarea.
Enrique VIII habia dejado a su muerte tres hijos; Eduardo VI, hijo
de Juana Seymour, Maria, hija de Oatalina de Aragon, e Isabel, hija
de Ana Bolena. Eduardo i Maria re1na1'on sncesiYamente, i a su vez
Ie to co a Isabel ser reina de Inglate1'1'a. Enrique VIII habia hecho
cor tar la cabeza a Ana Bolena i annlar su matrimonio: Isabel habia
aido declarada bastarda pOI' un acto del gobierno, i luego reintegl'ada
en todos sus de1'echos i reconocida como hija lejitima. La Inglate1'ra
130 habia p1'oclamado reina en Westminster.
Enrique II de Francia, pOI' efecto de una codicia torpe i ambiciosa,
preparo multitnd de desastres a Maria Estual'do a quien amaba
tie1'namente. Exiji6, i la j6yen p1'ometida del delfin consinti6, pOl'
confesion de los Gllisas, un acto de donacion fechado el 4 de al)['il
de 1558, pOl' el eual aquella princesa trasmitia al rei de Francia,
cualqniera que fuese, su 1'eino de Escocia i todos sus dereehos al reino
de Inglate1'ra, "si llegase el caso de que ella falleciese sin heredel'os
procreados de su euerpo (i 10 que Dios no permi ta!)"
Habiendose efeetuado e1 matrimonio, Enrique II cada vez mas
obstinado en su orgullo i ambicion, declar6 que Maria Estuardo apro­
-vecharia la primera coyuntura para sostener sus pl'etensiones al trono
de la Gran Bretana; i entre tanto mand6 que tomase e1 titulo i las
armas de reina de Francia, Escocia e Inglaterl'a.
Apresnrose e1 cardona1 del Lorena a reformar Ia vajilla de su
sobrina, e hizo grabar 01 triple blason de los Valois, de los Estuardos
i de los Tudors, en todos los objetos que constitllian aquella.
Isabel se indign6, i su alma altiva concibio uno de esos odios
implacables que solo se apagan con sangre.
Se acrecent6 ese odio cuaudo pOl' efecto de la lanzada de Montgomery
subieron al trono Maria i Francisco, fl'entesj6Yenes auornadas
con nna tiara segIar, con tres coronas reales.
Su advenimiento fue e1 aJvenimiento de los pr'incipes lorenescs.
Asi el dnque de Guisa tuvo a su disposicionlos ejercitos, i e1 cardenal
de Lorena la administracion de Ia hacienda, quedando dueilos ambos
del Estado, hasta el punto de que todas las ambiciones, todas las adulaciones,
todas las bajezas, se arrastraron a sus pies. Eran tan habiJes
para gobel'l1ar, que nada se sustmjo a su dictaclnra, i Bnchanam hizo
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MARIA ESTUARDO, 53
Los demas consejeros presos con Anne Dubourg: se l'etractaron,
i asi no sufrieron mas que IDllltas 0 penas temporales.
Sinemoargo, e1 suplicio de aquel hombre acabo de exasperar a
los protestantes e hizo relJosar Ia contenida cop a de sn col era..
Un noble del I,imosino) Godofl'edo de Barry, seilor de la
Renaudie, tram6 una conspiracioll contra los Guisas, tiranos del
1'eino i persegllidores de los reformauos, i resolvi6 apoderarse de In.
persona dol joven rei, anastral' los Lorenas a1 cadal 0 j poneI' al
fronte de los negocios al principe de 00nd6. El principe consintio en
todo, i mnchos nobles se comprometieron en tan peligrosa empresa.
Ohalosse debia man dar a los gascones; Mazeres, a los bearneses;
Mesnil, a 10::; COllj urad os del Limo::iino i del Perigord; de Brere iN aille,
a los del Poitou; 1a Ohaisnaye a los del Maine; Sainte-Marie, a los
de N ormandia; Oocqneville, a los de Picaruia ; MaEgny, a los de In.
isla ue :Francia i Ohampaila; Ohateauvieux, a los de Provenza i de
Burdeos.
Todas estas partidas debian avanzar con direccion a Blois,
donde se hallaba el rei. con su corte.
Pero 01 dnque de Guisa, habiendo sido avisado porIa traicion
de Avenclles, abogado hugonoto, amigo de la nonandie, habia
condllcido al rei de Blois a Amboiso, plaza mas fuertc i de mas faeil
defensa contra un golpe de mano. Torn6 las precanciones militares
snficicntcs para vencer a los conjul'ados sin alarmal'los de antellano
i los adormcci6 para envo1verlos mejor. Esparciose, sin embargo, un
rumor sordo de que e1 duqne estaba prevenido; pero la RenClllu:e,
inaccesible al temor, pcrsisti6 tenaz en su propo::lito. Sesenta nobles
habian jurado penetrar de noche en Amboise, i treiuta introducirse
en e1 castillo. E tos nobles deb ian fmnquear una de las puertas a ]a
Renauuie i a sus hngonotes, i se fij6 e1 ataque de ]a ciudad para e1
16 de lllarzo de 1560. Pero e1 duque vijilaba, e hizo tapiar Ia puerta
que los conj urad os habian senalado para facilitar la entrada a sus
amigos. Ademas, esca10n6 hasta la selva de Amboise destacamentos
con cllya fideliclad podia cOlltar, i que fUOI'on esterminando sucesivamente
a cuantos se pl'esentaron con armas. Los rebeldes llevaban en
sus cas cos UllOS penachos mitacl blancos i mitad !legros, que habian
adoptaclo como sefial para reconocel'se.
La Renandie cstaba ala eabeza de jente escojida. Un primo
BUYO, llamado Pardaillan, que manJaba una compailia de cat61icos,
i se hallaba apostado en e1 bosque de Chateau-Regnault, Ie aguardaba
en aceeho.
Pardaillan i la Renaudie se arremetieron mutnamente en el
instante en que se vieron. Hablanse reconocido i pero e1 grito del
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154 MARIA ESTUARDO.
fanatismo ahogaba la voz de la naturaleza, i entre unos i otros
partiuarios, i especialmente entre sus dos jefes, se trabo un combato
ellcarnizado. La Renaudie rozo de un tiro la sien de Pardaillan, el
cllal disparo otro que alcanzo a su enemigo ell e1 brazo derecho i Ie
mato e1 caballo. Levantose la Renanelie como puelo, icon la pierna
contusa i el brazo derecho roto, cojio la espada con la mana izq uierda
i volvio a empezar la lucha. Pardaillan, herido en la rodilla, se
lanzo furioso contra su valiente primo, i quedo herido mortalruente.
Un servidor de Pm'daillan acudio al punto a vengar a su amo, i acab6
de matar ala Renaudie. El secretario i los criados del jefe de los
conjurac1os fl1el'ol1 hechos prisioneros, i ocupac1os los papeles pertenecientes
a la cOllspiracion. MUeIto aquel, todos los demas se
entrcgaroll.
Pardaillan fno traslaclauo moribunclo a Amboise, i Stl compafiia
entro en esta ciudad con los prisioneros.
Los vencidos encontraron Ia j nsti cia de las gnerras civiles.
La Renandie fnc descnartizauo, i Sll8 cuartos colocados en los
cuatro estremos del puente.
:Mllchos de los vencidos fueron ahogados, i Ia mayor parte pasad09
pOl' las armas, 0 colgados con botas i espuelas de las almena!:', de ]09
arboles del camino, 0 de las pncrtas de las ca a sospechosas. TO hn bo
proce 0 l1i sentencia: la ejecucion hacia vezes de juicio. Ni iqniera
se pregnntaba a las vIctim as su nombre: aquel era un tribunal
invisible, silencioso, fatal, que heria al acaso, sin piedad, sin remordimiento,
i sin haeer caso de la tierra ni del cicIo.
La corte, entre tanto, se iba fastidiando en Amboise i echaba
de mellos In delicia del palacio de Blois. Imajin6se el 1'e erval' las
prineipales ejecnciones, el snplieio de los jefc:; de In rebelion, para
las tardes, tie 'pues de comer; i a este espectaculo asistian las damas
con cicr,ta cornplacencia. EI principe de Conde no pudo e cusarse do
asistir alguna que otra vez a e as tel'l'ibles escenas, i se salv6 pOI' esa
concesion, pOl' un mentis que di6 a sus acusadores, i pOl' un reto
caballeresco que lunzo indil'ectamente en 11eno consejo al dnque do
Gni n. El duque disimulo, i permiti6 al principe qno salim'a do
Amboise.
Comenzaba a arrepentirse ya de tanta mol'tandac1. IIabia tornado
las mejores precanciones militares para vencer i castigar nna conjnracion
que amenazaba su vida i la de toda su casa; pero si tenia a
honra mandar a sold ados, se avergonzaba de emplear verdngos.
J am as aeudi6 a presenciar las ejecucionc que habiall llegado a ser
e1 pasatiempo de In corte, i l{'jos de eso fue e1 primero en hacm'las
cesar.
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MARIA ESTUARDO.
El cardenal de Lorena fue la causa principal, i el tuvo la mayor
culpa de aquellas atrozidades: timido por naturaleza, se dejaba
llevar de la crue1dad que podia disminuir sus temores 0 satisfacer su
orgullo i su ambicion.
Los calvinistas procnraron amedrentarle para que mitigase sns
rigores. Sabido es que Roberto Estnardo, e1 mismo que asesino a1
presidente Minard, se servia en sns espediciones de balas envenenadas,
que pOl' su nombre eran llamadas esf;uardas. Una manana
encontro el cardenal en su oratorio estc billete amenazador :
"Gllardate, carden aI, de que te traten a 10 Minard con una
estnarda. "
El cardenal qued6 aterrado a1 pronto, pero no tard6 en recobrarse
i aviv6 mas sn ardor.
A las escenas del cadalso bacia snceder noches de voluptuosidad.
Era el am ante de Oatalina de M6dicis. " Un amigo mio, que no era
hngonote, dice l'Etoile, me refiri6 que estando acostado con un
criado del cardenal, en una pieza que comunicaba con la alcoba de
la reina maclre, vi6 a media n{)che al clicho cardena1 con solo una
bata sobre los hombros, q ne pasaba para ir a vel' a la reina ; i que su
amigo Ie dijo que perderia la vida si llegaba a hab1ar de 10 que
habia visto. "
Cuundo en la crIsis de Amboise el i los suyos se vieron tan
pl'oximos al abismo, el cardenal de Lorena, conceptUllndose seguro
bajo 1a proteccion dc 1a espac1a de su intr6pic10 bermano, di6 rientla
suelta a sn venganza, i quiso estcrminar a sns enemigos i a los de 1a
Iglesia. Pero 10 mas repugnante fue que muchas vezes llevo a los
pequenos prlncipes, al rei i a sn sobrina, la j6ven reina, al terraclo del
palacio para que contemplasen mojor aquellos suplicios horrendos.
Una tarde hizo que la duquesa de Guisa asistiese en compallia
del rei i de 1a reina a una de eSaS ejecuciones ; pero ni el corazon ni
los nervios de la duquesa pudieron resistir aqnella horrible trajedia,
i pOl' varias vezes estuvo a punto de desmayarse. IInbo que llevarla
a palacio, i fne al punto a la habitacion de 1a reina madre, la cual,
vi6ndola entrar palida i tremllla, Ie pregunto que tenia.
-Ai, se110ra I IOuantos suplicios! i Ojala no venga la desgracia
sobre nnestra casa, 111 caiga sobre ella tanta sangre derramada I
Fundados eran los ten'ores de la dnquesa.
Llego a ser aborrecido el nombre de los Guisas. El mercado de
Amboise, teatro de las ejecllciones, recordaba al pl'otestantismo su
refinada crueldad, i los bugonotes, al pasar pOl' 61, sentian encenderseles
elrostro, i trasmitian a sus descenuientes como una herencia sn
colora i Btl rencor.
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MAmA ESTU Almo. &7
una misma poblacion, sujetos a un mismo seTIor i que profesen
diversas relijiones, de tal sumte que los vlncuJos de relijion son mas
fuertes que los que nacen de la comunidad de pais, i por el contrario,
In. division pOl' cansa do relijion es mayor qne otra algnna, i es lao
q ne sopara al padre del hijo, alhermano del hermano, al marido de
la mujer .... "
I conclula de este modo:
"La dulzura aprovechanl. mas que e1 rigor; snprimamos estas
palabras diabOlicas, dictados de:: facciones i sedic10nes: Illtoranos,
hngonotes, papistas; i llevemos en CODlL1n eJ nombre de cristianos. "
POl' desgracia, el canciller l'IIopital fue un grande ojempl0
mas bien que una grande illfiuencia. Era homure mui superior a su
epoca; mejor quo los buenos i mas intr6pido que los valiolltes; era el
justo de Ia antigiiedad amoldado ala mansedumbl'e de la filosofia de
J eSllcristo i a Ja uncion del Evanjelio. No era de otl'O partido que
del partido do Dios. El solo ropresentaba sobre BU silla curul el
derecho, la conmiseracion, i era cl minlstro de la conciliacion i de Ja
concordia. No era el hombro dB sn siglo, sino 01 hombre ue los siglos,
i de abi provinieron su impotencia pasajora i su grandeza dnradera.
IIubiera podido al)licarsele 61 versiculo del salmista i definido
con 6l:
"Encontnironse juntas la misericordia i la verdad; cli6l'onse un
6sculo la justicia i Ia paz." Salmi. LXXXIV.
Siempre que se levantaba para hablar, ora fuese ell la Asamblea
de los Estados, ora en la Oamara del consejo, on presencia dol rei, de
Ia reina i de los pl'lncipes, ora en pleno Parlamento en medio de Jos
juezes, un estremecimiento involuntario de respeto acojia siempre
aquella noble integridad i aquella serena olocuencia. Su eJevada
estatnta, su rostro palido, sus escasos cabellos, sn frente caJva, sn
barba blanca i venerable, sus maneras dignas, sn aire modesto e
impasible, Ie bacian ser 01 modelo del senador i dol majistraclo. La
equidad era en 61 una llama, como e1 amor en los demas hombres, i
mas bien que sn regIa, puede decirse que era sn relijion. Siempre
que se tocaba, porlijeramonte que fnese, esa libra do su corazon,
producia un sonido poderoso. Atraidas i ganadas las ulmus pOl' el
aoonto penetrante de aquolla conciencia, i suspensas de aqllella
mirada finne i serena, de aquellos labios que manuban las palabras
de]a peTsuasion, i pOl' los cnales vagaba de vez en cuando una
sonrisa melanc61ica, se inclinaban al pronto al asentimiento, pero no
tardaban en rebelarse otra vez. Tanto los odios cat6licos como los
odios protestantes se indemnizaban de un momento de sorpresa. El
bilsamo que aquel noble coraZon habia derramado sobre las pasioncs
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MARIA l1ETU ARDO. 159
sn aynda, confieso que tan grande desgracia es insoportable para mis
fuerzas, i para mi poca virtud .. . .
V uestra buena herman a i prima-MARlA. "
A mas de esto, Marla Estuardo renunci6 al titulo i a las armas
de reina de Inglaterra, i se refllji6 en e1 convento de San Pedro en
Reims, al lade de Stl tia Renata de Lorena. Alli res 01 vi6 marcharse
de Francia, en donde ya no l'einaba, i que se habia sujetado a Ia
autoridad de Oatalina de MOdicis.
Luego que fue conocida esta resolucion, un grito sali6 del pecho
de Ronsard. EI poeta on esta queja personal, fnc, sin quererlo, el
verdadero interprete i el eco profundo i armonioso de toch la corte.
Marla tuvo entonces, segun se cree, una especie de presentimiento
de sa destino, i pens6 retirarse a un monasterio admirable,
situado en Ia pendiente de los Vosges, rodeado de arroyos, rocas i
abetos. Dos vezes habia pasado a1 pie de las paredes de aquel
monasterio, i medit6 luego con frecuencia en aquella mOl'ada de
silencio i de paz, en donde protejia Dios las almas contra las borrascas
del mundo. En el duelo en que se hallaba snmeljida, pens6 pOl' un
momento, dice un contemporaneo, ocultar alli su vida. De todos
modos; 110 pudo ser aqllello mas que un rehlmpago de su versatil
imajinacion. La tempestad la llamaba; su vocacion no era la del
claustro.
Sus tios, pOl' otra parte, la aconsejaban que volviese a Escocia,
en donde Ia aguardaba un trono. Despues de vivir retirada pOl'
algun tiempo en Lorena, volvi6 a Paris, de cuya capital debia partir
,para siernpre a principios de julio de 1561. IIablaseIe consignado Stl
viudedad sobre Ia Lorena i el Poitou, fijandola en una renta de
veiute mil libras.
En Paris se prolong6 su permanencia bastante tiempo.
Maria quiso visitar de nuevo todos los sitios que Ie eran queridos,
autes de alejal'se de ellos para siempre.
Dos dias estuvo en Fontainebleau, donde habia 1'e idido sn
padre, mansion que preferia a toclos los sitios reales, i que era el
teatro de sus delicias.
Este Ultimo viaje fu6 grave i Bombrio como un adios. ...
Aquella comarca embarga el alma, hacicndola pasar pOl' todas
las alternativas de la alegrla i de la tl'isteza ; pero Ia tl'istcza es la que
domina en ella. POI' todas partes se encuentra alli e1 amor entre
aquellos artesonados cubiertos de salam andras, bajo aquellas cspesas
sombl'as, a orillas de sus hcrmosas aguas : despnes de esto, se halls la
relijion en aquellas vastas soledades, al ho]'izonte de aqnellos desjertos:
los dos infinitos de este muudo.
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MARIA E'3TU ARDO.
Dispu.sose el viaje, no solo con maduras refiexiones, sino con
largas i serias conferencias habidas con MM. de Martignes, de 1a
Brosse i de Oisel, que conocian a fondo los asuntos de Escocia, donde
habian residido en clase de embajadores durante los distUl:oios de
la rejencia.
Maria Estuardo abandon6 pOI' fin los umbrales del Louvre. El
rei, ]a reina madre, el duque de Anjou, e1 rei de Navarra i su hijo, e1
prIncipe de Conde, los de Guisa i los principales personajes de la
corte, Ia acompaUaron hasta San-Jerman en Laya. Sus tios se
pusieron al frente de la comitiva que la condujo a Calais.
Aqnella comitiva era ilu&tre i brillante. Los caballeros mas
DobIes i valientes de Francia rodeaban a Ia mas hermosa de las reinas
i de las mnjeres. Varios de eUos iban heridos de amor, especialmente
el mariscalDamville, hijo del condestable de Montmorency. Referiase
de el nn rasgo tan her6ico como tierno. Un dia, en una de las refriegas
tan frecnentes entre los dos partidos que dividian ala Fruncia, el
cat6lico i el protestante, combatia Damville con gran riesgo de su
vida. De repeute se para, i sin dejar de blandir su espada, recojo
del suelo, con pel1gro de moril' mil vezes, una paUoleta de Chipre
que habia adornado e1 hermoso cuello de Marla, i que esta habia
dejado caeI'.
U no de los nobles que formaban la comitiva del mariscal, llamado
Chastelard, sobrino segnndo pOI' parte de madre del caballero
Bayardo, estaba tambien locamente enamorado de la reina de
Escocia. Pero ella solo amaba a Damville, con quien tuvo intencion
de contraer matrimonio, pero Damville era casado. Acus6se a In.
reina de haber inducido al mariscal a envenenar a su mujer para
hacer desaparecer todo obstacnlo entre elI os ; pero esta primera
acusacion nnnca lleg6 a probarse, i la historia la rechaza como una
caiumnia.
A principios de agosto de 1561, despues de haber hecho e1
viaje a cortas jornadas, lleg6 Marla Estuardo al puerto de Calais con
su acompaUamiento de pdncipes i caballeros.
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MARIA E9TUARDO.
los bigotes levantados en punta. Llevaban ademus una Begnnda
armadura, nna cota de malla, que vestian ann en tiempo de paz para
guarecerse del asesinato. Algunos llevaban una gOITU do terciopelo
negro, rodeada de tres sartas de perlas; otros cascos, i otros anchos
sombreros cojida el ala pOl' un lado con un broche i adol'Ilaclos de
plumas que calan pOl' detras. El asesil1uto, en mCllio de las borrasoas
de la rejencia do :Maria de Lorena) do tal SUOlto habia llegado a
connatnralizarse con ellos, quo ostaban siempre sobro aviso, i aun :11
levantarse de la carna en bata i chinelas, se colgaban de la cintura e1
sable i las pistolas. De jenio aspero, i apasiollados pOl' 1a rOfOl'llla,
marchaban al paso de sns cal)allos a recibir a :Uaria E:,;tnarc1o, con mas
curiosidacl qne respeto i amor, i se acercarOll con una mirada de
suspicazia a aql1e11aseductora princesa, i con mirada hostil i envidiosa
a los apnestos caballeros franceses que la acompaiiaban. El evanjelio
i la Escocia sonaban mojor a su oido i a su corazon, que los nombl'os
de Maria Estllardo i de catolicisl110, pOl'que estos nom bros eran
papistas.
Para Maria Estuardo em completamonte nuevo el severo continente
de los nobles escoceses; i apesar de todo, los recibi6 sin demostral'
]a menor estmilcza icon aqnella gracia. que 10 era peculiar. Su loz.-.na
belJeza i su electrica simpatia, parecieron derretir porun momento el
hieJo de aquella primel'a entrevista, i basta los menos j6venes ce

'14 MARIA ESTUARDO.
nn admirable retrato de Jacobo V, se cay6 e1 cuadro rompiendose cl
Henzo de nna manera irreparable en 01 lugar donde estaba pintado
el hormoso rostro del monarca.
Asaltaron en tropel a ]\IIm·ia todos estos presentimientos, i la tllvieron
despierta hasta que se levant6 para oil' misa. llabia deseado quo
nn sacel'dote cat6lico bendijese con 130 mas augusta de las ceremonias
lelijiosas su llegada a Escocia. N oticioso el pueblo de oste hecho
se illsnrrecciono contra a(11181111 manifcstacion papista, i a no ser pOl'
1a firmeza del prior de San Andres, lord James Estuardo, que se
intel'puso entrG los amotinados i el altar, habrin. sido inmolado e1 sacerdote
en presencia de b reina misml1 en la capilla de IIolyrood:
ent6nces comprencli6 los dos fanatismos que la amenazaban; en Leith
habia adivinado el protestantismo politico de la noblcza, i en Edimburgo
conoci6 el protestantismo sectario de la muchedumbre.
Permaneci6 triste to do aquel dia.
Ouando estaba haciendo sn prirnera corn ida en Holyrood, oCUl'ri6
nn incidente de grande significacion, promoviclo pOl' los majistrados
de EL1i.mbnrgo segun consejo de Knox. A los postres, aquellos ll1ajistrados
presbiterianos hicieron adelantar a un niuo que present6 n.
Maria Estuardo en una bandeja de plata las llaves de la ciuc1ad entre
una biblia i un libro.de sn.lmos, simbolos tininicos del protestantismo
que espresaban mojor que 01 discurso mas e10cueute las condiciones
de la corona, e1 precio de Ia obediencia de los escoceses.
Maria no se reaniw6 ni recupo1'6 uIgnn tanto sn alegria hasta Ia
noche siguiente, en que hubo reunion rejia. La peqneua corte fmncesa
de Maria Estnal'do, escedia en IDaguificencia a sn corte escoeesa.
El JJlaid de fino tartan quedaba vencido porIa eapa i las ropillas de
raso eOl'tadas a la ultima moc1a do Francia; los cneajes de Fhtnc1es,
Ia seda de Obipl'e, las piedras prcciosas i bs perlas, prestaban realze
a. In. apostura de los j6vclles cortcsanos c1elotro lade del mar, los cnales
eelipsaban indolGntes a los rnc10s escoceses a quiones miraban
como sah-ujes; los escoeeses no poc1ian competir con o11os mas quo en
intropidez i en buenas armas.
Ln. escalera principal de IIolyl'ood pOl' el1ado del parque, aql1ella
escalera que tan facil era de subir a can a de sus esca10nes, bajos,
anchos i numerosos, estaba mas animada que nUll ca. Antorchas colocadus
en cande1abros de piedra. despedil1n una Inz esplendorosa. Naranjos
i mirtos perfumaban el p6rtico majestuoso en fonDa de cimbl'a
i serobrado de pequouas ojivas. Seguiase con admil'acion e1 pilar ma:cizo
que sostenia aquel1a leve escalera, i que dominaba con sus festones
de bajo relie'9"e cuatro balconadas interiores sobl'epuestas las
unas a las otras.
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MARIA ESTUARDO,
Tanto la galeria como los salones de recibimiento, resplandecian
con una 1uz viva. Aque1las luzes que se reflejaban en los espejos de
Venecia, de Marla de Lorena, bl'illaban sobre unos hel'mosos candelabros
compl'udos en Francia pOl' Marla Estuul'do, i que esta habia
1echo sacar a su llegada: eran de madera 1abrac1a, i representaban
varios satiros pequcfios, con pies do cabra i CUe1'pO i rostro do nillos,
a modo ue cari{.tidos; obms maestl'as, n,lgunas de las cuales se COllsel'van
toclavla en Holyrood, No hubo persona ent6nccs que no las
admirase, i todos aplaudiel'Ol1 e1 buen gusto de la reina.
lVIaria, vestida como si estnviera en e1 Louvre, se ha11aba sentada
en un sillon do madera cincc1ado, trono de sns predccosore-, i qno
habja reemplazado a1 trozo de gml1ito on fignra do sill a, sobro 01 cnal
80 colocaban en la abadia de ScoIle los pl'imcros reyos do E::;cocia e1
dia de su coronacion. Las damas de la reirla habian cn him'to de almohadones
aque1 antigno sillon, i desde aquol solio de majestad cauti
vaba Maria hasta a los mas rezelosos de sus enemigos.
Las damns mas notables de las inmediaciones, hahian acuc1ido
soHcitas a aquella reunion de la llueva corte, pero ningnua de e1las
cra comparable a :1.1:ar1a Estuardo; i los poetas pudieron decir con
razon qne la rosa mas bella de Escocia florecia sobre la rama mas
clevada.
IIabia os grnpos qne se disputaban a porfia la preferencia do ]a
reina, In cual uescolJaba en ese arte en que la coqneteri:1 de ]a mujer
so ennltecc hasta 1a sagazi

84 MARIA ESTUARDO.
tante para COllmoverle: Knox solo queria la conversion 0 Ia abdicacion
de la reina. Tal era la terrible alternativa en que se esforzaba
ya pOl' precipitar a Maria i a la Escocia.
Esa ruda petulancia de Knox, aunque celebrada entre los pres­
. biterianos i en 1a ciudad antigua, fue censurada en la corte: hasta
los mismos caballeros protestantes se 1amentaron de ella.
H Ya conoceis, escribia Maitland a Cecil, la vehemencia de temperamento
de Knox. No es susceptible de templanza .... Yo desearia
que hablase de una manera mas dulce i mas amable a la reina, que
se conduce con 61 con una prudencia barto superior a su edad."
I as! era la vel'dad, porque Marla, si bien estaba impaciente i
sOl'prendida de su impotencia, logro sinembal'go contenerse. Despechada
intel'iormente al verse vencida pOl' el te610go, no pOl' eso Ie
despreci6; no obstante, su audazia i su fuerza la aterraron: "Su voz,
decia, es el rujido del leon. j Lastima que semejante hombre se haya
declarado contra el bien nuestro i el de nuestro reino! Pero aborrece
al papa, a los reyes, i sobre todo a las reinas."
N ot6se que Maria queclaba triste despues de las conferencias que
tenia con el fi16sofo. No era eso duda sobre el catolicismo: tal vez
era efecto de un poco de coqueterlareal que no gusta tomarse 1a pena
de discutir inutilmente; pero mas que nada era terror secreta de los
males que aquel semidios de 1a mnchednmbre podia desencadenar
contra Escocia el dia menos pensado.
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86 MARIA ESTUARDO.
hubiera podido acceder a la demanda de la reina de Escocia ; pero
Ia c6lera i la envidia devoraban su corazon.
Aunque con harta pena Marla iba aclimatandose poco a poco en
Holyrood. Trataba a Lord James mas bien como hermana qne como
reina: primeramente Ie cre6 conde de Marl' i luego conde de :Murray,
uniendo a este titulo una gran parte de los inmensos bienes dependientes
de aquel condado i que pertenecian a la corona. Apesar de
su ambicil)n, Murray merecia esas distinciones porIa poHtica conci­
Eadora que procuraba inculcar a Marla acia el partido protestante i
a la reina de Inglaterra. Unicamente pretendia ser 61 el jefe de esa
poH.tica, en la cual hllbiera sido tan conveniente que Maria hubiese
insistido.
Resinti6se e1 conde de Huntly de una magnificencia que parecia
amenazar su posicion. Era el caballero mas valiente, mas entendido i
mas poderoso del norte de Escocia; poseia una parte de los dominios
del condado de Murray, i resolvi6 por tanto no ceder en un apice de
sus derechos en favor de Lord James. Murray, dueiio del gobierno,
hermano i favorito de Ia reina, hizo sin dificultad que Marla tomase
parte en S11 discordia particular, i Ia impuls6 a ponerse al frente del
ejercito, con 10 cual convil'ti6 Maria aquella contienda en un verdadero
asunto de Estado. Pusose osadamente en campaiia, i e1 aire
libre de los llighlands reanim6 su vida. Montaba un hermoso caballo
que manejaba i dirijia con gran ap1auso de sns nobles i de Murray,
i sentia no ser hombre para dormir la mitad del ano sobre el
suelo i ceiiirse 1a espada i vestirse la coraza. Amaba 1:1 guerra i las
aventul'as como hija de los Estuardos i de los Guisas, i se consiJeraba
dichosa en no tenel' mas dosel que Ia b6veda del ciel0, ni mas Holyrood
que su tienda de tartan bordada de seda i 01'0.
Randolph, e1 sagaz i tnrbulento embajador de Isabel, refiere las
temeridades de Maria i los trasportes que su ardor, BU juventud i su
gracia escitaban cuando e1 asedio del castillo de Inverness. "Estabamos,
dice, dispuestos ya para e1 comb ate. i Oh! i quo buenos golpes
se habrian dado en presencia de una 1'eina tan bella i de sus damas !
Nunca la he visto mas alegre i animada, no abrigaoa ia menor inquietud.
Yo no me habia figurado que tu viese tanto vigor."
Ese vigor tan natural en ella, animaba a Ia reiDa en la espodicion
aconsejada pOI' Murray, mezclandose a el otro sentimiento, e1 de una
admit-nclon nueva, involuntaria acia-su reino de Escocia, cllyas costnmbres
eran barbaras, pero cuya natu1'aleza agreste i sublime a un
tiempo, arl'ebataba su poetica imajinacion.
La Escocia menos pintoresca i mas lIana acia el sur, se prolonga
hasta e1 golfo de Solway en vastas llanuras cortadas por fertiles coli-
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MAn.U EBTU Anno. 8\l
estil'pal', i on cellsor omnipotonto do Marla, a quicn cchaba cn cara
sns gnstos mnlldanos i sn horror a 1a nueva relijion. Apoyado el
pueblo pOl' Mmmy, i a vezes escitauo pOl' 61 en secroto, detestaba
a la reina, a q uien llamaba una J ezabe1, i a quien hubiem
apedl'eado COll gusto como id61atl'a en Dombre de Knox i del santo
Evanjelio.
Murray, como que era un grande hombre, tenia todos los dones i
todns las necesidadcs del jenio. Dospues de ejorcitar su actividad,
cnando llegaba la noche i so sentia cansado de politica 0 de administracion
0 de combinaciones militares, se complacia i fortificaba cn ]a
llIeditacion; on tiempo do paz, en sn casa, en medio de su familia a In.
eual amaba con estremo ; en tiempo de guerra, bajo su tienda, des do
donc1e velaba pOl' cl bien de sus soldados, a quienes servia de padre.
l'ambien frecnentemcnte ltacia abrir su biblia, i rogaba a sus huespedes
alternativanionte, que Ie leyosen sus pajinas favoritas en ese libro
divino que siemprc llevaba consigo como su espada, i quo colocab:l.
oon sumo respeto a Ill. cabe..:ern. de su cam a, como Alejandro la Iliada.
Pl'eferia a los Profetas la histol'ia de los Reyes i los Pl'ovel'bios de
Salomon. Tenia sena1ados con tinta cierto numflro de yerslculos qno
Ie slljel'ian elevados pensamicntos, i esos pensamientos los cspresaba
con una elocuencia varonil i sencilla que entnsiasmaba a los jenerales,
a los hombres de Estado, a los diplomaticos i a los ministros presbitedanos
de sn intimidac1.
Estas son algunas de las sentencias que mas Ie agradaban i do las
cnales no se cansaba nunca :
« Caminad con prevision, i procurad conocer 01 corazon de los
« que os aconsejan.
II El loco todo 10 cree con facilidad, i su espiritu no se nlimenta
u mas que de quimcras. El cum·do to do 10 calcula tlntes de aventu­
« l'arse en cualquiera empresa.
« En vano se ticnden rodes ante los ojos de los que ticnen alas.
II Feliz aqnel quo ltalla Ia sabiduria i os rico en pruden cia.
« El Sefior fundo la tierra con la sabidul'la i afirmo los cielos eon
« In prndencia.
\( El hombre que principia nna dispnta es como e1 que da salida
\( al agua.
« Que vuestros ojos miren dorechos i vuestros parpadps procedan
« a vuestros pasos.
« Los labios de Ill. ramora son a primm'a vista como 01 panal qno
« dostila miol: su voz os mas suave Sue e1 llCoite;
« Poro sus dcjos son mnargos como ajonjos, i pcnctrantes como
« cspada de dos :filos.
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90 MARTA ESTUARDO.
« Sus pi6s se encarninan ucia la rouerte, i sus pasos Van!l. parar al
" sepulcro. '
« No camina pOl' el sendero de la vida: su andar es vago e
q; illcomprensible .
. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. . . . .. .. .. . . .. . .. . .. .. . . . . . .. .. .. .. .. . .. . .. . .. . . .. .. . .. .. . .. , ..
u Alejad de ella vuestra l'uta, i no os acerqueis a la puel'ta de
It su casa.
« La mujer Ioca i vociuglera, lIena de gracia e iguorancia, se la
« 8entado a BU umbral ell 10 mas alto de la ciudad,
«Para llamar a los qne pasan porIa calle i signen BU camino .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I ella dijo a1 insensato:
it Las aguas hurtadas son mas dulces, i cl pan tomado on secreta
(/ os mas sahroso.
«La gracia es engafiosa, i la belleza vana; solo la mujer que
u teme a1 Seilor sera alabac1a.
« Donde no hai nadie para gobernar perece el pueblo; donde hai
u hombres de consejo, alli esta la salvacion.
« E1 eonsejo esta en e1 alma uel sabio como en un pozo profundo;
" pero el sabio 10 beber3. en 131. J)
M,ru:ray era sobre todo hombre de Estado. Era -tambien hombre
relijioso, pero ap611us llamaban SLl atencion las IDaximas metafisicas
o morales de la Biblia, i solo se complacia en las ml:l,ximas pollticas
escritas pOl' Ull rei filosofo i poeta, que habia encerl'ado en el fondo de
esas breves formulas todos los tesoros de su pl'opia espel'iencia i de la
sabidurfa antigua. Murray se alimentaba con esas mt1ximas, sab1'os08
fl'utos que procuro sicmpre recojer de las ram as del ul'bol sagrado.
Mas, ell la oscnridad que 10 circundaba, la eleccion de los versiculas,
Sll gnsto instinti vo pOl' el poder, las a1 nsiones enCLl biertas a
Marla Estual'do, a quien Knox, menos reservado, comparaba publicamente
ala estmn}e?'a de los Proverbios, todos esos medios l'ovclaban
10 que debia sHeeder. No puedo mEmos de oil' zumbar ya en esas mu.ximas
que escuchaba Murray, las acnsaciones mortales que dirijio
mas tarde contra su hermana, i los sordos l'ujidos de una ambicion
desenfrenada.
Maria, mas bien heroin a de novela que de historia, aburrida IDui
luego de aquel clima desapaciblo, de aqueUas costumbres ba1'ba1'as, i
de aquellas contiendas relijiosas i politic:as, se refujjaba en e1 goze de
brill antes triunfos. Su gracia, su sonrisa, sns miradas, provocaban
pasionE's insensatas, i esos eran los filtros con que del'l'amaba fuego
en los corazones i en los sentidos. Una mirada suya, Un ademan, una
palabra, bastaban para trastornar e1 jnicio. Siempre fne mas mnjel'
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MAnIA ESTUARDO.
en cOll1paniu'de M. de Rostai'ngal castillo do Corney donde se hallaba
la duquesa, a cOlta distancia del campamento. Al acercarse a ]a encruzijada
hablal1do con cierto aire de jovialidad francesa que la certeza
de una nueva victoria Ie 'infundia, Po1trot que Ie habia divisado
a traves de los arboles, temb16 de pies a cabeza: sintiose debil por
Un momento, i estuvo a pique de renunciar a sn atentado; pero indignandose
contra S1 mismo, ahog6 aquella debilidad, desech6 toda.
idea de compasion, i amarti1l6 su pistola. M. de Guisa caminaba sin
desconfianza. i sin eoraza a poea distancia de su asesino, el cual apuntandole
desde Jas matas donde estaba oculto entre ' dos nogales, Ie
jntrodnjo easi a boca de jarro en los rinones tres balas emponzonadas.
El dnque bambo1e6 sobre las crines desu caballo, i trat6 de, saear su
espada; pero no encontr6 fuerza en su brazo. No pudo mas que incorporarse
un poco i deeir: "Oreo que esto no es nada. " En seguida,
apoyado en M. de Rostaing, tnyo la increible enerjia de Hegar asi a
BU morada, a donde al punto concUl'rieron los cirujauos.
Abraz6 con ternnra a la duqnesa desconsolada, i la exhort6 a quo
tuviese resignacion, refiriendo 61 mismo aquella asechanza de los hugonotes,
i declal'lindose "lasti made pOl' e1 honor de Francia. " .
Habiendo cojido e1 j6ven principe de .J oinville la mane do sn
padre, que estrechaba contra sus labios, beso este los rubios cabell os
de BU hijo, diciendo': "Dios te conceda, hijo mio, la gracia de ser
hombre de bien."
Los eirujanos hicieron concebir algunas esperanzas. E122 practicaron
una incision en la herida i la sondearon. La calentura era
ardielltc. El duque se confeso con e10bispo de Riez, el confidente i el
historiador de los Ultimos sentimientos i de las ultimas palabras da
aquel heroe.
En la noche del 23 tom6 incremento Ia calentura.
El duque, perdida ya toda ilusion, i vieudo cereano su fin, llamo
allado de su lecho a 1a dnquesa i a1 principe de J oinvHle su hijo mayor:
"Qnerida compancl'3. mia, dijo a su desconsolada csposa, bien
sabeis que siempl'o os he amado i estimado., .. No quiero negar que
los consejos i frajilidac1cs de la juvontud me hayan arrastratlo a baeel'
algo de que pOdais Qstar of end ida ; os suplico me 10 peruonois.
En los tres ultimos ailos, bien sabeis 01 respeto COil que os he tratado"
evitandoos todo motivo de recibir el menor disgusto. Os dejo Ia parte
de mis bienes que querais tomar. Os dejo Jos hijos que Dios nos ha
dado .... Os rnego que seais siempre para ell os lIna hne!\a lllacll'e, , , •
"llijo ruio, anadi6 mimnuo al principe de Joillvilleqllc mczc1aba.
SUB sollozos a los de ILl duquesa; yo, has oldo 10 que ho dicho a tu
mach'c .. " Tell siompl'e, qnol'iuo mio, c1eh1.utc de los ujos i en tll
SEMM.A LIIERASIA DE " EI. 'flf;,\ll'O. " 7
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•
104 MARIA ESTUARDO.
talento, la galantcda de los jovenes cortesanos, las fiestas p06ticas
de San Jerman, de Chambord, de Fontainebleau i del Louvre. lIolyrood
Ie parecia la imajen de su destioo, i 10 encontraba siniestl'O
apesal' de todos los encantos del palacio i del parque, de los jardines
i de las praderas en donde las ciervas i las aves acnaticas bebiall en
la corriente de los arroyos. EI palacio de sus mayores estaba
dominado pOl' Jos rocas escarpadas que en los cortos dias del Norte
proyectaban nna sombra fria i amena.zadol'a s bre la mansion de los
Estuardos. Esa sombra se habia infiltrado en Marla, que conocia con
sentimiento cuanto habia cam biado todo para ella. No se Ia trataba
como mujer i como reina, sino como poder politico, i a cada paso
tl'opezaba con asperezas de costnmbres, de maneras i de Iengnaje,
que Ia irritaban. ilasta su arlstocl'acia era barbara i no tenia In.
cortflsanla ni 130 cultnI'a de Ia aristocracia del continente. EI medto
de Riccio fn6 comprender las impresiones de 1Ylal'la Estllardo: sn secreto
hacerle mas lijero el peso de sus dias; i como no habia de ser el
favorito de Ia reina? Esta se aburria, i el supo distl'aerla.
Riccio era un hombre de veinte i ocho afios; su rostro, sin sel'
hermoso, era espresivo: tenia el polo castalio oscuro, e1 cutis de un
mOI"enO cob1'iz6, If!. frente aucha i prominente, la nariz movible i di­
Iatada, los dientes he1'lDoslsimos i los ojos vivos i ponetrantes bajo
nnas cejas pobladas que daban a sus facciones varoniles una enCljla
que faltaba a sn alma. Su aspecto era comunicativo i denotaba astncia;
su mirada la de un aguila 0 If!. de nn artista; su sonrisa Ia de
un diplomatico; su talento illagotable era tanto mas soductor, cuanto
que se auimaba en su movilidad con todos los COlOTOS de Ia fantasia:
un rayo al'diente del sol italiano brotaba de aquel rostro refiexivo como
el de un escoces 0 de un ingles. Era el fuego del Mediodia incendiando
los pliegues sinuosos de 13, reserva i de la prudencia del Norte.
Su desgracia era no lleval' 1a cabeza a 10 noble e inclinarla demasiado
ante el desden 0 10. injuria. Los esf'llerzos de sn voluntad no
pndieron jamas domar la natul'aleza que se turbaba i amilanaba en
el ante e1 peligro. N ada Ie faltaba de hombre sino e1 valor, i do
este tenia tam bien las apariencias. Su fisonomia varonil era la de un
he roe ; pero, aunque piamontes de orijen, tenia en su COl'azon algo
del lazaroni. POl' 10 demas, estaba dotado de toda clase de talentos :
era espresivo, fiexible, insinuante, h3.bil, naciclo para la intriga i los
negocios, capaz de sedncir n una mnjer i de gobernar un rei no, si
hubiese poseido In firmeza hasta un punto tan alto como Ia intelijencia.
Con los encantos de su YOZ, de sus maneras i de sU 'conducta, se
elevo rapidnmente hasta 130 omnipotencia (1561 a 13(3). De pl'6fesor
de laud lIego a ser secretario de 108 despach08 fl'anceses i primoI'
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MARIA ESTUAROO. lOG
tninistro. Aqncllo flt6 un capricho dc la reina. Esa dictndnra timidn
e insolento a In vez, irriw cn ostremo n los grandee do Escocia, pero
ell especial al conde de Murray, cuyn. autoridad en 01 consejo so
halln,ba debilitada i casi Dllla. por 103 astutos manejos i las sordas
intrigas de aquel advellouizo.
Este recibio varios avisos prudentes: aconsej6sele que no acnfiase
moneua con su favor, i que no apretase tanto 13 bolsa de los que teninn
que solicital' puestos i mercedes. J aeobo Melville amonesw para quo
no il'l'ituse a Murray i para que no estuviese siempre alludo de Maria,
Q a 10 monos que se retil'ase por rcspoto cuando los lores'se presentaran
. .Alelltado Riccio por 130 reina, q ne Ie preferia a la Escocia entera,
continuo con aqnella su trato familiar. Entre los nobles, los de mojol'
hUIllOI', como Lethillgton, se burlaban de su:) complacencias continuas ;
losmns violeutos, como Ruthven, se agraviaban de eUas.
-TIc tellido hoi en Ia habitaciou ue Ia rcina una fuerte tentacion,
decia Lindsey a Knox.
-i Cml.11 pl'egnnto el reformador.
-La de arrojar porIa vontana a ese lacayo italiano quo DO hn
naciuo para sental'se entre los 10res, sino para presental'les la cofainn
i tenerles el estribo.
-Asi es, respondi6 Knox; i ademas ese bufon meridional es pensionista
del papa i ayudante de satan as.
Mas de trcs ailos duro aquel favoritismo.
Mi6ntras esto pasaba, lao belleza de Maria Estuardo at rain.
las miradas de Ia Europa entera: los principes mas poderosos
aspiraban a. su roano; el cardenal de Lorena tratabll del matrimonio
desu sobrina. con el rei de Navarra; el principe de Conde, el dnquo
de Anjou, e1 de Ferrara, un archiduque, hijo de Fraucisco I, so disputaban
el honor de casarse con ella: el caruenal Granvella i IB
duquesa de Arschot trabajaban, pOl' medio de sus negociaciones, en
desvanecer los obsb\culos que hubierau podido oponerse al enlaze do
In reina de Escocia con don Carlos infante de Espafia.
Todo el mundo estaba en espectacion.
Maria gQzaba entonces de todas las ilusiones enganosas : juventnd,
lisonjas, man do, deseos ardientes, mUsics, poesta.
lie aqui los versos que he leido en Edimbnrgo, copiados por
mano de Maria en mayo de 1564, bajo este titulo:
"Odas de Joaquin do Bellay, poeta ominente"
ODA PRIMER.! •
. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . .
" AlOor, gobernador de las cilldades, prescribe leyes civiles i llftft
poJicia jU8.ta; i solo 61 as quien nos propol'ciona In hora do paz que
tanto se dC5ea.
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106 MARIA ESTUARDO.
"Las riquezas de Ceres, las selvas, 190 vid, Ins plantas t las flores
toman orijen, gusto, l'IDZ, virtud, formas i colores del am or.
"POI' ill se mantienen s'ohre las aguas i en los bosques toda clase
de aves: de el reeibe su esencia to do animal domestieo 0 salvaje.
" POI' ese pequeno dios que abandona el dulce regazo de su madre,
la virjen se haee esposa i siente los efeetos de una llama dulce i
amarga al propio tiempo.
"Sobre sus sagradas aras debemos adorar a aquel pOl' quien
vivimos.
" La juventud I ai I huye de nosotros, i en pos do ella viene Is
edad languida i fria; inutiIes son cnt6nces las chispas de fuego de un
amor que se estingue." .
ODA SEGUNDA.
"La llama. cuyo ardor calienta la frialdad antigua, matiza con
mil colores el verdor j uvenil.
"I el dios que infiama mis deseos eu una llama santa, infunde
dentro de ini alma mil espeeies de plaeeres.
"Todo cuanto el invierno ha. visto triste, mustio i helado, es
ahora ese dulce fuego, i yo soi el fuego mismo.
"Las aguas de los rios, deslizandose, fertilizan sus mas nltas
rib eras, i las cimas que se cnbren de verdura levantan sus cabezas
animadas.
" Ya las vides rever.decen culebreando al rededor de las ramas i
los verdes surcos ondean en Ia campiua.
" Baco, Priapo i 06res, PaIas, Vertumno i Pomona, i cada uno de
los dioses de las selvas, se preparan una corona .......•....•..... ,.
............................................................... "
Estos versos de Bellay, escritos con esmero pOl' Maria Estuard(}
en un pergamino con bordes dorados, demuestran en cierto modo al
jiro de sus pensamientos en aquella epoca.
Pensaba en casal'se, i Riccio DO era para ella mas que un
favorito antigno, un aervidor.
Ni la politica ni la ambicion decidieron a Marra en Ia eleccion
de esposo; &u unico consejel'o en este punto fue el amor.
EI conde de Lennox habia aido pl'oscrito, i confiicados sus bienes:
-vivia retirado en Inglaterra con su familia; pero an esposa la condesa,
DO podia com partir au aombI'fa loesignacion. Lisonjeabase esta ds
cambial' de suerte, i cuan4io contemplaba a Darnley,lilu hijo, pl'oyectaba
hacer un rei de aquel j6ven i cncantador proscrito. Entusiasmada
con sus proy.ectQs bud6.1a. vijilancia ;verdadera (). finjida de los.ajen ..
tes de Isabel, i penetr6 en Escocia. Mal'ch6 a Edimburgo1 fua l'ecibida
en Holyrood por Is reina.; supo insinuarae en 6U animo i logro 01 pel'-
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MARIA ESTU ARDO. 117
ngnnrd6 a qnc conc1nyese In misa. El lord Ie dio un beso i Ia deja
alII, marchandose al cuarto de la reina n donde fue a reunirsele esta
nlgnn tiompo despues. Se roga a la reinn que olvidase en aquel
dia solemne sus penas i sns pesares; que se despojase de sns trajes
lugnbres, i se prestase a segnir un metodo de vida mas placentero.
Opuso algunas dificnltadcs a est as suplicas; pero despnes de una.
debil rosistencia, qne, en mi concepto, Dlas bien era una afectacion
qne un verdadoro dolor, todos los que estaban prosentes i podian
acercarse a olla, recihieroll c1 permiso de qnitarle cada cual nn alftler.
Ell segllida se confi6 a sus damas, i cambi6 de vestido; pero no fue a
acosturse para dar a conocer a todo e1 mundo que para nada entraban
en los motivos de sn matrimonio los placeres de los sentidos, sino
unicamonte el bien de sn p'als i el deseo de no dejarle pOI' mas tiempo
sin nn heredcro si tal era la voluntad de Dios. Personas suspicazes e
hlClinadas a dar a todo una mala interpretacion, sostienen qne ya so
trataban con intimidad antes de contracr matrimonio .... Colebrado
cl desposorio, huoo, como os costnm bre, comida i hailes. Toda la
llobloza acompauo a los dos esposos a la mesa; i entre tanto las trompctas
poblaban con sus sanidos e1 aire. Se allunciaron libera1idades;
se arroj6 mucho dinero en los alrcdedoros del palacio, i los que pudieron
cojcrlo se aprovecharon de la ocasian. Elrei i Ia reina comieroll
en una misma mesa, ocupando aquella In. cabezera i sirviend01e los
condes ueAtholl, Sewer, Morton, Caver i Crawford, copero mayor.
Los condes Eglington, Cassilis i Glencairn prestaron ignal servicio al
rei. Despues de corner bailaron un poco i se retiraron hasta In hora
de cenar. La cena se hizo del rnismo modo que ia comida, i fu6
seguida de algunos bailes, despues de 10 cual se fneron a acostar. No
he sido testigo ocular de 10 que escribo a vuestra selloria; pero no
debe abrigar sobre ello la menor duda en razon a los condnctos por
donde 10 he sabiuo. FUI 'invitado para. Ia cena, pero me escus6
de asistir."
Libre ya la reina del yugo en que el partido protestante 1a tenia,
i emancipada de la tutela habil, previsora, POl'O pesada de Murray,
revoco el destierro del conde de Bothwell que se habia refujiado en
Francia, i que se apresuro a volver a Escocia. Al mismo tiempo se
rodeo de Lennox, Atholl i Caithness, i de los lores lInme i Ruthven,
fayorables todos cnt6nces al catolicismo.
. Tanto los pal'tidarios de In rcforma como el puohlo mnrmuraron ,
1 so esparcieron contra Maria satirus, callciolles, ivlleto::; i ]{uuimu;
grotcscas en Francia, en los Paises Bajos, en E::;cocia, en todas partes.
Unbian reprosentado al cardenal de Lorena llevanuo en un saeo
al pali

120 MARIA ESTU ARDO.
para 10grar agradaros. Entonces Isabel no tardara cn declararos
heredera auya, en caso de quo Hegue a morir sin dejar descendencia ... "
ASl era como la reina de Inglaterra limitaba Ia eleccion de Maria
Estuardo al circulo de la nobleza britanica.
Isabel habia peDsado, aegun hemos dicho, en lord Enrique
Darn ley, pariento suyo i de la reina de Escocia, que era el j6ven
cortesano mas frivolo de toda Europa, con perl as en las orejas, i
eadenas en cl cuello i en 111, gorra: bailaba bien, cantaba con primol',
i tenia, en una palabra, el don de agradar a las mujeres i de sel'
dcspreciado pOl' los hombres.
Isabel cont6 de seguro con un capricho de Maria Estnal'do, i no
se eql1i voc6. Insinu6 de llna manel'a indirecta su designio ala condesa
de Lennox, la cnal, pOl' sn parte, no pcnsaba mas qne en realizarl0.
El oelio de Isabel i la ambicion de aquella mache se annm·on sin
bablarse.
Isabel allan6 todas las dificultades al conde, a la condesa de Lennox
i a Darnley, al paso que tronaba publicamente contra ellos. Les
confisco sus bienes i envio a la condesa a la tone; pero el matrimonio
se efectuo i eso era 10 qne Isabel babia cal cuI ado : sn colera no era
mas que una media mascara. Irritada, en apariencia, de que Marla
Estuardo bnbiese rehusado a Dudley, se reservaba con eso el derecho
de sostener a los rebeldes de Escocia i de empujar a su enemiga acia
el abismo. En el fondo, Isabel qneria gum'dar para S1 a Dudley, a
quien amaba i a quien hizo conde de Leicester, i a1 mismo ticmpo
queria que la irreftexiva Maria cayese en cllazo que Ie tendia.
Marfa Estuardo no vi6 Iazo alguno; no vi6 mas que Ia hermosura.
de Darnley, i tuvo un placer grandisimo en desafiar a Isabel, satisfaciendo
un gnsto del corazon. Isabel gan6 mucho en eIlo politicamente
hablando. De esa maDera no anadia un principe estranjero las fuerzas
de un reino vecino a Ia soberania de Escocia, i Marla Estuardo se
comprometia bajo dos conceptos; con los iguales de Darnley lastimados
en su orgnllo, icon el protestantismo herido en su fe. i Qne buena
suerte para Isabel en aqnella comedia representada de un modo tan
bOlTascoso! j Cuimtas iras, cuantas tempestades podia desencadenar
contra una rival aborrecida!
Maria Estuardo no podia darse cuenta de las estranas contradicciones
de Isabel.
"El descontento de mi buena hm'mana es roui de estranar, decia,
porque la eleccion que reprueba se hizo en conformidad con sus de-'
seos, comunicados pOl' M. Randolph. He desechado a todos los competidores
cstranjeros, i he aceptado a un iogles descendiente de In
sangre renl do los dos reinos i 01 primer prIncipe de la sangre de Inghtena,
qne pOl' estas razones creo sen grato para ambos palses."
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124 MARU ESTUARDO.
de don CLl,dos: siglo de los autos de fe de Felipe II, de las matanzn.s
del duq ne de Alba: siglo de 111. San Bartolome de los Valois: siglo en
que 111. angre corria como agna, i no valia el precio de un intere::, de
un fanatismo 0 de un capricho. Siglo tr6jico en el mas alto grado,
mas trajico aun que 111. misma revolucion fmncesa: siglo el mas patet1co
de 111. humanidad, que tuvo pOl' poeta en 111. corte de Isabel 11.1 mas
pateti co de todos los poetas desde Job i Eschilo, a Willi am Shakespeare,
el poeta del terror i de la com pasion, del amor i del destino, de los sollozos
i de las lagl'imas, de los sobl'esaltos i de los temores supremos,
de 111. agOl1la i de 111. mumte. Ese g1'l1.nde e incomparable injenio debia
SOl' 01 poota del sig10 XVI. POI'que la poesla es cl eco de 111. historia,
i e ideal es 111. ultima palabra, 111. palabra sonora, inmortal de 111. roalidad.
Tales eran Isabel i su siglo: siglo i mujer con los cuales j ngaba
imprudentemente Marla Estual'do.
Empero, Isabel no jngn.ba 0 mas bien jugaba un jnego serio. Fnc
resel'vac1a como 111. mujel' inglesa; orgnllosa, sectaria i naciona.l como
el hombre ingles, i pOl' decirlo todo en una paIabra, flle In. encarnacion
de Inglaterra, 111. misma Albion coronada ante 111. cual tuvieron
quo sncnmbir 111. poderosa Roma i 111. invencib1e Armada, escuadra
qne llevaha a espensas de Felipe IT los conquistadores destinos del
eatolicislllO.
POI' e 0 Isabel fue adorada de la Inglaterra; porque tnvo a sus
ojos un mel'ito que sobrepnja a todos los demas, que fuc 01 ser In.
imajen viva de Ia nacion, i una consagraci6n abso1uta al gobierno
del Estado. Isabel fue econ6mica en los gastos de 1a corona, a fin de
dOl'ramar a torrentes sobre Ill. marina los tesoros que su patrimonio
amontonaba. Multiplico los bnques, fuc pr6diga con sns escnadras,
csplendida con sus marinos; fue 1a que ereo roalmente a lnglaterra,
In. que hizo de ella una Cartago del norte, Ill. Cartago de todos los
mares. Ese es el honor eterno de Isabel, i 10 que para el puobl0 ingles
In hace superior a todos los reyes de la historia.
Reconocer a Marla Estuardo pOl' heredera hubiera sido para
Isabel un acto de suma gravedad ; era dar a 111. reina de E cocia poder
sobre Ing1aterl'a, una influencia directa, un reinado oculto, pero tcmible,
en el interior pOI' medio de los catOlicos, en el esterior pOI' medio
de los Guisas i de Felipe IT.
El corazon i Ill. politica do Isabel Ie impulsaban de acnerdo a
aborrecer a Marla Estuardo.
Los Gui as no eran mas que los tribunos i los capitanos del partido
eat6lico. El jefo supremo, e1 rei de eso partido era Folipe II, asi como
Isabel era 1a reina del partido protestante.
Los dos se asemejaban, si bien en esfel'as distintas, por 01 papel
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MARIA Es'rUA!:.Do. 125
que l'epresentaban; por su canlcter, pOl' su natnraleza; pero se diferenciabau
pOl' su situacion : eran semejantes, pero uo eran ignales.
Felipe II no tenia mas que una pasion profunda: el odio a la
herejla. lIabiendose salvado de una tempestad en nna travesJa de
Ft.lndes a Espaua, crey6 deberlo a un milagro de la ViIjen i se hizo
mas inexorable consagrandose desde ent6nces al esterminio de los
enemigos de la Iglesia. Condeno a individuos de todas categorias,
edades i sexos, i asisti6 a las ejecuciones mas crneles. Proteji6 la inquisicion,
qne floreci6 entre sangre a In. sombra de su cetro, i que fuo
la primera institucion de la Iglesia i de Espana. No retrocedi6 ante
crueldad ninguna. Hizo prender como sospechoso de lnteranismo
a Constantino Ponce, el confesor que sigui6 a Carlos V en su retiro
del Yuste i recibi6 los ulthnos suspiros del gran monarca, i a esa
varon consolador de sn padre 10 relego a una prision infecta, en donde
muri6. Felipe II, continuando Stl venganza contra aquel anciano
inanimado, malld6 quemarlo en efijie, i estnvo a punto de tratar del
mismo modo la memoria de Carlos V, de quien habiarecibido la vida
i la corona. Sabido es que no perdona a su hijo don Carlos. N ada
habia que Ie pareciese mucho para illmolarlo ante su idolo, i asi Ie
ofrecia en holocausto los sentimientos mas dignos i las afecciones mas
tiernas.
Descendiente de tantos principes cat6licos, grababa en 61 1a tradicion
una especie de grandeza cristiana i real que no se conmovia pOl'
nada, ni pOl' la prosperidad ni porIa desventllra.
Cuando lleg6 e1 caballero que iba a anunciar1e 1a victoria de'
Lepanto, i cl'uz6 silencioso pOl' entre los grupos de los cortesanos callados
i atentos, se hallaba el rei escribiendo en Stl gabinete i suspendi6
su tarea para leer e1 despacho. Su rostro 'no dej6 traslucir la.
menor impresion, unicamente dijo: "Mucho ha aventurado Juan;
j loado sea el Sefior !" I continu6 su correspondencia.
Cuando Oristobal de Mora fue a noticiarle la destruccion comple.
ta de la .Li1'macla invencible, estaba rezando en su ora torio. Oyalo el rei
i se limita a responder con frialdac1: "Dios es el amo! Yo habia enviado
esa escuadra contra los hombres i no contra los elementos." I
Biu exhalar una queja, termino sus oraciones.
Fijos constantemente los ojos en un mapa-mllndi, ataba i desataba
los hilos de sn politica inflexible con una pasion en que se combinaban
la contemporizacion i 1a perseverancia. " Un rei es un tejedor,"
decia Felipe II.
Era volnntarioso, fanatico i absoluto: sus vicias mezc1ados COil
algl111as virtudes Ie habian formado una conciencia inflexible.
i, No aparece ::in vida ilurninada pOl' un l'esplauc1or siuiestro i rtlsn· OGOI'
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136 MARIA ESTUARDO.
de los reyes mnertos. El sentimiento publico se irrit6. La antigua
capilla se admir6 de aquel nuevo huesped i se cubri6 con una sombra
mas. i Triste San Dionisio escoces sembrado de ruinas, de sangre
ide Iagrimas! Humeda b6veda, trajico monumento de Ia grandeza i
de Ia nada, del que no es dado olvidar ni Ia melanc61ica yedra, ni Ia
nave medio derruida, ni e1 rose ton arrancado, ni las tum bas saqueadas,
cuando ban llegado a verse alguna vez todos e60S restos de piedra,
de yerbas i de recnerdos a 1a paJida 1uz del sol en 5U ocaso.
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•

LI:eno SESrrO •
• • •
SUMARIO.
Devuelve Maria Estuardo eu confianza al conde de Murrny-DII a luz un hijo en el palacio
de Edimburgo-Envia a Jacobo Melvil a L6ndreB para noticiar a Isabel este
suoeBo-Indulta a lOB asesinos de Riccio-Aumentase el resentimiento de la reina
contra Darnley-Bothwell-Su vida de pirnta-Su audazia con la reina-Su retrato
-Amor de la reina-Su viaje al castillo de la Ermita-SuB versos-Bothwell dueno
de Maria i de Escocia - Martil'io de Darnley - Cansado de ultrajeB, abandonll a
Holyrood i se retirn a Glatlgow, III Indo de BU pndre-ConferenciaB de Craigmillar­
Conjurncion de los Iores contra III vida de Dllrnley-Viaje de Marin EBtuardo 11 GlasgOW-SUB
cartas a Bothwell-ConfidenciaB de Darnley en Crawford-La reinn lJeva
al rei enfermo a Kirk-of-Field-Se aumenta la tristezil de Darnley-Ultima noche­
La rein a da un baile en Holyrood-Dunley Bolo con BU paje Taylor-LoB bandidos de
Bothwell en III casa-Asesinato i esplosion-Cadaveres encontrados-Hipocreslll de
Bothwell i de Ia reina-Indignacion de la ciudad-Terror orgnnizado por Bothwell
-Sermon de Knox-Knox se retira fl 10 interior de los bosques-La corte se abandona
a los placeres.
• ••
SINEMBARGO de las rciaciolles que Murra mant nia con los coujurados,
la reina devolvi6 a este toda su confianza, llam6 a su lado a
Bothwell i Be repUBO un tanto bajo la vijilancia de BU habil hermano.
Murray Ie di6 un interva10 de repoBO de que tenia gran necesidad, i
restableci6 ella su sa1ud. No habiendo sufrido ningun otro contratiempo
en e1 resto de su embarazo, lleg6 este fe1izmente a su termino
e119 de junio de 1566 en e1 palacio de Edimburgo, en donde se habia.
constituido con el parecer de su consejo privado, que no consideraba.
a. Holyrood como residencia bastante segura.
Inmediatamente envi6 a la sellora Boin a Jacobo Mel vil para
Rllunciarle este suceso i para darle 6rden de que 10 participase a IsabeL
Melvil se apresur6 a montar a caballo: por la noche se hallaba en
Berwick, i cuatro dias despues en L6ndres.
Primero vi6 a Cecil, en euya compania paso a Greenwich, donde
Be ha11aba. la corte i donde se daba un gran baile. Cecil introdujo a
Melvi} ante Isabel, e inclinandose un poco, dijo pOl' 10 bajo a la reina
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MARIA ES'l'UMmO. Itl
sal va de la locnm i se resigna a las miserias pro10ngadas, al ais1amiento
i a los calabozos1 Bastante nos 10 dir:i el porvenir.
Bothwel1, entre tanto, perdido de dendas ide escesos, era un escandalo
viviente. Tenia innumerables queridas i tres majeres, cada una
de las cnales se crela lejltima. No era de la relijion de Marla i todo
parecia que debin separarlos; pero todo los 1'e11nio, basta las infamias
de aquel estrano am ante irresistible en e1 corazon de ]a reina
corrom pida ya en flot' en In. corte de los Valois. I
Vino a descnhrir la pasion de }Iaria un acto qne, pOl' otra parte,
revelaba tanta sensibilidad como imprndencia. Esta habia elevado al
conde de Bothwell a las mas altas dignidades del Estado. Entre sus
titulos habia uno mni importante que era e1 de Lord guardian, guat'da
de las fronteras, cnyo cargo era vijiIar todas las comarcas limltrofes,
10 cnal Ie daba la dictadum de los condaLlos del Sur. Cuando tenia
que ojercer este importante mando, habitaba 01 castillo de 1a Ermita,
fortaleza real desde donde dirijia espediciones para restablecer Ia paz,
intimiLlar a las bandas de merodeadores i recbazal' a los ingleses. En
nna de esas espec1iciones quiso apresar pOl' si mismo al jefe de una
banda, Juan Elliot de Park; pero apesa1' del numero de los sitiadores,
se defenc1i6 aquel con la intl'epidez de la desespera:cion e hirio a Bothwell
en Ia mano. El conde fue trasportado a la Ermita, i Maria Estum'do,
qne dabn. andiencia de justicia en Jedburgh, recibi6 aviso
de aquel suceso el15 de octubre. No titubeo 1a reina, antes bien monto
a caballo, i seguida de algunos nobles de su casa, salvo a tl'aves de 109
campos, pantanos, bosques i montes, una distancia de veinte roillas
. inglesas, hasta que lIeg6 a 1a Ermita con una emocion inesplicable.
El conde segnia mejor.
Tranquilizada ya la reina i pensando en e1 atrevimiento del paso
que habia dado, en e1 pesar de sus amigos i en 1a alegria de sus enemigos,
volvi6 en 01 mismo dia a Jedburgh pOl' los mismos caminos
asperos i casi intransitab1es. "El conde de Bothwell, escribe sencillamente
Dncroc a Oatalina de M6dicis, esta fuera de peligl'o, con 10
cnalla reina se hulla mui contenta: su perdida habria sido para ella
"llna p6rdida mui grande."
Maria cay6 . enferma tambien e1 16 'e i las fatioas i las emociones
del dia anterior, pnsieron su vida en peligro. Su COl'azon se revela todo
entero en sus estancias, que son el diario ritmico i secreto de su alma .
........................................... .................. .
Pour lui j'ai jetLe ma.inte lnrme.
Premier qunud it se fist de ce .corps possesseur,
Duquel 0101'5 ilu'avait pas le coour, ..• ,
Puis me doono uoe autre dure alal'me
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146 MARIA ESTUARDO.
-
ba a Ia reina. Atraveso triste i desolado el antiguo camino mal trazado
a traves deun pais salvaje cnbierto de juncos, de brezos, sembrado
de pequefias montanas, e iluminado pOl' los paJidos refiejos de las
lagnnas i de los pantanos. Apenas habia caminado una legna cuando
sintio calicos violentos i fuertes dolores en las vlsceras. Oontinuo moribundo
casi hasta Glasgow, i llamados los medicos mas habiles,
declaro uno de ellos, Jacobo Albernety, que Dal'nley cstaba envenenado.
Emplearonse todos los recursos del al'te, con 10 cual se salvo a
medias al pobre rei. Se acuso a Marla de haber echado ella misma
el veneno, pero eso fue una calumnia de la opinion i un error de Ill.
ciencia. Lo que el rei tenia eran viruelas.
A 1a verdad Ill. reina, desde aquella epoca i en todo el fuego del
amor It Bothwell i de su odio a Darnley, se habia relacionado estrechamente
con los lores enemigos del rei, con Murray, con Morton,
con Hnntly, con el conde de Lethington i con Argyll que era uno de
los mas violentos despues de Bothwell.
lrIaria los vi6 en Craigmillar en Jas cercanias de Edimbnrgo,
donde se habia retirado para distraerse un poco de sus luchas interiores.
Pero en ninguna parte encontraba la tranquilidad, i se noto BU
tristeza en el castillo de Oraigmillar, como se habia notado en lloIyrood.
En vano sacndia su cadena de esposa: esa cadena no se l'ompia.
Bien podia ser la querida de Bothwell, pero no podia ser su mnjer i
de aM nacia su abatimiento. La enfermedad de Ill. reina, escribia
Ducroc al arzobispo de Glasgow, consiste principal mente en un pesar
profundo que es imposible hacerla olvidar. No hace mas que repetir
esta frase: "j Quisiera haberme muerto I"
Los lores coufederados, testigos del dolor de la reina, e intcresados
en halagarla pOl' ambicion, la apremiaron a que eonsintiese en
dos go]pes de Estado; el divorcio i luego e1 destierro del rei. Ella no
respondi6 sino con suspiros, icon el vago proyecto de refnjiarse en
Francia i de confiar a Darn]ey e1 gobierno de Escocia. "Senora, esclarno
e1 conde de Lethington, nosotros los principales de vuestra nob1eza
i de vnestro reino, no 10 permitiremos. N osotros sabremos halIar
seguramente e1 medio de libel·tar a vuestra gracia de ese hombre.
Milord Murray que esta presente DO es mas escrupuloso como protestante
que vos como papista; estoi seguro de que mil'ara. pOl' entre sps
dedos 10 que nosotros hagamos i no dil'a nada."
A esta proposicion encubierta pero terrible, lao reina en vez de
irritarse e indignarse se atrinchero en una maxima jeneral que era
ya como nna tolerancia auticipada del asesinato. Dijo que valia mas
poner las cosas en manos de Dios que intentar nada de que tener que
ai'l'epentir:;e despnes. "Pero dejadnos obrar i manejar e1 asnnto, se-
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152 llARIA ESTU ARDO.
contemporaneo, que In reina amaba el placer i Ie gnstaba pasar 01
tiempo tan bien como a cualqnicra otra."
La otra persona colocada al lado de :Marla pOl' Bothwell era
Nicolas ITubert, un frances a quien llamaban Paris, del nombre de
sn ciudad natal; hombre a quien ulla mhada de Bothwell helaba de
espanto, que pOI' miedo consinti6 en tomar parte en ]a conspiracion
contra ]a vida del rei, i acompafi6 a Marla en su vinje a Glasgow. Este
i'ae el que envi6 ella a Bothwell con cuatrocientos escudos i nna carta,
1:1 del 2± de enero, tan conforme a la relacion de Tomas Crawford.
Despues de hacer la reina varios cncargos a Paris, aiiadi6: .... "Dil'eis
ademas a M. Bothwell que DUDca me acerco al rei sin que lady Reres
este alIi i vea todo 10 que hago."
Paris march6 i DO 01vid6 nada de cnanto se Ie hahia confiado.
Sa verdadero mensaje era preguntar a Bothwell i a Lcthington, los
dos autores principales del compromiso rej icida, d6nde habria que
alojar a Damley a sn regreso, si en Craigmillar 0 en Ki,·k-of-Fielll.
As! que :Maria recibi6la rcspuesta i snpo que Kirk-of-Field era
el pun to design ado, decidi6 a1 rei a dejar a Glasgow para vi vir donde
ella viviese. Este se s11strajo a su padre i a los amigos de Stl familia
para segnir ala reina a Edimburgo. Marla DO Ie instal6 en llolyrood,
sino que de acuerdo con Bothwell qne habia salido a recibirlos, i a
pretesto de lleval' al enfermo a un sitio mas tranquilo en donde se respirase
aire mas puro, Ie hizo fijar Stl residencia junto 1\ las ruinas del
con vento de los Dominicos 0 hermanos negros, en la ea a de la Iglesia
del Campo (the Kirk-of-Field.) Esta casa perteneeia a Roberto
Balfour, e1 8I'ide de Bothwell i el mas odioso de los conjnrados para
el asesinato del rei. Era aquella nna antigua i vasta mansion abandonada,
situada en punto estrnviado a alguns distancia de Hamilton­
House ide siete pobres campos, entre dos eementerios. AlH todo era
lugnbre i no se ola mas que elladrido de los perros i el graznido de los
cuervos.
I"a tri tcza de Darnley fue en aumento.
A fin de tranqnilizarlo, Marla hizo poner sn cama en una pieza
que caia debajo del cnarto del rei, i se mostr6 cad a vez mas so11cita
con a1. Darnley, seducido i asustado alternativamente, no hacia mas
que vacilarelltre el temori la esperanza, sin acertar a decidirse a Dada ..
Un dia, e19 de febrero, permanece Maria en el cuarto de su mariJo
mas tiempo que el de costtlmbre, i se separa de 61 mas tarde.
Parece que la retiene el amor. Le hace compania desde las seis de In
tarde i toda esa entrevista es dulce, afectuosa, carinosa. Al marcharse
Maria 600rie a Darn1ey, Ie beRa j Ie pone en el dedo una 50rtija preeiosa
que lleY/tun siempre.
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156 MARIA ESTUARDO.
claron un silencio amenazador. IIabiendo gritado una de eDas: ., j Dios
salve a vuestra gracia!" l'epiti6 otra al punto: "j Dios la guarcle como
merece!"
Bothwell, seguido de jente armada, recorri6 al galope las calles
cllajadas de una muchedumbre conmoyida, icon Ja mano sobre ]a
daga gritaba: "z D6nde estan los que fljan pasquines, para que esta
buena hoja haga conocimiento con su piel ?" Escoltado pOl' su jente
feroz organiz6 e1 terror del sable en Ia cilldad, i los habitantes, en
cuanto Ie velan venir de 1ejos, se encerraban i atrincherabau aSllstados
en sus casas. Solo Knox, inaccesib1e al temoI', volvi6 audazia pOl'
audazia.
Reuni6 en torno suyo a sus fleles presbiterianos, i al punto se
Hen6 el templo. Knox, con Ia £rente austera i Ia cabeza illclinada, atraves6
pOl' entre Ia multitud que aguardaba ansiosa sn paIabra. Subi6
Ientamente a1 pillpito, se recoji6 dentro desllargo tiempo, i tronando
subitamente con los ojos hechos fne.go i eI ademan terrible, traz6 con
voz aterradora a la manera de los profetas i con las imajenes de la
Escritllra, el cuadro de las prostituciones de Babilonia. Todo el auditorio
estaba en Ja mayor ansiedad: las alusiones no podian ser mas
trasparentes. Antes de concluir Knox aquella elocucnte maldicion se
detuvo de repente, i desgarrando de horror i de dolor su parda vestidnra
de miuistro, esclam6: "j Se ha acabado mi paciencia, hermanos
mios. Mis ojos han visto i mis oidos han oido demasiado. No permanecere
una hora mas en Sodoma. Me voi a1 interior de los bosques
para no ser testigo pOl' mas tiempo de la abominacion oe la desolacion.
V osotros que os quedais, j revelad i vengad! (Reveal aud revenge!)"
Despues de tan terdble anatema baj6 del plllpito i sali6 de Edimburgo,
retirandose a 13. choza de un lenador, a doude sns discipulos iban
secretamente en peregrinacion. De alli tt'ruan aquellas pasiones ardientes,
aquellas inspiraciones de fuego que abrasaban al pueblo i
encendian mas i mas la c61m'a universal contra 130 reina.
Aquel dia en que Knox huy6 al interior de los bosques, algullRs
horus despues de sn llegada a la choza del lenador, se desmay6. Ninguuo
de sus discipulos logr6 hacede volver en si, i solo un pastor do
Ins montes de Lowlands, fue el que, to cando en su caramillo un ai1'e
de Lothian, sac6 a Knox de aquel letargo que fue considerado en lao
Iglesia presbiteriana como un sueno divino.
Todas las noches, a hora bastante avanzada, se dormia a1 ruido
de una cascada de 1a montana. La caida armoniosa i mon6tona. de
aquella gl'an sa.hana de agua era 10 uuico que podia calmar 1a ajitacion
formidable de sus pensalllientos.
La corte, alarmada en un principio con 1& osadia i eon la retirada
do Knox, no tar06 en atul'dirse de nuevo en los placeres.
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JllARIA ESTUA1WO. 159
El 24: de marzo, e1 conde de Lennox, padre de Darnley, no m{mos
desconsolado que la condesa su mujer, acnso a Bothwell de rcjicidio.
Se convoco el tribunal cnanto antes i se fij6 para dar la senten cia el
12 de abril. El conde de Lennox solicito un plazo mas largo a fin de
recojer sus prnebas i demostrar major Ia culpabilidad del aCllsado;
pero se desestim6 una peticion tan justa i se conservo Ia fecha del
12 de abril.
Aquel dia, desde por la manana, la Tolbooth, pretorio i careel :t
la vez, doblo i sombrio monumento, aparecio cercada do tl'eseientos
arcabuzeros. E1 conde de Bothwell se presonto en Edimburgo nsombrada,
al frente de cinco mil hombres armados, que sn privanza en
Ia corte Ie faci1ito rennir. Marla en aquella circllnstancia, no perdon6
oro, promesas ni estimnlos. · Los senores mas poderosos cedieron de
buen grado, unos pOl' ambicion, otros pOl' codicia, algunos pOl' temor.
El terror inspirado en un principio por Bothwell i los suyos se habia
acrecentado, i reinaba en el palacio de IIolyrood, en las calles, en el
salon donde tomaban asiento 10sjurados, elejidos todos entre la alta
nobleza i presidid03 pOl' el jllsticia mayor del rei no, e1 conde de
Argyll. .
Bothwell se diriji6 a Ia ToIbooth, entre Maitland i Morton, montado
en nn soberbio caballo ricamente enjaezado como e1 de un rei, i
que era regalo de Maria. La muchedumbre se estrcmeci6 de horror
a1 reconocer que el caballo habia pertenecido al pobre Enrique Darnley.
Bothwell paso por la plaza del palacio. La rein a deade una de
las ventanas de su torre, en donde estaba con sus damas, Ie dirijio un
ademan de ternura que el embajador de Francia, Dllcroc, sorprendi6
con disgusto. A111cgar el conde a1 tribunal con sn comitiva, hallo a
sus amigos i a los de Ia reina que llenaban ya todas las avcnidas i
todas las piezas del edificio. Bothwell se presento con orgullo a sus
juezes, i despues de saludarlos, diriji6 sus miraclas sonriendose ironicamente
al sillon reservado al acusador. Ese sillon estaba vaclo. El
desventurado Lennox inf01·mado del aparato de fuerza desplegado pOl'
BU enemigo, se abstuvo de presentarse. Unicamente se levant6 uno
de sus vasallos, protesto en nombl'e de su amo i rcclamo un aplazamiento.
Un jurado apoyo con debil voz su reclamacion, pero todos
sus coIegas cstaban ganados 0 intimidados i no accedioron a aquel
deseo de un padre tan indignamente lastimado i ultrajado. Los jl1ezes
violaron todas las leyes divinas i human as, Ia natmaleza i h equidad
a Un tiempo, pronunciando un veredicto absolutorio. En el testo de
Ia sentencia habia nna especie de ambigiiedad i de vacilacion que
revelaba la vergiienza. Los jnrad03 declaraban que donde no habia
acnsador no podia haber reo: odioso sofisma para e1udil' 1a necesidad,
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MARIA ESTU ARDO. 161
bo jamas se desminti6 ni ann en la fuerza de sus estravios. Durante
!:ill rapida permanencia en Stirling, 10 reeomend6 de nuevo mui espeeialmellte
a los cuidados del conde, 10 recomendo como "su joya mas
qnerida," e hizo prometer al ayo "guardarlo i no entregarlo sino con
el espreso consentimiento de la reina." Sin acertar a esplicarsc mui
clo.ramente sus confusos temores, tomaba de esa manera sus seguridades
contra las exijencias i los dcsignios posibles do Bothwell.
Tranquilizada como madre, no guardaba miramiento algnno como
mujer ni como reina, i se preparaba de antemano a su rapto. "En
cuanto a hacer mi papel, escribia a Bothwell, se bien como debo componerme,
recordaudo el modo en que las cosas se han dispuesto. Me
parece que vuestros muchos servieios i la grande amistad i el favor on
qne os tienen los nobles, bien meroeen que obtongais perdon, aun
cuando en esto os adelanteis mas de 10 qne es el deber do un Bubdito
............ "
La. reina dejo a Stirling el 24: de abril para volver a Edimburgo,
j cncontro a Bothwell junto a Almond-BridO'e, en el mismo sitio en
tIne Jacobo V llevo a cabo uua de sus aventuras mas romanescas i
poligl'osas. Marla, menos feliz que su padre, continno perdiendo BU
honor donde Jacobo habia estado a punto de perdor la vida. Bothwell
llevaba mil jinetes, i man do cercari desarmar la dubil escolta de la
'·eina. El mismo so acel'co a ella e irrclin{mdose con gracia cojio 1a
brida del caballo de Maria. Esta gual'do silencio i no dejo escapar Ia
menor esclamacion de sorpresa ni de indignacion. Huntly, Maitland
iJacobo Melvil formaban parte de la comitiva real.
"Fuimos atacados ...•. (todos tres) dice Melvi!. A los demas se
los dcj6 en libertad de escapar. En aquel momento dijo el conde que
ee casaria eon la reina aun cuando todo el mundo i ella misma se oPUeieran.
El capitan Blakater, pOl' qnien fUl hecho prisionero, me dijo
que todo aquello se hacia con annencia de reina. Al dia siguiente me
d.ieron libel'tad para retirarme a mi casa."
El conde de Bothwell tomo 01 camino del castillo de Dunbar,
dondo mandaba. Con una mano conducia su hermoso caballo ingles,
icon la otrn. 01 caballo anda1uz de Ill. raina sembrado de manchas de
espuma que despedia del bocado. Los nobles animales qne mas de
una vez habian caminado juntos, re1inchaban de placer. El conde, al
di"ijirse a la reina, ostentaba un aire modesto de intelijencia, de cortesia
i de triunfo. Inclinabase con una respctuosa osadia para hablar-
10, i Marla Ie escuchaba sonriendo. Maria ibn ricamente vestida con
toda la majestad de una reina i toda la coqneteria de una joven. El
Conde se habia vcstido para aquella cspcdicion con t11la eleO'ancia mil'
b
Itar. De su cuello Ie caian plegados sobre sus ropillas de raso los
Sl:,ll.IN

MAnIA ESTUARDO. luI)
UauielHlo el comlc tIe Bothwell pega

176 MARIA ESTUAItDO.
Do esta suorto oseriLia a su embajador, 01 6 de agosto :
" .... V emos quo au comportamiento i proceder con su reina i
soberana, esceuen a todo 10 uomas i son tan estraordinarios que no
pouomos monos de pensal', i 10 mismo sin duda a1 universo entero,
quo on esto han ido ))las alla de los deberes de aubditos, i que debe
rocaer necesariamente sobre elI os una mancha perpetua e indeleble."
Trokmol'ton insi11uo a los nobles principales e1 descontento de
Isabel; pero los lores se escusaron i persistieron en cerraI' la entrada
al embajador. Decididos a desposeel' a Marla de un poder que ella
quo ria compartir con Bothwell, au enemigo, comprendieron que no
couvenia alentar a su rein a haci60dole saber pOl' medio de un diploma.tico
tan habil como Trakmorton la bonevolencia de Ia reina de
Ioglaterra.
Nuevamonte desairado 01 embajador de Isabel, se diriji6 pOl'
6rllen de su ama al partido de los Hamilton i los exhort6 a tomar las
armas i a poner a Maria en libertad.
"Nuestro dcsignio, Ie escribia Isabel, es qne hagais comprender
bion a los IIamilton quo aprobamos su conducta (en 10 que convieno
a la reina su soborana, respecto a librarla) i que estamos dispuestoB
a hacer ill ncho en fa VOl' de la reina, nuestra hm'mana .... "
Isabel, Trokmorton i todos los am:igos de Maria Estuardo, nada
pudieron sinembargo en aquella ocasion. Edimburgo i toda Escocia
estaban ardiendo. Knox i los ministros escitaban e1 furor de la muchedllmbre
contra los autores i reos del asesinato i el adulterio : los
nobles se coligaban para impedir a todo tranze la rehabilitacion de
Bothwell i las venganzas que habrian seguido a la restauracion de lao
reina i de su audaz complice.
Nombrados interinamente para gobernar e1 reino los nobles del
consejo, trataron de la suerte de Maria. Varios propusieron medidas
estremas i q uerian condenarla pOl' el asesinato de Darnley. La mayoria
se inclin6 a adoptar una decision menos barbara, pero no poco
severa, que ftHJ despojar a Maria de la dignidau real de que se habia.
hecho indigna.
Tanto se habia rebajado la reina de Escocia en la estimacion de
la Europa, i el desprecio universal1a habia destronado de tal suerte,
que Dllcroc, embajador de los Guisas, i del rei de Francia, se puso
de acuerdo con los lores del consej 0 para sal val' el trono de los Estllurdos
asegurandoselo a Jacobo VI, i comisionaron a Ruthven, a Melvi!
i a Lindsey a fin de doblegarla a sus designios. Maria, informada
secretamente por Trakmortoll de que cnanto pl'ometiese en la prision
no la compromcteria en nada, cedi6 a las intimaciones de sus enewigoti.
Sir Roberto Melril, en (luicn ella tenia fe, Ie hablo Oll parti-
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181 MARIA ESTUARDO.
siciones, e1 campo de batalla, los dos ej61'citos, los resplandorcs i 01
. cho(lIlO do las espatins, e1 l'niuo tle In. nrtillorla, 01 0]01' de In. -po-1VOI'll,
Ie comnnicaron nn vigor nuovo. Respir6 fuol'tomcnto, i una antigua
cr6nica dice que su aliento se asemejaba a un relincho. Tn vo n'tpidos
escalofdos i oortos estremocimientos, durante los cnales 01 anjel de Ia
guerra 10 sacudio con tal fnerza, que la violencia de sus emociones i
la ajitacion de su espiritu Ie curaron. La misma cronica l'e:fiere,
con una sorpl'esa supersticiosa, que el caballo de lord de Grange
comprondi6 todas aqnellas diversas fazes de los padecimientos i del
l'ostablecimiento de su amo, que Ie contemp16 primero midiondo su
paso con un tacto casi humano, i que Ie 11ev6 despnes a morced
de los impulsos del alma her6ica que parecia 1'econocer, adivinar
i favorecer.
Rirkaldy de Grange fue el hOroe mas puro de aque11a jornada
memorable, porque a :Mortou Ie arrastraba el egoismo mas maquiav6lico,
i en Murray e1 celo del bien publico estaba mezclado con lma
ambicion demasiado personal.
Aquella victoria fue completa. Los ta1entos superiores de Murray,
de Morton i especialmente de Kirka1dy de Grange, prevalecieron
sobre las proezas caballerescas de los partidarios de la reina- L'1.
estrella de Marla se eclipso. La refriega de Langside fue un om.culo
del Dios de los ejorcitos, e1 enal pl'edijo sobre aquel pequeno eampo
de batalla sembrado de treseientos cadaveres, que la Eseocia seria
protestante, que Marla no tendria en 10 sueesivo mas l'cino que una.
carcel, ni mas trono que un cadalso quizas.
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LIEItO OC'I'AVO .
• • •
SmIARIO,
Marla buye hnsta Gnlloway-Se detienc en Ill. nbadia de Dundrcnnnn-Llegn n lnglatel'l'a-Vaeilacion
de Isa1el-Se nicga osta n rocibir n Marin Estuardo hastn que Ill.
reina de Escocin se hnya j llstificado-Cartas-Mal'ia Estllanlo pl'isioneJ'(l-Isabel constituiJa
entu,bitra entre los nobles escoceses i Sll reina-Conferencia de York-Cooferencia
de llampton-Court i de L6lldl'cs-Isabcl se niega n reso]ver-Conserva cautiva
a Mariai covill. a Murray despues de prodigarle su favor i su oro-Triunfo del protestantismo
en lnglaterra i en Escocia-Rejencia de Murray-Su muerte-Guel'1'a civil
en Escocia-Kirkaldy de Grange i Maitland abrnzan Ill. causa de 1a rcina-Toma de
Dumbllrton pOl' los partidllrios del rei-EI nrzobispo de San Andres es nhol'cado-El
conde de Lennox, el conde de Marl' i e1 conde de Morton rejentes sllcesivos-Leihington
i Grange defienden solos a la l'eina en e1 castillo de Edimbul'go-Toma del castillo
-Muerte de Lethington-Muerte de Kirkaldy de Grnnge-E1 rejente enriquezido-­
Se ascgurn el rei-Jordnno Brnno-Knox-Las lucbns del reformistn...:...su retrllto-­
Sll mnerte-Su casa en el alto de Ill. Cannongate-lniqnidadcs de Morton-CoDspiracion
ole Jacobo i de sus favoritoB contra el rejente-Proceso de Morton-Sn ejecucion­
JOlje Donglas venga at Donde de Morton-Infiuencill de toaoe eBOe enoesos on III
suorte de Mal'fa Estoardo.
.. ,
MARiA dospues de BU dCl'l'ota hlly6 a todo escape el13 de mayo
de 1568, i sus amigos dispel'sos hllyeron con ella.
La reina camino sin parar i sin esperanza algnna por los valles
agl'estes i las montaiias, i a 10 largo de los lagos i ton'cntcs de Escocia.
Las campiiias abandonaclas pOl' los trabajadores la asnstaban, i el desierto
en donde no se veia salir hurno algnno de ningun tejado, de
ningnna choza, cansaba sus o.1os i sn imajinacion. Onalquiel'a muchacha,
cualquiera mujel', cualquier nino, cualquier anciano, cualquier
animal domestico, po dian venderla. La c1errota i el opl'obio a sns
cspaldas, los peligl'os i las asechanzas dclante de sl, tal era BU triste
SUOl'te, Solo los animales snlvnjes de los bOS(J,11CS i de los yel'IDOS
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188 MARIA ESTUARDO.
rocompensaba a los primeros. Poco a poco Mal'la, trat:Hla en nn
principio con mucha deferencia, ceso de SCI' una reina para COQvortil"sc
en una pl'isionel'a.
Don Guzman de Silva, embajador de Espana en Inglaterl'a,
esel'ibia pOl' aquella epoca a Felipe II:
" La pieza que ocupa 1a reina es oscura i no tiene mas que una
ventaua con rejas de hierro. A esta pieza preceden otras tres cnstodiadas
i ocupadas pOl' arcabuceros. En la ultima, la que sirve do
anted,mara al salon de la reina, esta lord Scrope, gobernador de los
distritos de la frontel'a de Carlisle. La l'eina no tiene a su Iado mas
que tres de sus damas. Sus servidores i criados dUel'men fUOl'a del
castillo. No se abren las puertas hasta las diez de la manana. La
reina puede ir hasta la iglesia de Ia ciudad, pero siempre acompaDada
de cien arcabuceros. IIabiendo pedido a lord Scrope un sacel'doto
que Ie dijese la misa, contest6 aquel que no los !labia en Inglatel'ra."
.A.sustada Maria Estuardo de las intenciones de Isabel, implol'f>
01 favor do Francia. Olvid6 su odio secreto contra Catalina de M6uicis,
i Ia escribi6 como asi mismo al rei Carlos IX i al dnque de Anjoll
pidi6ndoIes que Ia socorriesen.
Con el mismo objeto escribi6 al cardenal de Lorena:
" Carlisle 21 de junio de 1568.
" No tengo para comprar pan, camisas ni vestido.
"La reina de aqnl me ha enviado un poeo de ropa blanca, i me
da uu plato. Lo demas 10 he pedido prestado i no enCllentro mas.
Este oprobio os alcanzara avos tambien. Sandi Clerke, que ha estado
en Francia, enviado pOl' ese falso bastardo (Murray) se ha g10riado
de que no me enviariais dinero ni os mezclariais en mis asuntos.
Bien me prueba Dios. POl' 10 menos estad seguro de que mOl'h'e cawlica;
Dios me sacara. de estas miserias bien pronto. POl'que FO he snfrielo
injurias, calumuias, prision, hambre, frio, calor, lafuga sin saber d6nde,
caminando noventa i dos millas a traves de los campos sin detenermo
ni bajarme, i puedo dormir en e1 duro suelo, i beber leche agria,
i comer harina de avena sin pan, i he venido viajando tTes noches
como las lechuzas a este pais donde pOl' toda recompensa me encuentro
prisionera. I entre t.'l.nto deniban todas las casas de mis servidores,
i no puedo aynilarIes, i ahorcan a los duenos i no puedo recompensarlos,
i sinembal'go permanecen fieles ami, i aborrecen a esos crueles traidores
que no tienen tres mil hombres a sns 6rdenes, i S1 yo tnviese
ausilio todavia los abandonarla la mitad de ellos. Ruego a Dios que
me de remedio, 10 cual sera cuando 10 tenga a bien, i qne os do salnc1
i larga vida.
" Vnestra hnmilde i obedicnte sobrina. ":MARTA, R"
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MARIA ESTUAP.DO. 193
joven rei i del reino, ueseaba volver a Escocia, pero no podia hacerlo
sino con el consentimiento del dnque de Norfolk que mandaba a I

196 MARIA ESTUARDO.
Parece cosa cierta, que TIothwell-Ihugh comunic6 su proposito
a este pre1ado i a sus primos, i que todos 10 aprobaron. Bothwell-Haugh
no tenia necesidad de que Ie alentasen. Era un infatigable cazador,
sold ado de telllperamento fogoso i sombrio i de tenaz voluntad. No
habia amado mas que nn dia i odiado toda In vida; no conocia e1
cansancio ni Jas enfermeuades: su estatnra mediana era marcial, tenia
cabellos rojos, anchos hom bros, brazos nervudos ilargas piernas que
parecian hechas aprop6sito para montar a caballo: su rostro era
severo, su fisonomia triste i taciturna, su craneo estrecho i su pecho
inaccesible al temor: su cnalidad caracteristica era la de ser capaz de
ejecutar con prudencia el plan mas atrevido ; tenia una alma altiva i
violenta, una mana pronta i segura.
Bothwell-Haugh habia nacido conspirador.
Desde e1 castillo de Hamilton, donde Be habia retirado, espiaba.
la ocasion de sorprender a Murray, i esa ocasion no tard6 en presentarse.
Illformado de que e1 reje.nte iba de Stirling a Edirnburgo i
debia dormir el 22 de enero en Linlithgow, sa1i6 de Hamilton, sin
que nadie 10 acompafiase, sin un paje, sin un criado. Lleg6 fllrtivamente
a Ia hora del crepusculo i pOl' calles estraviadas a]a pequena
puerta de un jardin solitario, ape6se, sac6 una Have del bolsillo, i
abriendo con precaucion, entro llevando suavemente el caballo de la
'brida. Despues de cerraI' la puerta 10 condujo a la cnadra, Ie hizo un
lecho de paja fresca, Hen6 e1 pesebre i acaricio al Doble animal antes
de separarse de 61. Despues de esto, subi6la escalera principal i se
acost6 vestido como estaba en una cama i en un cuarto que ya conocia.
Durmi6 profundmnente como las naturalezas encljicas que se han
fijado en una res01ucion i se preparan a ella pOl' medio del descanso,
ya sea para ir a una batalla 0 a un duelo, i a vezes para cometer un
asesinato. Bothwell-llaugh se desperto un poco antes del alba i se levant6
lentamente absorto en sns meditaciones. Se hallaba en una casa
.deshabitada que pertenecia al arzobispo de San Andres. E1 cnarto
que Bothwell-Haugh habia elejido, tenia un balcon qne comunicabllo
pOl' dos lados con una galeria de encina en que estaban esculpidas
las armas de los Hamilton. Bothwell-Haugh emple6 e1 tiempo que
Ie quedaba con una sangre fria i una prevision increibles. Cubri6 con
colchones el suelo para amortigual' el ruido de sus pisadas, i estendi6
80bre la pared nn pano negro para que su sombra no descubriese 8U
presencia des de fuera. Atranco s61idamente 1a puerta de Ia calle,
visito la cuadra, ensil16 i puso la brida a sn caballo i Ie hizo beber dos
botel1as de vino anejo del arzobispo de San Andres. Vo1vi6 a 8ubir,
tomo un poco de sopa en vino, carg6 sn carabina i 8e aposto junto a1
balcon en emboscada sobre In calle pOl' donde tenia (lue pasar el re-
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2()4. MARIA ESTUARDO.
debilmente iluminada, en donde estaba aquel colocado pnra la
seguridad del sCI'vicio, pero sin utilidad prevista: tau inaccesiLle se
consideraba aquella parte del castillo! Empeu6se una Iucha entre el
centinela i J ordan-TIill ; pero no fue de larga duracion. El capitan
mat6 al soldado, i se apresnro a ayudar a sus compaueros a que se
internaran por Ia ventana.
Los mas iutrepidos temblaban; pero una vez dentro se tranqnilizaron
con la radiante mirada de sn j efe. Sorprendieron la guarnicion
del castillo e12 de abril de 1571, cOl'l'ieron a los puestos avanzados q ne
defendian el sendero de Dumbarton, i despues de dispersarlos facilitaron
al ejcrcito del rei la entrada en la ciudad. Esta habia dormido
bajo 1a bandera de la reina, i desperto bajo Ia bandera del rei pOl'
uno de los golpes de mano mas audazes que han podiUo intentarse en
uingun siglo ni en ningun pals.
"De ayer a hoi, escribe la Mothe-Fenelon, se ha recibido la
confirmacion de la toma de DOlllbe,·tl"anu (Dnmbarton) por los del
conue de Lenoz (Lennox) cnyo acciucllto ue:3componunt i entorpecero.
mucho los asuntos de la reina de Escocia."
"ITe tratado, anade en otra carta, de consolar 10 mejor q ne he
podido a la reina de Escocia, la cual 10 necesitaba mucho por el
sentimiento de la toma de Dombertrand."
Grande fue, cn efecto, e1 seutimiento de Marla Estuardo a1 saber
un sueeso que preparaba la toma del castillo de Edimbul"go i la rnilla
de Sl1 partido. "Dumbarton ha sido tomado, escribe a1 arzobispo de
Glasgow, i a los que 10 sorprendieron se les invita a que 10 pongan
en manos inglesas."
Marla declara en confianza todos sus temorea al dnqne de Alba
en una carta fechada en Sheffield a 18 de abril de 1571:
"01"CO, dice, que habreis sido debidamente inform ado pOI' don Geraldo
de Espes, de la sorpresa del castillo de Dnmbartou. Adem3s
de qne por los actos precedentes de esta (la rein a Isabel) no pnede
esperal'se de sn intencion sino cosa mala, estoi informada con segnridad
de ser asS: por las intrigas secretas que hubia pnesto en juego Il
fin de ganar al capitan del castillo de Edimburgo, i a Otl'OS subdit09
fieles mios ........ i hacerse dueTIa i senora de toda Itt isla."
Lord Fleming habia 10grado escapar, i fuo e1 setimo; pero 109
demas defensores de Dnmbarton quedaron prisioneros. Los dos roa S
importantes do estos fneron M. de Vernc, enviado de Francia, i el
arzobispo de San Andres.
M. de Verac rocibio bnen tratamiento, pues e1 conde de LennoX
ueseaba granjcarse con su cortesia ucia aquel diVlom:itico, e1 favor
del rei Carlos IX. Con 01 arzobispo de San Andres us6 de mEmOS
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LI:ePwO NOV'EnO .
•• •
SUM.ARIO.
Ojeada retrospeetivn sobre lOB nsuntos de Inglaterra-Marfa Estuardo en Bolton, castillo
de IQl'd Scrope-N orfolk-Proyectos de matrimonio entre eate j 1(\ reina de Escocia
-Correspondencia de Norfolk i de la reina-Traslacion de Maria desde Bolton a
Tutbury-Se confia su cust?dia al conde de Shrewsbllry-Es conducida n Wingfield
i Hevada otra vez a Tutbury-Castillos i prisioocs-Escocia-Inglatcrra bajo la dominacion
de Isabel-.Amor de Norfolk n la reioa de Escocia-Conspiracion de Norfolk­
El conde de Northumberland i el de Westmoreland-Rebelion del llorte-El conde de
Westmoreland es desterrado-Northumbel'land en Lochleven, i luego decapitado­
Balada de Norton i de BUS nueve hijos-Represion barbara de Ia iosurreccion-AInria
Estuardo en el castillo de Chatsworth-Bula de escomuoion del papa Pio V contra
Isabel-Alegria imprndeote de Maria Estuardo-Maria Estuardo trnta en vano de
nblaodar al conde i a Ia coodesa de Lenn.ox-Quiere casal'se con Norfolk-Escl'ibe al
papa impetrando la anulacion de 8U preteudido matrimonio con Bothwell-Maria
Estuardo en el castillo de Sheffield-Situacion de lord Shrewsbury-Retrato del duque
de N orfoIk-Continua. este Sll.S intrigas-Es preso i conducido a la torre-EI Tamesia
-La. torre de L6ndt'es-Cautiverio del duql1e-Su proceso-Su condena-Nodriza de
N orfolk-Muerte del dl1que-Windsor i su capilla-Maria Estuardo disimula 8U dolor
-La San Bartolome-Peligro estremo de Maria Estunrdo.
• ••
LAS guerras civiles de Escocia me han arrastrado en sn violento
impulso, i voi a volver un tanto atl'as a fin de tomar el hilo de los
acontecimientos de Inglaterra i trazar el itineral'io de Marla Estuardo
en BUS prisiones.
Dejamos a la reina de Escocia en el castillo de Bolton bajo el
techo de lady Scrope, hermana de Norfolk, i bajo 1a custodia de lord
Scrope, cniiado del duque. A1li Maria pudo a1 menos respirar. LaS
negras i macizas torres que habitaba seiluminaron con los resplandores
de un nuevo amo!', de un rayo de esperanza i de sal vacion. Durante
las deplol'ables conferencias de York, Maitland, a fin de volver a la
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MARIA ESTU ARDO.
" i Dios salve a la reina I
"Conde de N ORTIIUMBERLAND.
. "Oonde de WESTMORELAND."
York estaba preparada. Hallabase dentro Sussex con np. ejel'ci.to
que hab1a levantado con presteza i enya adhesioI;l a Isabel no era dudosa.
Otro

23t.i MARTA ESTU ,mDO.
cl diamante que lord Royd Ie habia entl'egado de parte del dnqlle.
Uonfia i espera en este, i en una efllsion do sensibilidad, Ie repite qne
]e pertenece, i que 10 que mas desea en e1 mundo es compnl'tir con 61
au .!01·tu,na prospem 0 aaversa. Le asegura adem as que Ie sera. fie1
hasta Ia mUel'te.
Marla olvida todo 10 que no es Norfolk. No conoce ya a Bothwell ,
ni conserva tampoco Ia memoria del corazon, ni Ia memoria de los
sentidos, ni Ia memoria de Ia conciencia que es el remordimiento.
J amas supo recordar ni prever, i esta vez no sabe tampoco mas que
cntregarse a la impetuosidad del momento. Tal es Maria Estuardo.
Para ella no hai ayer ni manana, no hai mas dia que e1 de hoi. Sn
pasion se ajita i arde como el fuego en el momento presente, lena
viI antes, ceniza despues.
La salud de Maria Estnal'do era mni delicada a la sazon. La
reilla sontia impulsos vivos i breves de esperanza, luego caia en el
desaliellto, i pOI' ultimo volvia en su acuerdo i fatigaba con sus quejas,
con sus pretens i onesicon sus rnegos a Francia, aRoma i a EspafLa.
Esas reclamaciones al'dientes como su canlcter, SiD cesar renovadas
i fl'[lstl'adas sin cesal', Ie habian cans ado una enfel'medad nerviosa
que pnso su vida en peligro.
En 28 de noviembre de 1570 obtuvo lord Shrewsbury antorizacion
para instalarse en Sheffiel, en un castillo S11YO, i conducir a
6l a Maria. Esta tenia gran necesidad de mudar de aires, i se restabIeci6
en Sheffield, mansion principal de su largo cantiverio, desde
donde hizo en diferentes ocasiones algunos viajes a Chatsworth, a
Buxton i a W ol'ksop.
Lord Shrewsbury sufria en cnidaclos i en tristeza 10 que Maria Ea- .
tnm'do sufria en aclvel'sidades. Compacleciala i se veia obligado a atormental'la.
Lord ShrewsburYeI:a quiza e1 hombre de Inglaterra en
quien Isabel tenia mayor confianza. Era hombre de bien, annque
cortesano : su fidelidad a su soberana era antigua como una tl'adicion,
inalterable i un tanto severa como un deber reIijioso. Isabel 10 sabia,
i sinembargo, tal era su incurable desconfianza, que obligo a1 conde
a tomar a au sen-icio espias de Walsingham i de Burleigh, Su posicion,
que no habia podiclo rehnsar pOl'que su escusa habria parecido
una traicion, era en estremo penosa. Era carcelero i prisionero a la
vez. Un hecho podra esplicar esa especie de supIicio a que se condenaba
para alejar las sospecbas i sustraerse a Ia reprensiones de
Isabel. llabi{mdole nacido un nieto en 6U castillo, Ie balltizo el misrno
i no quiso enviar a llamar un sacerdote, a fin de evitar]n. acusaeion
de mantener reIaciones equlvocas con personas estranas bajo
pretcstos doroesticos.
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!llllUA ESTOARDO.
telTa pOl' e1 catolicisll1o i Norfolk por SUS vastos tcrl'itorios, SUS 1'e1aclolles
i suS alianzas, era para Isabel como si entregara la corona eu
Yida. N ada mas opuesto a sn odio i a BU naturaleza, i asi es que
liO tard6 en decidirse, advirtiendo i reprendiendo a1 dnque de Norfolk
11 quien amenaz6 con todo e1 peso de su enojo.
" .... Han mediado fllertes palabras, dice el embajador de Francia,
entre la reina de Inglaterra i e1 duque de Norfolk, i creo que
aquella se ha qnejado a este con mucha aspereza de que trate, sin su
consentimiento, de casarse con la l'eina de Escocia, prohibicndole
cspresamente que aspire a ello en ningU118 manera."
El dnque to do 10 prometio, i no cumpli6 nada. Habiendose
salido de la Torre cl 4: de agosto de 1570, volvi6 inmediatamente a.
ponerse en re1aciones con Ridolfi, cl h:iblil i obstinado ajente entre e1
Papa, el rei de Espana i Maria Estuardo.
Ridolfi tuvo en L6ndres varias conferencias con el obispo de Ross
i en e1 castillo de IToward con e1 duqne de Norfolk. Dieronscle instrucciones,
cuyo doble objeto era el restablecimiento del catolicismo
en Ing1::ttcrra, i el destronamiento de Isabel. Habia ademas una parte
secreta que no se habia confiado a1 parel, pero cuya revelacion debia
hacer Ridolfi verbalmente a las cortes de Roma i de Madrid. Arreglado
i convenido todo, pal'ti6 Ridolfi para los Paises Bajos en la
primavera de 1571; vi6 al duque de Alba en Bruselas, i en scguida
fue a avistal'se con el Papa que, satisfecho con las noticias que Ie
llevaba e1 banquero fiorentino, Ie envi6 a Felipe II con gl'andes
recomendaciones.
El 18 de junio obtuvo en Madrid una audiencia del rei. El 7 de
julio fuellamado al Escorial pOI' e1 duque de Feria a quien Felipe IT
habia comisionado para interrogar al intcrprete de Maria E tuardo i
de Norfolk sobre la oonjuracion de Inglaterra. Los inf'ormes quiza
exajerados de Ridolfi, escritos en el acto mismo pOl' el Secretario de
Estado Zayas, revel an que se trataba no solo de restaurar 01 catolicisroo
i destronar a Isabel, sino tam bien de asesinar a esta princesa. El
consejo del rei de Espana deliber6 largamente sobre el asesinato de
1a reina de Inglaterra i la conquista de la isla. Felipe IT se hizo cargo
de las diversas opiniones de su ministro, estuvo pOI' algun tiempo vacilante
i coucluy6 pOl' sometel' toda la l'esponsabilidad de la decision
al inexorable duque de Alba.
Entre tanto se habia descubierto la conjuracion en Inglaterra.
Convicto Norfolk de haber llevado las intrigas hasta la traicion, fue
conducido pOl' agua a la Torre. j Amarga burla de la suede! Lleiraronle
a la lugubre fortaleza eu 131 barcn real sobre la que babia un
magnifico 50lio de terciope10 blanco adQruado de rosas i guirnaldas de
espigas de oro.
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MAmA ESl'UAIWO.
En aquella cpoea en que eljenio feroz de los gobiernos estaba en
armonfa con el duro jonio que habia construic1o In Torre, monumellto
barbaro i lleno de ten'ores de la edad media, no babia calles empedradas,
ni earl'uajes c6modos, 11i caminps praetieables. Los reyes mismos
i las reinas tenian que viajar a caballo.
Los ingleses eran privilejiados.
El Tamesis era su grau camillo movible que estaba cubiel'to de
barcos, como las lagunas de gondolas. L6ndres era la Venecia brnmosa
del norte. Ese era 01 liquido camino de los comereiantes, de
los marinos, de los prisioneros de Estado, de los prineipes, de los
ministros, de los pares, de- In. alta aristoeraeia. Todos ten ian sus
barcas empavezadas, adornadas con sus emblem as 0 sus blasones, ya
hubiesen de dejar la ribera para sus asuntos, ya para ir a Greenwicll,
a Westminstel' 0 a Richmond, residencias de verano de los Tudors.
Alli era donde los terl'ibles soberanos de Ia Gran Bl'etafia tenian su
Mrte en primavera. Alli era donde el Tamesis, sureado pOl' barcos
innumerables, subia i bajaba a todos los personajes industriales,
comerciales e historieos de Iuglaterra. Velanse alli In. barea del
lord eorrejidor, las bareas de las corporaciones, las bareas de los
condes, de los marqueses, de los duques, las barcas de Ia corona,
cuyo movimiento variado i pintoreseo en todas direceionos pareeia la
circnlaeion de Ia vida de la in mensa ciudad.
Norfolk, annque absorto en sus refiexiones, colnmbr6 en medio
de aquel ruido i de aquel paisaje maritimo su bal'ca tan rica i tan
noble como la barea real; Sll barea que estaba amarrada a algunas
toesas de Sommerset-House. EI duque al vel' su bandera blasonada
que ondeaba al viento aparto tristemente los ojos.
La barea real Ie 11evo hasta Ia puerta ue los traidores, delante
de Ia cual se par6. Desde alH debi6 Norfolk eehar una mirada me­
'.
lanc61ica sobre aquel trajico rio en donde tantas laO'rimas
,
han caido
1 que arrastrana sangre en vez de agua si arl'astrase toda la sanO'l'e de
los prisioneros de Estado que ha condueido desde el puente deb L6ndres
a esa cimbra fatal i baja que salvo el duque, i en donde mas de
un cautivo ha sido ahogado entre dos vCljas i arrastrado despuos pOl'
el rio hasta e1 mar.
Norfolk desembare6 en una esca1era verdnsea. Luego que subi6
BUS humedos esealones, Ie asalto un presentimiento fatal que revelo
despues a sir Enrique Lee. A. su dereeha i a su izquierda recono io
los dos puentes interiores i las cuatro puertas fianqueadas de ocho
ton'es esealonadas a 10 largo del rio. A su frente se elevaba Ia torre
aombria en que fneron asesinados los hijos de Eduardo, cl1ya torre se
llama hoi todavia 1a Torre de la Sangre, the Bloody Tower. '
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"hlAH.IA llSTUARDO.
111 suy-a, In do sus antepasados, 1 nquella mnjel' era lill pobre i RDciana
nodriza, la cual vaci6 de un frasco un poco de cerveza de cspuma que
61 duque se apresur6 a beber. As! que devolvio la copa, 10. nodriza
coji6 la mana ue su llmo i III beso Bollozando. "Dios te bendiga, dijd
e1 duque, i httga que mis hijos te amen a causa de 10 que has hecho!"
En seguida, como se sintiera enternecer en la uora en que el hombre
llecesita de todo sn valor, subia aprestuadamente al cadalso ausiliado
pOl' e1 dean de San Pablo.
Otro personaje acompafio a Norfolk hasta el mismo tablado, i
fue sir Enrique Lee, uno de los cortesanos lUas valientes i maslijeros
de aquell'oinado, e1 cual so aventuro H haeer 10 que no hicieron muchos
lores graves que no titubearon en abandonar ttl dnque de Norfolk
en Stl infol'tunio. Sir Enrique Lee, antigno protejido del duque, habia
tl.cudido alH en nom bl'C del agrac1ccimiento i del honor, sin cuidarse
de desagmdul' a Isabel de quion se titulaba defenso!', como Alejandro
Nowell habia acudido en nombra ue la ro1ijion para consolar los postI'eroB
instantos de Norfolk.
Durante los breves momentos que ompleo el duque convel'8ando
COll Nowell jnnto a1 verdugo i 0.1 hacha, tuvo sir Enrique Loe valor
part\ dil'ijirse 111 pueblo conjurundolo que rogase a1 cicIo pOl' su
infeli.t amigo.
E1 dnque hab16 a sn vez, declal'ando que su sentoncia ern. justa
i que lrabia engauado a sn soberana, pl'ometicndole romper toda relacion
con In l'eina de Escocia. Tranquilizado con esta confo ion i
engauandose a S1 propio en cuanto a sns cOllspil'aciones pasadas pOl' sus
iutenciones actuales, protcst6 que 110 habia dojado de ser fiel a Isabel,
a Ia relijion reformada i a Inglaterra.
Terminada la alocllcion, ech6 e1 c1nque uUa mirada detenida
sobre la multitud i se puso la mana sobre 01 oorazon. Se digno per·
donal' a1 ejecutor "a quien roO'alo un bolsillo de anjelotes" "x" i
b
'. 0
11 razo suceSlvamonte icon efusion a Alejandro Nowell i a Enrique
Lee, e1 sacerdote i e1 caballero que no Ie habian abandollado. En
ileguida se prosterno, i calocanc1o Btl lloble cabeza sobre e1 tajo, 1a
cort6 e1 verdugo de nn solo golpo.
El pueblo pl'Ol'nmpi6 en un gl·jtO inmenso. Las palabras del
duque, sn actitnd, su hermoso semblante en que se voia luchar el pesm'
i ellel'oistno, i que en medio del horror propio del suplicio iluminaba
la llama de sn arnol' fatal, todo aquollo habin conmovido h6ndarnente
b.la muchedumbre. Dnos, quo Ie creian criminal, Ie compadecian;

MARIA ESTUARDO. 246
en que cstaban escnlpidus las al'mas de los Howard, arranco dol techo
Btl glol'iosa bandera, i llevandola al'l'astl'ando hasta fuel'u de la capilla
la pisote6 i la al'l'oj6 ignominiosamente en los fosos que circnndaban
01 castil1o.
'1\t1 fno Ia ejecucion de Windsor) complemellto de la ql1e habia
teniuo Ingar en Tower-liill.
}1aria Estnal'do ora Ja (jl1e poco a poco habia inducido a 1a traicion
al dnquo de Norfolk. Autes de que este consintiese en esa traicio.Il,
habia estado fiuctuando incesantemente entre el protestantismo i el
catolicismo, eutre la lealtad i la feloula. POl' mas que hara hecho sus
denegaciol1cs en el caclalso, es includable que e1 duqne habia }Jl'etendido
deponer a Isabel i rcstablecel' e1 catolicismo, para cuyo fin lahia
alltol'izado a Ridolfi, e1 cOl'responsal de los nuncios, can el objeto de
qne' elltablase intl'igas cl'iminalcs, i obtuviese del Papa, del rei de
Espana i del clnque de Alba socor1'OS de jontes i dinero para aqnella.
doble contra-l'evolncion l'elijiosa i politica cnyos elementos prep arab a
i cuyas tempestallos trataba de acnmlllar. En los archivos secretos
del Vaticano se conservan las instl'l1cciones uadae pOl' Marin. Estuardo
i pOl' Norfolk, i eans il1strncclones no dejan Ingar ala menor duda
sobre los c1esignios de los conspiradol'es : tambieu rcsnltan confil'madus
pOI" el il1terrogatorio de Ridolfi en 01 Escorial.
N ol'i'olk no obr6 cuerdamente en tartamudear una justificacion
que era imposible, e hizo bien en resignarse sin murlllUl'ar a la sentencia
que Ie condenaba.
En tan crnel ocasion no lanz6 Marfa aqnellos rujidos terribles
que su separacion de TIothwell1e habia al'l'ancado en casa dol Lonl
preboste on Edimbllrgo. Para no acabar de comprometerse hasta la
mUelte en una cansa que era la suya, amortiguo i sofoco sus suspiros,
permalleciendo sobrado dueila de S1 misma aute e1 terror qne Ie insph'aba
Isahel.
Todo cuanto emprendi6 imprudentemente i qne era claro como
Ia luz del dia, 10 niega segun su costnmbre.
8i hnbiesemos de creerla, ni comision6 a Ridolfi para cosa alguna
sospechosa, ni penso entregal' sn hijo ell manos de Felipe II.
" .... Que he implol'auo 01 ausilio del rei catolico, bajo cualquier
concepto que sea, para snscitar una reoelion en este pais, es falso i
de todo pnnto calnmnioso .... "
Todavia va mas alla, porque despues de negal' resueltamente la
conspiracion reniega casi de Norfolk:
" .... El duque de Norfolk es subdito de esta reina, Ia cual pnede
comprobar las sospechas concebidas contra el, si tiene aJguJlus; pero
atendido eJ estado en qne el se balla actnalmente, DO me encuentro,
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248 MARIA ESTUARDO.
Segura del buen resnltado, se felizitaba de su proyecto esta.cruel
princesa; i al repetir publicamente: "la reina de Escocia es mi hija,"
afiadia con siniestro acento: "la hija qne no qniere conducirse bien
con Stl madre, es merecedora de una madrastra."
Mal'ch6, pues, Killegrew directamente a Da1keith, castillo de
Morton, quien Ie escuch6 propiciamente i Ie prometi6 su eficaz
cooperacion; cooperacion rejicida, que be pasac10 el1 si1e11cio a1 referil'
]a vida i la muerte del conde, i de la cual es justo tratar aquL
Marr, rejente del reino, no flle tan accesible a las tram as de
Inglaterra, i su fl'ialdad bizo temer a Killegl'ew, pero no Ie desanim6:
acndi6 este a Morton, e1 cual logro con veneer al conde do Marr.
Redact6se por eIlos una acta que el abad Dumferlin llevo a Burleigh.
En ella consentia Marl' en Ebel'tar a Isabel, a Inglaterra i a Escocia
de Marla Estnal'do i de los peligros que esta ocasionuba i hacia corror
al presbiterianismo, ostipnlando en cambio tres cOlldiciones principales,
a sabol': la reserva completa do los derechos do Jacobo VI; e1
pago de todos los atrasos que se debian a1 ejercito escoces, i la presencia
del conde de Essex con tl'es mil hombres de tropas illglesas a
la ejecucion de Maria Estuaruo.
j Cosa estrafia! Isabel, Burleigh i Leicester pedian, Ki11egl'ew
solicitaha, i Morton otorgaba un asesinato. i Creia el conde de :Marr
no acceder mas que a unn. grau medida nacional? .A.dmitia una ejecncion,
10 cual supone juicio previo. j Odioso sofismn. de una virtud
vacilante, que pOl' un ultimo i vano esfl1erzo trata do dar una apariencia
de pl'oceso a un abominable crimen! Seguramente, si hubiera
babido juicio, hnbiera sido sumario. "Todo quedani concluido en
cuatro horas," escribia con aire de triunfo Killegrew a TIm·leigh.
El 20 de octnbre fuc cuando e1 conde de :1Iarr envi6 a1 abad de
Dumferlin a Burleigh, i e1 28 moria en Stirling, habiendo cUldo
-enfermo subitamente a su regreso de Dalkeith, a donde habia ido a
ponerse do acuerdo con el conde de Morton, e1 fascinador pOI' escelencia.
Do todos los c6mplices de aquella infame asecllanza perfidamente
l1rdida pOl' una reina contra otra, a q l1ien prometia la libol'tad para Jar
]a mUel'te, e1 menos culpable fu6 segnrameute e1 conde de Murl'.
Este se hacia ill1siones con un proceso i una ejecncion pulJlica, i COIl
el au ilio de los tres mil inglcses que debian asistir a esa ejecucion
esperaha someter e1 castillo de EJimburgo i a todos los rebeldes.
Creia que quitando con ]a muerte de Maria todo pretesto serio a la
guerra civil, podl'ia estingllir basta la ultima chispa de esta i a egnral'
e1 reposo de su querida Escocia i el cetro a su pupilo, el j6ven rei a
quien Il.maba de todo corazon. Esas eran sus ilusiones, i ese e1 espejo
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MAmA ESTUARDO. 249
que Morton, 8U tentador, habia hecho brillar a 81lS ojos para deslumbrarle.
Pero 1uego que se hallb solo con S11 coraZOll, sinti6 nn gran
remorclimiento, i el remordimiento anticipado del {mico crimen en
que habia tomado parte, Ie asalt6 hasta desesperarl0, i 10 mat6 ell
dos dias. De consigllient.e, 110 fue abreviada su vida pOl' el veneno,
como han conjetnrnclo muchos, ni pOl' las fatigas del gouierno i do
los negocios, sino pOl' e1 rpmordimionto, i su estrella de hombre de
bien pormiti6 que eso crimen en que habia consentido, se frustrara i
10 espiara a 1a vez con BU propia muerte. As} recompens6 Ia Providencia
una larga vida de honor i de humanidad, retirando de aquel
siglo de hierro al conde de Man, antes que manchara sus manos con
una gota de sangre.
El com1e de MalT, apesnr de sus faltns, tuvo un caracter verdnderamente
cristiano. Trat6 de invocar la omnipotencia de Ia lei contra
los atelltados Fublicos i privauos; poro ese "dique de la justida que
levantaba tall penosamontc, se rompia siempre a impulso del torrente
de los crimenes. Rcvostido del pOller supremo i con una conciencia
tan delicada que se consideraba responsable de todo el mal que no
impedia, rnnri6 inconsolable pOl' no haber logrado su objoto i no
haber podide> dnrante su corta administracion, disminuir los de86rdones,
los despojos i los asesinatos que desolaban a sn patria.
La muerte del rej ente sal v6 a Marla Estnardo. N uevos acontecimieutos
i el haberse debilitado la primm'a impresion causada pOl'
los asesinatos de :Francia, hicieron avanzar e1 alio i cambial' las formas
del asesinato resue1to en el COl'azon de Isabel. La pobre cautiva
ignor6 probablemente su peligro i DO colnmbr6 el hacha deslluda que
habia pasado tan cerca de BU cuello. Oustodiada con mas rigor durante
los cinco meses que signieron a Ia San Bartolome, ninguna carta
sllya de aqnella Gpoca ha llegado a nnestras manos; opoca e:l que
su cabeza fue ofrecida, aceptada i regateada entre una, reina i hombres
de Estado eminentes, cuya correspondencia clara, firme i sin
I'odeos, como tambien sin en traTI as, prueba que al hacer nna cos a
util creian Ilevar a cabo una cosa bastante justa. Esa correspondencia
publicada pOl' Mr. Patricio Fraser Fytler se conserva en el Museo
britanico i en los archivos de Inglaterra. i Precios

MARlA ESTUARDO. 261
MARIA ESTUl1 Rno AL ARZ013ISPO DE GLASGOW.
"Sheffield, 9 de mayo de 11.78.
"Procnrad tener frecnentes conferencias con 1a reina madre (Oatalina
de M6dicis) i tratad de incl1lcarla 10 mejor que podais el mncho
}'espeto i obcdiencia que Ie profeso, a fin de hacerla mas propicia al
adelanto i espedicion de 10 que Ie comuniql1en mis parientes ...... .
MARiA ESTUARDO A LA REINA ISABEL.
" 5 de setiembre de 1579.
"Mi buena hermana i senora: os he escrito diferentes vezes
desde e1 viaje que hizo mi secretario a Escocia; pero no habiendo
obtenido l'espuesta ninguna, i temiendo que no hayais l'ecibido todas
mis cal'tas no he querido omitir el acudir avos i recordaros el estado
miserable de hi. madre i del hijo, de vuestros parientes mas pr6ximos,
a fin de que, con Vl1estra bondad acostumbrada, os digneis socorrerlos
en una necesidacl tan Uljente ......................•.......•
. . . . protestan

264 MARIA ESTUARDO.
Era conociua Ia aficion que tenia Marla Estnal'do a pasear a pio
i mas toclavla a caballo, i sucedi6 mnchas vezcs que se Ie restrinji6 i
ann se Ie suprimi6 todo ejercicio con gran detrimento de su salud ide
sn distraccion. Maria que habia nacido para mandaI' desde tan alto, se
veia obligada ent6nces a someterse i obedecia impacientandose.
Mas de una vez se Ie neg6la satisfaccion de J'ecibir a los empleados
i a los int('ndentes de sus bienes en Francia que tenian que darle cnento.
de su patrimonio 0 que Ie traian noticias de su familia. 8i se les pennitia
presentarse a la reina, era delante de testigos que escuchaban las
palabras i espiaban hasta las miradas.
La reina de Escocia habia sido siempre catolica, pero Jas adversidades
anmentaron doblemente su celo relijioso. El catolicismo era
para ella un interes, pOl'que destronada con el en la Gran Bretafla,
con el debia levantarse del polvo. El catolicismo era sobre todo en
ella un sentimiento profundo, areliente, cnya llama alimentabo.n la
desgracia i e1 cautivel'io. Ella quel'ia i peelia un capellan que Ie elijese
misa, la confesase i Ia consolase, que fuese el pontifice do sn cnIto, el
sacerelote de toda sn casa. Un deseo tan natural, i un del'echo tan
jnsto, eran e]udidos siempre, i se oprimia a la pob1'o reina con una
burla brutal hasta en el santuario de sn conciencia.
Todavia se fue mas lejos.
Marfa Estl1ardo se babia quejado 0. Isabel de que hnbiesen dado
pOl' preceptor a sn hijo al que llamaba "e1 ateo Buchanan" i suplicaba
COl). instancias que elijiesen otro maestro para el joven prIncipe.
I que hizo Isabel? Isabel respondi6 indirectamente que eso era cosa
de los escoceses, que no podia mezclarse en esas interioridades, i a1
mi mo tiempo cuido de que llegara a manos de Marla, pOl' medio de
Bateman, e1 sangl'iento folleto en que e1 fanatico doctor trataba a
Maria de adliltera, de prostituta i de envenenadora.
Maria sufri6 el doble golpe de manos de Buchanan i de manoS
de Isabel, apur6 hasta las hezes aquel insnIto despues de todos los
demas, i tuvo que resignarse a que e1 difamador de la madre repitiese
sin cesar a los oidos del hijo 10 que babia proclamado abiertamente a
la faz de E coeia, de Inglaterra i del mundo.
Hacia mucho tiempo que estaba colmada]a medida de las persecuciones.
Sinembargo, Maria abrigaba todavfa algullas esperanzas.
IIabia IJegado a entu\)lar nna correspondencia con su hijo, i varios
diplomaticos celosos trataban con empeflo de reuni!", pOl' medio de un
pacto de asociacion, el derecho recfpl'oco del rei i de sn madre a Ja
corona. Los nobles del partido de Morton que tan resneltamente ha.bian
combatido a Maria Estuardo, i ]0. reina de Inglaterra que no
queria soltar 8U presa, eran natnralmente contrarios a un arregl0 que
bubiera devuelto a su enemiga la Iibel'taa i nna mitad del cetl'o.
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268
MARIA ESTUARDO.
"I ahora que hablo de esto, sefiora, i con que derecho puede
sostenerse que siendo yo madre de mi hijo, me vea tota1mente impedid
a no solo para socorror10 en In apromianto necesidnd on que se halla,
sino tambien de tener ninguna noticia de su situacion? Qui(m puede
tener en ello mayor cuidado, deber i sinceridad que yo? A quien
puede tocarle mas de cerca?
"Os de claro fl'ancamente que considero este nuevo vejamen como
una pura traicion contra la vida de mi hijo, e1 bien dc sus asuntos i
e1 del pais, i que en tanto que se halle en e1 estado en que se enCl1entra,
no juzgo que ningnna palabl'a, escrito u otro acto que de el
emane 0 se haga en su nombre, proccde de su franca i libre disposicion,
sino de In coaccion de los espresados conspiradores que se sir'Ven
de el como de una mascara.
" Ahora bien, senora, a causa de Ia libertad COD que os hablo i
que preveo que no OS sera grata, ann que espreso 130 verdad, estoi segnra
de qne os parecera. estrafio que veuga ahora a importnnaros con
una peticion de mucho mayor importancia i que siuembargo os es mui
faci1 otorgar i realizal'; i es que no babiendo podido hasta hoi apesar
de haberme acomodado con paciencia pOl' tanto tiempo al rigoroso
trato de este cautiverio i de conducirme con lllucha sinceridad, en todo,
auu en las menores cosas qne os importaban bien poco, no habiendo
podido adqnirir ninguna seguridacl de vuestra benevoleucia ni acertado
a daros tampoco ninguna, pOl' mi parte, do mi entera adhesion avos
(perdida ya toda esperanza de obtener cosa mejor en el poco tiempo
que me resta de vida); os pido, i en honor de la dolorosa pasion de
nuestro Salvador i Redentor J esucristo os 10 suplico de nuevo, que me
permitais retirarme fuera de este reino a algun sitio tranquilo para
procurar algun sHvio a mi pobre cuerpo tan lastimado pOl' c0Dtinuos
dolores i preparar con libertad de conciencia mi alma para compare·
eel' ante Dios que la esta llamando todos los dias.
"El rigor con que me habeis aprisionado sin derecho ni fundamento
alguno justo, ha enfermado mi cuerpo que ya pronto perecero.
8i no obtengo algun alivio, i mis enemigos no tendran mucho tiempo
para saciar en mi sns crueldades. No me queda mas qne e1 alma, la
cnal no est a en vuestra mano poder cautivar. Dadle, pues, lugar do
preparar con mayor libertad sn salvacion, que esio que busca hoi mas
que ningnna grandeza de este mundo. Me parece que no puede serviros
de gran satLfaccion, honor, ni ventaja, e1 que mis enemigos huellen
mi vitia con sus pies hasta ahogarme a vuestros ojos, en vez de
que si en esta estremidad (annque demasiado tarde ya) me sacaseis
ue entre sus manos, me obligariais estraordinariamente i a todos los que
me pertencccn, especialmente ami pohre hijo, de cuyo afecto POdl'isis
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MARIA E8TUARDO. 271
de que tales cosas se hayan tratado, pero con la mayor sinceridad i
sin ninguna pasion, de 10 cual pongo a Dios pOl' testigo, que Ia condesa
de Shrewsbury me ha dicho acerca de vos 10 que signe, poco
mas 0 menos en estos terminos. A la mayor parte de 10 cual protesto
haber l'espondido, reprendiendo a la espresada senora de creer 0 hablar
de vos de una manera tan licenciosa, COlbO cosa que yo no crela
ni creo ahora tampoco, conociendo e1 caracter de la condcEa i e1 esplritu
de que ent6nces se hallaba animada contra vos.
"En primer lugar, que un sujeto (el conde de Leicester) a quien
ella decia que habiais dado promesa de casamiento ante una dam a de
Vllestra servidumbre, habia dormido infinitas Yezes con vos ....... .
pero que indudablemente vos no 6rais como las demas mujeres, i en
este punto eran }lnos locos todos los que creian en vnestro matrimonio
con e1 clnque de Anjou, matrimonio que no se podia realizar, porqne
nnncn querrlais perder Ia 1ibertad de haceros cortejar i tener
vnestros pIaceres siempre con nueyos amantes. Sentia, a 10 que ella
me decia, que no os contentaseis con un tal Raton i otro natiyo de
este reino, i que 10 que mas Ie incomodaba, pOl' e1 honol' del pais, era
que hubieseis comprometido vuestra honra con nn estranj ero llamado
Simier, yendo]e a buscar de noche al cum'to de una damn. a quien
dicha senora censnrabn. mucho con ese motiyo, en donde vos ]e rebelabais
los secretos del reino, haciendo traicion a yuestros mismos consejeros;
que os concluciais con la misrna disolucion con e1 dnque su
mno (el dnque de Anjon) ....•.. En cuanto a1 espresado lIaton, que
Ie persegulais obstinadarnente, lllostrando de una manera tan publica
e1 arnor que Ie profesabais, que se veia aquel en la precision de huir,
i que dlsteis un bofeton a Killegrew pOl' no haberos traido a1 dicI:iO
linton a quien habiais hecho llamar, habicndose sepal'ado enco1erizado
de vuestro Iado pOl' algunas inj urias que Ie dil'ijfsteis con moti v(}
de ciertos botones de oro que llevaba en e1 vestido. Que ella (Ia condesa)
habia qnerido casar a dicho Raton con Ia difunta condesa de
Lennox, su hija, pero que pOI' temor a vos no se atrevia aque1 a hucerlo;
que el conde de Oxford no se atrevia tampoco a reconciliarse
con 8n mujer pOl' miedo de pel'der el favor que esperaba recibir cortejandoos:
que erais pr6diga con todas esas jentes i los que interyenian
en tales intrigas, como sucedi6 con un tal J Olj e, de vuestra camara,
a quien disteis trescientas libras de renta pOl' haberos tl'aido noti­

MARIA ESTUARDO.
si contiullaba asi; i replicandole yo quo eso se tomarill por una verdadera
burla, me respoudio que cl'ais vos tan vana i teuiais tan buena
opinion de vnestra hermosura, como si flH'lseis algnua deidad del ciel0,
qne tom aria a SI1 cnidado hacel'oslo creer facilmente, i mantendria }\
mi hijo eu esa disposicion,
" Que os agradaban en estremo las mas estupendas lisonjas, como
decir que a vezes no se os podia mirar frente a frente porque vnestro
rostro resplandecia como el sol; qua ella i las otras damas de Ia corte
se velan obligadas a hablar asi, i que en el ultimo viaje que hizo para
visitaros, ella i la condesa de Lennox, al hablal'os, DO se atrevian a
mirarse nna a otra pOl' miedo de soltar la cal'caj ada en fnerza de las
exajeradas lisonjas que os prodigaban, rogandome a su vuelta que
reprendiese a slJ hija a quien nunca habia 10gl'ado pel'suadil' que hiciese
otro tanto; i en cuanto a su hija Talbot, se prometia que no
dejaria de reirse eu vuestra cam. La dicha senora Talbot cuando fue
a prestaros juramento como una de vuestras servidol'as, me refirio ]a
ceremonia, contand01a como cos a de burla, i me rogo que la aceptase
yo como dama de mi servidumbre, a 10 cual me negue pOl' mucho
tiempo; pero al fin, vencida pOl' sus lagrimas, la deja que hiciera 10
que quisiese, i me dijo que pOl' nada de este mundo querria estar cerea
de vuestra persona, pot'que tenia miedo de que cnando montflseis
en colera, hicieseis con ella 10 que con su prima Seymur, a quien rompisteis
un dedo haciendo creer a los de 1a corte que Ie habia caido
encima nn candelero, i que a otra que os servia a In mesa Ie distels
con cl cnchillo nn fllerte golpe en 1a mano, En una palabra, en cunnto
a estas pequenas circnnstancias podeis creer que crais remedada como
en comedia pOl' e11as entre mis propias damas, 10 cual visto pOl' mi,
os juro que prohibi a mis damas que se volvieran a tomar esas libel'tades.
"Ademas Ia espresada condesa me aviso otras vezes que queriais
enviar a Rolson para que me galanteara i tratal'a de deshonrarme, ya
fuese en realidad, ya pOI' mala fama, acerca de 10 cual tenia instrncciones
de vnestl'OS mismos labios; Ruxby vino aqui hace cerca de
ocho an os para atentnr contra mi vida, asegul'ando que habia hab1'1.do
con vos misma, i que Ie dijisteis se atuviese a 10 que Walsinghau
Ie encal'gara i ol'dennse. Cuando Ia citada condesa trataba de casar
a su hijo Carlos con una de las sobrinas de lord Paget, i pOl' otra
parte qlleriais vos obtencrla pOI' vuestl'a autoridad absolnta para uno
de los RnoUes, en l'azon a SCI' pariente vuestro, clamaba fllertemente
contra vos, i decia que era una verdadel'a til'ania 01 querer apoderaros
a vuestro capl'icho de todas las herederas del pais, i que habiais
tratado indignamente al eitado Paget con palabras iujuriosas; pero
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2'16 MARIA &STUAnDO.
a Ill. italiana, pasaba una gran parte del dia en darse afeites, en empolvarse,
rizarse i engalanarse. Su tocado era monstruoso como sus
amores.
Todos los dias tenia nuevas fiestas i nuevos banquetes. Se iba con
la rein a a N ormandla, a 10 largo de las costas, i trala monas, papagayos
i perritos que compraba en Dieppe 0 eu e1 Havre.
Durante Ill. cuaresma corria de dill. i de noche pOl' las calles de
Paris, hacia procesiones de penitentes blancos i se complacia estraordinariamente
en vel' como susfavoritosseazotaban en aquellas ceremonias.
El mismo los azotaba i disenaba sus caricaturas en libros de
oraciones. En los dias ordinarios jugaba a1 boliche en sn palacio i en
sus jardines. A vezes iba el mismo a predicar a los frailes jeronimos
en BU convento del bosque de Vincennes. Gustaba llevar su gran
rosario de calaveras, i despues de rezarlo en las procesiones, se 10 ponia
para ir a1 baile, en donde se entregaba a los accesos de Ill. mas 10ca
alegria, sacudiendo todos los cascabeles profanos pOl' encima de los
amuletos de Ill. penitencia. Aquel rosario del rei i los demas rosarios
que estaban de moda entre los favoritos, fueron para e110s los juguetes
benditos de una pusilanimidad vergonzosa, de una devocion sacrHega
i de una licencia desenfrenada. j Misterios execrables cuyo secreto ha
reve1ado e1 tiempo! APero quien se atreveria a descubrirlos de nuevo
sin avergonzarse siquiera de recordarlos?
i Ai! desgarrase e1 corazon cuando se refiexiona en las ilusiones
de Maria prisionera, i se 11ega a comprender sobre que cimientos de
deleznable arena fundaba sus esperanzas.
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• ••
SUMAmo.
EgoisIDo de los principes-Marla Estllardo mezclada fatalmente a la polltica del siglo
XVI-Liga protestante contra Marla Estual'do--Marla trata de ablandal' a ISBbel
-M. Gray-Maria EstuBl'do otrn vez en Tutbury-Persecuciones-Tl'oicion de Gray
-Ingratitud de Jacobo VI-Profunda tristeza de la reina de Escocia-Muertes suceaivas-La
buena Raullet-Los Beatoun-Raullet-EI conde de Bothwell-Don Juan de
Austria-An Lonieta de Borbon-Francisco de Guisa-El cardenal de Lorena-Recuer·
dos-Ilusiones de Maria Estuardo-Su deseo de libertad-Su carta a lord Burleigh­
La reina de Escocia en elcastillo de Chartley-Cnsa de la reina-Isabel de Pierrepont
- In terioridades - Marla custodiada por cien born bres armados al mando de sir
Amyas Paulet-Paseo de Marfa-Deliberacion de Isabel i sus ministl'08 contra 111
reina de Escocia-Hatton-Burleigh-Leicester-Walsingham-Comite cat6iico do
raris-Seminario de Reims-Conspiracion de Babington-Babington-Snvoge-Ba­
I1nrd-Guifford-Cartas de Marla Estuardo a Bnbington-'l.'l'aiciones-Pllilipps, secrebrio
de Walsingham-Pdsion de los cODBpiradores-Su ejecucion .
•• •
PRESCmDIENDO de su egoismo, los prlncipes se hallaban entretenidos,
los un os en sus asuntos inte1'io1'es, los ot1'os en diversiones, i
algunos en p1'oyectos ambiciosos. Ninguno de enos tomaba un verdadero
interes pOl' Maria Estua1'do ; i como est a personificaha en Ia Gran
Bretana el catolicismo i el poder ahsoIuto, su nomhre se hallaha mezc1ado
en todos los planes serios del Papa., del rei de Francia, del de
Espana, i adem as en todos los manejos e intrigas de sus adeptos 0 de.
los sectarios de sn causa a cntramh08 lados del estrecho.
Ese Dombre fatal era como un simbolo, como una bandera.
Ese nombre, jmportuno para Ia reina de Inglaterra, amenazador
para el protestantismo, era para aquella soberana i para sn fanatico
pueblo, una tentacion peI"enne i renaciente de asesinato, una provocacion
perpetua a1 rejicidi0. Habia, pues, un peligro inmenso en Ia
situacion polltica i relijiosa de Marla Estuardo.
Por aqnella epoca fneron apresados en el mar i conducidos a 1a
Torre de L61ldres dos escoceses, Oreighton, jesnita, i Abdy, eclesiastico
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27s MARIA FSTU ARDO.
secruar. Creighton 'era un ajento infatigable de eonjuracioncs, de 10
eual dan fe varios documentos citados pOl' el principe Labano:ff i otl'OS
hallados en e1 castillo de Simancas. El era e1 que ha1ia sido enviauo
pOI' el Papa i pOI' el rei de Espana a Aubigl1Y para organizal' una doble
conspiracion contra el protestantislllo i contra Isabel; en e1 mes de
marzo de15S2 habi:1 llcvado el compromiso de-Aubigny para aqnella
espedicion en favor del catolicismo i de Maria Estuardo, que eljenera1
de los jesuitas llamaba espeawion 8ar;rada.
Esta vez, cuando el cruzero Ingles que apreso a los dos cl6rigos
daba caza al buque que los tl'asportabn. a Francia, Oreighton, en su
turbacion, hizo pedazos las cartas i las arrojo fuera del buque, pero
01 viento las hizo caer sobre cubierta. Algunos pasajeros que se ha11aban
con Oreighton recojieron esos fragmentos de papel i se los lleva-
1'011 a Wade, secretario del Oonsejo lJl·jvado. Este los junto i descubrio
e1 plan de una vasta conspiracion formada pOl' Felipe II i pOl' el duque
de GUlSn. para intentar una invasion en Inglaterra.
Oreighton i Abdy confesaron en e1 tormento las relaciones de
Maria Estuardo en e1 contillente i la union de las potencias meridionalos
para libel'tarla.
La opinion prote tante, ftlcilmente cred111a, se alarmo i se formo
una liga jeneral con e1 fin do perseguh: de mnerte a los quo
con pirasen contra 130 seguridad de Isabel, i a aquell08 en cuyo favor se
tramasen con piraciones. Marla. e hallaba asi eln.ramento designada.
A.pesar de sus recientes enojos, procuraba dosde Sll triste morada
de Wingfield insinuarse en el afccto de su temible rival. Isabel se
sonreia con desprecio de todos los esfuerzos de su cantiva i no se
a.corchll.la mas que de las injuria",. El deseo de Maria om. siempre
con egnir un tratado de a ociacion a1 trono de Escocia con su hijo,
hecho bajo la garantia de Fran{lia icon 01 conselltimionto de Ingbterra.
Ese tl'atado, concluido con 1:1 alluencit. de Isabel i del Conscjo
priva

280 MARIA E3TU.ARDO.
tllmontc a Escocia llua persona de BU confianza qnc se pnsicse de
aenerdo con S11 hijo, 0 qnqj

MARIA ESTUAltDO. 281
l'nnte mi enfcrmedud, me ha protestado qne no responde absolutamente
de mi cnracioll si no se me provee de mejor habitacion, pnes
el mismo 1a cstado velandome duranto mi enfermedad i ha esperimentado
01 frio increible que hacia pOl' Ia noche en mi CUalto, apesar
de las estufas i IUlll bre contil111a que en 61 habia i del calor de la estacion:
dejo a vuestra consideracion juzgar el frio que had. aqui en 130
mitud del invierno, estando sitnuda esta casa en una montana, en medio
de una llannra de cliez leguas a la redonda, i hallandose espuestn
a touos los vientos e inclemencias del cielo ...... Os ruego que se 10
hagais presente en mi nom bre (a la reina Isabel) asegunlndole que hai
cien alJeanos en este miserable pueblo, al pie de este castillo, mejor
alojados que yo, que'no ten go pOl' toda habitacion mas que dos malas
piezas ..... De sUOlte que no tengo sitio alguno para retirarme sola,
como pueJo necesitar algllnas vezes, ni para pasearme a cubierto; i
para dCclroslo de una vez, nunca he estado alojada con tanta incomodidad
ell Inglaterra, pues estoi aqui peor que antes estaba ........•
"
A mas de eso escenas de vi01encia i de asesinato habian esparcido
sobre aquella casa una sombra silliestra. Una tarde vi6 1a reina.
desde sn ventana sacar dc un pozo de su patio a un cat6lico cuya
c01lstancia habia il'ritado a los pnritanos que habian castigado con 1a
mUOl·te a aqllel martir: Otro dia supo Marla que un j6ven sacerdote,
cat6lico tam bien, a quicn habia visto muchas vezes forcejar en medio
de sns gllurdas i 1nchar con eUos por no asistir a los oficios protestantes,
habia sido ahorcado en una torre de Tntbury a pocos pasos de Sl1
cnarto.
Scmejantes atentados contra cat6licos en e1 castillo que habitaba
i que se ha11aba trasformado en carcel publica, Ia nenal'on de indignacion,
de angustia i de negros presentimientos.
Lo que mas acrecentaba su aversi()n a aquella morada fue que
una de las mujeres que am6 mas i que Ie hizo mas dulce e1 cautiverio,
su buena Raullet, muri6 en ella.
Maria Estuarclo tenia herida sn imajinacion. j A cuantos amigos
i enemigos sobrevivia! En otra parte los hemos contado. La suerte
implacable habla anaelido a esta lista ya tan larO'a sus servidores
5 , ,
sns nobles, sus parientes mas cercanos, mas intimos, mas qneridos de
8U corazon.
Rabia perdido sucesivamentc a los Beatoun, Juan i Andres, hermanos
del arzobispo de Glasgow, ambos mayordomos suyos, sus consejeros
i e1 mayor de los cuales habia sido uno de sus libertadores
en Lohcleven. nabia perdido a Ranllet, uno de SllS secretarios, hombre
de caracter dificil, pero abrasado en el fuego del carino pOI' sn nma,
i porIa casa de Lorena. '
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284 MARIA E3TU ARDO
tCl'ciando a vezos Chantonnay, i el embajador espafiol, tan cel080 por
los intel'eses de la relijion.
Despues que la reina repasaba en su imajinacion tan gratos recuordos,
cala en un profundo silencio i parecia mas desconsolada que de
costumbre. En uno de esos dolorosos momentos en que se hallaba
el1tregada a su melancolia se aventura a interrnmpirla Marla Seaton
diciendole afectuosamente :
- En que pensais, senora? Con esa tl'isteza haceis 11ora1' a vuestras
damas.
Pienso en San Dionisio - respondi6 In. reina, - en San Dionisio
donde quiero ser enterrada, i asi 10 pedirc en mi testamento, al lado
de mi dignisimo senor i marido, el rei de Francia.
Maria pcusaba en In vida, en ]a rouerte, i sobre todo en la libertad.
La libertad pOl' medio de nua negociacion 0 de una evasion era
su mania, del mismo modo que In. ingratitud de su hijo era su idea
£ja, incurable.
Dicese que un dia vio pOl' entre los solidos hierros de sn cuarto
una bandac1a de cigii.enas, a las euales sus hijuelos scguian instintivamente
pOl' los aires.
-AM toneis, - dijo sefialando las aves con el dedo a sus damas,ahi
teneis Ia imajen de los dos bienes que me faltan; Ia libertad i el
arnor filial que Jacobo me niega.
Lnego, como si insistiese en una resolucion irrevocable, anadi6:
-Si persiste en la herejia, 10 desheredarc de mis derechos a la
corona de Inglaterra, i los traslllitire al rei cat6lico.
Lo que mas preocupaba su animo era el deseo de ]a libertad, deseo
que reve1aba en todos instantes.
En marzo de 1585 escribia a lord Burleigh:
"Mi libertad es hoi 10 unico que en e1 mundo puede contentarme
en alma i cum·po, hallandose una i otro tan afiijidos con mi prision
de diez i siete anos, que no ests. en mi poder soportarla pOI' mas
tiempo. Os ruego, pues, nuevamente con el mayor afecto que de nna
vez se ponga fin a ella, i no se me deje arrastrar aqni una vjda
miserable. "
POT aquel tiempo casi (setiembl'e de 15 5) fue cuando Castel nan
parti6 de Inglaterra, i 10 reemplaz6 M. de Chateanneuf. Antes de
ansentarse obtu>'"o la promesa de que Marla Estnardo seria trasladada
a un castillo mejor acondicionado i mas saludable que Tutbury. Este
fue e1 ultimo erncio que presto a 130 Hustre cautiva.
Desde 1575 a 15 ;) habia estac10 luchando Castel nan para salvar
del naufrajio de las revoluciones relijiosas 130 cabeza de Maria Estuardo
i aqnclla antigua fratornidad entre Escocia i Francia, que trula an
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lURIA. ESTLJARDO.
tr6 montones de ellos i eocarg6 a Cordaillot, 'uno de sus secretarios,
de los negocios de la reina de Escocia esclusivamente.
PorIa misma epoca en Reims, jlwto a Ia tumba en que descallsaba
Maria de Gai a, madre de Maria Estnardo, existia nna escuela
de fanatismo en el seminario de los jesuitas ingleses. Era l'ector de
ese seminario el doctor Allen, que recibia de Felipe IT una pension
de dos mil escudos anuaLes. Proelamabase aUi Ia infabilidad del Papa
i se lelan sus bulas que los profesores i los predicadores comentaban
desde sus catedras como desde una tripodo; i se defendia el rejicidio
escitando a1 asesinato de los soberanos herejes i especialmente de Isabel,
i mostrando abierto el cielo para e1 que tnviese la osaclia de acometer
Ja grande empresa. Una chispa de aquel foeo de cODspiracion
penetro en la imajinacion de Juan Savage que habia servido largo
tiempo con el duque de Parma, i ofrecio Stl brazo para ejecntar 10
que suponia un mandato de Ia re1ijioo. Savage, animado i agasajado,
vi6 aprobada Stl idea i se diriji6 a Inglatel'ra con objeto de asesinal'
a Isabel.
Tambiell marcM a Paris un CICligo del seminario de Reims
Ham ado Ballard para confercnciar acerea de los desigllios de Savage
i de sus propios planes con los amigos de Marla E tuardo. A vist6 e
con Carlos Paget i Morgan, e1 arzobispo de Glasgow i D. Bernardo
de Mendoza, i se cOJ1vino entre ellos que a Ill. muel'te de Isabel
seguirian el advenimiento de Maria al trono de Inglaterra i elrestablecimiento
del catolici mo en toda Ia Gran Bretaiia.
Ese era el doble -eusueiio de Ill. rnisma Marla, de los Guisas, del
Papa i de Felipe II. MaE, para que tn viese Ingar esa contral'ovolucion
era. preciso una conspiracion; el'a preciso poneI' en movimiento a mas
de un hombre i que 130 sublevacion de los catolieos coineidiese con a1
asesinato de Isabel, con 10. libel·tad de Maria Estuardo, i motivase un
desembarco de tropas espo.iiolas dispuestas a secundaI' todos esOS
acontecimientos. En conseeuencia. se die ron a Ballard cartas para. .
Babington en quien tenian plena confianza.
Ballard paso el canal de la Mancha COD uniforme de militar icon
e1 nombre de capitan Fortescue; descubrio a Babington, Ie l'efirib
los proyectos acol'dados porIa junta de Paris i Ie hab16 de 10. resolucion
de avage, que debia faci1itarlo todo. Con In. habilidad que Ie
era familiar tuvo cuidado de indicar e1 objeto de aqueUa grande
empl'e a: Ill. 1'e urrecciou del catolicismo en Inglate1'ra i la co1'ono.cioo
de Maria E tnardo. Halag61a fe e inftam6 el sentimiento de Babington.
Le di frazo el asesinato bajo 130 cap a de la relijion i del entn iasmo.
BabiuO'ton todo 10 prometio, hasta e1 ase iuato, i se compl'ometi6 a
buscar c6mplices nobles todos, que ayudasell como el a 30vagc 011 Sll
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MARIA ESTU ARDO. 305
caciones fuesen mas prontas i faciles. Habiendo accedido Babington
a ese deseo, 0 lUas bien a ese mandato, conocio mni 1uego que se
hallaba vij ilado i se escapo. ..-
Ballard fnc preso, i los demas conspiradores que eran tambicn
conocidos, porque Gifford los habia llombrado i desigllado. Ademas
Babington se habia hecho retratar con los seis nobles que debian
asesinar a Isabel. En 1a parte superior del cuadro se leia esta inscripcion:
"N nestro peligro comun es el lazo de nnestra amistad." ,Valsingham,
pOl' medio de Gifford, habia logrado hacel'se a una copia que
conservo la rein a de Inglaterra.
Vel'ificada la pl'ision de Ballard, conociel'on los conj nmdos que
se hallaban bajo el poder i vijilancia de Ia policia, i ni Savage ni
uingun otl'O tl1VO la inutil osadia de aguardar en losjardines de Richmond
ni de Windsor a Isabel para matal'la. Todos huyeron, pem no
tardaron en SOl' sorprendidos en una espesura de Saint-J ohns'W ood,
donde se habian l'efnjiado. Condujel'onlos a Londres i los encerraron
en 1a Torre. J6veues atnrdidos los mas, habian acudido al complot
como a una partida de caza para no separarse, i sin detenerse a considerar
la tl'ascendencia de su liga. El fanatismo caballercsco de Babington
halagaba sn imajinacion: era aquello una cosa grata a las
damas de sus condados, seria una seduccioll mas para con ellas, i
sobre todo, era un vinculo mas entre los coligados. Todos se hiciel'on,
pues, conspil'adores pOl' imitacion, pOI' Emfasis, pOl' afectacion de bllenas
maneras, pOl' compadreria, pOl' ardor de temperamento i de
edad, pOl' emulacion de jente noble.
"Era triste snerte mia, esclamo Jones delante de sns j nezes,
vender a mi amigo 0 romper mi juramento de obediencia a1 soberano
i pel'derme a mi i a mi posteridad. He querido que me contasen en
el numero de los amigos neles, i me veo condel1ado como traidor! .... "
" Antes de que esto sucediera, dccia Tichboul'l1e al pie del cadals0,
viviamos juntos en la situacion mas brillante. j Dios sabe 10
poco que entraban en mis calculos los asuntos de Estado I Sicmpre
he sido opuesto a mezclarme en eUos; pero pOl' consideraciol1 a mi
amigo he callado i consentido."
Habiendo comparecido a juicio estos temerarios compafieros de
placeres 0 de intdgas el13 do sctiembre de 1586, fUel'on condenauos 01
11 i ejecutados en dos tandas: e120 Babington, Barnewell, Tichbourne,
Dunn, Oharnock, Savage i Ballard; i los restantes el 21.
A.got6se COIl los conjurados todo el rofinamiento de cruel dad legal
tan comun en los proceclimientos del siglo XVI. Condujeronlos casi
desfallecidos a San-Jiles, uonde fueron clescuartiz'aclos vivos. Sa
l11uel'te fue e1 triunfo del verdugo fanatico ensafiandose sobre vlctlmas
SEMANA LITEltARJA DE "EL Tn!:Mro."
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20

MARIA ESTUARDO. 30'1
Cautiva hacia tantos ai'ios contra todo derecho hnmano i divino,
privada de las consideraciones debidas a su posicion i a su nacimieuto,
lastimada en sus amistades, en sus antipatias, en los menores
desahogos de su libertad, en los pormenores mas minuciosos de su
vida intima, oprimida como mujer, ultrajada como reina, atormentada
como madre, no tiene nada de estrai'io que aeeptara toda Ia
conspiracion de Babington. Seria preciso censurarla i diseulparla: a
los que hai que censurar i reprobar, sin disculparlos nunea, es a los
enemigos que Ia retuvieron prisionera, que Ia abrumaron de humillaciones,
que Ia obligaron a prescindir de los consejos de Ia prudencia,
que Ia rodearon de espias, que prepararon Ia conspiracion, i que, al
inmolar aquella gran victirna, no fUel'on sacerdotes, como han escrito
algunos sectarios, sino carceleros, provocadores i verdugos . •
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•

MARIA ESTU ARDO. 313
tl.l.ntas dilaciones iba pOl' fin a verificarse el desenlaze largo tiell1po
esperado de aquel horrible drama.
Aquellas dos mlljeres inspiraban una adhesion apasionada i un
odio profmdo. Los partidarios ue Marla querian asesinar a Isabel, la
hija de Satanas; los partidarios de Isabel querim,l juzgar i matar a
:Maria, la sobrina de los Guisas, la aliada de Espaila, la all1iga del Pa}>a,
la enell1iga de la reforma.
En am bos partidos herviun 1a fidelidad caballeresca i el fanatismo
relij ioso, aji tanelo adem.as el alma de los ing1eses el fanatismo politico.
La razon de estado, la tibicza de las cortes estranjeras ocnpadas
en otrus cosas, el ascendiente de una doctrina nueva que se esforzaba
pOl' inmolar 10 pasado i sus emblem as, 1a snpel'ioridad de 1a posicion
de Isabel qlle tenia a Marla bajo 1a cuchil1a, 1a calera ciega de to do
un pueblo en guien las diJaciones estimuJaban la sed de sangre, todas
cstas cansas eran amenazacloras para Maria i hacian presajiar dcscle
lnego una catastrofe.
El Pal'lamento ingles habia formado i renov6 en e1 ardor de su
celo 1a asociacion para la seguridad de la reina, institlly6 vointe i cuatl'O
comisarios para que inquiriesen todos los complices de rebelion
contra Isabel, i acordo tambien que la persona en cuyo favor se tramasen
somejantes conspiraciones pudiera ser perseguida, si las habia.
sabido i alentaclo.
Esta disposicion, como hemos dicho, era una arma terrible forjada
contra Maria Estllardo, Ia cual no tard6 en sel' hel'ida con ella.
Apl'ovech6se la ocasion de la conspiracion de Babington cuyos
hilos todos estaban en manos de Walsingham. Despues de la con dena
i ejecllcion de los conjllrados, se instruy6 el proceso de la rella de
Escocia, su complice. EI estatuto de asociacion autorizaba aquel
ostrano procedimiento. Isabel nombro el 6 de octubre de 1586 enarenta
i seis juezes, entre los que se contaban los primm'os pares
dell'eino i sus principales consojeros. Oonstituyeronse en Fotheringay
en nlunero de tl'einta i seis, i habiendo llegado alll el 12, notificaron
a Maria. Estuardo, pOl' medio de Walter Mildmay, sir Eduardo Barker
i sir Amyas Pawlet, su comision autorizada con e1 gran sello i
con una carta de Isabel que anunciaba su determinacion a 1a reina de
Escocia.
Marla ley6 aquella carta i aquel documento sin aparentar Ja
menor emocion, i rechaz6 con dignidad la competencia de los juezes
ingleses.
"Una cosa me sorprende, dijo, i es que Isabel illi buena hermaDa,
qniera tratanne como a un subdito suyo i me mande comparecer en
juicio, a mi que soi l'eina i he apl'endido a no hacel' nada indigno de
illf 0 de mi hijo."
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MARIA ESTUARDO. 316
ASl que fue introducida la reina, se inclillaron los 10res i eUa los
saludo con una majestad meIancolica. Oon SI1 brazo derecho rodeado
de una sarta de perlas en espiral, se apoyaba en e1 brazo leal de
Andres Melvil, sn mayordomo. Det6.vose Marla un instante como
para contemplar aquella pompa del pretorio, i dijo: " I aSl es como
Ia rein a Isabel hace juzgar a los prillcipes pOl' sus subditos?" En
seguida sigui6 a Pawlet hasta el simple escano que Ie estaba reservado,
i Pawlet subi6 al estrado, colocandose en una grada mas baja
que la de los 10res. -
Marla, tocando con ]a mano el escalio de terciopel0 que Ie estaba
destin ado, dijo:
" No acepto este sitio sino como cristiana; mi puesto esta aUf,
anadi6 senalando e1 sillon del solio. No soi reina como 10 son otras,
sino reina desde la cuna, i el primer dia que me vi6 mujer me vi6
reina. "
En segnida, volvi6nclose a lIelvil que estaba de pie a su Iado:
"No faltan comisarios, anadlo meneando Ia cabeza, pero no yeo
entre elI os un amigo. "
El canciller Bromley abri6 1a andiencia con un discurso pedantesco,
entre puritano i cortesano, en el que aplaudio, conforme los
fue desenvolviendo, los motivos que habian guiado a Ia reina de
Inglaterra fil sujetar a juicio ala rein a de Escocia, i sostnvo que su
Boberana habria hecho traicion aDios i a Ia iglesia si hnbiera retrocedido
ante sernejante causa i hubiese dejado envainada Ia espada de
]a lei.
1vIarfu Estuardo exijio, antes de contestar, que se consignaran
BUS protestas contra 1a competencia de sus juezes.
" He venido a Inglaterra, esclarno, para buscar en ella 1a proteccion
que se me debia, i he sido encerrada en p6siones donde he
desfallecido pOl' espacio de diez i ocho auos, donde me han dado hieI
para saciar mi hambre i vinagre para apagar mi sed. No reconozco
]a autoric1ad de Isabel ni la vuestra. No tongo otros ignalos qne los
reyes ni otro juez que Dios, i si me rebajo a defenderme ante vosotros,
yo, dos vezes reina i dos vezes unjida, no es mas que pOl' hacer
brillar mi inocencia."
Gawdy, uno de los majistrados de 1a corona, acuso a la reina de
Escocia de no haber rechazado eI titulo de reina de Ia Gran Bretana;
de haber tramado con lord Paget, Oar10s Paget i otr08 ajentes nna
intriga que tODia pOl' objeto su evasion, la conquista de Inglaterra i
la destruccion del pl'otestantismo pOl' medio de "los ospanoles; la
acnso de haberse permitido trasfel'il', en 8U cOl'respondencia coIl don
Bernardo de Mendoza, los derechos de Jacobo VI a Felipe II sobre
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MARIA ESTU ARDO. 3111
de Isabel, si bien mas adelante la rein a de Inglaterra trat6 de echar
fuera de sl Ia responsabilidad de aquella barbarie til'flnica.
Sir A.myas Pawlet con Drury, que habia sido agregado para 1&
custodia de Fotheringay, antr6 en el cuarto de Maria i pregnnt6 a
esta, con Ia brusca sequedad de un pUl·itano, si persistia en su impenitencia
papista, i si no se arrepentia de los crimenes que habia cometido
contra Isabel. Maria Ie mir6 con aire de suprema majestad i Ie
respondi6 que era cat6Jica mas que nunea, i que eu cuanto a 10 demas,
deseaba a la reina de Iuglaterra uua eouciencia tau trauquila como
la de la reina de Escocia.
-Una vez que es asi, repuso Pawlet, debeia saber, senora, que mi
ama me ha notificado Ia 6rden de descolgar Vllestro s6lio, deelarandoos
que habiendo sido reina hasta aqui, no sois en adelante mas que
lmll mujer muerta civilmente.
-I Quitarrne mi solio! esclam6 Marla; j mi solio, el simbolo de la
Boberauia con que Dios mismo ha consagrado mi frente desde la
cuna I Sabed, sir Amyas, que mi titulo no esta al alcanze de ningun
poder humano. Reina nacl, reina he vivido i reina morire, a despecho
de vuestm ama hel'eje. Vos, el Cousejo de Isabel i su Parlamento
teneis el mismo poder que tienen los ladl'ones sobre cl viajero en Ia
espesura de un bosque, el poder de la fuerza, el poder que los asesinos
de Ricardo tenian sobre aquel infeliz principe; pero yo ten go,
como eI, mi derecho, i sabre morlr con mi derecho como Ricardo i
como tantos otros principes de este rei no injustamcnte sacrificados.
La reina se habia ido animando i su voz elevaTJdose poco a poco;
un vivo encarnado tenia sns mejillas; retratabase la indignacion cn
BU fisonomia espresiva, i sus ojos despedian relampagos. Entre tanto
habian acudido sus dam as i sus criados. Pawlet les mand6 que descolgasen
e1 solio, i todos se negal'on, sin que uno solo quisiese tocar a
aquel emblema de majestad. Las damas de Ia reina, menos contenidas,
invocaron Ia venganza del cielo sobre los que habian mandado i sobre
los que ejecutasen aquel acto impio. Pawlet tuvo que llamar a siete
u ocho soldados, a los cuales hlzo quitar 01 trono, i para degradar
mejor a la rein a se cubri6 i se sento delante de ella. Consumada
aquella ejecucion sali6 dejando a Marla muda de sorpresa, pero tau
noble e imponente ante aquel ultraje, que Pawlet no hubiera podido
Boportar pOl' mas tiempo su presencia. Luego que march6 aquel se
c1'ey6 que Marla sucnmbiese a uno de esos accesos de c6Iera que
dejeneraban a vezes en ella on crIsis ner-viosas; pero no fue as!. Lejos
de ceder a su an'ebato logro dominarse, i recojiendose dentl'o de 51
con una O'rave majestad rogo a Melvil que l'eemplazase con el Cruzifijo
aqneUas insignias que habian profanado, aquellas tristea insignias
de la monal'quia terrestre. .
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MARIA ESTUARDO. 327
Pomponio de Bellievre era uno de los personajes masimportantes
de la corte i del Estado, que habia manejado los asuntos mas dificiles
i mas tn'tjicos de su siglo. Frio, habit, alUbicioso, ocultaba bajo 1&
autoridad del majistrado toda 1a flexibilidad del cortesano i del
diplomatico. Sm'vidor de cuatro reyes de 1a rama de Valois, ministro
diestro i respetable con todos eIlos, as! en el interior como en el
estranjero, fne el primm'o en saludar el advenimiento de los Borbones,
i Enrique IV fno su quinto amo, El Bearnes, que conocia todas las
cualidades de BeUievI'e, Ie emp1e6 en e1 Oonsejo i en las embajadas,
i Ie nombr6 Oanciller. El fu6 quion negoci6 la. paz COil E palla, e1
que presidio e1 Pariamento, i el que pronuIlci6 Ia sentencia de muerte,
firme e impasibIe, en el proceso del duque de Byron.
Tal fue el hombre que envio Enrique III para negociar, no se
sabe que, con Isabel, i a quien es preciso tomar en gran cuenta los
cortos momentos de sensibilidad que hemos illdicado.
La carta que escribi6 entonces a Maria Estuardo desa1ent6 a esta
completamente, i acab6 de desvanecel' su confianza en la intervencion
de los principes.
Todavia tenia que dar Ull paso on la senda de la resignacion, i
10 dio sin esfnorzo.
La adversidad ha.bia hecho su COl'azon mas dulce, mas puro,
mas cristiano.
Asemejabase Maria & 080S manantiales de esquisita agua que
filtl'an de la tierra ontro las rocas en las playas de su patria. El mar
do Escocia cnbre a ciortas horas esos cri talinos manantialos con olas
saladas i espuma, i a otrus les restitnye, retid,cdose, Stl primitiva
diafanidad i dnlzura. Asi el alma de Maria Estnardo, dotada de una
belleza natural, recuper6 su virtud i sublimidad orijinales cuando
desaparecieron 01 cieno de 1,1. educacion i 01 oleaje borrascoso de las
pasiones que la habian sUilleljido en sns turbias ondas.
M. de Bellievre que lleg6 a Londres el1.° do diciombl'e de 1586,
se march6 de aqneUa capital e113 de onero de 1587.
Isabel pOl' su parte no temia mucho mas a Jacobo VI que a
Enrique ill. Jacobo, de vnelta de sus partidas de caza, sostenia gra­
'vemeute en In. mesa entre sns favoritos, que un rei era mas que un
hijo i que en el trono no em tun fnerte el lazo de la obligacion con
una madre como con una aliada,
Jacobo habia e1ejido pOl' diplomatico suyo en Greenwich a M.
de Gray que tambien pronuuci6 discursos mui bell os ; pero que decia
al oido de Isabel:
-Los UlUel'tos son los nnicos que no mum'den.
Agradole a Isabol esa frase i no tard6 en hacm' de olla aplicacion.
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lIIARIA FSTU ARDO. 336
tl'O Sefior, en memoria do su pasion, quo so acuerdc i tenga piodad de
mi en sn paraiso, como hizo con aquel compancro de Stl cruz.
I continuo celebrando pOl' algun tiempo con trasportes do roconocimiento
la. bondad infinita del hijo de Dios, i en segnida escribi6 a
Enrique III:
"8 de febrero de 158'1.
" ..................................................................................................
" Os recomiendo do nuevo mis servidores. Mandareis, si teneis a
a bien, que, pOl'mi alma, sea yo pagada do parte de 10 qne me debeis,
i que, en honor de J esucristo, a quion Ol'arc pOl' vos mafiana al tiempo
de mi muerte, se me deje con que fundal' una memoria piadosa i haeel'
las limosnas eonvenientes.
" lIoi miercoles a las dos de la madrugada.
"M, R."
Marla sintio necesidad de descansar un poco, i se acosto. IIabi6ndosole
acercado su damas, dijo:
Hubiera preferido a esta hacha un sable a la fmncesa.
En seguida cerr6 los ojos. Dnnni6 un rato, i aUll aSI Stl suerro
parecia, en 01 movimiento de sns labios, una omcion. Su rostro, ponetrado
de un bienestar interior i como iluminado pOl' dentro, nunca
habia resplanuecido con una beUeza tan purai encantadora. Aparecia
transfigul'ado con un arrobamiento tan dulce i baiiado de tal modo cort
la gl'acia de Dios, que" parecia someir a los anjeles," segun espl'esion
de Ia buena Isabel Curle. La }'eina dnrmi6 asi i oro, i aun oro mas
que durmio ala luz de una peqnena Umpara de plata que Ie habia.
regalado Enrique II i que conservo en todas sus vicisitudes. La luz
de aquella pequena lampara fncla ultima que alumbr6 a Marla en sn
pl'ision, i como 01 crepusculo de su tuinba: objoto humilde i trajico
pOl' los recuerdos que escitaba!
Despel'tada la reina antes de llogar el dia, se leyant6. 8u primer
pensamiento fue Ia eternidad, i consultando el reloj, dijo:
No me quedan mas que dos horas de vida en este mundo.
Emn las seis de la mafiana.
Cuando la reina apartaba pOl' un instants su pensamiento de Ia
mnerte, sn mayor cuidado e1'a 1& suerto de sus servidoros, que, privados
en 10 sncesivo de su ama, iban a hallarse dispersos sin apoyo
en el mundo. Ya los habia recomendado con mucha frecuencia a
los embajadores i a los principes. En aquella cruel noche escribi6
tam bien una carta, pero afiadi6 ademas una pequena memoria al rei de
Fraqcia para recomendal'selos de nuevo i resel'varse oraciones para sf.
Despues de espresar lrIaria S11 deseo de que las pensiones de su
viuuout1.u fueseu ontrogauas uospues de sn muerto t\ sus sOl'vidores;
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o

•
338 MARIA ESTlJARDO.
en su mana derecha, e inclinandose delante de la reina, dijo por
dos vezes: Aqui estoi.
Un lijero rnbor tin6 las mejillas de lao reina, 13. eual adelantandose
con majestad, l'espondi6: Vamos.
Tomo el Cruzifijo de marfil que no habia apartado de su lado
hacia diez i siete ailos i qne habia llevado de torreon en torreon colgandolo
siempre en sn oratorio de cantiva.. Como padeciese de dolores
contraidos pOl' Is hnmedad de sus prisiones, se apoyo en dos criados
suyos que la condujeron hasta el umbral de su cnarto. Alli se dotuvieron
i Bourgoing esplico a la reina el escrupulo estrailo de sus servidores
que se sublevaban ante la idea de aparecer como que Ia condudan al
matadero. La reina aun cuando hubiera qnerido mas bien continnal'
Spoyada en ellos, condescendio con su debilidad i se contento con
apoyarse en dos guardias de Pawlet. Entonces todos los servidores de
Maria Estoardo se encaminaron con ella hasta la meseta superior de
la escalera, en donde los arcabnceroB les impidieron el paso, a pesal'
de sus suplicas, de su desesperacion i de sns lamentos; i donde permanecieron
con los brazos tendidos acia su querida ama, de cuyas
huellas foe preciso al'rancarlos.
La reina profondamente apesadumbrada se apresur6 un poco coll
el objeto de reclamar contra aqnella violencia i obtener una escoltn
mas dulce.
Sir Amyas Pawlet i sir Drue Drury, gobernadores de Fotheringay,
e1 conde de Shrewsbury, el conde de Kent, los demas comisario9 i otros varios caballeros de distincion, entre los que :figurabal1 sir Enrique
Talbot, Eduardo i Guillermo Montague, sir Ricardo Knightley,
Tomas BrudneIl, Benil Roberto i Juan Wingfield la recibieron al pio
de la escalera.
As! que la divisaron se descubrieron salndandola. El contil1ente
de Maria era triste i digno. Habia conservado toda su majestad de
reina i toda su gl'acia de mujer, esa gracia incomparable qne osteIitaba
en otro tiempo en sus fiestas de corte i que no la abandonaba ell
aquella fiesta del martirio.
El enternccimiento fue jenera!. Aqucllos lores puritanos i aquelios
lores cortesanos, sus enemigos ansteros 0 corrompl 'd os, se SID . t'etOn
1
profundamente conmovidos. 1
Aquella noble frente en que desaparecia e1 sufrimiento bajo l!.
serenidad de una resolncion suprema; 0
Aquellos labio que se habian contraido tantas vezes de coleI'll
de de precio, i sonrelan ahora a la muerte, al eacri:ficio; b S
Aquellosojos que habian llorado delante de Dios todas las nOC :e
de los diez i ochoafios de su cautiverio i que no lIoraban ya de1a n
de los hombres;
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,MARIA: ESTUARDO. 341
pcro sin abatimiento, los pl'eparativos del suplicio. No habia mas que
Iuto eu todas partes: e1 tajo, el hacha, e1 verdugo i su ayudante, e1
aserrin de encina esparcido en e1 suelo para embeber su sangre, i en
un oscuro rincon el ataud, au ultima prision.
Erau las nueve cuando entro la reina en ]a sala funebre. Estaban
alli reunidosFlechter, el dean de Peterborough i una poreion de cnriosos
Pl'j vi1ejiados en numero de mas de doseientos. Aqnella sa1a estaba
toda vestida de pallO negro; e1 'cadaIso que se habia levantado a
dos pies i medio del1luelo, estaba cubierto de frisa negra de Lancastre;
e1 sillon donde Marla debin. sentul'se, e1 sitio doude c1ebia al'l'odi-
11a1'se, 01 tajo donde dcbia colo car la cabeza, estahan tambien cubiel'tos
de tel'ciopelo negro.
La rcina estaba ve.stida de negro como ]a sala j toeIas las insignias
del sl1plicio. Su traje de terciopelo de cuello cerrado i de mangas
abiel'tas estaba gnal'l1ecido de armillo. Sa manto, fon'ado de marta
cebellina, era de raso con botones de perlas i de 1al'ga cola. Sobre e1
pecho Ie caia una cadena de cuentas olo1'osas tel'mina la en una cruz
de oro, a la cual estaba nnido nn escapulario. De su cintura pendian
dos rosarios, i Ia envolvia un largo vel0 de encaje blanco que
suavizaba un poco la severidad de su traje de villda ide senteneiada.
Iba pl'ecedida del sheriff, de Drury i de Pawlet, de los condes i
de los nobles de Inglaterra, i In. seguian sus dos damas i cnatro de sus
servidores, entre los que se veia a Melvi1 que lIevaba Ia cola del manto
real. E1 paso de Maria era seguro i majestuoso. POl' un momenta sa
levanto el velo i apareci6 hermoso, como en los tiempos de su javentud,
su semblante en e1 que brillaba una esperanza que no era yll de este
mundo. La concurl'ellcia quedo deslumbrada. Llevaba uno de SUB
rosarios en una mana i el cl'llzifijo en la otra. E1 conde de Kent Ia dijo
con aspereza :
Mas valdl'ia tener a J esncristo en el COl'uzon.
iI como podria tenerlo en la mano, replic6 con viveza la reina,
si no 10 tuviese en el COl'azon ?
Como Pawlet Ie ayndase a subil' los escalones del cad also, Ie
diriji6 lIfaria nna miraua lIen a de dulzura.
Sir Amyas, Ie dijo, os doi gracias pOl' vuestra cortesia: esta es la ultima
molestia qne os cl:msaI'6, i e1 servicio mayor que pocleis hacerme.
Lnego que Maria Estnardo subia al cad also, se sento eu el sillon
que]e habian pl'eparado, con e1 rostro vnelto {l,cin.los espoctadOl'es.
Despucs de ella se sento a Stl del'echa e1 dean de Peterborough, vestido
con sa tl'aje de eclesiastico, en Stl escano sin respa1do a CUY08
pies habia un cuaurado de torciopolo negro. Los condes de Kent ide
Shrewsbury 60 sentm'on con 61 a Ja derecha, pero -en oscafios con res-
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MARIA ESTUARDO.
paldo. Al otro lado do 130 reina estaba en pie el sheriff Andrews con
su varita blanca, en frente de Marla Estu301'do se veia al verdugo i a
su ayud3onte, a quienes se reconocia por su tr30je de terciopelo negro
i sn c1'espon encarnado en el brazo izquierdo. Deb'as del sillon i 1'ecostados
contra 130 pared 110raban los servidores i las damas de Marla
Estua1'do. En el salon 130 concurl'encia de nobles i del pueblo de los
condados vecinos se ha11aba contenida pOl' los a1'cabuceros de sir
Amyas Pawlet i de sir Drue Drury, ala otra parte de una balaustr3o­
(}a que habia sido In. ba1'r3o del tribunal.
Marla oyo tranquilamente su senten cia, i solo cuando Beale
termino BU lectura, dijo:
Milores: he nacido reina de Eseocia, he sido reina de Francia,
i tendria derecho a ser reina de Inglaterra. Me han tenido pri jon era
largos alios contra toda lei, aposar de tantos titulos, i he snfrido mucho
durante este cautiverio. Oomo qniera que sea no me aeuerdo del
mal que me han hecho, i no odio a nadie. Doi gracias a Dios pOl'
todas las trib111acioncs que me ha enviado su justicia. Bien hecho
estll. 10 que 61 ha permitido. Me ton go pOl' feliz en qne me conceda
esta oca ion de morir porIa espiacion de mis pecados i dc ueclarar
ante esta asamblea que estoi inocente de toda conspil'acion contra Ia
vida de 130 reina de Inglaterra.
IIabi6ndola conjurado el dean de Peterborough que se arrepintieso
i rcnunciase a sus errores bajo pena de condenacion etorna, declar6
Marla q ne moria en la fe de la relijion cat6lica. Flechter levanto
130 voz i diriji6 ala reina un sermon interminable en el que 130 amennzo
con cl infiemo si no se convertia n In £0 re£ormada, como a oUo
130 convidaba 1n. bondad de Isabel, do quien era 01 organo indigno.
V uestros fa1sos dogmas, replic6 Ia reina de Escocia, me han privallo
del trono i de la libertad, i ahora van a privarme de 130 vida.
Al menos no perderan mi alma.
Irritado Flechter se prop3os6 hasta usaI' violencias brutales i dirijio
a Marla reconvenciones sobre sus faltas i sobre su ignorancia,
conclnyendo pOl' intimarla que abjul'ase 01 papismo i todas las imp ostUl'as
romanns.
I Basta! i basta! esclam6 Marfa con impetuosidad; no blasfemeis.
ITo vivido i morirc cn 130 l'clijion cat6lica.
El conde de Shrewsbury contuvo 301 dean de Petel'borong i Ie
exhol'm a que orase en vez de predicar. La reina so puso a oral' de
]'odillas; 0 trech6 el Ol'l1zifijo contra su pecho; recit6 en latin los
sieta salmos penitenciales, i como si no bastaran tantas oraciones al
3rdiente fervor i 301 e tasis infinito en que se sentia abrasada, repWo
103 tl'es s3olmos: Miscrere 7Twi Deus: In to Domine, spel'avi: Qui
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344 MARIA ESTUARDO.
manos, Sefior, encomiendo mi espiritu. Se arrodillo de nuevo i se
inclino sobre el tajo surcado ya de profundas muescas en su arista
superior, en el sitio en que coloco Maria su delicado cuello, encima
de la doble escotadura practicada pam rccibir pOl' un lado e1 pecho
i. pOl' el otro el rostro. La reina en aquella suprema actitud recit6
toda via algunos versiculos del sal mo. setenta:
"Espero en ti, Sefior; no me confundas para siempre: ayudame
i liMl'tame.
"N 0 me rechazes; no me abandones cnando mis fuerzas me
abandonen.
"Sellor .... tu me devolvenls la vida .... tu me sacaras del fondo
del abismo .... "
Aillegal' la rein a a estas palabras uniendose a J eS11eristo pOl' e1
a11101' i principiando bajo el brazo del verdugo una oraeion que debia
terminal' en el seno de Dios, deseargo aquel un primer golpe. El haeha
en vez de caeI' sobre la juntura del eueUo, cayo sobre la nnea. La reina
lanzo un gl'ito sordo al ellal contestaron los jemidos de Ia asamblea. El
verdugo afectado porIa emoeion jenera.1, avergonzado pOl' su torpeza
i hallanclo en su misma tlll'bacion una eneljia tal'dia, descargo un segnndo
hachazo, qne separ6 del tronco Ia cabeza; coji6 e1 verdugo pOl'
los cabeUos aqueUa cabeza ensangrentada tan bella poco antes, i mi€mtras
que la tenia snspendida delante de los nobles en la asambIeai pOl'
la ventana delante del pueblo esclamo pOl' diferentes vezes.
j Viva la reina Isabell
j As! perezcan todos los enemigos de nuestra l'eina! esclamo el
dean de Peterborough.
i Asi perezcan todos los enemigos del Santo Evanjelio ide Inglaterra
I replicD el implacable conde de Kent.
El conde de Shrewsbury se llevo la mano a los ojos para ocultar
sus higrimas.
La asamulea toc1a se quedo mud a de horror, i aquel silencio solo
fue interrnmpido pOl' los so11ozos de los sel'vidores de Marla. AlJi, a
10 menos, en aquel trajico salon, al rededor del cad also, la com pasion
hizo calIaI' al odio.
A las veljas del castillo se manifest6 nn gozo salvaje que se
estendi6 pOl' toda la Inglatel'l'a falHl.tica. Ln. noticin. de Ia mUCl'to de
Maria se difllndi6, como poco antes sn scntoncia, de condudo en condado,
siondo acoj ida 011 todus partes con demostraciolles de jubil0 ;
pero est a vez, a1 mcnos, no oy6 13, pobre reina el repique de las Campanas
ni vi6 las iluminuciones do alegria.
Hacia cuatro horas (lue cstaba consnmacla 13 ejecncion i e1 puente
levadizo allll no Labia Lajado, i la poterna permanocia attn cerracla.
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348 MARIA ESTU ARDO.
c:x:istir, i de que la instasen a arl'eg1ar la sucesion de la corona, como
si esa sucesion debiera quedar pront') vacante.
Si se ha de creer a sus contemporaneos, i especia1mente a sir
Juan Harrington, que la conoci6mucho, su caracter se habia hecho
intratable. Isabel se paseaba mnchas vezes pOl' su cum'to con ajitacion,
se enfurecia a la menor contl'ariedad, pegaba con e1 pie en el snelo,
juraba contra los que no eran de sn gusto, i hundia de colera en las colgadl1l'as
de su CUat'to una espada que consel'vaba siempre cerca de S1.
En el terror de su vejez hacia enal'bolar las cabezas de sus enemigos
en los postes de la Torre, i se rodeaba de los tl'ofeos de una implacable
justicia, como aquellos libyos que colgaban en sus umbrales los
despojos de los leones, a fill de protejerse pOl' medio del terror.
Todos snfl'ian con disgusto el reiuado de una majer de humor
aspel'o i violento, i deseaban ser gobernudos pOl' un rei. Todos los
pal'tidos saludaban en el horizonte el advenimiento de Jacobo VI.
Ouando este, pOI' muerte de Isabel, llego a ser Jacobo I de Inglaterra,
hizo tl'aspol'tar en 1G12 los hnesos de Maria Estuardo, su madre,
a la abadia de Westminster.
El ataud sali6 de Peterborough, en un carruaje roal tirado pOl'
seis caballos cllbiel'tos de terciopelo negro. Dos con des ingleses i otros
dos condes escoceses llevaban las cuatro puntas del pallO mortllorio. 'I...
El escudero mayor llevaba un palafl'en de honor que representaba e1
caballo de Maria Estuardo. El capitan de gnardias i sus arqueros llevaban
vueltos ucia el suelo la punta de la espada i el hierro de las
alabal'das. Una mUsica funebre precedia 1a procesion que salieron a
recibir en el barrio de Londres cien nobles ingleses; escoceses, franceses
i espalloles.
El cal'l'uuj e se detuvo a la puerta de W estminstel': alli baj aron e1
ataud a Ia Iglesia, i luego a una sepultura no lejos de la sepultura de
Isabel. AQnellas irreconciliables enemigas tuvieron su primm'a i unica
entrevista sin sequitcr i sin corte, alH en la eternidad, en el recinto
do un templo.
La reina de Escocia habia descansado veinte i Cl1atl'O auos bajo
la hnmilc1e losa de Peterborough.
Esta segunda traslacion del cadaver de Muria Estuardo no lastiro6
a los protestantes i satisfizo a los cat6Jicos. 8i la vid·a de la rein a
de Escocia habia sido la de una victim3, su muerte fue la de una
santa. Esta doble espiacion redimi6 i transfigur6 a Marfa Estuardo.
La poesia la ba cantado, la reJijion lo. ha beuc1ecido, Ia historia la
ha pintado. La posteric1ad la compadece i la admira mas bien que la
juzga. Indudablemente Dios la habra perdonudo cn e1 cielo como
ella perdon6 en la tierra,
FIN.
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PRINCIPALES DOCUMENTOS
CONSULTADOS POR EL AUTOR
AOEROA DE MARIA ESTUARDO,
DE LOS SUCESOS I DE LOS PERSON.A.JES DE EST.A. IIISTORIA.
1. Tradiciones locales.
2. Colecciones de grabados i de cuadros en Francia, Inglaterra i Escocia.
3. Museo dell'enacimiento.
4. Los cual'enta gl'abados de la coleccion Hamada de la Liga.
5. Palacio de Versalles - Palacio de Eu.
6. Palacio de San-James, de ·Windsol', de Hampton-vourt, de Holyrood i
de Dalkeith-Retratos diversos.
7. Eu Edimburgo un cuadl'o antigl10 que representa a Kil'kaldy de Grange
paJido pOl' efecto de la calentll1'a i 'vestido POl'SU hermano i su escudero antes de
In batalla de Langsille - Dos poesias de J oaquiu de Bellay copiadas pOl' mana de
Maria Estual'uo.
En Yok uu grabado antiguo que l'epresenta a Lord Lindsey alTodillado
delante del conde de Morton en la colina de Carbel'ry- Clladro pequeno al 61eo
que l'epresenta el alTobarniento de Marla Estuardo puesta de codos en su ventana
detras de las rejas de Fotheringay.
8. En Berwick un grabado antiguo que representa a Grange abrazando a su
bermano James KirkaIc1y al pie del patibulo.
9. En Peterborough un antiguo grab ado que l'epresenta a Knox sentado i a
Jordan IIil! en pie. Entre ambos hai una mesita sobre la cual se ven una Biblia i
una espada. Knox senala la espada a Jordan HiH, cuyo rostro l'evela un gran
entusiasmo.
10. Tambien me han ensenado en Peterborough dos pajinas de los 'Tr6-jicos
i una del poema de las lJfiserius del Tiempo, en letra del siglo diez i seis, las
cuaies me han asegul'aclo que fu el'on recojidas en Fotheringay despues de Ii muerte
de Maria Estual'c1o. He creido que este h.echo no debi'l queda!' omitido.
11. Ell Norwich un grubado que repl'esenta a la nodl'iza de Norfolk en el
momento en que Ie echa de beber en Tower-Hill- Traclicion de aCllerdo con
dicho gl'abado.
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48. El marques Je Morette. Helacion maulIscl'ita sacada del I\rllhivo de los
Medicis.
49. Petrucci. Carta al gran c1uque Cosqle de lIIeuicis: Modo (he la regina
di Scotia loa usato per libel'arsi dalla p)·igione.
50. Archivo de Simancas.
51. Murdin.
52. Archivo dol marques de Salisbl1l'Y, conocido con el nombre de Cecil's
pape)'s en IIatfield-House, en el conclado de Hertford.
53. Aime Martin, pequena coleccion de siete cartas, de las que las mas
curiosas e interesantes son, sin comparacioll llinguna, las dos cartas de Chastelard.
La amistad de Aime Martin, auuque algo rezelosa en punto a bibliografla,
me ha permitido, no obstante, leer i copiar la coleccion.
Las dos caJ'tas de Chastelard me han ayudado sobre manera a pintar a Maria
Estuarclo en Calais, en Leith, en Holyrood, revelandome los gustos, los capl'ichos
los preseutimielltos de aquella princesa en esa epoca (1561) i tambien ciertos
refinamientos en materia de aclol'1los que halagaban mucho su coqueteria.
Prendado Chastelard de Ia reina de Escocia i absorto en su amOl', no ve siuo
8 Maria, no habla mas que de ella i se esplaya en confiJencias mas intimas que
8US compafieros alegres, lijeros i distraidos, tales como Bl'antome, entregad?s enteramente
a los cuadros variados de su viflje de que sou testigos i actores egoistas.
Mientras que ellos esparcen Stl imajinacion eu mil incidentes, Chastelard la con­
centra en un solo objeto, el mismo siempre, con una fijeza que solo es propia de la
locum 0 de una pasion incurable, desesperada, absoluta.
54. Coleccion de M. Chambry. Una carta inMita de Diaua de Poitiers.
55. Rapin de Toyras.
56. Hume (David.)
57. Robertson (Guillermoo)
58. Laing (Malcolmo)
59. Lingard (J nan).
60. Mignet. Trece articulos Henos de erudicion i sagazidad en el Diario de
los sa bios.
61. Filnt°ete Charles. Un brill ante resUmen de 1a vida de Maria Estullrclo.
Revista de ambos mundos.
62. La senorita Kemlio.
63. Mrs. Strickland's Lives of the queens of England.
64. Hoscoe (Guillermo).
65. Relacion del embajador veneciano Marco Antonio Barbaro .
•
66. La conjuncion de Jetras i armas de dos ilustrisimos principes IOJoeneses.
67. Claudio de Auvespine. llistoria de la corte de Enrique III.
68. Costumbres, caracter i conducta de Eurique de Valois. Paris, Antonio
de Riche, 1589 . .L1.nonynws auto)'.
69. P. de Dampmartiu. La fortuna de c01"te, satira contra Eurique III i sus
favoritos.
'10. Adam Blackwood, escoces. Su relacion de la !Duerte de Maria Est\lllrdo.
'i 1. P. de b Etoile. Su cronicn de la guerra civil.
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