IN LAK´ECH Saludo Maya

una vez en el mismo río pues uno no es el mismo, no ya de un baño al otro
donde el río, como es de esperar nos encuentra más viejos, sino que en un
corte transversal y sincrónico uno nunca es igual a sí mismo en ningún
momento. Lo que se produce es un efecto simultáneo de no ser en el ser, de
ser y no ser. Heráclito pensaba al cambio del bañista sucediéndose sobre la
recta temporal, Crátilo pulveriza dicha recta: ¡Uno no es uno nunca!
Según lo poco que se sabe de Crátilo literalmente un día dejo de
hablar porque consideraba que el lenguaje anquilosaba el devenir del
mundo, el ser del devenir y el libre fluir de las cosas.
Por el contrario, como ya vimos, Parménides sostiene la unidad del
ser que caracteriza como eterno, in-engendrado, inmutable, imperecedero y
supra-temporal, dice: “Jamás era ni será, puesto que es ahora todo a la vez”.
Aristóteles pretende solucionar las paradojas aparentes con sus conceptos
de acto y potencia.
Hegel incluye el no-ser en el devenir dialéctico como negatividad.
Otros como Sartre lo llaman la Nada. Para algunos el no ser otros se
designará alienación. Nasio, por su parte, expresa las vicisitudes del cambio
y la permanencia en una frase encomiable por su paradoja “no soy el mismo
que hace cinco minutos y sin embargo, soy el mismo desde hace cincuenta
años”. Pero es Crátilo quien no adjudica el cambio al paso del tiempo como
su maestro Heráclito, sino que lo suprime en un corte trasversal, sincrónico,
simultáneo.
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