IN LAK´ECH Saludo Maya

entonces. Pero, sobre todo… ¿explicaría la inclinación por esas tan
particulares fantasías diurnas que surgían en mí? Una de ellas ya había
dado origen a una obra de teatro, la otra a unos esbozos para una novela
que después ofrecería escribir a mi amigo en coautoría. En común
encontraba un mismo y único origen, todo se había iniciado a partir de
aquella ruptura amorosa.
El libro que me dio Ezequiel, aquella noche en desordenadas hojas de
fotocopia, se llamaba El Doble y su autor era Otto Rank, hasta donde sabía,
un amigo de Freud del famoso grupo de los miércoles.
A su vez me encontraba en el último año de un curso de psicodrama,
y entre lecturas de Levi Moreno, su fundador, encontré que había elaborado
tempranamente una herramienta que se llamaba el doble. Así es que la
trabajé para el informe de fin de curso. Éstas constituyeron mis primeras
intuiciones sobre el tema, aunque precariamente fundadas donde
comentaba además, algunos pasajes de la literatura, y varias películas.
Llamativamente después de Moreno la técnica cayó en relativo desuso y
siendo, a mi parecer, injustamente desatendida, no se la desarrolló al nivel
de las más populares. Es por ello que la retomé pretendiendo incorporarle
algunas innovaciones. Formamos un grupo deleuziano en psicodrama,
“Línea de Fuga”, en el que tuve ocasión de llevar a la práctica dichas
técnicas.
Luego de algunos titubeos hube de reconocer que el doble sería el
tema para mi tesis de licenciatura. Comencé una prolongada exploración
bibliográfica a la que le dediqué mis horas más obsesivas a la par que
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