IN LAK´ECH Saludo Maya

(Rosset, 2008). A la luz de la crítica heideggereana esa cita encuentra otro
relieve explicativo.
La distinción entre la figura original y su doble es un artilugio a
suceder en tanto inevitable, un lugar común en la literatura del motivo del
doble. Pero incluso la más extrema y perfecta pretensión de igualación se
vuelve imposible. Ese fracaso puede invitar al movimiento opuesto con
intención de poner a prueba ese carácter de mismidad entre el original y su
doble. El doble en la búsqueda de la más sincera y perfecta pretensión de
ser uno y lo mismo con la cosa, encuentra el fracaso. Se extreman las
diferencias que lejos de quebrar su lógica interna, la reaseguran en una
obscena exhibición. En estos esfuerzos vanos podemos encontrar la
amplificación de las diferencias en lo grotesco, lo paródico, el absurdo o la
caricatura.
Tomemos el ejemplo del doble teniendo en mente, ahora, la fórmula
del principio de identidad según se lo criticó: el doble es siempre una
igualdad y como tal implica necesariamente diferencia aunque se resista a
ello.
Un ejemplo es La esquina alegre de Henry James (1908), relato
estilísticamente sofisticado y no exento de un fuerte contenido
autobiográfico. En 1904, a la edad de 62 años, Henry James regresó a su
Nueva York natal después de 29 años ininterrumpidos de estancia en
Europa. Una de las primeras cosas que hizo fue buscar la casa donde nació.
El fantasma que persigue el protagonista de este largo relato al volver a la
66