IN LAK´ECH Saludo Maya

IV.3.1.2. La Realidad. Una Cuestión de Principios
Sirvámonos de la literatura. Rosset repara en un cuento de Mallarmé,
el primero de sus cuentos indios titulado El retrato encantado una de las
historias más curiosas sobre el doble. Al rey ya envejecido le es obsequiado
un retrato, enseguida queda subyugado por el fornido y apuesto joven de la
figura. Poseía aquello que él, a pesar de su prosperidad monárquica,
carecía. La reina le exige que asuma esa cara, o no le gustará jamás. Así se
le explica que en ceremonia a manos del hechicero y mediante un talismán,
podrá metamorfosearlo en la persona del retrato, haciendo posible la
sustitución deseada por efecto de magia. Allí es donde hace su aparición la
persona original del retrato, poseedor del más eficaz de los medios por el
cual llevar a cabo la operación necesaria. De un golpe de cimitarra, rápido
atraviesa el cuerpo del miserable rey, quien quizás en el lapso que dura un
relámpago, creyó en la fulgurante realización de su metamorfosis, para luego
ocupar su trono. El éxito es evidente, el nuevo rey se ve enriquecido por
todas las cualidades esperadas: juventud y belleza. “El viaje mágico que
conduce de uno a otro, del único a su doble, llega aquí a su término; pero en
el trayecto, el viajero muere”.
El rey lleva hasta las últimas consecuencias su intención de eternidad,
que pretende lograr mediante la duplicación. En este cuento el realismo llega
a su límite con lo fantástico, garabateando allí un desenlace trágico al no
pasar el umbral. El pecado del asesinato, la conclusión fatal, se debe al
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