IN LAK´ECH Saludo Maya

El fragmento anterior lo incorporé al del texto, el cual encontró así su
conclusión; por ello, supe correspondía a un unipersonal. Más tarde cobraría
vida bajo el título Orestes… y el Secreto de los Dioses bajo la dirección de
Félix Bello. Pretendimos que los dos personajes de la obra estuvieran
marcadamente diferenciados. Con ello apostamos a que del logro de esta
dualidad resultara su valor estético. Así trabajamos en ello durante todo un
año hasta la puesta en escena. Construimos los personajes por separado,
tenían distintas alturas, gestos, vestimentas, y voces. Su apoteótico final une
a los personajes. Hasta ahí los cambios de roles era la convención
necesaria, el metatexto se hizo texto. Pero se suscitaba la: ¿Eran dos, era
uno y el mismo? Labores para el espectador, el mazazo había sido
transmitido, llevado a puerto.
Mi querido amigo de toda la vida, Ezequiel, fue quien en dos
oportunidades corrigió los manuscritos y apuntaló la obra. Luego me
comentó que se trataba del viejo tema del doble en la literatura, hasta
entonces por mí desconocido. Además, se encargó, sin saberlo, de
apadrinar mis primeros acercamientos al mundo de las letras, carrera que
por entonces se encontraba estudiando. Otra noche de cena en su casa me
dijo poseer un material que era además psicoanalítico y que formaba parte
de la asignatura Teoría y crítica literaria I a cargo de Cristina Piña, destacado
referente de la carrera de Letras. Que el psicoanálisis se haya dedicado a
ese tema animó profundamente mi curiosidad, tal vez explicara algo de los
efectos que Poe generaba en mí cuando trataba sobre el doble, o cuando
Saramago lo hacía en El hombre duplicado, novela que había finalizado por
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