IN LAK´ECH Saludo Maya
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que es vivida como agresión. Sin embargo, dicha agresión no reduce un<br />
ápice al mencionado júbilo, fascinación por la imagen que lo enamora y<br />
sobre la que se precipita. De esa ambivalencia resulta una libido eroto-<br />
agresiva.<br />
El Otro (ideal del yo) sostiene la escena y el infante confirma que él es<br />
otro (yo ideal). Una madre le dice al niño lo bonito que es, éste se voltea y<br />
descubre que en realidad ella está mirando no a su cuerpo sino al otro en el<br />
espejo, al momento que le dice: ese sos vos. Aquel constituye su yo ideal, es<br />
bonito y susceptible de ser querido por su madre. Se arroja o precipita sobre<br />
la imagen que asume como propia. Cae en la trampa del espejo como<br />
narciso al lago, señuelo eficaz que aliena, dice: ese soy yo, y pretende<br />
ubicarse del otro lado. Así el yo nace como virtualidad, sin embargo la<br />
distancia entre el yo y la imagen especular es irreductible como lo demuestra<br />
la inversión de los gestos ante el espejo. El yo desconoce que interpreta un<br />
papel, hace de otro como un actor, como decía Shakespeare: “El mundo es<br />
un gran escenario; los hombres y mujeres son simples actores”. El guión, del<br />
que se toman las identificaciones posibles de ser recortadas como siluetas<br />
en el espejo, es el ideal del yo y tiene carácter simbólico, porta los<br />
significantes que vehiculizan las expectativas de los padres, y por lo tanto el<br />
valor ideal que puede tener para ese Otro. Dice, soy querido en tanto<br />
coincida con el deseo que tengan de mí. Por último es capturado en esa<br />
alienación que constituye la imagen, en el que puede reconocer su propio<br />
deseo “el deseo es el deseo del Otro”.<br />
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