IN LAK´ECH Saludo Maya

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persona el tejido de su vestimenta, que de las extremidades inferiores se
extienden, hasta el interior del cofre, verdadero cordón y materia entre uno y
otro. Hilo de Ariadna que lo conduciría a entender a ese nuevo y ajeno ser
como su viejo y conocido ser. Como en un juego especular en el que existen
visibilidades e invisibilidades, lo que ve es su doble, pero no a la extensión
que de ella misma y mediante su ropa lo constituye.
En términos freudianos lo que queda obstruido a la visión de nuestro
protagonista por la mesa, es su propio mecanismo de represión. El doble
resulta así una vivencia siniestra, un retoño del inconciente, consecuencia de
dicha represión. La represión es el proceso de apartamiento que mantiene
negado el acceso al conciente de aquello susceptible de provocar displacer.
No destruye las ideas o recuerdos sobre los que actúan, sino que se limita a
confinarlos en el inconciente. Es posible que el material reprimido retorne
bajo la forma distorsionada de síntomas, sueños, lapsus verbales y todo tipo
de otras formaciones del inconciente, es decir, retoños del inconciente que
son reapariciones de lo que ha sido reprimido. Es interesante reparar en el
término retoño que con sus connotaciones botánicas, subraya el aspecto
dinámico de este proceso. Para Freud los elementos reprimidos pugnan por
reaparecer, por irrumpir; material, a su vez, que puede quedar sujeto a una
nueva represión. Los contenidos inconcientes son indestructibles, tienden
incesantemente a retornar por caminos más o menos desviados, con logros
parciales.
Por su lado, lo siniestro es un sentimiento de malestar y extrañeza
ante un ser o un objeto sin embargo antes familiar que sería provocado por