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IN LAK´ECH Saludo Maya

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109<br />

Dos ejemplos. En el relato Borges y yo encontramos al Borges público<br />

y al yo privado. Por otro lado, en la novela Uno, ninguno y cien mil de Luigi<br />

Pirandello (2010) se hace explícita la diferencia que guarda el protagonista<br />

entre la Identidad Personal Social aportada por lo que la esposa le atribuye<br />

en el apodo cariñoso de Genge:<br />

¡Pero ya lo creo que ella conocía a ese Genge suyo mejor que<br />

yo! ¡Si se lo había construido ella! (...)<br />

(…) Porque ese Genge suyo existía, mientras que yo para ella<br />

no existía en absoluto, no había existido nunca.<br />

(…) No me reconocía en absoluto, me encontraba como en un<br />

estado de fusión permanente, era casi fluido maleable; me<br />

conocían los demás, cada uno a su manera, según la realidad<br />

que me habían dado, o sea, cada uno de ellos veía en mí un<br />

Moscarda que no era yo (…)<br />

(…) Algunas veces la veía llorar por ciertas amarguras que él,<br />

Genge, le ocasionaba. ¡Él, si, señores! Y sí, le preguntaba:<br />

- Pero, ¿A qué viene esto, querida?<br />

Me respondía:<br />

- Ah!, ¿Y tú me lo preguntas? ¿No te basta con lo que acabas<br />

de decirme?<br />

- ¿Yo?<br />

- ¡Tú, sí, tú!<br />

- Pero, ¿Cómo? ¿El qué?<br />

Me quedaba asombrado.<br />

(…) Yo, así pues, hablaba para mí solo, ella hablaba con su<br />

Genge (…)<br />

(…) - Pero, ¿Cómo? – le preguntaba- ¿Yo he dicho eso?<br />

- ¡Si, Genge mío, eso has dicho!<br />

Sí: eran de su Genge aquellas tonterías; pero no eran tonterías:<br />

¡Muy al contrario! Aquella era la manera de pensar de Genge.<br />

¡Y yo, ah, como lo hubiera abofeteado, apaleado,<br />

despedazado! Pero no podía tocarlo. Porque, pese a los<br />

disgustos que le daba, pese a las bobadas que decía, mi mujer<br />

Dida quería mucho a Genge (...) (pp. 63-66)

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