IN LAK´ECH Saludo Maya
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Dos ejemplos. En el relato Borges y yo encontramos al Borges público<br />
y al yo privado. Por otro lado, en la novela Uno, ninguno y cien mil de Luigi<br />
Pirandello (2010) se hace explícita la diferencia que guarda el protagonista<br />
entre la Identidad Personal Social aportada por lo que la esposa le atribuye<br />
en el apodo cariñoso de Genge:<br />
¡Pero ya lo creo que ella conocía a ese Genge suyo mejor que<br />
yo! ¡Si se lo había construido ella! (...)<br />
(…) Porque ese Genge suyo existía, mientras que yo para ella<br />
no existía en absoluto, no había existido nunca.<br />
(…) No me reconocía en absoluto, me encontraba como en un<br />
estado de fusión permanente, era casi fluido maleable; me<br />
conocían los demás, cada uno a su manera, según la realidad<br />
que me habían dado, o sea, cada uno de ellos veía en mí un<br />
Moscarda que no era yo (…)<br />
(…) Algunas veces la veía llorar por ciertas amarguras que él,<br />
Genge, le ocasionaba. ¡Él, si, señores! Y sí, le preguntaba:<br />
- Pero, ¿A qué viene esto, querida?<br />
Me respondía:<br />
- Ah!, ¿Y tú me lo preguntas? ¿No te basta con lo que acabas<br />
de decirme?<br />
- ¿Yo?<br />
- ¡Tú, sí, tú!<br />
- Pero, ¿Cómo? ¿El qué?<br />
Me quedaba asombrado.<br />
(…) Yo, así pues, hablaba para mí solo, ella hablaba con su<br />
Genge (…)<br />
(…) - Pero, ¿Cómo? – le preguntaba- ¿Yo he dicho eso?<br />
- ¡Si, Genge mío, eso has dicho!<br />
Sí: eran de su Genge aquellas tonterías; pero no eran tonterías:<br />
¡Muy al contrario! Aquella era la manera de pensar de Genge.<br />
¡Y yo, ah, como lo hubiera abofeteado, apaleado,<br />
despedazado! Pero no podía tocarlo. Porque, pese a los<br />
disgustos que le daba, pese a las bobadas que decía, mi mujer<br />
Dida quería mucho a Genge (...) (pp. 63-66)