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Saulo Alvarado<br />
La Hora Azul…<br />
después de concedernos hipotecas, créditos y demás productos basura. Como señalaría Deleuze,<br />
el sistema capitalista es esquizofrénico.<br />
Sin embargo, las clases altas pueden permitirse y de hecho lo hacen, comprar perfumes<br />
conmemorativos por 3000 euros. Una bagatela. Es más esto se publicita convenientemente en los<br />
medios de comunicación. ¿Por qué?, y ¿para qué? Se puede aventurar la siguiente hipótesis: De<br />
esa manera, se crea un deseo de aquello a lo que no se puede acceder (el perfume, en este<br />
caso). Como consecuencia se intentará trabajar “más duro” para poder tener más dinero y, con<br />
ello, poder acceder a ese producto algún día, en algún lugar. ¿No les suena? Pero para poder<br />
trabajar más, en época de crisis, se necesita primero conservar el puesto de trabajo, es decir,<br />
acatar todo lo que te imponga el sistema. Ser un esclavo que se cree libre. He aquí lo corrupto y<br />
viciado de esta forma de pensar. Todo esto, eso sí, apoyado por los medios de comunicación.<br />
5. Reflexiones finales<br />
¿De qué forma se relacionan, entonces, libertad y deseo? Aquellos seres humanos que no quieren<br />
o no pueden ejercer su libertad, ya sea por estar sometidos al poder político, económico, o al<br />
religioso, viven dormidos y, por lo tanto, no desearán acceder a algo mejor. El ser humano es un<br />
ser deseante, pero, ¿cuál es el objeto de su deseo?, ¿cómo accede al objeto de deseo? Para ser<br />
libres no necesitamos más ayuda que nuestro propio intelecto. 33 Pero, este conocer no es pura<br />
teoría, sino que también implica práctica. Al ver, nos transformamos, pero vemos porque nos<br />
transformamos. 34 Para transformarnos necesitamos primero ver; pero no querríamos ver si antes<br />
no estuviésemos dispuestos a la transformación. Este pensamiento que parece inofensivo, es<br />
absolutamente radical, ataca las teorías ascéticas, místicas y también las intelectualistas. ¡No se<br />
trata de ver para poder transformarse, ni tampoco transformarse para poder ver! Este tipo de<br />
conocimiento supone no sólo un ver, sino también un entrenamiento de la mirada.<br />
Uno presiente que, más allá de lo que vemos, existe una realidad más pura que nos cautiva y nos<br />
asombra. Los símbolos remiten a otro lugar que antes ni siquiera sabíamos que existía. Pero mirar<br />
a otro lugar implica dirigirse conscientemente a ese lugar con la mirada, “no se ve sino lo que se<br />
mira”. 35 La maravilla, el inquirirse por, surgirá cuando una visión se sitúe a medio camino de<br />
ambas:<br />
“lo que resulta enigma es el lazo entre ellas, lo que está entre ellas, pues veo las<br />
cosas, cada una en su lugar, precisamente porque se eclipsan mutuamente, y si son<br />
rivales ante mi mirada, es precisamente porque cada una está en su lugar. Es la<br />
exterioridad conocida de las cosas en su envoltura y su dependencia mutua en su<br />
autonomía”. 36<br />
Desear encontrarse con lo otro, desear disminuir esta distancia, avanzar hacia ese horizonte,<br />
encontrarse con otros que también son carne, que tienen cuerpo. Como diría Merleau-Ponty:<br />
“tomar al pie de la letra lo que nos enseña la visión: que por ella tocamos el Sol, las<br />
estrellas, estamos al mismo tiempo en todas partes, tan cerca de las cosas lejanas<br />
como de las próximas.” 37<br />
Aceptamos lo distinto a nosotros pero no lo disolvemos en la igualdad, como hace el capital, nos<br />
damos cuenta de la lejanía y a la vez la cercanía a la que nos encontramos de ello. De la<br />
33 González, 2000: 162.<br />
34 Puglisi, 1989: 41-42.<br />
35 Merleau-Ponty, 1986: 15.<br />
36 Merleau-Ponty, 1986: 15.<br />
37 Merleau-Ponty, 1986: 62.<br />
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