jaramillo, pedro - l..

2. Una resurrección «compartida»
(Rom 6,3-11)
Subraya Pablo la dimensión salvadora del acontecimien
decisivo de la historia de Jesús: la resurrección. Jesús
no se apropia la vida nueva de resucitado, la comparte:
por el bautismo, con-sepultados en su muerte, «para
que también nosotros andemos en una vida nueva». La
afirmación paulina es tajante y esperanzadora: «En una
resurrección como la suya».
El proceso es el de la criatura nueva; dos condicione
que se contraponen para crear una nueva identidad: la
«vieja condición, crucificada con Cristo», una «personalidad
de pecadores» que muere con Cristo, dando paso a
la vida en libertad.
Se entrecruzan las afirmaciones confesantes de la vida
y resurrección de Jesús con las referidas a nuestra propia
resurrección y vida para siempre (la cristología y la soteriología):
la muerte «ya no tiene dominio sobre Cristo».
Pero también nosotros la podemos desafiar: «¿Dónde
está, muerte, tu victoria?»... Nosotros «estamos vivos
para Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor».
3. «Impresionadas y llenas de alegría»
(Mt 28,1-10)
Según Mateo, así quedan las mujeres después de hallar
el sepulcro vacío y del anuncio divino que lo explica: «N
está aquí, porque ha resucitado». Ha resucitado el mismo
que había sido crucificado... A su sepulcro se dirigían las
mujeres con el ánimo de hacer los necesarios servicios
funerarios. Nos lo recuerda el soneto: «Purgan sus ojos