jaramillo, pedro - l..

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12.04.2013 Views

«desde el principio»; y la histórica, entre los hombres, desde su entrada real en la carne (en-carnación). La en-carnación da a la carne de Jesús todo su valor teológico: «A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único de Dios que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer». La «carne de Jesús» (sus raíces humanas, su historia, la totalidad de su existencia) son para siempre revelación de Dios. La en-carnación da a la carne de Jesús todo su valor salvador: «A cuantos la recibieron les da poder de ser hijos de Dios»... «De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia». Pero, la en-carnación da también a la carne de Jesús toda la carga escandalosa del Dios humanado. Y por eso, quedará siempre abierta la posibilidad del rechazo: «Vino a su casa y los suyos no la recibieron». ¡Que nos contemos entre «los que hemos contemplado su gloria»!

Germinó la Palabra Germinó la Palabra..., echó raíces en Sión su ancestral sabiduría... resplandecientes cual luz del día, brillan en Israel sus directrices... Más allá de abandonos y deslices profetizó a su Pueblo la amnistía, sació el hambre y la sed de su ardentía con maná, agua de roca y codornices... Antes que el mundo fuera pronunciado, decía la Palabra su divino designio de habitar a nuestro lado, de unir a su elección nuestro destino de ser hijos de Dios, pueblo sagrado, pan de su pan y vino de su vino.

«desde el principio»; y la histórica, entre los hombres,<br />

desde su entrada real en la carne (en-carnación).<br />

La en-carnación da a la carne de Jesús todo su valor<br />

teológico: «A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único<br />

de Dios que está en el seno del Padre, es quien nos lo<br />

ha dado a conocer». La «carne de Jesús» (sus raíces humanas,<br />

su historia, la totalidad de su existencia) son para<br />

siempre revelación de Dios.<br />

La en-carnación da a la carne de Jesús todo su valor<br />

salvador: «A cuantos la recibieron les da poder de ser<br />

hijos de Dios»... «De su plenitud todos hemos recibido<br />

gracia tras gracia».<br />

Pero, la en-carnación da también a la carne de Jesús<br />

toda la carga escandalosa del Dios humanado. Y por eso,<br />

quedará siempre abierta la posibilidad del rechazo: «Vino<br />

a su casa y los suyos no la recibieron». ¡Que nos contemos<br />

entre «los que hemos contemplado su gloria»!

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