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Todos los Fieles Difuntos 1 (2 de noviembre) 1. «Aniquilará la muerte para siempre» (Is25,6-10a) El gozo es el fondo para medir las dimensiones más difíciles del «tránsito». Así lo muestra la relación que establece Isaías entre la aniquilación de la muerte para siempre y la alegría del banquete de la salvación... Alusión velada al banquete de la Eucaristía y la vida eterna que en él se genera. La certeza de la salvación arranca todos los signos d duelo y de dolor. Certeza fundada en una presencia dinámica: «Aquí está el Señor, de quien esperábamos que nos salvara». Sin esa esperanza, es vano cualquier intento de explicar «razonablemente» la muerte. Las resistencias internas a «terminar para siempre» son el suelo nutricio de la esperanza anunciada: «Aniquilará la muerte para siempre». En la promesa se juntan el anhelo y la realización. Anhe de no terminar en «el absurdo de la fosa». Realización de quien «tiene poder para resucitar a los muertos». La muerte no será la «pesadilla» en el banquete de la 1 De entre las lecturas que se pueden escoger para este día, se han elegido estas dos Pueden elegirse otras
vida. Aniquilada, «el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros». ¿Utopía? ¿Ilusiones proyectadas? Jesucristo Resucitado es la garantía y quien ha abierto el camino. 2. «¡Que los que me confiaste estén conmigo!» (Jn 17,20-26) El deseo de Jesús es garantía de esperanza. Una esperanza metida en el discurso de despedida. Jesús lo está preparando antes de su partida al Padre. Extiende su mirada a todos los que creerán, afectando también a nosotros: «Los que crean en mí por la palabra de ellos». Para todos quiere Jesús la unidad de vida y la unidad de destino final: Dios en el origen y en la meta-. «Yo en ello y tú en mí, para que sean completamente uno». El amor mismo del Padre como origen de esta unidad: «Los has amado como me has amado a mí». Desde ese amor, ninguno de los discípulos queda fuera de ese retorno al Padre. Todos llamados a «contemplar la gloria que Jesús recibió del Padre». No sólo para contemplarla, también para participarla: «Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre». Conocimiento del nombre de Dios que es entrada en su intimidad de amor: «Para que el amor que me tienes esté en ellos, como también yo estoy en ellos».
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Todos los Fieles Difuntos 1<br />
(2 de noviembre)<br />
1. «Aniquilará la muerte para siempre»<br />
(Is25,6-10a)<br />
El gozo es el fondo para medir las dimensiones más difíciles<br />
del «tránsito». Así lo muestra la relación que establece<br />
Isaías entre la aniquilación de la muerte para siempre y<br />
la alegría del banquete de la salvación... Alusión velada<br />
al banquete de la Eucaristía y la vida eterna que en él se<br />
genera.<br />
La certeza de la salvación arranca todos los signos d<br />
duelo y de dolor. Certeza fundada en una presencia dinámica:<br />
«Aquí está el Señor, de quien esperábamos que<br />
nos salvara».<br />
Sin esa esperanza, es vano cualquier intento de explicar<br />
«razonablemente» la muerte. Las resistencias internas<br />
a «terminar para siempre» son el suelo nutricio de la esperanza<br />
anunciada: «Aniquilará la muerte para siempre».<br />
En la promesa se juntan el anhelo y la realización. Anhe<br />
de no terminar en «el absurdo de la fosa». Realización de<br />
quien «tiene poder para resucitar a los muertos».<br />
La muerte no será la «pesadilla» en el banquete de la<br />
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