jaramillo, pedro - l..
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3. La promesa y el cumplimiento del nacimiento de Juan (Le 1,5-17-vigilia-; Le 1,57-66.80-día-) Al nacimiento de fuan le precede su «anunciación». El anuncio lo recibe Zacarías, su padre, mientras oficiaba en el Templo. Como en la anunciación de Jesús (en la casa y no en el templo), el miedo y la turbación. Es la reacción ante la intensa presencia de lo divino presente (expresado en la presencia del ángel). Y frente a ese miedo, la confianza-. «No temas, Zacarías». Y el anuncio-. «Tu m Isabel, te dará a luz un hijo». El ambiente se llena de júbilo y esperanza. Para el propi Zacarías y para todo el pueblo: «Te llenará de alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento». Con ocasión de la imposición del nombre, al anuncio de la misión-, convertir a muchos israelitas al Señor... Ir delante del Señor, «preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto». Juan es señal y referencia del que viene (Vigilia). El evangelio del Día se detiene en el nacimiento y el nombre del Bautista. Con gran sencillez, anuncia Lucas el nacimiento como «da gran misericordia» que Dios había cho con Isabel. Y con una cercanía que tiene el sabor de los acontecimientos del pueblo: «Todos la felicitaban». Pero el relato se centra en el nombre: no es cuestión de simple denominación externa; se trata de «resumir en el nombre la misión». Por eso la reiteración de que se llamará Juan («Dios se compadece»). Como el de Jesús, era ya un nombre dado. Por eso Isabel y Zacarías insisten: «Juan es su nombre». Poco importa que nadie en la familia se haya llamado así. Hay figuras, como Juan, que no son un simple acontecimiento familiar. Está de por medio la misión-. El «anuncio de la com-
pasión de Dios». De aquel Dios, que ya desde el vientre materno, «estaba con él». El Dios que lo elegía como precursor. Testigos como Juan Si el que en la eternidad te conocía antes de que estuvieras concebido te nombra su profeta, de corrido acude a la misión que te confía. Si tus ojos no han visto todavía su rostro, no le cierres el oído; si para el sacrificio te ha elegido, une tu sangre con su Eucaristía. Anega tu corazón en sus razones, si quieres convertir los corazones a la luz de tu propio atestamiento. Juan, que anuncia a Jesús en su bautismo, ofreció el holocausto de sí mismo aunque era justo ya en su nacimiento.
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pasión de Dios». De aquel Dios, que ya desde el vientre<br />
materno, «estaba con él». El Dios que lo elegía como<br />
precursor.<br />
Testigos como Juan<br />
Si el que en la eternidad te conocía<br />
antes de que estuvieras concebido<br />
te nombra su profeta, de corrido<br />
acude a la misión que te confía.<br />
Si tus ojos no han visto todavía<br />
su rostro, no le cierres el oído;<br />
si para el sacrificio te ha elegido,<br />
une tu sangre con su Eucaristía.<br />
Anega tu corazón en sus razones,<br />
si quieres convertir los corazones<br />
a la luz de tu propio atestamiento.<br />
Juan, que anuncia a Jesús en su bautismo,<br />
ofreció el holocausto de sí mismo<br />
aunque era justo ya en su nacimiento.