jaramillo, pedro - l..

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12.04.2013 Views

meras reflexiones de los Santos Padres se afirmaba.- «Caro salutis est cardo» («la carne es el quicio de la salvación»). 3. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo (Le 1,26-38) «Concebir, engendrar y dar a luz»: misterio de una maternidad real, de un hijo de carne y hueso como nosotros. Concebido, sin embargo, al estilo de la grandeza y omnipotencia de Dios: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra». Anuncio de la encarnación del Verbo que se da entre la alegría, la zozobra, la promesa, la certeza y la esperanza. La alegría del saludo del ángel; la zozobra de la tími Virgen que se atreve, no obstante, a «pedir explicaciones»; la promesa de una intervención especial de Dios en el seno virginal de la doncella; la certeza de que Dios cumple su promesa; y la esperanza encerrada ya en el mismo nombre de lesús: «Yavé salva». La Anunciación es fiesta de cumplimiento: «Dios está con nosotros»; es «Enmanuel», compartiendo la misma carne y viviendo la misma historia de los hombres; «Dios está con nosotros» porque «es uno de los nuestros», «de nuestra carne y sangre», dirá el autor de Hebreos. El «hágase en mí» de la Virgen y la omnipotencia de Dios realizaron el misterio. Un misterio de «llamada/respuesta/misión» que nos hizo a Dios tan cercano. Nos lo hizo para siempre uno de los nuestros.

Siempre hay una señal Siempre hay una señal: no la que niega querer pedir a Dios tu cobardía...; siempre hay una señal: la que querría lograr en el aprieto tu fe ciega. Enmanuel, que se ofrece..., que se entrega, es la señal de Dios, la garantía de que al cargar tu cruz de cada día, tendrás el Cireneo que siempre llega. «Sé realista y cree lo imposible...». Si un Arcángel afirma lo indecible, una Virgen será doncella y Madre. El Verbo que hizo todo de la nada, al tiempo de buscarse una posada, podrá elegir la que mejor le cuadre.

meras reflexiones de los Santos Padres se afirmaba.- «Caro<br />

salutis est cardo» («la carne es el quicio de la salvación»).<br />

3. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo<br />

(Le 1,26-38)<br />

«Concebir, engendrar y dar a luz»: misterio de una maternidad<br />

real, de un hijo de carne y hueso como nosotros.<br />

Concebido, sin embargo, al estilo de la grandeza y omnipotencia<br />

de Dios: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la<br />

fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra».<br />

Anuncio de la encarnación del Verbo que se da entre<br />

la alegría, la zozobra, la promesa, la certeza y la esperanza.<br />

La alegría del saludo del ángel; la zozobra de la tími<br />

Virgen que se atreve, no obstante, a «pedir explicaciones»;<br />

la promesa de una intervención especial de Dios en<br />

el seno virginal de la doncella; la certeza de que Dios cumple<br />

su promesa; y la esperanza encerrada ya en el mismo<br />

nombre de lesús: «Yavé salva».<br />

La Anunciación es fiesta de cumplimiento: «Dios está<br />

con nosotros»; es «Enmanuel», compartiendo la misma<br />

carne y viviendo la misma historia de los hombres; «Dios<br />

está con nosotros» porque «es uno de los nuestros»,<br />

«de nuestra carne y sangre», dirá el autor de Hebreos. El<br />

«hágase en mí» de la Virgen y la omnipotencia de Dios<br />

realizaron el misterio. Un misterio de «llamada/respuesta/misión»<br />

que nos hizo a Dios tan cercano. Nos lo hizo<br />

para siempre uno de los nuestros.

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