jaramillo, pedro - l..

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12.04.2013 Views

3. El juicio del Rey-Pastor (Mt 25,31-46) Terminaba el texto de Ezequiei (primera lectura) con el anuncio del juicio entre oveja y oveja... El evangelio de Mateo ve ese juicio realizado por Jesús, el Hijo del Hombre a quien Dios le dio el poder de juzgar. La escena es impresionante y conmovedora. Impresiona por su solemnidad; conmovedora por su contenido. La solemnidad hace de Jesús el Rey que discierne entre los suyos. Lo sienta en su trono y lo rodea de todos sus ángeles. Señal y expresión de que algo importante está por suceder. Importante es el juicio. Sorprendente, el contenido E discernimiento se juega en el trato otorgado o negado a los débiles. El acento sobre el Rey-Pastor de Ezequiei, buscador de débiles y descarriados, pasa en Mateo a la oveja débil y necesitada: «Tuve hambre, estaba desnudo, enfermo y encarcelado, fui forastero...». Es la densidad que tiene la especial encarnación de Jesús en los pobres. El trato compasivo a los pobres no es un simple mandato del Pastor-Rey; es la misma relación con el Pastor la que está en juego. Identificación que hará decir a Juan Pablo II que estamos «frente a una página de cristología y no simplemente de moral». Lo sorprendente es, en efecto, que uno no se encuentra con un simple mandato cumplido, sino con una relación especial con el Señor asumida u omitida. Por eso, el «estar» futuro con Cristo será también diferente: «en Cristo», con Dios; «sin Cristo», el castigo eterno.

El redil es tu Reino ¡Ven, ven, Señor Jesús! Tu pueblo espera, ven a dar plenitud a tu reinado. El rebaño que el lobo ha dispersado, husmea los rastros de tu cabañera. ¡Ven, ven, Señor Jesús, pronto a su lado! Remedia su extravío y su cojera; condúcelo al festín de tu pradera..., a la fuente lustral de tu cuidado. Haz que por la fe vea en lontananza el soñado redil; guía su esperanza por rizales, quebradas y recodos... El redil es tu Reino..., la certeza de una grey, ensamblada a su Cabeza, para que Dios lo sea todo en todos.

El redil es tu Reino<br />

¡Ven, ven, Señor Jesús! Tu pueblo espera,<br />

ven a dar plenitud a tu reinado.<br />

El rebaño que el lobo ha dispersado,<br />

husmea los rastros de tu cabañera.<br />

¡Ven, ven, Señor Jesús, pronto a su lado!<br />

Remedia su extravío y su cojera;<br />

condúcelo al festín de tu pradera...,<br />

a la fuente lustral de tu cuidado.<br />

Haz que por la fe vea en lontananza<br />

el soñado redil; guía su esperanza<br />

por rizales, quebradas y recodos...<br />

El redil es tu Reino..., la certeza<br />

de una grey, ensamblada a su Cabeza,<br />

para que Dios lo sea todo en todos.

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