jaramillo, pedro - l..

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12.04.2013 Views

3. La vela para encontrar al Señor (Mt 25,1-13) La exhortación final da el tono a todo el texto: «Velad, porque no sabéis ni el día ni la hora». Se trata también de un encuentro. Un encuentro que es seguro, pero incierto. Su espera puede producir pereza y hasta sueño. Dos actitudes frente a la espera, reflejadas en dos gru de doncellas. La parábola sólo se fija en su vela. No se trata de juzgar si las doncellas sensatas fueron poco generosas con las necias. Es una imagen sencilla con la simple intención de comparar un encuentro logrado con u encuentro fallido. El secreto está en el aceite sobrante. En el aceite llevad por si la espera era larga. Las unas se proveyeron; las otras se descuidaron. La previsión o el descuido de llenar buenas obras el largo tiempo de espera. E! encuentro se realiza, si es que el aceite rebosa; pe cuando el aceite falta no puede lucir la lámpara que permita el poder reconocerse: «Os aseguro, no os conozco». No puede darse una mayor frustración para quien esperaba el encuentro. Les vino a faltar aceite para poder «alumbrarlo».

Cuando llegue el Esposo «¡Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti modrugo!». Anhela mi alma tu Sabiduría. ¡Llueve sus aguas sobre mi sequía..., pon sabor en mis labios con su jugo! Quiero nutrir mi fe con un mendrugo de su pan suculento, cada día..., vocear por las plazas su valía tras rumiarla en la sombra de mi ostugo...; ir a su luz urdiendo la esperanza y el amor radical con que se alcanza la vida en la fontana de su centro..., y aderezar con su óleo generoso mi lámpara, aguardando a que el Esposo llegue, resucitado, hasta mi encuentro.

Cuando llegue el Esposo<br />

«¡Oh Dios, Tú eres mi Dios, por ti modrugo!».<br />

Anhela mi alma tu Sabiduría.<br />

¡Llueve sus aguas sobre mi sequía...,<br />

pon sabor en mis labios con su jugo!<br />

Quiero nutrir mi fe con un mendrugo<br />

de su pan suculento, cada día...,<br />

vocear por las plazas su valía<br />

tras rumiarla en la sombra de mi ostugo...;<br />

ir a su luz urdiendo la esperanza<br />

y el amor radical con que se alcanza<br />

la vida en la fontana de su centro...,<br />

y aderezar con su óleo generoso<br />

mi lámpara, aguardando a que el Esposo<br />

llegue, resucitado, hasta mi encuentro.

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