jaramillo, pedro - l..
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3. Los sencillos conocen el misterio de Dios (Mt 11,25-30) ¡Un ]esús para sencillos*. Llegar a la sencillez para po comprender el misterio íntimo de Dios. No es la sencillez un punto de partida perezoso para evitar recorrer el camino que tan sólo poco a poco nos adentra en el arcano. Es, más bien, un punto maduro de llegada de quienes han hecho el recorrido, abandonándose a la gracia, lejos de confianzas pretenciosas en el poder y la fuerza de los propios argumentos: «Has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla». Los sencillos se dejan acompañar por l revelación del misterio. Sencilla revelación del misterio de Dios en la carne de J sús. Tan sencilla que a muchos escandaliza, como escandalosa resultaría para muchos aquella sencilla entrada de un rey después de celebrar su victoria (primera lectura). Jesús, manso y humilde de corazón, nos invita a acercarnos a él. Con una promesa de alivio para las vida cansadas, a pesar de la confianza puesta en las propias fuerzas. La construcción personal en solitario nos abruma y nos agobia..., dejando esa extraña sensación de no conseguirla nunca. Jesús, ofreciendo «un yugo y una carga», pero como ley nueva de amor, que introduce en el descanso, en aque gozo inefable de haber definitivamente encontrado el descanso tan buscado. Aquel tan difícil de hallar desde un corazón «entendido y sabio» tan sólo a nivel humano.
Un rey manso y humilde El Rey de Paz, jinete en un pollino, llega manso hasta ti en la Eucaristía, bebida y pan candeal que, cada día, es vianda celestial para el camino. Al hacerse, gozoso, tu inquilino, asume como suya la agonía que el Espíritu libera en su porfía con la carne, rebelde a su destino. Acude a su llamada generosa y carga con su yugo llevadero, pues su peso es más leve que tu pena. Él, que le dio quicio a cada cosa, te señaló el remedio verdadero al pagar con su muerte tu condena...
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3. Los sencillos conocen el misterio de Dios<br />
(Mt 11,25-30)<br />
¡Un ]esús para sencillos*. Llegar a la sencillez para po<br />
comprender el misterio íntimo de Dios. No es la sencillez<br />
un punto de partida perezoso para evitar recorrer<br />
el camino que tan sólo poco a poco nos adentra en el<br />
arcano. Es, más bien, un punto maduro de llegada de<br />
quienes han hecho el recorrido, abandonándose a la<br />
gracia, lejos de confianzas pretenciosas en el poder y la<br />
fuerza de los propios argumentos: «Has escondido estas<br />
cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a<br />
la gente sencilla». Los sencillos se dejan acompañar por l<br />
revelación del misterio.<br />
Sencilla revelación del misterio de Dios en la carne de J<br />
sús. Tan sencilla que a muchos escandaliza, como escandalosa<br />
resultaría para muchos aquella sencilla entrada de<br />
un rey después de celebrar su victoria (primera lectura).<br />
Jesús, manso y humilde de corazón, nos invita a<br />
acercarnos a él. Con una promesa de alivio para las vida<br />
cansadas, a pesar de la confianza puesta en las propias<br />
fuerzas. La construcción personal en solitario nos abruma<br />
y nos agobia..., dejando esa extraña sensación de no<br />
conseguirla nunca.<br />
Jesús, ofreciendo «un yugo y una carga», pero como<br />
ley nueva de amor, que introduce en el descanso, en aque<br />
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corazón «entendido y sabio» tan sólo a nivel humano.