jaramillo, pedro - l..
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Noveno domingo 1. «Poner por obra todos los mandamientos de Dios» (Dt 11,18.26-28) ¿Una ética sin religiosidad? Así acusan los hombres «religiosos» a quienes, en su relación con Dios, sólo piensan en el compromiso. ¿Una religiosidad sin ética? Es la extrañeza de los que subrayan el compromiso contra todo espiritualismo que encarnan muchos creyentes. La primera lectura de hoy nos centra en la necesidad de cumplir la voluntad de Dios, para que la fe no quede mera palabrería. La insistencia de Moisés es expresiva: «Meteos mis palabras (mis mandatos) en el corazón y en el alma»... Y, como signo de que han calado hasta dentro, «atadlas a la muñeca..., ponedlas de señal en vuestra frente» (¡Lástima que el signo se convirtiera en meta, y la voluntad del Señor quedara sólo materialmente «colgada» como señal en la frente..., quedando el corazón vacío de voluntad de Dios!). La metáfora del camino, para expresar la andadura con su Dios tuvo éxito en Israel. Es expresiva en su significado: está en juego la meta a la que los caminos llevan. Los hay que llevan a «ninguna parte»; o llevan a «la
mentira» (designación de los falsos dioses), meta de «la maldición»... Y hay caminos que tienen la meta en Dios, aquel que por ser «verdad» es fuente de «bendición». Les preceptos son camino. Quien humildemente lo re corre está caminando a la meta; desviarse es andar de vagabundos en busca de cualquier meta idolátrica que satisfaga el momento. Sería bueno confesar con nuestro soneto: «¡Lo sé, Señor, lo sé! Hay dos caminos/ que rinden en distinto paradero/ el que conoces Tú, no el que yo quiero/ me llevará a los últimos destinos». 2. Una salvación sin distinciones (Rom3,21-25a.28) Comienza la Carta de Pablo a los romanos. Y lo hace con la afirmación central de su doctrina: la salvación de Dios no depende de las obras de la Ley. No es una cuestión de méritos, sino de gracia. «La justicia de Dios-» no es el atributo divino que estu viera en el origen del castigo. En sentido bíblico, «la justicia» es misericordia, fidelidad y perdón. Por eso, Dios es justo cuando salva, porque cumple así su promesa. Para evitar confusiones, empleamos la expresión de justicia salvadora. Se trata de aquella justicia que, más allá de la Ley, se ha manifestado en Cristo para todos, sin ninguna distinción. Todos, también ios judíos, necesitan del perdón; y todos, también los gentiles, «son justificados gratuitamente por la gracia». La justificación (la acción que nos hace justos) no es cuestión de privilegios o de méritos. Sólo hay un modo de alcanzarla, que es igual para todos (sean judíos o gentiles): «La redención en Cristo Jesús».
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yo quiero/ me llevará a los últimos destinos».<br />
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(Rom3,21-25a.28)<br />
Comienza la Carta de Pablo a los romanos. Y lo hace con<br />
la afirmación central de su doctrina: la salvación de Dios<br />
no depende de las obras de la Ley. No es una cuestión<br />
de méritos, sino de gracia.<br />
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viera en el origen del castigo. En sentido bíblico, «la justicia»<br />
es misericordia, fidelidad y perdón. Por eso, Dios es<br />
justo cuando salva, porque cumple así su promesa. Para<br />
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Se trata de aquella justicia que, más allá de la Ley, se<br />
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Todos, también ios judíos, necesitan del perdón;<br />
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Sólo hay un modo de alcanzarla, que es igual para todos<br />
(sean judíos o gentiles): «La redención en Cristo Jesús».