jaramillo, pedro - l..

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12.04.2013 Views

Tercer domingo de Adviento 1. Lo nuevo que va a germinar (Is 33,1 -6a. 10) El anuncio seguro de lo nuevo tiene arraigo en la visión esperanzada del profeta. La confianza en el Dios que salva es más grande que todas las trabas y tropiezos. Esperanza que se expresa en la transformación de l naturaleza y del ser humano. El yermo y el desierto, llamados a alegrarse con el regocijo de una floración inesperada. Una belleza tal que abrirá los corazones a la belleza misma de Dios: «Verán la gloria de Dios, la belleza de nuestro Dios». Y unos seres humanos deprimidos que se abren a la nueva fortaleza. Ni debilidad ni vacilación ni cobardía: «Sed fuertes, no temáis». Incluso aquellos que experimentan el deterioro físico reciben el anuncio de gozar en plenitud de la función de sus órganos atrofiados: los ojos, los oídos, las piernas y la lengua. No más ciegos ni sordos ni cojos ni mudos. Todos vienen «rescatados» por el Señor. Una gran peregrinación de hombres renovados, guiados por «la alegría perpetua»; flanqueados en su camino por «el gozo y la alegría». Al resguardo de toda «pena y aflicción».

Novedad maravillosa que, en medio del sufrimiento, estimula y anima la esperanza. 2. Esperando con firmeza (Sant 5,7-10) Esperando, como lo hace el labrador que aguarda la cosecha, con una paciencia inquieta y activa. Se sabe el brador llamado a trabajar su parcela, pero ha aprendido a mirar al cielo en espera de las lluvias. Las necesita y anhela, pero no puede causarlas, «ni las tempranas ni las tardías». Las espera. Y lo hace con inquietud y paciencia, pero siempre con una segura firmeza. Cuando las lluvias se tardan, apuntan la desesperanza el cansancio de tanto trabajo frustrado. Lo mismo pasa en la vida, cuando se teme que el Señor se ha ocultado y retrasa su venida: la «venida» en el final; y las «venidas» en cada momento de nuestra historia, tantas veces reseca y agostada como la tierra en sequía. Pero, en los momentos duros, es cuando crece la esperanza. Esperanza tantas veces dolorida por el retraso y silencio de quien tiene que venir y no acaba de llegar. En la paciencia esperanzada está también la firmeza: «La venida del Señor está cerca... Él está ya a la puerta». 3. Lo nuevo que ha germinado (Mt 11,2-11) ¿Se cumplió ya la promesa o sigue el tiempo de espera? Dos períodos se entrecruzan: el de Juan que se pregunta: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a

Tercer domingo de Adviento<br />

1. Lo nuevo que va a germinar<br />

(Is 33,1 -6a. 10)<br />

El anuncio seguro de lo nuevo tiene arraigo en la visión esperanzada<br />

del profeta. La confianza en el Dios que salva<br />

es más grande que todas las trabas y tropiezos.<br />

Esperanza que se expresa en la transformación de l<br />

naturaleza y del ser humano. El yermo y el desierto,<br />

llamados a alegrarse con el regocijo de una floración<br />

inesperada. Una belleza tal que abrirá los corazones a la<br />

belleza misma de Dios: «Verán la gloria de Dios, la belleza<br />

de nuestro Dios».<br />

Y unos seres humanos deprimidos que se abren a la<br />

nueva fortaleza. Ni debilidad ni vacilación ni cobardía: «Sed<br />

fuertes, no temáis». Incluso aquellos que experimentan el<br />

deterioro físico reciben el anuncio de gozar en plenitud<br />

de la función de sus órganos atrofiados: los ojos, los<br />

oídos, las piernas y la lengua. No más ciegos ni sordos<br />

ni cojos ni mudos.<br />

Todos vienen «rescatados» por el Señor. Una gran<br />

peregrinación de hombres renovados, guiados por «la<br />

alegría perpetua»; flanqueados en su camino por «el gozo<br />

y la alegría». Al resguardo de toda «pena y aflicción».

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