jaramillo, pedro - l..

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12.04.2013 Views

3. La libertad y el corazón (Mt 5,17-35) Cuando la ley no se queda en lo externo y llega al corazón, se produce el misterio de «la espontaneidad». No se cumple simplemente la letra, se llega al espíritu de la Ley. Es un camino de libertad consentida. Se trata del mismo núcleo de la relación de Jesús con la Ley. Su enfrentamiento con el legalismo no significa anomía: «No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas», sino plenitud acabada: «No he venido a abolir la ley, sino a dar plenitud». La plenitud de la ley no está tanto en su extensión, sino en el nivel de la intensidad. La plenitud es la ley que descubre estar escrita en el corazón y, espontáneamente, «se excede» en el cumplimiento hacia niveles que el legalismo no puede percibir, porque crecen en la interioridad. La Ley evangélica toca el corazón, transformándolo. No lleva cuenta de actos, sino de actitudes; no mide por el tamaño externo, sino por el ahondamiento interior. Queda siempre la advertencia de Jesús: «Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos». Cuan el corazón se ha forjado en el discipulado del Maestro, ¡que nadie tema a la libertad del corazón! Habrá un «exceso de cumplimiento», de plenitud y, además, se tratará de un «exceso espontáneo».

Saber elegir ¡La libertad! Ese vital dilema, humana concreción del «don» divino... Ni el oído oyó jamás, ni el ojo indino contempló su esencial categorema. ¡La libertad! Preciosa diadema del hijo de adopción. Mesura y tino del buen obrar. Baquiana del camino. De la razón cabal motor y emblema. Con ella quiero, lejos del pecado, hacer lo más perfecto y acabado, sabiduría que en Dios está escondida, y saber elegir entre agua y fuego, eludir el fatal destino ciego, optando ante la muerte por la vida.

3. La libertad y el corazón<br />

(Mt 5,17-35)<br />

Cuando la ley no se queda en lo externo y llega al corazón,<br />

se produce el misterio de «la espontaneidad». No<br />

se cumple simplemente la letra, se llega al espíritu de la<br />

Ley. Es un camino de libertad consentida. Se trata del<br />

mismo núcleo de la relación de Jesús con la Ley. Su enfrentamiento<br />

con el legalismo no significa anomía: «No<br />

creáis que he venido a abolir la ley o los profetas», sino<br />

plenitud acabada: «No he venido a abolir la ley, sino a<br />

dar plenitud».<br />

La plenitud de la ley no está tanto en su extensión,<br />

sino en el nivel de la intensidad. La plenitud es la ley<br />

que descubre estar escrita en el corazón y, espontáneamente,<br />

«se excede» en el cumplimiento hacia niveles<br />

que el legalismo no puede percibir, porque crecen en la<br />

interioridad.<br />

La Ley evangélica toca el corazón, transformándolo.<br />

No lleva cuenta de actos, sino de actitudes; no mide por<br />

el tamaño externo, sino por el ahondamiento interior.<br />

Queda siempre la advertencia de Jesús: «Si no sois mejores<br />

que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino<br />

de los cielos».<br />

Cuan el corazón se ha forjado en el discipulado del<br />

Maestro, ¡que nadie tema a la libertad del corazón! Habrá<br />

un «exceso de cumplimiento», de plenitud y, además,<br />

se tratará de un «exceso espontáneo».

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