jaramillo, pedro - l..

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12.04.2013 Views

justo honesto;/ ser humilde, pacífico y modesto/ en la breve estrechez de una persona», dice nuestro soneto. Las bienaventuranzas recogen la humilde sencillez d caminar junto al Señor (primera lectura). La recogen, la radicalizan y la hacen «nueva ley». Que Mateo ponga las Bienaventuranzas en el sermón del «monte» no es una simple indicación de geografía. Más bien se trata de una clara indicación de teología: un nuevo Moisés y una nueva Ley. Un nuevo legislador y un nuevo camino. En las bienaventuranzas destacan la felicidad y la parad ja del camino para conseguirla. La meta es la dicha... Y n sólo como un final que reivindica sólo para el «más allá», mira también a la situación de desastre de un «más acá» mísero y pobre. Es la felicidad que se encuentra ya aquí en «el ser de otra manera». Un buen refrán nos puede ayudar a entenderlo: «No es oro todo lo que reluce». El relucir es externo; el oro se mide en quilates de interior. Las bienaventuranzas no son una ley para superficiales; lo son para quienes se planearon en serio «buscar ser de otra manera». El «ser en Cristo» paulino, enseñado por el mismo Jesús.

La pobreza integral El «resto» cié Israel... ¿Quién ambiciona ser élite en el seno de ese «resto»? ¿Quién tiene el corazón tan bien dispuesto que sueñe con tal cruz y tal corona? Ser un pobre integral de prima a nona..., compasivo, sufrido, justo, honesto, ser humilde, pacífico y modesto en la breve estrechez de una persona... ¿Demasiado? No hay «pobre» que sea ajeno a las ocho divinas venturanzas, que en la Montaña dijo el Nazareno. Si tienes una, las demás alcanzas. Toda razón de amor está integrada en la oblación de un alma despojada.

justo honesto;/ ser humilde, pacífico y modesto/ en la<br />

breve estrechez de una persona», dice nuestro soneto.<br />

Las bienaventuranzas recogen la humilde sencillez d<br />

caminar junto al Señor (primera lectura). La recogen, la<br />

radicalizan y la hacen «nueva ley». Que Mateo ponga las<br />

Bienaventuranzas en el sermón del «monte» no es una<br />

simple indicación de geografía. Más bien se trata de una<br />

clara indicación de teología: un nuevo Moisés y una nueva<br />

Ley. Un nuevo legislador y un nuevo camino.<br />

En las bienaventuranzas destacan la felicidad y la parad<br />

ja del camino para conseguirla. La meta es la dicha... Y n<br />

sólo como un final que reivindica sólo para el «más allá»,<br />

mira también a la situación de desastre de un «más acá»<br />

mísero y pobre. Es la felicidad que se encuentra ya aquí<br />

en «el ser de otra manera». Un buen refrán nos puede<br />

ayudar a entenderlo: «No es oro todo lo que reluce». El<br />

relucir es externo; el oro se mide en quilates de interior.<br />

Las bienaventuranzas no son una ley para superficiales;<br />

lo son para quienes se planearon en serio «buscar ser<br />

de otra manera». El «ser en Cristo» paulino, enseñado por<br />

el mismo Jesús.

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